Epilogo de luz:


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Mi mente estaba totalmente en blanco, corriendo libremente y dejando que mis pensamientos jugaran entre ellos. Yo bailaba dulcemente al compás de una música inexistente mientras tarareaba una canción. Mis pies se movían con gracia sobre la reluciente superficie. Todo era negro a mí alrededor pero yo resplandecía por mi misma. Mi pálida piel brillaba sutilmente, mi pelo se movía libremente con cada giro y movimiento que hacia al bailar y no podía dejar de sonreír. Estaba bailando sobre un gran espejo en el suelo de dos metros de diámetro, el suficiente para que yo pudiera bailar sobre él. Portaba un fino y delicado vestido blanco que me caía casi hasta las rodillas y sentía el frescor en el aire.

Debajo de mi se reflejaba exactamente todo lo contrario. Todo era blanco a pesar de que la otra Katherin parecía absorber toda la luz. Ella copiaba exactamente mis movimientos, mi perfecto reflejo. Ella portaba un vestido negro idéntico al mío. Pero a donde a mi el vestido blanco me daba aires de dulzura e inocencia, a ella le daba aires de peligro y maldad. Ella sonreía igual que yo, pero su sonrisa no era alegre como la mía sino que más bien maliciosa. Mis labios tenían un sutil color rosado, los suyos eran rojos como los de una rosa. Aun así continuamos bailando, las dos exactamente igual. Escuche nuestras risas, mi suave risa en el aire y su malvada risa también.

A pesar de que ella estuviera debajo de mí y pareciera mi reflejo, sabía que tan solo una fina capa nos separaba. Pisaba con extrema delicadeza a la hora de bailar, temiendo que el espejo se rompiera y yo cayera dentro de él. Que ella saliera y tomara mi lugar. Y aun así, no me importaba, solo podía sonreír y bailar dulcemente ante la suave melodía que tarareaba. Continué así, sabiendo que esto no era más que un sueño y que yo solamente estaba dormida en los brazos de la persona que amaba. Mi sonrisa se ensancho más al pensar en el dulce despertar a su lado y continué bailando con más entusiasmo.

Frente a mi había un muro de ladrillos, tan oscuro que apenas si podía distinguirlo entre la oscuridad y de aproximadamente tres metros de altura. Arriba de él estaba sentado el encapuchado, con una pierna colgándole y la otra sobre el muro. Él sonreía maliciosamente, apoyando un brazo sobre su rodilla doblada y sosteniendo un reloj de bolsillo con este. El reloj se movía de derecha a izquierda, marcando cada segundo que pasaba y él no dejaba de repetir “tic, toc, tic, toc, tic, toc”. En su otra mano sujetaba una rosa, tan roja como la sangre y con espinas dispuestas a herirte. La rosa se iba marchitando con cada segundo que pasaba y los pétalos caían uno a uno hasta terminar en el suelo tan negros como si hubieran sido quemados.

Lo ignore. Continué bailando, dando vueltas en la superficie del espejo. Sabia que al otro lado estaba mi ángel, con su espada en mano y dispuesto a enfrentarlo. Eso solamente me hacia sonreír mas y seguir bailando felizmente, tranquila de que nada podría sucederme. Y aun así sentía la fina línea que separaba a la Katherin buena de la Katherin mala, a mi parte iluminada de mi parte oscura. Y sabía que del otro lado del espejo la situación debía ser todo lo contrario. Con un ángel dispuesto a matarme y un encapuchado sonriendo al tenerme, dispuesto a protegerme.

La katherin del otro lado me miro ante ese pensamiento, sonriendo maliciosamente y asintiendo. Si, no me equivocaba, ambos parecían ser dos mundos totalmente contrarios y apenas una fina línea me separaba a mí de ella. Pero seguiría bailando con cuidado sobre esa línea, sabiendo que si el espejo se rompía y yo llegaba a caer, la mano de un ángel me sujetaría y evitaría que cayera. Respire hondamente y solté el aire. ¿Del otro lado también estarían Nick y una Diana totalmente lo contrario a esta? Si, seguramente.

La Katherin de abajo rió, imitando perfectamente mis pasos. Sentía perfectamente como sus pies tocaban los míos a pesar del cristal que nos separaban. Este temblaba ante el contacto de ambas y podía sentir sus pasos a la perfección. Y aun así lo ignore, continué bailando, feliz de saber que me mantendría de este lado cuanto pudiera. Después de todo yo pertenecía a este lugar, no al reflejo que había debajo de mí. Y esto era lo que yo era.

_ ¿Y tus alas angelito? –pregunto la otra Katherin

Continué tarareando aquella melodía y bailando. Ella representaba toda la parte que era una bruja de mí, amenazando a cada instante con dominarme. Pero yo no me dejaría vencer tan fácilmente. Reí ante su comentario y la mire. Nuestras miradas se cruzaron, ella con la oscuridad en sus ojos y yo con mis ojos aun más iluminados.

_ Supongo que es lo único que no heredamos -dije

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