Capitulo 1: Borrando huellas


.

El sujeto del aeropuerto que controlaba el equipaje me miro nuevamente mientras anotaba en su libreta. Le devolví una sonrisa, disculpándome de algún modo y luego él reviso mi equipaje. Enseguida supo que algo andaba mal y cerro de un tirón el cierre de mi mochila y me miro de algún modo sorprendido y temiéndome a la vez.

_ ¿Señorita se ha dado cuenta de lo que lleva ahí? –pregunto él sin poder dejar de mirarme con una especia de terror

Ya no me sorprendía esto, me había acostumbrado a la forma de terror con que me miraba la gente ahora con mi nueva apariencia. Si se te presentaba una muchacha de dieciséis años, extremadamente pálida y con una piel helada; estaba claro que no era normal. Supongo que lo que mas le aterraba era el hecho de que evitara a todo costo el contacto y aun con la temperatura que había llevaba puestos unos guantes de cuero azules pero sin dedos. O quizás era el hecho de cómo lo estaba mirando con mis grandes ojos azules que a veces se confundían con el gris. Aunque se debía admitir que el contraste rosado de mis labios con mi blanquecina piel daba un toque de inocencia. Además de que mi cabello beige, lacio y recogido de un modo sencillo dejando las mechas de adelante libres, daba cierto aspecto de niña buena.

_ ¿Qué hay de malo con mi mochila? –pregunte con extrema ternura

_ No, nada, es que... –él dudo y luego recupero su firme postura, diciéndome con extrema seriedad y dejando todo temor de lado- Lo lamento, no puedo dejarla subir al avión con estas cosas.

Lo mire sin comprender durante unos segundos, dándome aun un mayor aspecto de inocencia y entonces recordé. Cierto que las personas comunes tenían cierta paranoia con los objetos que se podían llevar en el avión. Supuse enseguida que debía ser la daga que llevaba ahí dentro lo que despertaba esa prohibición de mi acceso dentro. Que ignorantes debían de ser estas personas, yo podría causarles un dolor terrible de solo tocarlos con un dedo y ellos se andaban preocupando por que introduciera una daga al avión.

Me lleve un dedo a la boca para morderme una uña a tiempo que me encogía de hombros, mas encanto provoque en el hombre. Pero aun así este se negaba a dejarme pasar. No quería tener que recurrir a lo mío pero este sujeto me estaba obligando. El tiempo que tenía para huir era muy escaso, necesitaba tomar este avión cuanto antes por que sabía que si lo perdía, ya no habría vuelta atrás. O peor, me encontrarían y volvería al lugar de donde había escapado.

_ ¿Por qué no? –pregunte

_ No se si es la primera vez que vuela en avión señorita, pero el reglamente interno prohíbe introducir este tipo de objetos al avión. De por si yo debería... –él no concluyo la frase, no quería

Pero no tenia por que decirlo, yo podía predecirlo perfectamente. De por si él ya debería estar alertando a las autoridades sobre mi sospechosa conducta y lo que estaba tratando de hacer. Suspire, de por si ya no quería tener que hacer esto pero él no me dejaba otra opción. Lo mire fijamente a los ojos, ya sabiendo en estos momentos que mis ojos debían de haber adoptado la misma forma que los de un gato en cuanto a la pupila diminuta y entonces dije claramente de modo que solo él pudiera oírme:

_ Tiene que dejarme entrar al avión, después de todo es su deber: asistir a jóvenes señoritas como yo y permitirles la entrada sin ningún tipo de inconvenientes.

El hombre casi al instante había quedado totalmente hipnotizado y sin decir palabra alguna me devolvió la mochila y me dejo el paso libre. La colgué de mi espalda, sonriéndole dulcemente al pasar a su lado y luego una vez lejos dándome vuelta para ver como el hombre reaccionaba y se llevaba una mano a la cabeza por la confusión. Con suerte él no recordaría nada de mí y continuaría con su vida totalmente normal, como si nunca se hubiera cruzado en mi camino y nunca hubiera ocurrido esto.

Parpadee un par de veces, sintiendo como mis ojos volvían a la normalidad y entonces entre al avión. Enseguida me senté en mi lugar asignado, feliz de estar junto a la ventanilla y contemplando la mañana. Serian solamente dos horas de viaje en avión, luego media hora aproximada de viaje en tren y después quien sabe que. Lo único que me importaba en este momento era huir lo más lejos posible de aquel lugar y eso ya lo había hecho.

Otra vez los recuerdos de estos últimos dos días venían a mi, todo luego de haber despertado sobre un sillón en casa de Derek. A un lado mío estaba Lucas, como siempre totalmente preocupado por lo que me había pasado. ¿Pero que otra cosa se podía esperar de mi primo? Pero tanto sus ojos marrones como su cabello oscuro me reconfortaban, los había extrañado tanto. Mis rasguños y cortes ya estaban sanados, que otra cosa esperar de alguien que se recuperaba en cuestión de segundos de cualquier herida. Lo primero que había hecho había sido tocarlo a él y entonces el pánico recorrió su rostro al momento de mi tacto. Sentí perfectamente lo mismo que él y vi a su novia siendo masacrada totalmente por esos malditos. Las terribles sensaciones de dolor, sufrimiento y tristeza se intensificaron aun más de lo que en realidad habían sido. Aquel había sido el peor momento de su vida y yo se lo había hecho revivir con la misma sensación solo que mas intensificada al haberlo tocado. Lo solté de golpe, saltando hacia atrás y alejándome lo más que pude de él. Mire aterrada mis manos viendo que estas seguían igual de pálidas que cuando había estado en la oscuridad y al meter las manos en los bolsillos encontré los mismos guantes de cuero que había visto antes. Al instante me los puse para no volver a provocar lo mismo y mire a Lucas lamentándome totalmente.

_ Lo siento mucho, enserio, de verdad no quise causarte eso. No sabia que podía hacerlo y no tienes idea de cuanto me arrepiento, no volveré a tocarte, lo prometo –dije desesperadamente para que me perdonara

_ ¿Qué fue lo que me hiciste? –dijo él totalmente aterrado

_ No lo se, no tengo idea, no se que me pasa –respondí totalmente alterada- Antes solamente pasaba eso cuando la tocaba a ella o a él. Pero ahora me pasa con cualquier persona que toque, y lo peor es que pasa lo que no debería pasar.

_ Por supuesto que no debería pasar, no tienes idea de la horrible sensación que me diste –dijo Lucas

_ Si que la tengo, siento lo mismo que tu al tocarte –dije y luego el arrepentimiento me invadió, doblando las piernas y llevándome las manos a mi cabeza- Lamento mucho haberte hecho revivir aquel momento, sé el terrible dolor que te acabo de causar.

_ No es nada –dijo recuperando su calma- Entonces tus poderes se revelaron totalmente. ¿Es esto lo que puedes hacer de especial? ¿Causar esto en las personas cuando las tocas?

_ No exactamente, esta es solo una mitad. La otra mitad, provoca totalmente lo contrario en la gente cuando la toco, le hago revivir su mejor momento y le intensifico la sensación aun más. Pero por alguna razón, cuando toco a alguien automáticamente le provoco el mal –respondí tristemente- Sé que debe haber alguna forma de que aprenda a controlarme, de que aprenda a causar con el tacto el placer en la gente y no el dolor, pero por el momento no podré tocar a nadie hasta que no sepa como controlarme.

_ Entonces será mejor que empieces a practicar –dijo Derek entrando en la habitación y poniéndose delante de mí- Veo que al fin despertaste.

Enseguida vi su expresión de alivio al verme en sus ojos por más que su cabello marrón los ocultaba. Cuanto había extrañado sus hermosos ojos casi celestes y cuando tranquilidad me daban ahora. Derek no era el tipo de persona violenta y que se enfurecía fácilmente, al contrario, en él siempre reinaba la amabilidad por más de lo que hubieras hecho. Por mas de lo que yo había hecho...

_ Derek lo siento, de verdad yo no –comencé a decir precipitadamente pero él me interrumpió con un gesto de manos

_ No hay problema, ya sabemos lo que en realidad sucedió. Pudiste escapar de ellos, eso es lo importante. Y además no te entregaste como pedían por más de todo lo que te habrán hecho –dijo él poniéndome una mano debajo del mentón y levantándome el rostro para besarme en la frente- Estoy orgulloso de ti.

_ Sabrán que huí, no tardaran mucho en localizarme y entonces vendrán por mí de nuevo. No quiero Derek, por favor, de verdad no quiero volver con ellos. No quiero ser parte de ellos. He visto lo que les sucede y lo que hacen y no quiero que me pase algo así –lo abrace fuertemente buscando consuelo y él me paso una mano por la espalda

_ Tranquila, no te pasara nada, no dejaremos que ellos te encuentren y te lleven de vuelta. Ya tenemos todo planeado y funcionara, promesa de luna –dijo él

_ Que sea de sol –le pedí y entonces lo solté

_ Esta bien, que sea promesa de sol –respondió Derek

Entonces lo tome por el codo al igual que él a mi y deslice mi mano enguantada a lo largo de todo su brazo hasta que ambas manos se cruzaron y luego de separaron. Él me sonrió una última vez y luego me levante del sillón.

La chica que estaba sentada delante mío en el avión se dio vuelta y me miro totalmente espantada. La mire con incredulidad, sabiendo desde ya que mi aspecto no daba realmente terror cuando no me comportaba de un modo extraño tratando de meter objetos prohibidos al avión frente a un hombre encargado de revisar el equipaje y no dejarme entrar. Pero luego cuando vi el libro sobre vampiros que estaba leyendo la chica supe lo que ella ya se había imaginado. El aspecto totalmente pálido y la piel helada no tenia por que ser solamente de los vampiros. Yo podía estar perfectamente así y además seria solo unos días hasta que mi cuerpo se acostumbrara a mi cambio. Recuperaría el color y la temperatura poco a poco y me seria más fácil fingir que era una persona normal. La chica se volvió a dar vuelta, sin dejar de releer su libro y mirándome a escondidas cada vez que podía. Por un segundo me imagine diciendo que si quería un vampiro, los podría encontrar más hacia el sur refugiándose completamente del sol pero luego negué la idea.

Dejando a la paranoica chica que creía que yo era un vampiro de lado, el resto del viaje en avión había resultado normal. Podría acostumbrarme a este tipo de cosas, de hacerme pasar por una persona más. El avión aterrizo cerca de las diez de la mañana y solo tuve que caminar unas cuadras bajo la plena luz del sol hasta la estación. Estaba feliz de solo llevar mi mochila y los rayos solares dándome totalmente en el cuerpo me daban completamente energías. Me sentía feliz bajo ellos, totalmente complacida y sintiendo que no había nada mejor. Era una sensación única y podía sentir como mis pupilas se dilataban ante el placer. Las tres cuadras hacia la estación no fueron gran cosa, nada que recalcar. Me movía con extrema delicadeza como siempre, sabiendo lo ligera que era y casi bailando con cada movimiento que hacia. Abordar el tren fue muy sencillo, ya no había ningún tipo de control como para el avión y pude entrar y tomar asiento sin problema alguno. Fue cuestión de unos minutos para que el tren saliera y nuevamente estuve sentada al lado de la ventanilla para absorber toda la luz solar que me era posible. Me gustaba sentir la calidez en mi piel por más que esta permanecería totalmente fría durante un tiempo y eso lo agradecía en cierto modo ya que al tener la piel helada los guantes no provocaban ninguna molestia.

Entonces lo recordé y rápidamente rebusque en mi mochila para cambiarme los guantes. Si debía presentarme frente a alguien, no podía arriesgarme a tocarlo, ni siquiera rozarlo. Durante unos segundos mis manos estuvieron totalmente libres y pude disfrutar de la extrema sensibilidad que estas tenían ahora. La gastada tela de la mochila luego de tanto uso me resulto familiar y busque en el bolsillo externo un par de guantes normales dejando los otros sin dedos dentro.

Nuevamente sin nada que hacer en el tren, durmiéndome un poco con el suave movimiento y hasta llegando a cerrar apenas los ojos pero en un segundo reaccione y estuve de nuevo alerta. Lo último que me faltaba era pasarme de estación. En ese momento un hombre que había cambiado de vagón se sentó a mi lado abriendo el periódico y leyéndolo. Me acerque más a él, girando un poco la cabeza para ver el gran encabezado de la primera plana y casi estremeciéndome. El titulo era muy claro, en letras casi gigantes y negras. Y decía algo que lamentablemente era lo que no deseaba saber, más adolescentes huían de sus casas. Me aferre fuertemente con mis manos al asiento, como si así pudiera negar esa realidad. Yo los había visto, a todos y cada uno de los chicos que escapaban y sabia donde estaban y que estaban haciendo, pero no quería volver a ese lugar. Había sido torturador. Además había una diferencia entre ellos y yo. Yo era así por naturaleza, había nacido ya con ciertos dones y solamente había tenido que esperar a que estos se revelaran por completo aunque no los deseara. En cambio ellos se entregaban totalmente y hacían un pacto con Él a cambio de poderes y esas cosas de las que yo quería huir. Jamás me arrodillaría, jamás me entregaría, jamás aceptaría el trato por más de todo lo que me ofrecía y no dejaría que me tocase.

Trate de olvidarme rápidamente de ese tema concentrándose en otra cosa y pensando en lo primero que paso por mi mente. Por ejemplo cuanto tiempo quedaría hasta que el tren llegara a la estación en la cual debía bajarme. Veamos... Si me había subido en la estación del aeropuerto, se suponía que el tren solamente tendría una parada en otra estación y luego llegaría a su destino. Espere un tiempo mas y así fue, el tren se detuvo en una estación y agradecí el momento en el que el hombre que estaba sentado a mi lado se levanto y se bajo del tren. No más encabezado que me torturara. La parada duro unos minutos en los que algunos pasajeros se bajaron y otros subieron tomando los lugares de los anteriores.

Vi como dos muchachos subían, ambos parecían totalmente agotados y tenían algunos golpes y heridas. Ellos dos se pararon delante de mí y los mire extrañada. El más alto, el que tenía el cabello corto y pelirrojo, no dejaba de hablarle al otro de un modo que parecía estar castigándolo. Mientras que el otro muchacho, de cabello negro y totalmente despeinado, no dejaba de lamentarse a tiempo que se vendaba una herida que tenía hecha en la mano. Decir que eran extraños era poco y enseguida me atemorice al pensar que ellos dos podían formar parte de la secta y me habían encontrado. Pero no era así y suspire de alivio. De pronto el muchacho pelirrojo levanto su cabeza en el aire, como si estuviera sintiendo algo y su vista vino a clavarse en mí. Me encogí al ver como me miraba fijamente y no pude evitar que sus oscuros ojos me intimidaran. Pensé en qué podían ser ellos, nada fuera de lo normal, nada como yo, parecían dos humanos más. Quise ir, tocarlos, saber exactamente lo que eran para confirmar que eran personas normales pero sabía que no podía arriesgarme a algo así. Pero la idea estaba ahí, con un simple tacto podía saber exactamente lo que era cada uno. Lo negué rotundamente y cambie de vista, mirando por la ventana el paisaje del exterior pero aun así sentía la mirada de ambos clavadas en mi y conforme pasaban los segundos estas solo me pesaban mas. ¿Y si ellos sabían lo que era yo? ¿Y si ya me habían descubierto? Siempre existía el típico aficionado a los seres fantásticos como para reconocerlos y por más que los otros lo creyeron loco, tenía razón.

Los pensé durante unos segundos. No, ellos jamás se darían cuenta de que era yo realmente. En ese caso, no encontrarían respuesta ya que pensarían que era una especia de vampiro o algo así por la piel extremadamente pálida. Pero estaba sentada junto a la ventana y bañándome plenamente en la luz del sol, eso era bastante contradictorio. Además todos los vampiros que conocía no eran tímidos sino que todo lo contrario, no estarían evitando la mirada de esos dos muchachos como yo estaba haciendo ahora. Aunque se debía admitir que la extrema educación y elegancia de los vampiros llegaba a intimidar en cierto punto. Prefería a los licántropos, eran más amigables.

No, no más pensar en seres sobrenaturales. Si ahora iba a convivir entre humanos tendría que dejar todo eso de lado por más que en cierto modo lo extrañaría. Simplemente me haría pasar por una persona más, en un pueblo alejado de todo donde ellos jamás podrían encontrarme. Después de todo, los brujos era lo más parecido al humano que existía ya que en algún momento también habían sido personas normales. Entonces lo recordé, yo en ningún momento había sido una persona normal.

El tren se detuvo abruptamente al llegar a la estación y supe que ahí era mi bajada. Me levante del lugar, tomando mi mochila y sentí como los dos muchachos seguían mirándome. Apenas pase a su lado ellos me siguieron y supe que algo traían entre manos. Salí del tren normalmente y escuche como la puerta se cerraba atrás mío dejándolos a ellos dos adentro. Me lleve una mano a la boca para no reír por lo que había hecho y gire apenas la cabeza para ver como ellos dos golpeaban desesperadamente las puertas para que estas se abrieran. Mis ojos debían de tener la típica apariencia felina con la pupila totalmente achicada que estos adoptaban cada vez que recurría a la magia. Volvieron a la normalidad en segundos y partí dejando atrás a los dos muchachos encerrados en el tren. Me divertía la idea de dejarlos ahí por un buen rato pero suspire sabiendo que estaba mal y permití que las puertas se abrieran una vez que salí de la estación.

¿Y ahora que? Sabía que debía bajarme en esta estación pero aun quedaba camino al pueblo. Aun en la puerta de la estación, mire para todos lados los cientos de taxis y autobuses esperando personas y me pregunte que debía hacer. Entonces me fije en el alto hombre de traje que sostenía un cartel con mi apellido y le sonreí al ir hacia él. Mire al hombre con curiosidad, sin conocerlo. Un típico gorro de chofer, unas gafas oscuras, el cabello peinado y arreglado con gel. Parecía más el conductor de un auto que llevara a una celebridad o persona de gran importancia más que a una niñita.

_ ¿Es usted la señorita Strega? –Pregunto levantando las cejas y asentí- Entonces sígame por que este es su transporte.

Quede totalmente boquiabierta al ver el flameante auto negro que me estaba esperando y enseguida me subí al asiento trasero disfrutando de la comodidad de los asientos de cuero. El señor de subió tomando su lugar delantero frente al volante y poniendo el auto en marcha. Mire justo a tiempo por los vidrios totalmente polarizados como los dos muchachos salían mirando para todas partes desesperados a tiempo que yo partía. Reí para mi misma y entonces la muchacha que estaba sentada en el asiento delantero al lado del conductor se dio vuelta y me miro. Ella me sonrió, mostrando su alegría a través de sus ojos marrones y su cabello negro, largo y con ondas le daba cierto aire de traviesa.

_ Buenos días, soy Nikky –dijo ella, presentándose y tendiéndome una mano. Agradecí haberme cambiado de guantes y entonces le acepte el apretón devolviéndole la sonrisa

_ Soy Katherin –respondí

_ Bueno Katherin, yo me presento: soy Diego, un compañero de trabajo de Joan y él me pidió si podía venir a recogerte el día de hoy ya que andaba cerca –dijo el hombre del volante- Ella es mi hija, creo que estarán en el mismo año en la escuela.

_ De hecho Cato acaba de confirmármelo por celular –le corrigió Nikky

Joan Carlos Stuart, apodado Cato. Él era un amigo de mi padre y quien pasaría a ser mi tutor durante el tiempo que yo decidiera vivir aquí. Su trabajo como periodista lo mantenía ocupado parte del día y era por eso que yo lo había elegido. Viviendo en casa de un periodista, podría saber al instante si algo extraño andaba ocurriendo por los alrededores y entonces podría escapar muy fácilmente si ellos me habían encontrado y venían por mí. Además Cato era la típica persona que te recibía siempre con las manos abiertas y te hospedaba sin ningún problema, sino mas que complacido.

_ Entonces espero verte mañana en la escuela, me vendría bien no estar sola el primer día –respondí

_ Si, si, eso mismo pensé –dijo Nikky totalmente entusiasmada- Espero que compartamos por lo menos algunas clases. Podrías dejar tus cosas en la casa y podríamos irnos a recorrer el pueblo así podré mostrártelo.

_ Nikky, se que tu intención es buena, pero creo yo que Katherin quiere descansar un poco luego del largo viaje que ha tenido. O al menos comer algo –dijo Diego tranquilizándola y luego se dirigió a mí- Katherin, te dejaremos en casa de Joan así podrás instalarte tranquila y almorzar, ya casi es el mediodía. Además estoy seguro de que tienes muchas cosas que organizar y ordenar luego de tu mudanza y todo esto. Y Joan de por si ya esta bastante entusiasmado con la idea así que no te podremos secuestrar y llevarte con nosotros antes de que lo veas a él –agrego casi riendo

_ Ufa –reprocho Nikky sentándose en su asiento y cruzando los brazos en su pecho- A mi me gustaba la idea del secuestro.

_ Estaría encantada de que me muestres el pueblo, si quieres puedes pasarte por la tarde e iremos juntas –respondí amablemente y enseguida recupero su excitación

_ ¿Enserio? –Pregunto incrédula, asentí- ¡Eres la mejor! Ya veras, te mostrare todo el lugar. Te enseñare todas las tiendas y hasta la casa de los chicos mas lindos –concluyo por lo bajo para que su padre no pudiera escucharla y reí suavemente

_ Esta bien. Por cierto Diego, muchas gracias por venirme a buscar. Y a ti también Nikky, están siendo muy amables conmigo.

_ No tienes nada que agradecer –dijo Diego levantando una mano para que me detuviera- Estamos aquí para hacerte todo esto mas fácil y cómodo. Es un honor saber que abandonaste tan alto instituto al que asistías y te mudaste aquí a este pequeño pueblo.

_ Lo único que te pido es que ya me pases tu celular, así podré llamarte cuando pase a recogerte por la tarde –agrego Nikky

Enseguida accedí y busque dentro de mi mochila un celular nuevo que le entregué. Ella tiro hacia atrás el suyo de tal modo que casi no lo atrapo y entonces lo abrí para anotarle mi número. Termine en menos de un segundo, por más de la dificultad que causaba usar las teclas portando guantes y entonces se lo devolví. Ella aun seguía examinando mi nuevo celular y mirándolo extrañada.

_ ¿Nada de contactos? –pregunto sorprendida

¡Claro que no! Ellos podrían rastrearme a partir de mi viejo celular, por eso había tenido que comprarme uno nuevo y jamás permitiría tener un numero de alguno de esos malditos.

_ Es que mi antiguo celular sufrió un accidente y tuve que comprarme uno nuevo. Aun no cargo los contactos –dije con una mueca

Ella dudo por un segundo pero luego le dio igual y anoto su número. Además no le había mentido, mi antiguo celular en cierto modo había sufrido un accidente. Recordé el momento en que lo había arrojado fuertemente contra una pared de piedra y se había roto en mil pedacitos. Nikky me devolvió mi celular y lo tire dentro de la mochila de un solo movimiento.

_ Bueno, no importa, ya tienes mi numero –dijo ella- Supongo que estaba esperando encontrarte algún numero de un nombre que pareciera lindo. Tendrás que hablarme de tus amigos, los chicos accesibles de aquí no son muy lindos que digamos.

Me pregunte a que se había querido referir con “accesibles” pero luego lo deje de lado. Finalmente llegamos a la casa de Cato y Diego se detuvo frente a la puerta. Baje el cristal para ver las miles de cajas y objetos que estaban dispersos por el jardín delantero. Luego de unos segundos de no encontrar a mi hospedador, tome mi mochila y baje del auto. Al instante Diego bajo su ventanilla para hablarme a tiempo que Nikky agitaba la mano sonriendo detrás de él para despedirse.

_ Mándale saludos a Joan de mi parte –pidió él y enseguida le sonreí

_ Muchas gracias por haberme traído hasta aquí –dije y entonces tuve curiosidad- Por cierto... ¿Por qué tan elegantemente vestido y tan flameante auto?

Él rió por lo bajo, como si estuviera ocultando un gran secreto o acabara de cometer un crimen e hizo señas para que me acercara. Acerque aun más mi rostro a la ventanilla y entonces el susurro:

_ Queríamos atrapar a un político y sacarle información para la prensa. Ya sabes como somos los periodistas, cualquier cosa con tal de conseguir información.

_ Fue excelente –agrego Nikky totalmente entusiasmada- Lo subimos al auto y mientras mi papa lo llevaba a su destino, yo estaba oculta en el baúl y grabe todo lo que el hombre hablaba por teléfono. Pero no debes decirle nada a nadie –me advirtió

_ Tranquilos, no diré nada respecto a lo que hicieron. De hecho ya me olvide de lo que me acaban de decir –dije fingiendo que era verdad y entonces ellos me sonrieron

_ Será bueno tenerte por aquí Katherin, te veremos luego –se despidió Diego

Nikky me saludo una última vez con su mano y luego Diego arranco, tocándome bocina al partir y dejándome en el frente de la casa de Cato. Mire el excepcional frente de la casa, con sus maderas blancas perfectamente pintadas y sus grandes ventanales al exterior. Mi nueva casa parecía encantadora, jamás podría llegar a temerle como había sido en aquel otro lugar y sonreí al caminar hacia la entrada. En ese momento salio un hombre, portando aun mas cajas para dejar por todo el jardín y entonces las soltó al verme. Enseguida reconocí el familiar cabello marrón y peinado hacia atrás de Cato junto con sus rectangulares lentes que formaban una sola línea oscura en su rostro. Él me abrazo fuertemente, feliz de verme y sonriendo.

_ Ay al fin llegaste Katherin, te he estado esperando todo este tiempo desde que supe que vendrías –dijo alegremente y luego me soltó para mirarme- Pero mira como has crecido, parece solo ayer la ultima vez que te vi cuando apenas tenias doce años.

_ Yo también me alegro de verte Cato –dijo sonriéndole

_ Tus cosas llegaron hace dos días –me explico y luego agrego- Al igual que tus mascotas.

_ Lamento mucho si Sol y Luna te pusieron las cosas algo complicadas, los castigare apenas los vea –respondí y él enseguida lo negó con la cabeza, lo mire sin comprenderlo y entonces me sonrió

_ Tus gatos no me han causado ningún problema, al contrario, ya estaba aburrido de sentirme tan solo –dijo

_ ¿Y que es lo que estas haciendo acá? –pregunte mirando todas las cosas que estaban desparramadas por el jardín

_ Una venta de garaje –respondió él- Ahora que te has mudado, te tuve que hacer espacio y estoy vendiendo muchas cosas que no he usado en años y ya no me sirven. Por cierto, tu habitación se encuentra en el piso superior, sé lo mucho que te gusta la vista al cielo.

_ Muchas gracias

En ese momento sentí como alguien se paraba en el jardín y vi la mueca que hizo Cato al ver que debía ir a atender a sus clientes. Joan se disculpo una última vez y luego siguió de largo. Me di vuelta para ver al muchacho de cabello largo y beige que estaba parado esperándolo. Nuevamente tuve la misma sensación que había tenido con los dos muchachos del tren, quería ir, tocarlo, saber lo que era aunque pareciera una simple persona más. Pero ahora que no temía por las miradas clavadas en mí, podía fijarme mejor en las facciones del muchacho. Su rostro era hermoso, pareciendo de algún modo angelical y sus ojos color caramelo solamente mostraban luz.

_ Hey pequeña Strega, ven a presentarte –dijo Cato

Sonreí ante el modo en como él me llamaba y enseguida obedecí. Por más que Cato me llamara así por mi apellido, él no sabia que decía una verdad. Yo no era más que eso, una pequeña strega, una pequeña bruja mejor dicho. Resultaba cómico el hecho de que mi apellido significara bruja en italiano sabiendo que yo en realidad era una bruja.

Me pare frente al muchacho, sonriéndole para presentándome y tendiéndole una mano como siempre enguantada a tiempo que él la tomaba y me estrechaba la mano.

_ Muchos gusto, Katherin Strega –me presente

_ Miguel Beitarg, es un placer –respondió él

_ Ella es la hija de un amigo, se quedara conmigo durante un tiempo y espero que sea mucho ya que es encantadora –dijo Joan y casi reí ante su expresión, luego se dirigió a mi- Él es un estudiante que estará un año mas arriba que tu, es muy amable y se interesa mucho por mi trabajo. Yo ya lo veo como un futuro periodista.

_ Y dime Joan: ¿Qué misterios me traes esta vez? –pregunto Miguel a tiempo que bromeaba, Cato suspiro

_ Sigo investigando sobre las desapariciones en las grandes ciudades, pero aquí por los alrededores no parece haber nada extraño excepto que han encontrado muchos animales muertos con cortes en los cuellos –respondió Cato

Fácil, un vampiro pensé viendo todo el bosque que rodeaba al pueblo. Ojala no viniera a buscarme si necesitara algo. Yo deseaba pasar como una persona normal, no que cualquier ser mágico que anduviera por los alrededores se acercara a mi para pedirme cosas. Además yo apenas si podía hacer un par de cosas, no era una gran bruja ni nada por que de por si era diestra y todo el mundo sabia que los brujos mas poderosas, los que usaban magia negra y servían a la oscuridad, siempre utilizaban la mano izquierda ya que era la mano oscura.

Miguel y Cato empezaron rápidamente en una gran charla en donde discutían sobre el tema y partí viendo que ese no era mi lugar. Enseguida entre a la casa y subí las escaleras sabiendo que mi cuarto se encontraba en el piso superior. Apenas cruce el umbral escuche el familiar maullido y en un segundo Sol ya se había subido a mi hombro mientras me lamía una mejilla. Reí ante las cosquillas que esto me provocaba y deje la mochila en el piso a tiempo que veía como Luna estaba durmiendo en un almohadón de mi cama, típico de ella a estas horas del mediodía. Pero al instante se despertó y también se puso totalmente entusiasmada de verme.

Me deje caer sobre la cama, sentándome y viendo mis cosas. Sonreí al ver que Cato se había tomado el tiempo de ordenar mi ropa dentro del armario y que mis libros estaban ordenados todo a los largo de un estante que abarcaba toda la pared de la puerta. Del otro lado, la ventana con una hermosa vista al cielo. Sol mordió la correa de mi mochila y la trajo hasta mí. Me pare para tomarla y desparramar todos los objetos sobre la cama. Lo típico de una bruja. La daga que casi no me permitía el acceso al avión pero era mejor esto que una varita mágica. Más guantes. Una pequeña bola de cristal que enseguida deje de lado ya sabiendo para que la necesitaba y mi collar que tome y me lo puse. La cadenilla de plata me resulto tibia contra la piel y tome entre mis manos el dije de sol que colgaba. Un sol de plata, con una piedra ámbar clavada en el centro y los rayos zigzagueantes hacia afuera. Un libro y un par de cosas más.

Tome el libro y lo deje en el escritorio que tenía, acomode los cientos de guantes diferentes en un cajón junto con otros más que ya había y luego me fije en los libros del estante. Arriba de estos estaba apoyado mi sombrero, uno muy normal para los que eran como yo, de cuero negro y con la punta doblada ya de tan gastado. Casi reí, suerte que Cato creía que todo esto era pura decoración por que me gustaba este estilo. Tome mi bola de cristal, sabiendo lo que deseaba ver y la sostuve contra mi pecho a la vez que lo pensaba.

_ Por favor –susurre cerrando los ojos y entonces sentí como la bola cobraba temperatura

Al instante abrí los ojos y me fije en la imagen que mostraba. Sonreí al ver que Lucas y Derek estaban a salvo y que no les había pasado nada. Ahora mismo los veía en lo que parecía un mercado, comprando víveres y ropa. Claro, veía a Lucas con mi apariencia y aun pensaba en lo raro que era.

Recordé el momento en que nos habíamos despedido, los tres en la Terminal de autobuses y yo a punto de tomar el que me llevaba al aeropuerto.

_ Seguirán la pista falsa, de eso estoy seguro –dijo Derek- Y para cuando se den cuenta de que era falsa, tú ya estarás lejos y no podrán encontrarte.

_ ¿Y ustedes? –pregunte

_ Nosotros podremos escapar sin ningún problema, ya lo hemos hecho varias veces. Eres tu la que nos preocupa –respondió Lucas

_ ¿Acaso te han marcado? –pregunto Derek

_ Te dije que no me entregue, me negué totalmente a su oferta y entonces hicieron lo que hicieron para que yo terminara por ceder y aceptara –dije tristemente

_ ¿Y la marca que ahora llevas en la espalda? –inquirió él

_ No lo se, te juro que antes no la tenia, pero para cuando desperté ahí estaba. Y no me marco Él si es lo que quieres saber, ni siquiera le permití que me tocara y además no podría haberme hecho esa marca –respondí

_ No se te volverá a acercar, eso lo juro –dijo Derek

_ ¿Y como harán para eso? –pregunte incrédula

_ Para eso aquí me tienes –contesto Lucas

Y en un abrir y cerrar de ojos él había tomado mi misma apariencia, igualmente vestido, con mi mismo cabello e idénticos ojos. Había adoptado mi estatura y tomado mis delicadas facciones. Les sonreí por lo que ambos estaban haciendo, arriesgando sus vidas por mi y ahí había sido la ultima vez que los había visto frente a frente.

Nuevamente al presente, con yo aquí parada mirándolos y feliz de que estuvieran a salvo. Deje la bola de cristal de lado y baje al comedor por algo de comer. Estaba muerta de hambre luego de tanto viaje y estaba ansiosa por al fin comer algo pero entonces recordé lo que me pasaba y mis ansias me abandonaron al segundo. Lo primero que había comido apenas había despertado había sido una manzana que me había ofrecido Derek, pero luego cuando había intentado comer algo que no fuera manzana, me había sabido como a cenizas en la boca. Por el momento no podría comer nada que no fuera manzanas. ¿Qué demonios era lo que me estaba pasando? ¿Acaso había quedado maldita después de todos mis pecados? Supuestamente era cuestión de días para que recuperara mi color, temperatura habitual además de mis gustos respecto a la comida.

Rebusque en toda la cocina de Cato, buscando una manzana por todas partes y por fin encontrándola dentro de un cajón en el refrigerador. Extraño lugar para guardar las frutas pero aun así no me importo y tome una. La mordisquee a tiempo que salía de la cocina y pasaba por el vestíbulo y encontré ahí mis patines. Enserio Cato se había tomado el trabajo de desempacar todas mis cosas y acomodarlas, me había quitado una gran tarea de encima. Me sobresalte al escuchar algo vibrar y metí la mano en mi bolsillo para tomar mi celular. No me pareció raro ver en la pantalla el “Nikky llamando” pero tampoco creía que el tiempo hubiera pasado tan rápido. La atendí y ni siquiera me dio tiempo de hablarle ya que sus indicaciones fueron muy claras. Colgué, volviendo a guardar mi celular y tome los patines saliendo a la puerta. Cato continuaba hablando con Miguel y me miro extrañado pero con una sonrisa logre explicarle todo. Me senté sobre los canteros de la delantera dejando la manzana de lado, sacándome rápidamente los zapatos y poniéndome los patines. Tome nuevamente la manzana a medio comer para terminarla pero en ese momento Nikky ya estaba en la puerta, mirando atontada a Miguel y luego haciéndome señas para que fuera. Suspire, frustrada al no poder terminar de comer mi manzana y poniéndome en pie de un salto. ¡Maldita sea que ni siquiera había terminado de comer mi manzana y ya tenia que partir!

_ ¿Aun con guantes y con esta temperatura? –pregunto Cato cuando pase a su lado

_ Lo siento, es costumbre que me quedo –dije disculpándome con una sonrisa y agregue- Además recientemente me caí y me raspe todas las manos, tengo la piel muy sensible ahí.

Él pareció creerme y luego seguí de largo. Sentí la mirada clavada detrás mío de Miguel e hice un esfuerzo por no darme vuelta a tiempo que sentía un ligero escalofrió recorrer mi piel. Nikky me tomo por el brazo y comenzó a andar a toda marcha arrastrándome con ella y yendo lo más rápido que podía para que no me tirara tanto. Una vez que estuvimos lejos de la casa ella aminoro lo marcha y entonces me miro totalmente perpleja.

_ ¡Vaya, ni una hora que llegaste y ya tenias a Miguel Beitarg en tu casa! –Exclamo ella totalmente atónita- ¿Cómo haces? ¿Te le presentaste? ¿Le hablaste? Dime que si.

_ ¿Por qué tanto escándalo? –pregunte sin comprender

_ Por que él es un chico extremadamente sexy que por supuesto esta en la categoría de inaccesibles y a mi no me ha dirigido la palabra en toda su vida. Pero en cambio tú apenas llegas. ¡Y ya lo tenías en la puerta de tu casa!

_ Yo no hice nada, al parecer es amigo de Cato y por lo que parece lo visita habitualmente –dije sin verle la importancia

_ ¡Strega! –Exclamo ella de un modo que casi hizo estremecerme pensando en el significado de esa palabra y no que era mi apellido- ¡Tienes demasiada suerte!

_ No es mi culpa, apenas si me presente –dije encogiéndome de hombros

_ ¡Pero aun así! Tenías a uno de los alados en la puerta de tu casa –dijo Nikky

_ ¿Alados? –pregunte sin comprender

_ Es como los llamamos –respondió ella- Parecen ángeles, o al menos ante mis ojos así los veo yo. Además cada uno tiene un dije que son dos alas plateadas entonces las chicas los llamamos alados.

_ ¿Hay mas de uno? –pregunte

_ Pues claro, por más que sean perfectos uno solo no basta. Son cinco en total, los veras mañana en la escuela –dijo ella y después pregunto- ¿Qué te parece si te muestro el pueblo tal como habíamos acordado?

Accedí más que complacida y ella comenzó por mostrarme la avenida principal donde estaban la mayoría de las tiendas. Escuche las miles de indicaciones y comentarios que hizo Nikky por mas de que ya estaba comenzando a cansarme y apenas si prestaba atención a lo que había a mi alrededor. Si en algún momento necesitaba ir a alguna parte, lo encontraría sin problema gracias a mis dones. Pero ella no lo sabía y jamás lo sabría así que lo mínimo que podía hacer era fingir que le prestaba atención por más que mi mente estaba en realidad en otra cosa. Luego tomamos la calle principal de la zona residencial y ella dijo un par de nombres refiriéndose a los habitantes de cada casa pero sinceramente no los escuche. La calle rodeaba una colina en gran parte dominada por el bosque pero aun así eso no evitaba que pudiera ver que había una calle que bajaba de ella. Me detuve mirando una esplendida casa que más bien parecía una mansión por lo esplendida, elegante y grande que era. Nuevamente esa sensación de querer acercarme, saber que era realmente. Ahora si lo sabia, solo algo que no fuera normal podía atraerme de ese modo por lo tanto ahí había algo anormal. O quizás la casa tenía un sistema de calefacción demasiado caliente como para ignorarlo. Era normal que a una bruja le atrajera el fuego... Sacudí la cabeza saliendo de aquel estupor y me puse en marcha para alcanzar a Nikky que ya me había dejado atrás. No me pareció raro encontrarla hablando, como si nunca hubiera notado mi retraso y hubiera continuado sin ningún problema.

_ Bueno, como te iba diciendo... –continuo ella y de golpe se detuvo

Continué andando a tiempo que me daba vuelta para ver que hacia y entonces me choque contra alguien cayéndome casi de espaldas. Él me sostuvo por los brazos, evitando de este modo que cayera al suelo y ayudándome a poner de nuevo en pie. Me di vuelta, mirándolo sin saber como disculparme. Pero el muchacho de cabello castaño solo me sonrió y me extendió una mano.

_ Tú debes ser la nueva, Katherin... ¿No? –pregunto él

_ Si, pero... ¿Cómo lo sabes? –dije sorprendida y en ese momento Nikky estuvo a mi lado

_ Él es Kevin, yo le conté que ya habías llegado y todo eso –dijo Nikky dudando- Espero que no te moleste.

_ No veo por que tendría que molestarme –respondí y luego mire a Kevin

_ Es un gusto conocerte. Por cierto, deberías fijarte más por donde andas. Por aquí bajan andando muy rápido de la montaña, no querrás que te atropellen -dijo Kevin e hice una mueca- Pero igual te perdono por que tienes muy bonitos ojos color aqua.

Sentí como me sonrojaba ante lo que me estaba diciendo y pensé en que tanto contraste debía haber ya que mi piel era casi blanca. Lo mire durante unos segundos, él también tenia muy bonitos ojos color verdes.

_ Espero verte mañana en clases, pareces una muy buena persona –continuo él

Ahí estaba la expresión correcta: pareces. Pero seguramente no me considerarían como tal si supieran todo lo que había estado a punto de hacer en el pasado. O que era yo. Los humanos tenían esa tendencia a temerle a lo desconocido, a lo que les resultaba imposible de explicar y no tenia sentido.

_ Tu también pareces una muy buena persona –dije dejando todo pensamiento de lado

Quien sabe que hora era cuando al fin me deje caer sobre la cama, totalmente exhausta luego de un largo día y feliz de haberlo pasado como una persona normal sin ningún tipo de inconvenientes. Era plena noche, por lo tanto Sol ya debía de estar durmiendo mientras que Luna empezaba con su hiperactividad. No me pareció raro que estuviera saltando por toda la habitación hasta que finalmente se paro frente al marco de la ventana y apoyándose contra esta, con un maullido pudo decirme lo que quería.

_ Tienes suerte de que pueda entenderte –dije a tiempo que abría la ventana y ella salía mas que complacida

Plena noche, tirada en la cama totalmente tapada y a medio dormir cuando un sonido me despertó. Me levante sobresaltada, mirando desesperada para todos lados pensando que podría haber alguien. Luego de toda la oscuridad en la que había vivido y todo lo que me había pasado, tomaría tiempo a que me acostumbrara a no temer por un peligro. Fue el ruido de una motocicleta lo que me despertó. ¡Malditos sentidos superdesarrollazos! No podía dormir tranquilamente ignorando el sonido del exterior. Me baje de la cama, disfrutando de estos segundos en donde podía tocar todo sin miedo y fascinada ante la suavidad de la colcha. Roce con mis dedos todo lo que estaba a mi alcance hasta que llegue a la ventana y levante el pulido cristal. Me apoye sobre el borde, sacando medio cuerpo afuera y dejando que la luz de la luna me bañara totalmente. Me encantaba la sensación que causaba en mí la presencia de los dos grandes astros. Mire afuera justo a tiempo para ver como alguien pasaba en moto. Fue como un rayo de luz, en un segundo ya había cruzado toda la calle y se había borrado de mi vista siguiendo su camino. Ahora había comprendido a lo que se refería Kevin con respecto a la velocidad por la que andan. Lo ignore, volviendo a cerrar la ventana y tirándome en la cama. Apenas si me había tapado de vuelta con la suave colcha cuando Luna se paro encima mío llevando algo en la boca y pisándome para que lo tomara.

_ Ay Luna, ahora no –refunfuñe pero ella no hizo caso y soltó el objeto arriba de mi cara de modo que este me pego en la mejilla

Tome medio dormida el celular, fijándome en quien podía estar llamándome a esta hora y abriéndolo para contestarlo.

_ ¿Hola? –dije aun con voz de cansancio

_ Siguieron la pista falsa hasta el oeste. Ya nos deshicimos de ellos y estamos volviendo. Estas totalmente a salvo Katherin –dijo Derek

_ Gracias, pero podrías haber llamado a otra hora –conteste y escuche el sonido de remordimiento que él hizo

_ Lo siento, pero recién ahora estamos lo suficientemente lejos como para que él no pueda meterse en nuestras mentes. No tienes idea de lo difícil que ha sido mantener la mente en blanco y no pensar en donde estabas para que no te encontrara, y además tener que oírlo en mi cabeza todo el tiempo –respondió Derek y eso me despertó de un susto

Fue peor que si me hubieran echado un balde de agua helada encima. ¡Justo lo habían tenido que mandar a él a rastrearme! No, no quería. Lo extrañaba y me dolía ver en lo que se había convertido. Entonces me estremecí ante un repentino pensamiento que tuve.

_ ¿Estaba ella con él? –pregunte totalmente preocupada

_ Si, pero ya los perdimos a ellos dos y no había nadie mas buscándote. No me parece extraño que justo los mandaran a ellos que ya saben como eres y no les resultaría difícil encontrarte. Pero creo que se olvidaron de mi y de Lucas –contesto Derek sin ocultar el orgullo que le causaba su ultimo comentario

Pero aun así eso no basto para distraerme de mis pensamientos y sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla. ¿Por qué tenían que ser justo ellos dos? Me lleve una mano al pecho, tomando el sol de mi collar y sin dejar de apretarlo fuertemente como si eso de algún modo podría brindarme alguna protección. Continué escuchando a Derek sin prestarle demasiada atención en realidad mientras continuaba llorando en silencio. Una vez que cortó, deje el celular de lado sobre la mesa de luz y me di vuelta para poder dormirme aun pasmada por la noticia. Sentía como las lagrimas seguían brotando de mis ojos y deseaba mas que nada creer que nada de esto era cierto, que no habían enviado tras de mi justo a ellos dos, o mejor dicho justo a él.

Entonces trate de verle el lado bueno, estaba llorando, los brujos oscuros no podían llorar por lo que yo ya no era mala. Ya había borrado totalmente mis huellas, nadie me encontraría, este seria mi nuevo comienzo y ya había encontrado tanto una nueva familia como nuevos amigos. Lo único por lo que debía preocuparme en este momento era como seria mi primer día de clases, no tenia por que volver a pensar en ellos y en todo mi pasado.

2 Responses to “Capitulo 1: Borrando huellas”

  1. Unknown says:

    Muy bueno july!!!!

  2. Pulga says:

    Wiiii, me has atrapado con esto :D Kiero mas, espero con ansias el segundo capi

Your Reply