Capitulo 18: Penas pasadas


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Ya era el crepúsculo cuando salí afuera. Era increíble ver lo rápido que pasaba el tiempo en otoño. Aun así, no podía pensar con claridad ni con el frío aire dándome en el rostro. Lo que acababa de pasar ahí dentro... Aun no lograba asimilarlo. Me senté en los escalones de la entrada tratando de aclarar mi mente. Todo era demasiado confuso, nada tenia lógica y sabia que fuera cual fuera la decisión de Raphael, no me gustaría.

_ No entiendo por que te preocupas, quedare yo como culpable –dijo Alex

Levante apenas la vista para mirarlo. Él estaba apoyado en el capo del auto de Gabriel, haciendo girar una moneda entre sus dedos y sin quitarle la vista de encima.

_ Es obvio que Raphael decidirá que yo soy el culpable –continuo él- Después de todo, es cierto que estoy ocultando información que no debo.

_ Yo habría podido zafar sin ningún problema. ¿Por qué dijiste que era inocente y te inculpaste a ti mismo? –pregunte

_ Por la misma razón que tu lo hiciste –respondió Alex

_ Dudo que haya sido por la misma –dije y clave mi vista en el suelo

_ No me gusta que otros tomen mi lugar cuando soy yo quien merece la pena y además, si hay algo que no tolero, es que otros queden incriminados injustamente por actos que no cometieron –dijo él- Ya veras, Raphael me culpara a mi.

_ ¿Por qué estas tan seguro? –Dije- Yo te robe una pluma y tú les ocultaste información. Estamos en la misma, ambos somos culpables.

_ Técnicamente no me robaste una pluma. Yo no me di cuenta de que la había perdido y tu la recogiste –me corrigió él- Además, Raphael sabe que hay mas posibilidades de que tu estés mintiendo que de que en realidad me hayas hecho un hechizo de olvido.

_ ¿Por qué? –pregunte

_ Por que yo se como evadir hechizos de olvido –respondió Alex- Mi hermano me enseño. Él sabía muchas cosas respecto a los brujos y se llevo la mayoría a la tumba pero me enseño algunas. Por ejemplo sé evadir un hechizo de verdad. Si hubiera dicho la real verdad que estoy ocultando, te juro que se habría armado un embrollo mucho peor.

_ ¿Y que le pasara al que quede culpable? –dije

_ En tu caso, podrían hasta considerar matarte pero no lo harán. La mayoría de las pruebas tiran a mi –dijo él- Me relevaran del cargo, intervendrá el Consejo y ahí se me armaran problemas.

_ No hubieras hablado y listo. Yo podría habérmelas arreglado –refunfuñe

_ Me da igual. Tarde o temprano tenia que volver a enfrentarme con el Consejo –dijo Alex y lo mire confundida- Ya tengo antecedentes. Ya es la segunda vez que me vuelvo a meter en esta clase de problemas gracias a los tuyos. La primera vez me lo perdonaron, esta vez no. Me acusaran de traidor solo por saber que no he dicho nada de ti, lo tomaran como encubrimiento y pesara la pena máxima sobre mí. Me mataran, o lo que para el Consejo es matar.

_ Entonces eres un tonto –dije apoyando mi cabeza sobre mis manos y por primera vez él levanto la vista de la moneda y me miro- El Consejo me odiaría de todos modos, no importa lo que haya hecho. En cambio tu, ahora estas en serios problemas. Lo peor de todo es que si tú quedas culpable, me sentiré responsable de ello por como soy yo.

_ Los problemas con el Consejo los tengo desde hace años –dijo y suspiro al pararse frente a mi- No tienes de que sentirte culpable. Yo oculte información, la sigo ocultando y hay cosas que oculto que solo yo se. Además, si las cosas se ponen feas si me tengo que presentar frente al Consejo, puedo escapar perfectamente.

_ Aun así, desde que estoy aquí que te cause problemas –dije- Perdona si aquella vez te toque.

_ Supongo que exagere la situación –dijo él sentándose a mi lado- No es un recuerdo que me guste revivir y el hecho de que también lo hayas visto fue lo que me saco. Detesto que otros carguen con mi pena y me tengan lastima, yo puedo solo.

_ No es bueno cargar solo con una pena tan grande –dije- ¿Sabes que fue lo primero que hice cuando escape del Bella Vista? Les conté a Derek y a Lucas lo que me sucedió y lo cierto es que no habría podido yo sola con una pena tan grande. Ellos no cargan con mi pena, pero me ayudan a soportarla.

_ Los ángeles somos muy diferentes de los brujos –dijo Alex

_ ¿Demasiado orgulloso como para compartir tu pena? Eso no es muy diferente a algunos brujos que he conocido –dije

_ Yo diría que mas bien somos ambiciosos –dijo él- Cuando deseamos realmente algo somos capaces de hacer cualquier locura. Normalmente, lo que los ángeles más desean es el poder, tener la situación controlada y mandar sobre los demás. Aunque no lo creas, tanto Daniel como Raphael o Miguel desean tener mi puesto. Hasta Gabriel ambiciona con ser líder. Cualquier ángel que te cruces te dirá que su deseo es ser líder de su grupo. Pero yo no soy así, luego de lo que me toco vivir ya no pienso como los demás ángeles. Es por eso que detesto ser líder y el Consejo me lo puso como un castigo en realidad, creyeron que no podría sobrellevarlo pero se equivocaron.

_ Pero es lo que cada uno ha vivido lo que nos hace ser lo que somos –dije- Son nuestros recuerdos los que nos hacen ser siempre nosotros mismos, que nos hacen aprender de nuestros errores y que hasta a veces, basta con recordar a alguien para sentirlo vivo. Los recuerdos son los que nos marcan y una de las cosas mas fuertes que cualquier ser tiene.

_ Es fácil decirlo cuando puedes recordar cada cosa a la perfección, revivirlo –dijo él sonriendo y mirando al suelo

_ Mi don no funciona conmigo misma –dije tristemente

_ Eso es por que tú crees que no funciona pero no es así. Cuando piensas que le vas a causar un buen recuerdo a alguien, se lo causas. Cuando crees que le vas a causar un mal recuerdo, eso sucede. El efecto de tu don se basa en lo que tú creas que va a suceder. Te apuesto a que si crees que funcionara en ti, y te tocas, eso ocurrirá –dijo Alex

Lo mire sorprendida por su razonamiento pero él nuevamente tenia su vista clavada en esa moneda suya. No dejaba de hacerla girar entre sus manos sin sacarle el ojo de encima. Mire extrañada la moneda, parecía que cada vez que daba una vuelta la cara cambiaba y nunca repetía el mismo grabado.

Suspire vencida y finalmente le hice caso. Me quite un guante y lentamente deslice mi mano sobre mi brazo. Sabia que recuerdo deseaba revivir si es que funcionaria y me sorprendí al ver que así fue. Casi al instante me solté, perpleja de que Alex hubiera tenido razón, y nuevamente me toque pero esta vez deseando que mi don no entrara en acción. No sucedió nada.

_ Tenias razón –dije finalmente

_ Siempre la tengo –dijo él sonriendo y luego me miro de soslayo- Se que últimamente tiendo a comportarme mal, sobretodo contigo y supongo que eso no es muy bueno de mi parte. Aunque tu tampoco me tratas muy bien algunas veces que digamos. No quiero deberte nada por que me hayas encubierto ahí dentro y no deberías acostumbrarte a que te trate bien. No es por ti, pero simplemente me es imposible tratarte bien y no mirarte con odio. Hay muchas cosas que me pasaron que ni tu ni mis amigos saben y son esas las que no me permiten tratarte bien.

_ Lo siento –dije mirando al suelo- Los brujos te quitaron a tu hermano y yo lo único que hago es revivirte el dolor estando aquí. Por empezar, nunca debí haberte tocado.

_ No fue eso lo que me molesto. Dejando de lado el recuerdo que me causaste, tu don es genial –dijo Alex- El problema es que simplemente no te puedo ver. Hasta tu presencia me es insoportable. Una de las cosas que mas extraño de antes es que Christ siempre me decía que era lo mejor que podía hacer. Ahora ya no se decidir que hacer y que no, tengo dos caminos y sea cual sea que tome sé que estará mal.

_ Nunca se gana sin perder algo y normalmente el mejor camino es el que te dice tu corazón –dije- Sabes una cosa, yo podría haber aceptado servirle a Lucifer, pero no quería perder mi alma. Tuve que elegir, mi alma o Nicholas, y lamentablemente tuve que perderlo a él para conservarla. Pero no me equivoque, hice lo correcto y ahora me doy cuenta del gran error que habría cometido de haber hecho todo lo contrario.

_ Son diferentes situaciones y diferentes personas –dijo Alex- tú pudiste decidir, sabias que ese momento llegaría tarde o temprano y te preparaste para ello. Ahora cuando Raphael decida que yo soy el culpable, ya no tendré más oportunidad para decidir. Solo habría deseado tener más tiempo.

_ No era mi intención causarte problemas –dije y suspire

_ No tienes de que sentirte culpable –dijo él tranquilamente

Sentí su mano junto a la mía y no pude hacer más que sonreír ante el dulce tacto. Al menos, gracias a él, ya sabía como hacer para no causarle recuerdos. Ojala pudiera encontrar el modo de ayudarlo en caso de que Raphael decidiera que él era el culpable.

_ Sabes –dijo él- Se siente raro tu tacto, produce...

_ Placer –dije- Siempre fue así. Puedo reprimir el hecho de producirte recuerdos pero no el de producirte sensaciones.

Desde que podía recordarlo mi tacto siempre les había causado placer a las personas que mas quería. No me sorprendía que Alex no fuera una excepción. Casi deseaba poder decirle ahora todo lo que sentía por él. Pero me enviaría al demonio y temía cual fuera su reacción. Lo que más quería en este momento era que nada le pasara y mucho menos a causa mía. Mire nuestras dos manos apenas si rozándose, sonriendo mientras una idea se iba dibujando en mi mente.

_ ¿Confías en mi? –pregunte

Él me sonrió, cerrando su mano entorno a la mía. Baje la vista, sonriendo y sonrojándome ligeramente. Estaba tan absorta que apenas si logre sentir el placer que le causaba su recuerdo. Simplemente no podía dejar de sentir su mano sobre la mía, el suave tacto que provocaba su piel al rozarse con la mía y en como él parecía no estar odiándome en este momento. Y como una tonta, no podía dejar de sonreír y sonrojarme aun mas solo por sentir su mano sobre la mía y sus dedos entrelazados con los míos.

Él alejo su mano al oír como la puerta se abría. Gire apenas el rostro para ver a Gabriel y enseguida sentí como mi corazón se detenía. No hacia falta preguntar, su mirada lo decía todo y no pude evitar preocuparme por la decisión de Raphael. Alex suspiro, sabiendo lo que le aguardaba y nuevamente clavando su vista en la moneda.

_ Gracias –dijo poniéndose en pie y parándose frente a Gabriel

_ Intente defenderte pero no pude. Raphael ya tomo su decisión –dijo él y de pronto me sentí extremadamente fría

_ Sabia que esto pasaría –dijo Alex

_ Lo siento –dijo Gabriel

Me puse en pie casi de un salto cuando vi entrar a Alex. Por lo que él había dicho, no seria nada bueno lo que le esperaba. Gabriel se quedo apoyado en el marco de la puerta, de brazos cruzados y con la mirada tristemente clavada a un lado. Me acerque a él, sin dejar de preguntarme si podría hacer algo al respecto y entonces levanto la vista para mirarme.

_ Me pidieron que te lleve a tu casa –dijo él

_ ¿Qué le sucederá? –pregunte preocupada

_ Raphael decidió que él era quien te estaba encubriendo y eso es un crimen muy grave. Nos oculto información, por mi no hay problema por que se que debe haber tenido alguna razón, pero para los demás no es lo mismo. Si Raphael avisa al Consejo, este intervendrá y le aplicaran la correspondiente sanción a Alex-respondió Gabriel

_ ¿Y cual es esa? –dije pero al instante me arrepentí temiendo la respuesta

_ Lo que Alex hizo puede ser considerado traición al Consejo y por eso pesa la pena máxima. La regla es simple: Si traicionas al Consejo, este te arranca las alas. Así es como se aseguran de que todos los ángeles le sirvan –dijo Gabriel

_ ¿Qué? Por favor dime que no es cierto –pedí desesperada- No puede ser así. ¿Y Raphael esta dispuesto a hacer eso?

_ La ley es algo que se debe respetar y eso Alex lo sabe mejor que nadie –dijo él

_ Eres su amigo, no puedes dejar que simplemente pase esto –dije- ¡Entiende que el Consejo no siempre tiene la razón!

_ Yo no quiero que esto le pase pero no puedo hacer nada –dijo Gabriel tristemente y evitando mi mirada

Quise intentar pasar pero Gabriel no me lo permitió. Tenía los ojos con lágrimas, no sabia si por la furia que sentía o por la desesperación. Tenia que haber algo que pudiera hacer, me negaba a aceptar que Raphael entregaría a Alex al Consejo. No podía entender como ellos eran capaces de sobreponer la ley ante su amigo. Y aun así, Alex había estado todo el tiempo consciente de lo que pasaría. ¡Y el tarado había confesado todo por puro orgullo! Yo podría haber huido sin ningún problema, no me habría pasado nada de ser encontrada yo como culpable. ¡Y él me había encubierto para que no quedara incriminada injustamente! Era definitivo, ahora lo odiaba, tenia ganas de matarlo. ¡Como había sido tan estúpido! Y encima no podía sacarme sus últimas palabras de la cabeza. Ahora cuando Raphael decida que yo soy el culpable, ya no tendré más oportunidad para decidir. Solo habría deseado tener más tiempo.

¡Tiempo! ¡Esa era la solución! Si había algo que yo pudiera hacer, quedaría terriblemente agotada pero eso no me importaba. Nuevamente recupere mi animo, levantando la cabeza y Gabriel me miro mas que confundido. Ya les había hecho un hechizo el día de hoy, otro mas no causaría nada. Además, de un modo u otro, ya me había condenado con todo lo que había dicho anteriormente. Busque rápidamente mi daga que seguía reducida y resultaba ser un prendedor en mi abrigo. Sonreí. ¡Bendito Derek que me había dicho que siempre debía portarla! La tome rápidamente y la puse sobre mi mano.

_ Augmentāre –dije y esta al instante recupero su tamaño normal, no pude evitar sonreír mientras Gabriel me miraba más que estupefacto- Tempus.

Cerré fuertemente los ojos, llevándome ambas manos a la cabeza. Hice una mueca de dolor ante el gran esfuerzo hecho pero pude sobrellevarlo. Luego de la extraña sensación causada por el esfuerzo pude volver a la normalidad. Abrí los ojos, respirando hondamente y bajando las manos. Todo estaba congelado, desde la alarmada expresión de Gabriel hasta las hojas que estaban cayendo de los árboles. Mire con curiosidad alrededor, jamás había hecho este hechizo pero estaba feliz de que hubiera resultado.

Pase a un lado de Gabriel, evitando tocar cualquier cosa. Me detuve un segundo para pasar mi mano frente a sus ojos y comprobar como estaba. Nada. Todo estaba paralizado junto con el tiempo, como si hubiera tocado un botón de pausa. Entre a la casa, mirando maravillada para todas partes. No creí que fuera capaz de hacer un hechizo tan poderoso y detener el tiempo, de hecho, estaba segura de que luego estaría muerta de agotamiento. Pero nada podría arruinarme la felicidad de haber logrado este hechizo.

Anduve por la sala, evitando tocar cualquier cosa y a cualquier ángel. Los cuatro estaban perfectamente congelados en sus lugares y me adelante hasta alcanzar a Raphael. Me pare frente a él, mirándolo seriamente durante unos segundos con ambas manos en la cadera. Tenia todo el tiempo del mundo, podría hacer lo que quisiera pero aun así debía apurarme. Cuanto más tiempo estuviera así, más agotada estaría luego. No aguarde mas y di media vuelta a Raphael. Me puse en puntillas detrás de él, alzándome lo suficiente para llegar a la altura de su rostro y pegarle mis labios a su oído.

_ Auscultāre –dije primero y luego comencé a hablar- Raphael, realmente tú no quieres hacer esto, piénsalo por dos segundos. Alex es tu líder, es la persona con quien vives, y lo más importante de todo, es tu amigo. Él no te haría esto si estuvieras en su lugar. Además, el Consejo no siempre tiene la razón y las leyes fueron hechas para romperse. Además, si él les oculto la información habrá tenido alguna razón para hacerlo. Por favor Raphael, tu has salido con una vampiresa y le has dejado chuparte la sangre y debe haber alguna ley contra eso. Y sin embargo, estoy segura de que Alex no te delataría al Consejo. Si el problema es por mi, entonces ven a verme, pero no metas a Alex en medio cuando él no es culpable de ello. Solamente te pido que lo pienses. Seguro que tu también ocultas información que no quieres decirle a los demás. Por favor te lo pido –dije casi en un modo suplicante- Él no es culpable de nada, no tienes por que entregarlo al Consejo y si quieres saber algo, ve y pregúntaselo, pero no armes todo esto. Yo no soy la persona indicada para hablar ya que apenas los conozco, pero seguro que Alex te apoyo cuando lo necesitaste, ahora apóyalo a él. Supongo que eso es todo –suspire y me volví a parar correctamente- Por favor Raphael, a veces para hacer lo correcto es necesario romper la ley.

Lo mire de soslayo cuando pase a su lado preguntándome si funcionaria o no. Según las clases que había tomado en el Bella Vista, cuando se le hablaba a alguien en tiempo muerto y con el hechizo de escucha, este tendía a hacer lo que se le decía. Es decir, la gente lo tomaba como su consciencia, como un impulso. Estaba comprobado que con los humanos y los demás seres funcionaba, pero no con los ángeles. Rezaba internamente por que funcionara y Raphael recapacitara sobre lo que estaba a punto de hacer. Cruce los dedos para que si.

Camine nuevamente entre la sala, evitando tocar cualquier objeto o persona hasta llegar nuevamente a la puerta. Pase a un lado de Gabriel y me volví a parar exactamente en el mismo lugar. Mire mi daga por última vez, despidiéndome de ella.

_ Diminuĕre –dije y la volví a prender de mi abrigo- Tempus.

Todo volvió a su normalidad, como si nunca hubiera pasado nada. Y es que, si había detenido el tiempo, las acciones habían quedado interrumpidas y nadie lo había notado. Excepto yo, que ahora me pesaba el agotamiento por el hechizo que había hecho y casi mas me caigo.

_ ¿Qué haces? –Dijo Gabriel sosteniéndome para no caer y me miro mas que confundido- ¿Y la daga que habías sacado recién?

_ ¿De que me hablas? –dije

_ Te vi. Hace un segundo tenias una daga en la mano, exactamente esa que usas como prendedor solo que la habías hecho aumentar de tamaño –dijo él

_ ¿Me puedes llevar a casa ahora? –Dije- No quiero estar más aquí y causar problemas.

Él me soltó, cerrando rápidamente la puerta y tomo las llaves de su auto. Mire un segundo al cielo, la luna menguante no me resultaba muy útil en este momento. Me daba suficientes fuerzas para poder caminar pero aun así me sentía débil. Al menos había utilizado mi daga para hacer el hechizo, no quería ni pensar que hubiera sido de mi si no la hubiera utilizado. Logre llegar hasta el auto de Gabriel pero una vez dentro me desplome totalmente sobre el asiento del copiloto. La maldita debilidad me estaba ganando, necesitaba descansar cuanto antes o caería inconsciente en alguna parte. ¡Que clase de locura había sido hacer un hechizo tan poderoso y sin haber tenido practica! Hasta Nicholas me admitía que ese hechizo le costaba y recordaba haberlo visto varias veces llevarse una mano a la cabeza por la jaqueca luego de haberlo hecho. Y yo ahora que apenas si lograba mantenerme consciente.

_ ¿Qué te sucede? –dijo Gabriel

_ Hice un hechizo demasiado poderoso, eso es todo –dije

_ ¿Te has puesto a pensar en que uno no debe sobre exigirse? –Dijo Gabriel poniendo el auto en primera- Hasta yo lo sé eso. ¿Qué fue lo que hiciste?

_ Nada –dije, apoyándome de costado y cerrando apenas los ojos, él suspiro

_ Se pondrá molesto cuando sepa que interviniste, no le gusta que los demás se entrometan en sus problemas –dijo él

_ Yo no intervine –dije

_ Sabes que no te creo, no te esfuerces. Sé perfectamente que algo hiciste, no tengo idea de que pero estoy seguro de ello –dijo Gabriel

_ Por favor, no le digas –pedí

_ Al menos dime que fue lo que hiciste –dijo él

_ Nada. Solamente espero haber hecho entrar a Raphael en razón –dije

_ Si estuviste afuera todo el tiempo y luego en ningún segundo te quite el ojo de encima –dijo Gabriel- No entiendo como pudiste haberlo hecho.

_ Detuve el tiempo –dije sonriendo débilmente y él clavo el freno de golpe

_ ¡Que! –Dijo mirándome totalmente alarmado- No hay que ser un genio para saber cuanto esfuerzo necesitas para eso.

_ Por eso estoy así –conteste- Fue Alex quien me dio la idea, dijo que hubiera deseado tener mas tiempo y entonces se me ocurrió que así podría hacer entrar en razón a Raphael. Al parecer el tiempo y las clases que tome en el Bella Vista si sirvieron de algo.

_ ¡Estas loca! ¿Cómo se te ocurre detener el tiempo? –continuo él y reí

_ No entiendo por que la gente reacciona de ese modo cuando hago un hechizo poderoso –dije

_ Será por que les preocupas –dijo Gabriel- No sabré nada de brujos pero sé que cuando se hace algo muy poderoso, después quedas totalmente agotado –dijo él y suspiro- Espero que haya servido de algo lo que hiciste.

_ Yo también –dije

_ Entonces muchas gracias. Si de verdad funciona, no sabría como agradecerte –dijo Gabriel- No habría soportado vivir esta situación otra vez.

_ ¿Otra vez? –pregunte

_ Yo estuve en el primer juicio que le hicieron a Alex por traición –respondió él- Él... fue injustamente incriminado, es por eso que no le gusta que otros tomen su lugar cuando el castigo le pertenece a él. Y, nos guste o no admitirlo, la ambición es nuestro peor defecto. El puesto que Alex tiene en realidad no le pertenece y todos estamos conscientes de ello. Sobre todo Raphael, él sabe que el puesto en realidad tendría que pertenecerle a él desde que cumplió los diecisiete y es por eso que se pelean tanto Raphael y Alex. Son muy buenos amigos y todo, pero cuando se presenta la ocasión, Raphael aprovecha para recordar que Alex no debería ser el líder.

_ No lo entiendo –dije- ¿Entonces por que lo es?

_ Por los brujos y por el Consejo, por eso odia tanto a ambos –dijo Gabriel- Un ángel empieza a servirle al Consejo a partir de los trece años. Recién a partir de los diecisiete esta capacitado para ser líder de un grupo. Alex consiguió su puesto apenas teniendo trece años. Quien de verdad debería ser nuestro líder es Christ Engel, que en paz descanse –dijo él haciendo la cruz en el aire- Christ tenia diecisiete años y estaba a punto de ascender a su puesto. Según dicen, él se cruzo con un brujo y fue tras él pero nunca volvió. Según dijo Alex, ese brujo vino a buscarlo a su casa, apareció en su jardín y Christ fue tras él. Alex tenía nueve años cuando eso paso y estaba con su hermano en ese momento. Christ le dijo a él que entrara a la casa y se ocultara, Alex obedeció. El problema es que para el Consejo no existe nada más que la ley y aquel que no la cumple debe ser castigado. A los tres años se sabe que Christ Engel murió en batalla y se empieza toda la investigación entorno. ¿Sabes lo que sucedió? Lo culparon a Alex por ello. Él estaba soportando la muerte de su hermano, había sido el primero en enterarse y encima el Consejo lo culpaba de haber causado su muerte.

_ ¿Por qué? –pregunte indignada

_ Para el Consejo no existe nada más que la ley. Lo culparon a Alex de traidor por no haber ayudado a su hermano contra ese brujo y no haber ido con él. ¡Pero Alex tenía tan solo nueve años! Eso es lo que el Consejo no entiende. No se puede obligar a un niño de nueve años a ir tras un brujo, no importa si ese es joven o no. Pero cuando le hicieron el juicio a Alex, él ya tenia trece y se peleo con el Consejo. Yo estuve presente en su juicio, mi padre formaba parte del jurado. El Consejo acuso a Alex de haber sido un traidor, de no haber ayudado a su hermano, de no haber ido tras el brujo y sobre todo de haber ocultado información por no avisar al instante que Christ había ido tras un brujo. Christ abandono su casa casi a las seis de la tarde. ¿Sabes cuando el Consejo se entero del hecho? Pasadas las nueve de la noche. Alex no aviso al instante, no se por que. Pero durante el juicio el Consejo tuvo muy en cuenta ese hecho. ¿Te imaginas? Lo acusaban de la muerte de su hermano mientras él aun seguía sufriendo por ello. Pero él se defendió, ya viste como es. Le discutió al Consejo, no tienes idea de todas las cosas que les dijo y les hecho en cara.

_ ¿Y entonces que paso? –pregunte y él suspiro

_ El Consejo dijo que si él tenia suficiente edad para mandarlos al demonio, entonces también la tenía para ocupar el lugar que su hermano había dejado y de ese modo pagaría su pena –dijo Gabriel- Lo obligaron a ocupar el lugar de Christ y se negaron a reconocerlo como otra persona. Para el Consejo, Alexander Engel no existe, ni siquiera lo iniciaron. Estas alas –dijo Gabriel mostrándome su llavero- Son la insignia del Consejo y cada ángel las tiene. Se las dan cuando son iniciados y también te dicen cual es tu virtud. A Alex no se las dieron, el collar que él porta en realidad le pertenece a su hermano. Fue todo lo que quedo de él junto con su espada. Para el Consejo Alexander Engel solamente es un ángel traidor que esta pagando su pena. Es por eso que Alex se lleva tan mal con ellos, los odia. Perdió a su hermano y encima el Consejo lo culpo de su muerte, lo separo de su familia, lo obligaron a ocupar un lugar que no le correspondía y se lo recuerdan siempre que pueden. ¿Tienes idea de lo que debe ser cargar con la muerte de tu hermano y que encima te culpen de ello? Alex perdió ese juicio y el verdadero castigo que le hubiera tocado, hubiera sido que le arranquen las alas. Le tuvieron compasión por la edad, solamente por eso, y por que yo lo defendí. Mi padre casi me mata cuando interrumpí el juicio para defenderlo –dijo Gabriel con la vista en el suelo y sonriendo- Para el Consejo solo existe la ley y nada mas. Pero Alex estaba siendo injustamente incriminado y yo lo defendí. Los dos nos metimos en muchos problemas por ello, no puedes hacer quedar mal al Consejo diciendo que se esta equivocando, pero al menos la pena para Alex no fue tan grande. La gente en el Consejo es demasiado tonta, solo se preocupan por si mismos. Había una secretaria que lo llamaba a Alex “mini-Christ”. No tienes idea de lo terrible que era eso. Son tan tontos que se tomaron enserio eso de que Alex ocuparía el lugar de Christ. Y eso para Alex era terrible, era como clavar una y otra vez el puñal en la misma herida. Lo peor es que los demás lo ven como un héroe, como una persona famosa, como alguien que paso a la historia, como el ángel que con tan solo trece años ocupo el puesto de líder que había dejado su hermano. Pero esto en realidad es como una pena a pagar eternamente para Alex, cada segundo que él ocupa ese puesto que no le pertenece y que debería tener su hermano, es un recordatorio de lo que vivió. Y lo peor es que él cree que hubiera podido hacer algo para evitar la muerte de Christ. No entiende que si él hubiera hecho algo, también habría muerto. Las restricciones de edad existen por alguna razón. Un niño de nueve años no puede ir tras un brujo al igual que uno de trece no puede cargar con la responsabilidad que a Alex se le cargo. Y además de todo eso tenemos que agregar a Raphael que, lamentablemente, viene de una de las familias más fieles al Consejo y de las que más hace respetar la ley. Cualquier ángel lo que mas desea es ser líder de su grupo, hasta yo alucino con eso, no lo voy a negar, es por eso que Raphael pelea por que también desea ese puesto. Pero lo que no entiende es que ese puesto para Alex es como una condena, él debe ser el único ángel en el mundo que no desea ser líder y esta atado a ello de por vida. Te agradezco si lograste hacer entrar a Raphael en razón, yo no pude. Si hay algo en lo que pudiera ayudarte, dime.

_ Solamente espero que haya funcionado –dije- De hecho, si hay algo en lo que puedes ayudarme. Encontré el modo de localizar a Nicholas, solamente tengo que reunirme con un brujo que estoy segura que sabe donde esta y me harías un gran favor si me alcanzas hasta la ciudad vecina este fin de semana. Será o el viernes o el sábado.

_ Lo que digas –dijo Gabriel sonriendo- Si salvas a Alex de esta, estaré en deuda contigo el resto de mi vida.

_ Te advierto que podríamos tener algunos inconvenientes. El brujo con el que debo reunirme no es muy fácil de acceder –dije

_ ¿Por qué? ¿Quién es? –pregunto él

_ ¿Conoces a Drake Williams? –dije y él se echo a reír

_ ¿Qué si lo conozco? Mi hermana debe ser la admiradora numero uno de él –dijo Gabriel

_ Pues es un brujo –dije

_ Pobre Is, se pondrá muy mal cuando se entere de ello –dijo Gabriel- ¿Enserio es un brujo?

_ Si. Y también es el mejor amigo de Nicholas, si hay alguien que ahora debe saber donde esta él, ese es Drake –dije- Solamente necesito llegar hasta él y averiguar, del resto puedo encargarme sin problema.

_ Entonces esperas contactar a una estrella de rock, eso no será fácil aun si es uno de los tuyos –dijo Gabriel y me sonrió- Te ayudo.

_ Si lograse recordar su teléfono seria mas sencillo –dije- Hoy estaba tratando de recordarlo antes de que Daniel me interrumpiera y todo esto empezara. Lo siento.

_ ¿Por qué lo sientes? –Dijo él- Tú no tuviste nada que ver. Y sabes algo, hasta fue divertido cuando todos empezamos a decir lo que ocultábamos. Hay cosas que jamás me hubiera imaginado –dijo él y no pude evitar reír

_ ¿Me dirás que sucedió al final con Raphael y Alex? –pregunte

_ Ten –dijo él dándome su celular- Anota tu numero y te tendré al tanto.

Gabriel puso nuevamente el auto en marcha y me alcanzo hasta la casa de Cato. Anote rápidamente mi numero y le devolví su celular. Luego tome el mío y guarde su número. Mire con curiosidad los últimos tres números de Gabriel, me resultaban vagamente familiares y había una vocecilla gritando dentro de mi cabeza que me estaba saltando algo. Entonces reaccione. ¡El numero de Drake! Su teléfono también terminaba con los mismos últimos tres números y ahora lo recordaba perfectamente.

_ Lo tengo –dije

_ ¿Qué? –pregunto Gabriel

_ El número de Drake, ya lo recordé –conteste- Cuando llegue a casa lo llamo y arreglo para encontrarnos.

_ Yo primero pensaría en descansar –dijo Gabriel- Hiciste un hechizo demasiado poderoso y todo por nada.

_ No será por nada si logre hacer recapacitar a Raphael –dije

_ Por alguna razón, tu tienes el extraño don de hacer recapacitar a la gente –dijo Gabriel- Piénsalo bien. Puedes hacer que cualquiera recapacite y tome el buen camino.

_ Quizás estés exagerando –dije sonriendo dulcemente

_ Me dijeron que estaba exagerando cuando dije que no eras una humana y veme aquí, yo tenía razón –dije él- Me he dado cuenta de que tu tienes buenas intenciones e intentas que los demás hagan lo correcto. Eso es bueno.

_ Es lo que mis papas me enseñaron –dije- Supongo que se pondrán muy molestos cuando se enteren que Diana le sirve a Lucifer, sobre todo mi papa.

_ Supongo que si. Si yo tuviera una hija, y esta le sirviera a Lucifer, creo que la mataría –dijo Gabriel- Además, no entiendo que se gana al servirle a Lucifer.

_ Por empezar mas poder –dije- Y después, muchas mas cosas que no tengo idea ni me importan. Yo no pienso darle mi alma.

_ El alma es lo mas sagrado que uno tiene, es lo único que queda luego de la muerte –dijo Gabriel- Yo no entiendo a las personas que entregan sus almas a Lucifer. El alma es lo único que dura para siempre y lo que nos hace sentir y estar vivos, sin ella estaríamos vacíos y no sentiríamos nada.

_ Pero eso no impiden que la gente pierda sus almas –dije- Cato se fue a las grandes ciudades y temo por él y por su alma. Le hice un hechizo de protección pero no servirá de nada si se cruza con un brujo muy poderoso. Sabes, las almas, para los brujos, son como bebidas energizantes. La Secta se dedica a robar almas para alimentarse. Es por eso que más los odio, robar un alma me parece el delito más grande que se pueda cometer.

_ Ojala hubiera mas brujos que pensaran como tu y no le sirvieran a Lucifer –dijo él

_ Lamentablemente la mayoría pertenece a la Secta. Son muy pocos los brujos que no le sirven a Lucifer y yo soy una excepción. Normalmente no existen familias donde todos son brujos, la mayoría de quienes no le sirven a Lucifer son híbridos, hijos de una humana y un brujo. Yo y mi primo somos hijos de dos brujos y no le servimos a Lucifer, debemos ser los únicos dos.

Gabriel se detuvo frente a la casa de Cato y me dispuse a bajar. Tome mis cosas y salí del auto. Casi al instante la debilidad comenzó a pesarme nuevamente y sentí que caería inconsciente en cualquier momento. Di la vuelta al auto y él también bajo para acompañarme hasta la puerta. Busque las llaves en la mochilas y las introduje en la cerradura, abriendo la puerta.

_ Muchas gracias –dije- El día de hoy has sido mi chofer y no se como agradecerte.

_ Basta con que Raphael no mate a Alex y no me deberás nada –dijo él

_ Solo una cosa, no le digas a Alex lo que hice. Se molestara si sabe que intervine –dije

_ No te preocupes, no le diré nada –dije Gabriel- Ya estoy acostumbrado a encubrir unos con otros.

_ Entonces te agradezco –dije sonriéndole- Buenas noches.

_ Adiós Kat –respondió él

Cerré la puerta luego de ver como Gabriel se subía nuevamente a su auto y partía. Deje las cosas tiradas a un lado y lo primero que hice fue dejarme caer sobre el sillón de la sala de estar. Me lleve una mano a la cabeza, disfrutando poder estar recostada totalmente sobre algo y usando el brazo del sillón como almohadón. Realmente estaba mas que agotada. Finalmente, me quede dormida.

El ruido del teléfono de la casa me despertó cerca de las once de la noche. Me levante rápidamente para atender a Cato y suspire de alivio al oír su voz. Primer día, él estaba a salvo, no le había sucedido nada. Le corte luego de asegurarme una ultima vez que todo estaba bien y me dirigí a la cocina. No había comido nada desde el mediodía y me estaba muriendo de hambre. Arme uno de los famosos sándwiches de queso que teníamos con Derek y lo tosté en un santiamén gracias a la magia. Pan, diferentes tipos de quesos, aceitunas, aceite de oliva, sal. Definitivamente sonaba a una improvisación pero no tenia ganas de cocinar a estas horas. Lo único que deseaba era comer y dirigirme a la cama.

Me bañe una vez que termine de comer y disfruté poder estar totalmente limpia sobre mi cama, ya lista para volver a dormir. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando lo recordé. Tome mi celular y vacile durante unos segundos, marque el número. Era una estrella de rock, dudaba mucho que estuviera durmiendo a esta hora. Maldije internamente cuando nadie me atendió y entre en buzón de mensaje pero suspire al ver que no me había equivocado y que este si era el numero de Drake Williams. Le deje un mensaje, diciendo quien era y que tenia intenciones de verlo ya que andábamos por la misma zona. Y por ultimo agregue el detalle de que me llamara si estaba de acuerdo con la idea.

Estire la mano para poder dejar el celular en la mesita de noche y entonces vi en medio de la oscuridad que tenia un mensaje de texto. Me fije hora y destinatario, era de Gabriel y había sido hacia bastante tiempo. Me contuve al leer que mi truquito con Raphael había funcionado y que él había recapacitado todo totalmente. Sonreí, al menos todo este agotamiento que sentía ahora había servido de algo. Deje nuevamente el celular y finalmente pude dormir lo que tanto deseaba.

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