capitulo 30: Dulce final


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El día era perfecto. Simplemente perfecto a pesar de la tristeza interna que tenia por lo que yo estaba haciendo. Apoye mi pequeña valija a un lado mientras continuaba esperando. La calle se extendía a ambos lados a mis pies y la parada de autobuses estaba totalmente desierta. Yo era la única parada en medio de la carretera esperando por el siguiente autobús para que me llevara. Una calida brisa soplaba jugando con mis cabellos. El cielo estaba totalmente despejado, sin una sola nube y de un celeste profundo que me recordaba a los ojos de Derek. El sol resplandecía totalmente, inundándome con sus rayos y haciéndome sonreír. Aun así soplaba una brisa que me hacia recordar a Alex por su frescura y el viento se entretenía jugando con las puntas de mis cabellos. Claro, no podía jugar con mucho mas considerando que llevaba puesto un gorro y tenia todo mi cabello dentro de él de modo que apenas salían unas puntas. Este día solo podía ser producto de una persona.

_ Ya deja de esconderte y aparece –dije

Nicholas apareció a un lado mío, saliendo de un portal. No me sorprendía que estuviera haciendo todo esto apropósito pero no permitiría que me detuviera. Ya vería luego el modo de arreglar los asuntos con Cato por estar partiendo pero ni siquiera el hecho de no tener decidido mi destino me detendría.

_ ¿Enserio piensas irte? –pregunto él

_ No puedo quedarme mas, ya he causado muchos problemas –dije y suspire tristemente, bajando la vista- Es lo mejor para todos.

_ Y supongo que no le has dicho a nadie que te vas –dijo Nicholas y lo mire

_ ¿Para que haces esto si puedes ver todo en mi mente? –Dije- No, no le he dicho a nadie y no me importa lo que me digas, tú no podrás detenerme.

_ Ya lo se, pero no pierdo nada con intentarlo –dijo él tranquilamente- Pero no hagas nada de lo que puedas arrepentirte gatita.

_ Esta noche él casi pierde la vida por mí –dije y clave la vista en el suelo, conteniendo mi angustia- No quiero que eso vuelva a pasar. No quiero que salga herido por estar cerca de mí. No me importa cuanto daño me cause a mí estar lejos de él.

_ ¿Y entonces que? ¿Piensas irte así no más sin ni siquiera decirle? –Pregunto Nicholas y asentí- Siempre fuiste de hacer este tipo de tonterías.

_ Es lo correcto y tú también lo sabes –dije

_ Pero el camino de lo correcto es aburrido. Lo prohibido es tentación, tú deberías saber eso mejor que nadie. Ademas, el camino de lo incorrecto es emocionante –dijo él- Es mas divertido hacer lo no debido a seguir las leyes.

_ Nicholas, no puedo quedarme y punto final –dije

Me senté sobre mi valija, esperando a que algún autobús dispuesto a llevarme pasara. No seria problema irme. Tomaría el autobús hasta el aeropuerto y luego tomaría mi vuelo. Seria doloroso dejar todo atrás pero era lo debido. Baje la vista para que Nicholas no viera la tristeza en mis ojos y suspire. Parecía una niña pequeña, balanceando los pies con sus zapatitos, viendo como las medias subían hasta desaparecer bajo mi largo abrigo. No importaba el hermoso día, seguía siendo otoño y estaba frío.

_ Muchas gracias por el día –dije y él sonrió

_ Supuse que los ángeles no se enojarían mucho si jugaba con el clima –dijo él

_ ¿Dónde estuviste este fin de semana? –Pregunte- Te fuiste con los agentes de Solcius y no te volví a ver hasta esta noche.

_ Estuve fuera, lejos de aquí –dijo Nicholas- Por eso tarde tiempo en llegar.

_ ¿Dónde? –pregunte

_ En el Instituto Bella Vista –dijo él y me sentí palidecer

_ ¿Qué fuiste a hacer ahí? –pregunte

_ ¿Qué haces tu aquí? –Pregunto él- Es lunes y es la mañana, deberías estar en la escuela.

_ La escuela cerro hasta nuevo aviso luego del desastre que causamos –dije y sonreí tristemente- Al menos algo bueno he hecho, ahora los alumnos están felices.

_ Perdona si te ataque –dijo él tristemente

_ No eras tú, era Nick –dije

_ Lo peor es que no recuerdo nada –dijo Nicholas y suspire

_ Lastima. Tú sabias los planes de Lucifer conmigo y lo que yo era exactamente –dije- Ahora tendré que averiguarlo todo por mi misma.

_ Pero vas por buen camino –dijo él y levanto la vista, mirándome- ¿Es verdad lo que piensas que eres?

_ Eso creo –dije- Nick dijo que no era totalmente de los tuyos pero tampoco de los otros. Esto es lo que soy yo, una niña parada en la fina línea que divide una cosa de la otra. Parece que tengo las habilidades y poderes de los dos, solo que yo me di a la luz en vez de la oscuridad como hizo Diana.

_ Este mundo es realmente muy extraño –dijo él

_ No. Lo extraño son sus habitantes y sus sentimientos –dije- Este mundo esta bien.

_ ¿Recuerdas los bailes del siglo dieciocho a los que asistíamos? –pregunte él y sonreí

_ Era divertido viajar en el tiempo –dije y lo mire- Tu eres el segundo brujo mas poderoso que conozco.

_ Segundo en ser totalmente brujo –dijo él

_ Aun así –dije y sonreí- Te quiero mucho. Gracias por ayudarme a pesar de lo que te he hecho.

Ambos miramos para lados diferentes, no era fácil hablar de ese tema. Evitamos cruzar nuestras miradas a toda costa. Suspire, sintiendo un dolor interno y aun así sabia que el dolor de Nicholas debía ser mucho peor. Yo lo había dejado y ahora estaba con otro. O al menos lo había estado hasta esta noche por que ahora estaba partiendo para abandonarlo. Pero para lo que mi fueron seis meses, para Nicholas no fueron mas que segundos ya que no recordaba nada.

_ Lo lamento –susurre

_ Nosotros dos nunca debimos habernos conocido –dijo él- Te he causado mucho daño.

_ Prefiero vivir así tal como estoy ahora que nunca haberte conocido –admití- Quizás ya no seas la persona que amo, pero conocerte fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida a pesar de todos los pecados que cometimos y como terminamos ahora.

_ Aun así sabes que cada uno estaría mejor si nunca nos hubiéramos cruzado –dijo Nicholas y suspire al ver que tenía razón

_ ¿Y ahora que pasara contigo? –pregunte

Me permití mirarlo pero Nicholas continuó evitando mi vista. Él sonrió fugazmente y chasqueo los dedos. Al instante mi valija desapareció y caí al suelo. Me frote la cabeza, mirándolo molesta pero él no hizo mas que reír y me tendió una mano. Reí también, poniéndome en pie.

_ No creas que con deshacerte de mi equipaje harás que me quede –dije

_ Tendré que esforzarme mas –dijo él aun sonriendo- Pero recuerda mis palabras, no cruzaras las puertas de ese avión.

_ ¿Cuál era el asunto pendiente que tenias ayer? –pregunte y la tristeza invadió sus ojos

_ Pase todo el domingo en el Instituto –dijo- Estuve toda la tarde en el despacho del director hablando con Él.

Me estremecí al imaginar a Nicholas hablando con Lucifer en su oficina. Pero él estaba aquí y no había oscuridad en sus ojos, se suponía que no debía temer nada. Pero aun así, había tristeza en sus ojos y no podía dejar de mirarlo fijamente, compadeciéndome de él. Nicholas enseguida se percato de ello y miro a un lado para ocultarme sus ojos.

_ He estado hablando con Él toda la tarde y cuando me llamaste aun seguía ahí –dijo Nicholas- Tuve que interrumpir para venir y luego regresar ahí luego de salvar al ángel ese que tu tanto amas.

_ Gracias –dije bajando la vista y sonrojándome- Enserio te agradezco que lo hayas salvado. No se que hubiera hecho si lo hubiera perdido. Fui una tonta al no darme cuenta antes de que Diana lo había herido con la mano izquierda la primera vez.

_ Entonces es cierto –dijo Nicholas- Lo de sus manos.

_ Lo es –dije y levante ambas manos delante de mí- La mano de una bruja, la mano de un ángel. Mis padres tienen mucho que explicarme cuando los vea, sobretodo mi madre.

_ ¿Ya tienes planeada una cuartada para lo ocurrido? –Pregunto él e hizo una mueca- Será difícil decir lo que sucedió con Diana y todo lo que has vivido. Y creo que Adrian querrá matarme cuando sepa que yo en realidad las lleve frente a las garras de Lucifer.

_ No lo hará –dije y le sonreí- Yo no permitiré que eso pase. Además, conociendo a mi papa, estoy seguro de que él ya lo sabía o lo sabe ahora. Después de todo él fue la mano izquierda de Lucifer.

_ Si, tienden a ser los brujos mas poderosos de la época los que se convierten en mano izquierda de Lucifer, luego esta mi puesto –dijo Nicholas y suspiro tristemente- Lastima que yo no soy ni tan poderoso ni tan hábil como Adrian para recuperar mi alma.

_ Creí que Solcius te ayudaría –dije y él asintió- ¿Y entonces que?

_ Me dieron a elegir entre las dos opciones posibles –dijo Nicholas- Podía quedarme como estaba, con mi alma en manos de Lucifer y arriesgándome a cada segundo a que Nick recuperara el control. O quitarle mi alma a Lucifer y elegir vivir sin ella.

Me quede helada. No sabia de ningún brujo que viviera sin alma y no le sirviera a Lucifer. Y la verdad era que no se podía vivir totalmente sin alma. Lucifer te quitaba el alma pero a cambio te daba parte de sus poderes para que pudieras continuar. Pero no podía imaginarme a Nicholas sin su alma y sin servirle a Lucifer.

_ ¿Y que has decidido? –pregunte y él clavo la mirada en el suelo, evitando mirarme

_ No pienso seguir sirviéndole a Lucifer –dijo y sentí la tristeza en su voz al hablar- No quiero terminar en la misma oscuridad que mi compañero y ya bastantes cosas te he hecho a ti por permitir que la oscuridad me dominase. Toda mi vida he hecho cosas horribles. No tengo ni idea de cuantas almas le lleve a Lucifer y cuantas familiar destruí por eso. Pero si a los diecinueve años ya he hecho todo eso, no quiero imaginar si sigo haciéndolo.

_ Entonces has decidido vivir sin alma –dije

Nicholas me tomo entre sus brazos y me abrazo fuertemente contra él. No quería creer que esta fuera la realidad, me resultaba imposible imaginarlo sin su alma. Me quite un guante y levante la mano derecha para poder tocarlo. Él me detuvo, tomándome por la muñeca y mirándome fijamente a los ojos. No podía ocultarle mis intenciones, no si su don era poder estar en la cabeza de la gente y ver todo. Pero aun así Nicholas sostuvo mi mano y la puso contra su mejilla, permitiéndome ver su recuerdo.

Por un momento me vi en uno de los largos y elegantes pasillos del Instituto Bella Vista. Reconocí al instante el pasillo de dirección por su piso totalmente alfombrado y sus paredes plenamente empapeladas, pareciéndose más al pasillo de un palacio que al de un Instituto. La luz era natural por lo que supuse que ya debía de ser la mañana, seguramente horas antes de que me encontrara con Nicholas. Una puerta se abrió y me di vuelta para ver a Nicholas salir de ahí. Portaba el uniforme del Bella Vista, todo de negro a excepción de la camisa blanca. Salio acompañado de otro muchacho mas alto que él, el encapuchado. Ambos tomaron caminos distintos y se detuvieron, aun permaneciendo de espaldas.

_ Entonces es esto lo que has decidido –dijo el encapuchado y Nicholas suspiro

_ No pienso seguir el mismo camino que tu –dijo Nicholas- Nunca nos llevamos bien y ambos somos juguetes de Lucifer. Pero donde mi alma fue condenada gracias a mis padres quienes la entregaron por mí, tú hiciste exactamente lo contrario y ofreciste tu alma a Lucifer sin esperar nada a cambio.

_ Son negocios, pero después de todo tu me trajiste aquí Nick –dijo él

_ No, Nick no. Yo ya no soy él y no quiero ni pensar en el mal que he desatado gracias a traerte aquí –dijo Nicholas

_ Se acercan épocas muy oscuras, nadie me detendrá en mis planes –dijo el encapuchado

_ Vete a jugar al ajedrez niño –dijo Nicholas sonriendo- Tendrás mas años que yo pero yo llevo mas años en esta vida.

_ ¿Hace cuantos años vienes cumpliendo con este oficio? –pregunto el encapuchado

_ He visto ir y venir todo tipo de cosas desde mi posición a la derecha de ese maldito. Llevo el suficiente tiempo aquí como para conocer perfectamente a los de tu tipo y te puedo asegurar que alguien te detendrá –dijo él

_ Ya lo veremos Nicholas. Las fichas en mi tablero están colocadas de modo que yo terminare ganando –dijo- Es tan solo cuestión de tiempo para que yo entre en el juego y haga un jaque-mate al rey.

_ Entonces nos espera una batalla como la de esa época –dijo Nicholas

_ Aunque no lo creas vengo armando mi juego desde hace muchos años y tú no eres más que una ficha más. Un peón que me trajo a la reina frente a mi –dijo el encapuchado- Pero yo juego por conseguir las fichas blancas. ¿Mi objetivo? Conseguir a la reina blanca. Ella vendrá frente a mí y es cuestión de tiempo para que la obtenga.

_ Sigue esperando –dijo Nicholas- Ojala nuestros caminos no vuelvan a juntarse, no soportaría tener que continuar contigo.

_ Entonces hasta luego Nicholas –dijo el encapuchado- Pero después de todo fuiste tu quien me convirtió en esto así que tendrás que hacerte cargo.

_ Espero que la próxima vez que te vea sea en el infierno –dijo Nicholas- Si tu plan es ese, entonces terminaras en la caina.

Volví a estar en la realidad, parada frente a Nicholas mientras él sostenía mi mano contra su mejilla. Él suspiro y abrió los ojos, mirándome tristemente. Él era el responsable de la mano izquierda de Lucifer, después de todo él había sido quien lo había llevado frente a Lucifer. La advertencia del encapuchado seguía grabada en mi mente, se acercaban épocas muy oscuras y no quería saber cuales debían ser sus planes. Y por más que Nicholas seguramente los sabría, estaba segura de que él no me los diría.

_ Lamento todo el daño que he hecho –dijo él y tomo mi collar entre sus manos, mirando tristemente al sol- Todo esto es mi culpa. Gracias a mi existe aquel monstruo. Tendría que haberlo matado cuando tuve la oportunidad en vez de llevarlo frente a Lucifer.

_ ¿Y ahora que sucederá contigo? –pregunte

_ Lucifer ya no tiene mi alma pero yo tampoco puedo tenerla –dijo él y beso mi sol- Tuve que darle mi alma a alguien.

_ ¿Y a quien se la has dado? –dije y él sonrió

_ A alguien en quien confío plenamente y se que no me controlara ni se aprovechara del hecho de tener mi alma –dijo Nicholas

_ Pues es una persona afortunada –dije y él me volvió a abrazar

_ Si pero no tiene idea de cuanto –dijo él

Me soltó y nos volvimos a separar. Mire a lo lejos, en la carretera, la figura que se dibujaba contra el horizonte. Mi partida estaba cerca. De pronto mi corazón se congelo ante la idea de abandonar a todos pero no había otra cosa que hacer. Mire a Nicholas, sabiendo que aquí nos despediríamos.

_ ¿Y ahora que piensas hacer? –pregunte y él sonrió

_ Volveré a Italia. Le pediré perdón a mi familiar adoptiva por haber actuado de ese modo y abandonarlos al enterarme que mis verdaderos padres le habían entregado mi alma a Lucifer. Empezare a enmendar todos los problemas que cause –dijo y sonreí

_ Te deseo suerte –dije

_ Una cosa mas –dijo Nicholas

Él rebusco dentro de sus bolsillos y saco una pequeña caja de metal con inscripciones. La abrió, el interior estaba lleno de un polvo resplandeciente y de color dorado. Nicholas puso la caja delante de él y soplo. El polvo se levanto y se echo todo sobre mi rostro. Tosí mientras este se desvanecía en el aire y Nicholas sonreía, guardando nuevamente su caja.

_ ¿Qué es esto? –dije y su sonrisa solo se ensancho

_ Un regalo de parte mía –dijo- Le robe un par de cosas a Lucifer antes de partir y esta es una de ellas. Ya veras más tarde que es. Adiós gatita, te extrañare.

_ Yo también –dije besándolo en la mejilla

Él se hizo a un lado y saco una daga. Corto el aire y enseguida se abrió un portal. Lo mire con tentación durante un segundo pero él negó con la cabeza. No me permitiría utilizar un portal para irme, sabia que si fuera por él no me dejaría partir. Me beso en la mejilla justo antes de cruzar el portal y desaparecer, dejando tras de si una simple brisa.

El autobús se detuvo en la parada y el chofer abrió la puerta. Subí, sin nada que llevar ya que Nicholas se había deshecho de mi equipaje. ¿A dónde habría ido él? Dijo que regresaría a Italia. Pero los portales del tipo que él había abierto solo funcionaban para el mismo país. Pase a un lado del chofer tratando de no pensar en ello y tomando asiento junto a la ventana. Quizás algún día volvería a encontrarme con Nicholas y las cosas resultarían diferentes a como habían resultado ahora.

Me apoye contra el cristal de la ventana, sintiendo como la tristeza me invadía. Recorde aquella noche en que volvíamos en el auto de Gabriel luego de habernos ocupado de Drake William. Yo también había estado apoyada contra el cristal de la ventana y Alex había estado conduciendo a mi lado. Una lágrima corrió por mi mejilla al pensar en él y que lo estaba dejando atrás junto con todo. Sacudí la cabeza, tratando de olvidarme de eso. Esto era lo mejor que podía hacer y lo correcto.

Los minutos pasaron y creí que cuanto más tiempo tardara mas me arrepentiría de lo que estaba haciendo. Tome fuerzas y me baje en otra parada, justo en la que estaba frente a la estación de trenes. Un tren tardaría mucho menos en llevarme a la ciudad que un autobús. Corrí para sacar el boleto y logre tomar un tren justo cuando estaba partiendo. Camine por el vagón, sentándome en el mismo lugar que me había sentado cuando había hecho este camino a la inversa y había venido a vivir a ese pueblo. Por un segundo paso frente a mí la imagen de Raphael y Gabriel parados delante de mí, desconfiando y observándome fijamente. Pero esa ilusión se borro en un instante y mis ojos se inundaron de lágrimas. Los extrañaría mucho a ellos cinco, los extrañaría a todos. Tenía razón, había sido buena idea tomarme un tren. Tardaría tan solo media hora en llegar a la ciudad y eso me daría menos tiempo para arrepentirme. En cambio, con el autobús, hubiera tardado mucho más que el triple y las ganas de volver me hubieran atacado en cada parada. En cambio, sabia que solamente había una parada antes de que tuviera que bajarme del tren.

Logre superar el recuerdo de Raphael y Gabriel en este vagón y abandonar las lágrimas. Mi vista se perdió en el paisaje y el tiempo se escurrió rápidamente. El tren se detuvo en la siguiente estación y permaneció quieto durante cinco minutos, luego volvió a tomar su marcha. Suspire, ya no habría vuelta atrás. En la próxima estación debía bajarme y caminar unas cuadras hacia el aeropuerto para tomar algún vuelo. Esto me había tomado menos tiempo del que había pensado, tendría que llegar y sacar un pasaje para algún vuelo que saliera cuanto antes para que no pudiera arrepentirme. Sonreí tristemente, eso no seria problema para mi considerando que era mitad bruja. ¿Y luego que? ¿A dónde tomaría el vuelo? No importaba a donde, tan solo importaba partir lejos de aquí para que nadie más pudiera resultar herido a causa mía.

Él me odiaría, estaba segura de eso. Alex se enfurecería mucho cuando viera que había partido y no le había dicho nada. Quizás me permitiría llamarlo recién cuando estuviera lejos de aquí y segura de que él no podría venir por mi. Si, quizás, quizás lo llamaría cuando estuviera en el avión para explicarle todo. Negué esa idea con la cabeza. Pondría todo el tiempo entre nosotros para que él no se diera cuenta de que había partido hasta que no fuera lo suficientemente tarde como para evitarlo o venirme a buscar. Pero yo debía irme. Trate con todas mis fuerzas para convencerme de ello a pesar de que no lo lograba y tuve que sacar un pañuelo para limpiarme las lágrimas.

El tren se detuvo en la estación correspondiente y baje. Sonreí al ver el horario en el reloj de la estación. Eran más de las once y media de la mañana, algún vuelo tendría que salir dentro de quince minutos y seguramente podría tomarlo. Salí de la estación y prácticamente corrí todo el camino hasta el aeropuerto, sin mirar atrás por que estaba segura de que me arrepentiría. No voy a mentir, no pude evitar soltar algunas lágrimas durante la carrera hasta llegar al aeropuerto. Me arme de fuerza antes de entrar, diciéndome a mi misma que estaba haciendo lo correcto y que no podía llorar más. Cruce las amplias puertas de vidrio del aeropuerto y camine dentro de él. Logre sacar un boleto para el siguiente vuelo gracias un poco a la persuasión y al número de la tarjeta de crédito de mi papa. Sonreí para mis adentros, luego vería que decirle respecto a sus gastos. Casi parecía un milagro. El siguiente vuelo que había era a New York y no pude evitar sonreír por eso. Ahí podría ir al mercado negro y utilizar algún portal para que me llevara a cualquier parte en el mundo. No podría haber tenido más suerte a pesar de que internamente estaba maldiciendo tener tanta suerte.

Camine tranquilamente hacia donde debía ir, distrayéndome tan solo un segundo al escuchar un anuncio que llamaba a seguridad a la puerta norte. Continué caminando por el gran aeropuerto, pensando en lo difícil que resultaría encontrar a una persona en este lugar. Los guardias pasaban corriendo en dirección contraria a la mía, todos comunicándose entre ellos y listos para actuar. Me di vuelta mirándolos partir y preguntándome que clase de disturbio habría. Finalmente llegue hasta el lugar para acceder al avión y el sujeto que controlaba a quienes ingresaban me miro. Me inspecciono con la vista de pies a cabeza y sus ojos se detuvieron en el prendedor con forma de dos dagas cruzadas que tenia en el tapado.

_ ¿Señorita, se ha dado cuenta de lo que lleva ahí? –pregunto él

¿Otra vez? Suspire, no tenia tiempo para verme nuevamente envuelta en este tipo de cosas. Mire al sujeto a los ojos y casi al instante él cedió, haciéndose a un lado y permitiéndome el paso. Camine a un lado de él, cruzando aquella parada y sabiendo que lo único que me quedaba era mostrar el boleto y subir al avión.

Apenas si di dos pasos y me quede congelada al sentir una presencia. No se suponía que debía reaccionar así ante ello. En realidad, el aeropuerto estaba lleno de presencias de todo tipo de seres. Por ejemplo, el sujeto que paso a mi lado era un hombre-lobo. Pero esa presencia ligera y fresca me resultaba inconfundible. Maldije internamente, preguntándome como era posible si me había tomado todas las precauciones para evitarlo. Hasta me había deshecho de la pluma, se la había dado a Gabriel confiando en que él la devolvería creyendo cualquier cosa menos que yo partía. Pero esa presencia estaba aquí y eso solo podía significar una cosa, él estaba aquí también.

Me di vuelta, llevándome una mano al pecho y sujetando mi sol. Vi como Alex evadía a dos guardias de seguridad y seguía con su camino. Y por más que quería moverme y huir, mis pies parecían clavados en el suelo y no me obedecían. Él salto un cargamento de equipaje y se deslizo por el suelo, evadiendo al sujeto que controlaba el acceso. En un segundo se puso en pie y estuvo frente a mí, mirándome de un modo que solo decía que yo estaba en serios problemas. Se acerco a mí, aun respirando agitadamente luego de toda su carrera y me miro totalmente molesto.

_ ¿Acaso no puedo descansar luego de casi morir anoche sin que tú hagas alguna locura? –dijo Alex molesto y me mordí una uña- Debo haber roto por lo menos diecisiete reglas de transito, estoy seguro de que me están incautando el vehiculo en este mismo momento y tuve que evadir toda la guardia de seguridad para encontrarte dentro de este aeropuerto. ¿Y sabes que es lo peor?

_ ¿Qué? –pregunte temiendo y él me abrazo, dejándome sin palabras

_ Que estoy furioso contigo y sin embargo ahora ya no me importa nada –dijo y me abrazo más fuertemente- Vuelve a hacer algo como esto y te mato.

No pude hacer más que reír ante ese comentario y lo abrace también, pasando mis brazos alrededor de su cuello. Rompí el boleto de avión en mil pedazos y toda fuerza de voluntad que hubiera tenido para partir se desvaneció en el aire. Estaba feliz de sentirlo tan cerca, de ver que aun me quería a pesar de que eso casi le había costado la vida.

Un guardia de seguridad apareció a nuestro lado y nos separo, tomando a Alex y queriéndoselo llevar. Alex le echo una mirada de odio cuando dos guardias más se le unieron y lo sujetaron. Mire a los ojos a quien parecía estar a cargo y al instante el guardia hizo una seña y soltaron a Alex. Ellos partieron. Parpadee varias veces antes de que mis ojos volvieran a la normalidad y volví a mirar a Alex.

_ Me hubiera resultado útil esa habilidad antes –dijo él y sonreí

_ ¿Entonces eras tu el que andaba armando ese disturbio? –pregunte y él hizo una mueca- Llamaron a toda la guardia de seguridad por eso.

_ Ya lo se, y también tuve que evadir a todos ellos –dijo Alex- ¡Y todo por que tu tuviste esa estúpida idea de que debías irte!

_ Es lo mejor y tú también lo sabes –dije y clave tristemente mi vista en el suelo

_ ¿Acaso tengo que decir que te amo para que te quedes y no te vayas? –pregunto él tomando mi rostro entre sus manos y besándome

Lo bese, aun ignorando toda la gente en el aeropuerto que se había fijado en nosotros a pesar de que yo odiaba llamar la atención. Me puse de puntillas y continué besándolo cuanto pude. Sus labios se separaron de los míos y me abrazo fuertemente. Apoye mi cabeza sobre su hombro, suspirando y maldiciendo y agradeciendo a la vez que me hubiera detenido. Escuche una suave risa dentro de mi cabeza y levante la vista, encontrándome con la mirada de Nicholas. Él estaba en el segundo piso del aeropuerto, apoyado contra el barandal y mirándome sonriente.

No me importa que le hagas daño al ángel partiendo pero no dejare que te hagas daño a ti misma alejándote de él –dijo él

Me sonrió una última vez, haciéndome una seña con la mano y luego dándose vuelta para partir. Se perdió entre la multitud y no lo pude ver mas. Respire hondamente, entonces había sido él quien me había delatado. Sonreí, él siempre cumplía con lo que decía y yo no había cruzado las puertas de ese avión. Me separe de Alex, dispuesta a irme con él pero él me detuvo.

_ ¿Cómo supiste? –pregunte

_ Gabriel escucho a Nicholas dentro de su cabeza y me advirtió –dijo Alex- Al parecer él sigue sin poder romper el hechizo que me hiciste y por eso tuvo que hablarle a Gabriel. ¿Tienes idea de lo difícil que fue venir hasta aquí? Ellos cuatro no me querían dejar ir por que debía descansar y se molestaran mucho cuando vean que escape.

_ No lo dudo –dije

_ Tan solo una cosa mas –dijo Alex mirándome fijamente- Él me dijo dos cosas.

Lo mire durante unos segundos confundida, sin entender por que él me miraba tan fijamente y de un modo tan dulce. Puso sus manos a ambos lados de mi cabeza y lo mire aun más sin entender antes de que él se deshiciera de mi gorro. Mi cabello cayó más allá de mis hombros, lacio, casi hasta la cintura. Tome un mechón sin creerlo, mirando su color caramelo. Sentí la felicidad invadirme y mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Debía aprender a controlar el hecho de llorar. Pero aun así no me importaba, había recuperado parte de lo que me habían robado. Salte sobre Alex, gritando y abrazándolo fuertemente aun sin poder creerlo. Era real, era real. El cabello que Diana me había arrebatado sin piedad me había sido devuelto. Por más que seguiría pálida y de temperatura baja, no me importaba. Podía vivir con una piel color crema y una temperatura cerca de estar tibia. Pero no podía creer haber recuperado parte de mi antigua apariencia.

Solté a Alex, recuperando la compostura y mirándolo, aun tratando de contener las lágrimas. Él me sonrió y paso un brazo alrededor de mi cintura antes de partir. Me apoye contra él mientras caminábamos, sin poder creer que todo esto hubiera tenido un dulce final a pesar de toda la oscuridad que había habido. Pero la oscuridad no era más que falta de luz. Y una vez que había logrado encontrar la luz, me había deshecho de toda oscuridad.

_ Gracias –susurre cuando salimos del aeropuerto

_ Rompí mi propio record viniendo desde el pueblo hasta aquí, creo que nunca lo había hecho en tan poco tiempo –dijo él

_ Entonces que bueno que seas un adicto a la velocidad –dije

_ Si, lastima que me estén incautando el vehiculo –dijo Alex y se detuvo

Levante la vista. Vi su motocicleta aparcada a un lado de la acera y como era custodiada por cinco policías que lo aguardaban. El oficial a cargo se acerco hasta donde estaba Alex y vi la mueca que hizo él. También hice una mueca al fijarme en las esposas que llevaba el oficial.

_ ¿Es usted el propietario de esta motocicleta? –pregunto el hombre y Alex trago saliva

_ Si, así es –dijo él

_ ¿Tiene idea de cuantas normas de transito ha roto? –continuo el hombre y lo mire fijamente a los ojos

_ No las suficientes para que usted intervenga –dije y el hombre quedo atontado por unos segundos

_ Tiene razón señorita –dijo finalmente

Él oficial se retiro e hizo una seña a los otros hombres para partir. Los cuatro humanos lo miraron sin comprender pero no pudieron hacer nada más que obedecer la orden de su superior. Sonreí, no me importaba que no fuera correcto, persuadir a los humanos de cualquier cosa resultaba divertido. Alex enseguida recupero el control de su vehiculo y se subió en su lugar. Tome asiento detrás de él, dudando en sujetarme o no.

_ Iré mucho mas rápido que la otra vez, sujétate fuerte –dijo Alex

_ Sigues estando herido, te causare dolor –dije y él suspiro

_ ¿Crees que estar herido me detiene a la hora de hacer las cosas? Si enserio les prestara atención e importancia a las heridas que tengo me habría quedado en casa y mandado a cualquiera a buscarte –dijo él y aun así vacile- Si te interesa, me duele menos la herida del pecho que la del abdomen.

Lo abrace fuertemente, deseando no causarle dolor y sostuve una mano contra su herida. Esa herida que había sufrido por mi culpa, por que yo lo había entrometido en los asuntos con mi hermana. No quería que nada de eso volviera a pasar y aun así sabia que esto apenas era el comienzo.

Jamás había ido a tanta velocidad. Una vez que abandonamos la ciudad Alex acelero y como bien había presumido varias veces, logro hacer este viaje en menos de una hora. No pude evitar sujetarme fuertemente contra él, temiendo que a tanta velocidad me caería. Pero era una sensación única sentir el viento romper contra mi rostro. Si, a los ángeles les gustaba eso, sentir el viento contra su cuerpo. Por eso no me sorprendía que a él le gustara ir tan rápido. Aunque seguramente debía de ser una sensación mucho mejor estando en las alturas. En ningún momento del viaje él hablo y tuve tiempo para pensar. ¿Qué tan planificado había tenido Nicholas todo esto? Me había dicho que no tomaría ese avión, se había deshecho de mi equipaje, había utilizado a Gabriel para advertirle a Alex. Si, probablemente Nicholas se había tomado su tiempo en planear todo esto a pesar de que a él no le gustaba mi decisión de quedarme con Alex.

Alex disminuyo la velocidad cuando entramos al pueblo y entonces relaje mi agarre. Suspire ante mi intento de escape frustrado. Ahora sabía que nunca más tendría las suficientes fuerzas para irme y abandonarlo a él ni a los demás. ¿Y los demás que? Seguramente se enojarían conmigo por lo que había estado a punto de hacer aunque fuera todos por razones diferentes. Hice una mueca, la ira de Raphael seria terrible cuando se enterara que había impedido que Alex descansara luego de casi morir.

Miguel estaba sentado en los escalones del porche jugando con su perro cuando ambos aparecimos y Alex detuvo su motocicleta. Me miro mas que sorprendido ante mi nuevo aspecto y Plum se abalanzó sobre mí apenas tuve los pies en tierra, casi haciéndome caer. Enseguida Miguel se puso en pie y sonrió al pararse frente a mi como solo él sabia hacerlo.

_ La próxima vez que intentes irte al menos llévame contigo y no me dejes con estos cuatro locos –dijo y no pude evitar sonreír también

_ Lo tendré en cuenta. Quizás lleve a Plum también –dije

_ Perfecto, entonces el perro tiene mas valor que yo –dijo Alex tomándome por la cintura desde detrás y pego sus labios a mi oído- Vuelve a intentar irte y te mato.

_ Miguel no dejara que me mates. ¿No es así? –pregunte y él asintió

_ Sin ti no habría nadie con quien divertirme –dijo él y silbo

Silbo de un modo tan fuerte que creí que todo el bosque hubiera sido capaz de oírlo. Casi al instante Gabriel abrió la puerta de entrada y salio. Daniel se acerco a la ventana de su habitación para ver y salto desde ahí arriba, aterrizando a un lado de mi. Los tres sonrieron al verme y Miguel fue el primero en abrazarme fuertemente cuando Alex finalmente me soltó.

_ Entonces no todo estaba perdido –dijo Daniel tomando un mechón de mi cabello y abrazándome también

_ Nunca sabes que esperarte de los brujos –dije sonriendo al separarme de él- Logre recuperar algo de lo que me robaron.

_ Esto es tuyo –dijo Gabriel parándose frente a mi y devolviéndome la pluma- Lamento si ayer casi te ataco cuando te vi entrar.

_ Fuiste el único que me creyó –dije tomando lo que él me entregaba

_ Es que fui yo quien le abrió la puerta a Diana para que entrara –dijo él- Sin darme cuenta la invite a pasar y por eso ella pudo entrar.

_ No debes culparte de nada, ella nos engaño a todos –dijo Daniel poniéndole una mano en el hombro

_ Si, y ahora me dejo una terrible jaqueca por consecuencia –dijo Miguel frotándose la cabeza- Hablando enserio. ¿Alguien recuerda algo de lo que sucedió anoche? Yo solo recuerdo que estábamos combatiendo un demonio, creo que era el chupa-cabras.

No pude evitar reír ante eso. Entonces era eso lo que Miguel había visto a la hora de atacarme. Alex también rió estando a mi lado y los tres nos miraron sin comprender. Me calle al instante al escuchar unos pasos acercarse y mire más que temiéndole a Raphael. Su expresión era dura, seria y mostraba el enfado que tenia cuando se paro delante de mí. Me quede quieta, casi me estremecí al ver lo molesto que estaba conmigo y pensar que seguramente me culpaba de todo esto.

_ Raphael –dijo Gabriel y suspiro- fuimos nosotros quienes caímos en la trampa.

_ Nada es culpa de ella –dijo Miguel

_ Raphael, si algo he aprendido en todo este tiempo es que hacer lo correcto a veces implica romper las leyes –dijo Daniel- Katherin será una bruja pero te guste o no ella tiene razón cuando dice que el Consejo se equivoca.

_ Gracias a ella la escuela esta totalmente destrozada y el Consejo nos esta demandando entregarla –dijo Raphael

_ ¿Qué? –pregunte totalmente preocupada y Alex suspiro

_ Yo me encargare de ese asunto, después de todo es mi responsabilidad –dijo Alex

_ Ya se me ha ocurrido que decir y hemos arreglado todo el asunto –dijo Miguel y sonrió- El don de Diana era crear ilusiones. ¿No? Por lo que la esposa del funcionario del Consejo no vio nada más que una ilusión. Además, la hija del funcionario ayudo en la farsa para cubrirte y ya hemos arreglado todo el asunto.

_ Mi padre se ha ocupado de convencer a los demás funcionarios –dijo Gabriel

_ Y luego de que yo hubiera dado toda una explicación lógica y hubiera hablado por mas de media hora el Consejo se canso de escucharnos y terminaron por ceder y creernos –dijo Daniel- Además les mostré mis investigaciones respecto a ti y que tu sangre no podía ser identificada como la de una bruja por lo que no tuvieron mas opción que creernos.

_ No dimos el nombre de la bruja que nos ataco bajo la excusa de que no lo sabíamos y la verdad es que tu y tu hermana son bastantes diferentes de aspecto –dijo Gabriel- Esta todo cubierto, no te pasara nada Kat.

_ Gracias –dije y levante apenas la vista para mirar a Raphael- Lamento si mi presencia te molesta.

_ Ya has visto que no podrás partir de aquí aunque lo intentes –dijo Miguel sonriendo y me paso una mano por la espalda- Tu estarás dispuesta a abandonarnos pero nosotros no estamos dispuestos a dejarte ir.

_ Al parecer les agradas mucho a nuestros compañeros de escuela y la paz se vería afectada entre ellos si desapareces de la nada sin dejar rastro –dijo Daniel

_ Además, si te vas, este pueblo volvería a ser igual de aburrido que como era antes y eso realmente nos dormía –dijo Gabriel y sonrió- Pasan cosas mucho más emocionantes ahora que estas aquí.

_ Simplemente ignora a Raphael –concluyo Miguel

_ ¿Ignorarme? Gracias a ella la escuela esta destruida. Gracias a ella ustedes decidieron ya no servirle al Consejo. Gracias a ella sucedió todo lo que sucedió anoche. Ustedes no recuerdan, yo si. Esa maldita bruja nos causo ilusiones para que atacáramos a la persona equivocada –dijo Raphael totalmente furioso y suspiro, tranquilizándose y mirándome- Sin embargo salvaste la vida de mi líder y eso es algo que respeto. Puedes quedarte.

No pude articular palabra. De hecho, no pude responder y me quede igual de atónita que todos los demás. Raphael dio media vuelta y volvió rápidamente a la casa, dejándome más que sin palabras. Pasaron varios minutos en silencio y fue Miguel el primero en reaccionar.

_ Vale, no me esperaba eso –dijo él

_ A pesar de que no coincida con Raphael en este asunto, él sigue siéndome fiel como ángel –dijo Alex

_ Tendrá que acostumbrarse a esto de un modo u otro –dijo Daniel y miro seriamente a Alex- Y tu tienes que descansar. No tengo la menor idea de cómo es posible que sigas vivo pero no tientes a la suerte y vuelve a dormir.

_ Me quedare aquí unos minutos –dijo Alex y Daniel lo fulmino con la mirada- Tranquilo no haré nada.

_ No habrá problema Daniel, yo lo vigilare –dijo Miguel sonriendo

_ Eso mismo dijiste antes Miguel y se escapo –dijo Gabriel tranquilamente, cruzándose de brazos y cerrando los ojos

_ No es mi culpa, yo solamente fui a buscarle algo de comer –dijo Miguel con una mueca y no pude evitar reír

_ Tranquila, es mi cómplice –susurro Alex en mi oído- ¿Enserio crees que seria tan torpe?

_ No hay discusión, Gabriel quédate y vigílalo para que no escape y descanse –dijo Daniel

Daniel se dio vuelta y partió. Miguel suspiro, hundiéndose de hombros para disculparse y lo siguió también. No podía hacer mas que sonreír, conteniendo las ganas de echarme a reír. Era su líder y aun así en este tipo de situación no confiaban en él. Y aun así yo pensaría igual que Daniel estando en su lugar, Alex era capaz de hacer cualquier cosa menos lo que debía.

_ Ni se te ocurra –dijo Gabriel apenas Alex se movió un paso

_ Por favor Gabriel, no puedes decirme que tú tampoco tienes curiosidad por ir ahí –dijo Alex y Gabriel negó con la cabeza

_ No encontraras nada allí –dijo él

_ ¿Qué cosa? –pregunte

_ Esta molestando desde que se despertó con que quiere ir a ver al pie del acantilado para saber que sucedió con tu hermana –dijo Gabriel

_ Ella cayo –dije

_ ¿Y luego que? –pregunto Alex

_ ¡Ya te lo dije! Estuve en el bosque toda la noche buscando mi flauta y no había nadie mas ahí –dijo Gabriel- De haber sido así hubiera sentido su presencia y que continuaba con vida.

_ Lamento lo de tu flauta –dije e hice una mueca- ¿La encontraste?

_ Por suerte –dijo él

_ Aun así no perdemos nada con ir a fijarnos donde ella cayo –dijo Alex

_ Solo una pregunta Alexander Engel. ¿Qué demonios entiendes tú por descansar luego de casi morirte? ¡Eres el único ángel que debe haber sobrevivido a una marca maldita y aun así te niegas a descansar! –Exclamo Gabriel molesto y no pude evitar reír ante su enfado- A ver si entiendes Alexander que casi te mueres y aun seguimos sin saber como demonios sigues vivo.

_ Pero sigo vivo y aquí estoy en pie. No pienso pasar el resto de mi vida recostado pensando que puedo morirme en cualquier segundo. Además, solo será caminar, no haré nada mas –dijo Alex y Gabriel suspiro viendo que no importaba cuanto hiciese, no detendría a Alex

_ No importa que diga te iras con o sin mi consentimiento. ¿Verdad? –pregunto él y Alex asintió, Gabriel suspiro- Esta bien, vamos. Pero no te quitare un ojo de encima. Haz algo que no debas y te paralizo al instante.

_ Por eso no es bueno que Gabriel haya recuperado su flauta –me dijo Alex y lo mire con curiosidad

_ El efecto de mi flauta y la persona en quien influye depende de la melodía que toque –me explico Gabriel- Puedo hacer gritar a un brujo de dolor tanto como puedo paralizar a un ángel.

_ Apenas te separes de esa flauta algún día, la esconderé –dijo Alex y dio media vuelta- Vamos, a ver si encontramos algo interesante.

Lo seguí y Gabriel estuvo detrás de nosotros sujetando su flauta con ambas manos. Tuvimos que bajar de la colina e introducirnos en el bosque para llegar a la zona de los acantilados. Al menos ellos parecían ubicarse perfectamente y yo no hice nada más que seguirlos. Durante el camino Gabriel toco una dulce melodía que no hacia más que relajarme, causando casi el mismo efecto que me causaban los rayos de sol al filtrarse entre los árboles. Sonreí ante eso y él toco aun con más ganas. Quizás su flauta no solo sirviera para herirme como había pensado. Pero aun si Gabriel estaba totalmente concentrado tocando su flauta, en ningún momento le quito la vista de encima a Alex. Llegamos a pararnos al pie del acantilado y mire hacia arriba mientras caminábamos, tratando de encontrar la zona exacta desde donde había empujado a Diana. Mi vista continuó perdida en las alturas mientras caminaba y me choque contra Alex cuando él se detuvo. Retrocedí y al fijarme nuevamente arriba reconocí la zona donde había tenido lugar la batalla. La vista era totalmente diferente a la inversa y mire delante de nosotros. No había nada, exactamente nada.

_ Te lo dije –dijo Gabriel al instante

_ Tan solo dame un momento –dijo Alex

Él se acerco unos pasos y se agacho en el lugar. Movió las coloridas hojas por el otoño y los tres vimos exactamente lo mismo, una mancha de sangre que se extendía por todo el suelo. Me acerque mas, mirando la roja sangre de mi hermana y sintiéndome extraña al saber que yo había sido la causante de esto. Alex continuó moviendo las hojas, dejando al descubierto una mancha roja del tamaño de una persona en el suelo. Me quede sin aire por un segundo al pensar que ella había muerto.

_ ¿Qué demonios les diré a mis padres? –Dije- No puedo decirles que ahorque a Diana con un alambre maldito y luego la empuje por un acantilado.

_ Entonces eso fue lo que sucedió anoche –dijo Gabriel y miro a Alex- Gracias por contarme.

_ Estaba medio muerto, apenas si vi el momento en que Katherin se le echo encima –dijo él

_ Que en paz descanse –dije

Tome una de las dagas que tenia en el abrigo como prendedor, la que le pertenecía a ella. Sonreí tan solo un segundo al mirarla y luego la hice volver a su tamaño original. Tire la daga al suelo con todas mis fuerzas y esta se incrusto en el tronco de un árbol talado. El brillante metal ahora limpio resplandeció al recibir un rayo de sol, reflejando la sangre que había en el suelo.

Ellos dos se dieron vuelta y comenzaron a discutir. Gabriel afirmando que tenía razón y Alex negándolo en rotundo. Me di vuelta, siguiéndolos varios metros detrás de ellos. Apenas si di un paso sentí la sombra que paso rápidamente detrás de mí. La brisa que esto levanto jugo con mis cabellos, moviéndolos en el aire. Mire sobre mi hombro hacia atrás, fijándome en que la daga ya no estaba clavada en su lugar y en vez de eso había una rosa. Una rosa tan detestable como lo era en si el aroma de Diana o ella. Roja como la sangre y con espinas dispuestas a cortarte. Las comisuras de mis labios se levantaron.

_ ¡Kat! ¿Vienes o no? –exclamo Gabriel varios metros delante de mi

Asentí y corrí hasta reencontrarme con ellos y ponerme justamente entre los dos. Sonreí. No me importaba lo que ahora pasaría, no me importaba a que tendría que enfrentarme, no mientras estuviera en compañía de ellos. Podría con cualquier cosa que se interpusiera en mi camino y me mantendría en pie hasta el ultimo segundo, luchando hasta que mi corazón dejara de latir.

_ ¿Estas bien? –pregunto Alex

_ Perfectamente –dije sonriendo

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