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Capitulo 5: No esperaba esto


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Mire la hora. En poco tiempo serian las cinco de la tarde y yo sabia que debía partir a pesar de que no sabía como. ¿Cómo me iría? No sabía nada, no me habían dicho nada al respecto. Los cinco ángeles estaban en la sala de estar totalmente instalados luego de que hubiera marchado Victoria. Al parecer ella se había atrevido a venir para devolver un libro de ciencias físicas que había encontrado y que al parecer Alex accidentalmente había perdido el mismo día. Aun así, no pude reprimir una sonrisa e hice todo lo posible por no reír cuando me había enterado. Costaba creer que justamente ese libro hubiera terminado misteriosamente en el basurero de la escuela considerando lo mucho que Alex odiaba la materia y a la profesora.

Pero ahora ya no hablaban de eso y a pesar de que todos parecían muy animados, note la tristeza en el rostro de Alex mientras él permanecía parado y con la vista clavada en el suelo. Fue cuestión de un segundo para que los demás notaran lo mismo y clavaran la vista en él. Incluso Raphael dejo su habitual rutina de estar en silencio y mirarme con odio desde su lugar para levantar la vista y mirar con cierta preocupación a Alex.

_ ¿Qué sucede? –pregunto Miguel y Gabriel suspiro

_ Es algo que tiene que ver respecto a tu puesto de líder. ¿No es así? –dijo él y Alex asintió

_ Suéltalo de una vez –dijo Raphael- No puede ser tan malo como lo haces parecer.

_ Si lo es –dijo Alex y suspiro levantando apenas la vista- Miguel.

Casi al instante Miguel se levanto de su lugar junto a mi y Gabriel y fue a pararse frente a Alex. Algo dentro de mi decía que algo no estaba bien, decía a gritos que algo andaba terriblemente mal y no pude hacer mas que mirar con preocupación a los dos. Alex saco una carta del bolsillo trasero de su pantalón y se la tendió a Miguel. Por un segundo los demás parecieron congelados y totalmente pálidos y entonces estuve segura de que algo no estaba bien. Miguel tomo el sobre, vacilo durante unos segundos pero lo hizo. Sonrió, como si estuviera reconfortándose a si mismo. Daniel suspiro.

_ Admito que lo sobrellevas bastante bien –dijo Daniel

_ Sabia que Mateo empezaría a servirle al Consejo tarde o temprano, ya vengo asimilando los hechos hace tres semanas desde que cumplió los trece años –dijo Miguel, siempre portando esa sonrisa tan suya- Además se que no le pasara nada, es muy maduro para su edad.

_ No es por Mateo –dijo Alex y entonces Miguel se congelo

_ Que... ¿Qué quieres decir? –Dijo Miguel- Es el único que esta en edad para comenzar con su servicio y...

_ Abre la carta –dijo Alex evitando su mirada

Miguel obedeció casi al instante y abrió la carta de un modo desesperado. El sobre amarillo cayó al suelo. Sabía lo que esa carta debía de significar, ellos me lo habían explicado varias veces. Al cumplir los trece años, un ángel debía empezar a servirle al Consejo y hacer cumplir su ley. Aun así, sabia que aunque otros ángeles consideraban eso como un honor para el joven, para ellos cinco significaba todo lo contrario. Significaba que un niño de trece años era obligado a comenzar su servicio y a empezar a combatir contra los infractores de la ley. Mi corazón se congelo de tan solo imaginarse a un pequeño ángel de trece años enfrentándose a un brujo, incluso a un vampiro o algún hada. Era simplemente un niño, no podían obligarlo a combatir a tan temprana edad.

Y aun así, algo parecía fuera de lo normal. Miguel leyó la carta y cuando termino dejo caer a un lado su brazo aun sosteniendo el papel. Alex levanto la vista, mirándolo con dolor y apoyando un brazo sobre el hombro de su amigo. Pero él se deshizo bruscamente de su mano y partió corriendo, llevándose la carta consigo. Salio por la puerta de entrada y Alex lo miro con sufrimiento, pero sin intentar detenerlo. Se agacho, recogiendo el sobre del suelo, alisándolo para quitarle las arrugas y lo dejo sobre la mesa. Y aun así, parecía sin vida, totalmente consumido por la tristeza y el dolor. Y los demás también habían comprendido que había algo que no iba bien, que estaba sucediendo algo terrible.

_ ¿Qué le sucedió? –me atreví a preguntar

_ Un ángel nunca llora en publico –dijo Raphael, mirándome fríamente

_ Raphael, no estoy de humor para soportar tus tonterías –dijo Alex dejándose caer sobre un sillón- Por una vez te pido que dejes de lado cualquier odio que tengas contra ella por que no estoy de humor para soportarlo.

_ No lo entiendo –dijo Daniel- Era un sobre amarillo, sabemos lo que eso significa y sabemos que era el hermano de Miguel, Mateo, el que iba a ser iniciado en cualquier momento.

_ La carta no es por Mateo –dijo Alex

_ ¿Y entonces por quien es? –Pregunto Gabriel- Miguel no tiene otro hermano que ya tenga trece años y no sirva al Consejo.

_ Y no tendría lógica creer que... –dijo Raphael y los tres se quedaron paralizados

_ No serian tan desalmados –dijo Gabriel- No serian capaces de hacer algo así ya que iría contra sus propias leyes.

_ ¿Qué decía la carta? –pregunto Daniel

_ Decía –dijo Alex y suspiro, haciendo todo lo posible por hablar a pesar de su dolor- Lo típico de siempre. El mismo texto del honor que es para el Consejo informarles que su hermano será iniciado y todo eso. Pero... No creí que llegaría el día en que vería esto pero el Consejo decidió iniciar a una niña de nueve años.

_ ¡Que! –exclame

Un terrible frío me recorrió y sentí que me quedaba sin aire. No podía ser, no podía creer lo que acababa de escuchar. El Consejo no podía ser tan despiadado como para hacer algo así. ¿O si? Si, puesto que lo habían hecho. No podía imaginarme a una niña tan pequeña ya enfrentándose a alguna criatura. Y aun así trataba de convencerme de que ella no tenía que justamente enfrentarse a alguna criatura que hubiera roto la ley, sabía que eso no sucedería.

_ ¿A dónde la mandaran? –logre preguntar

Me fije en como Gabriel se estremeció de un modo casi imperceptible. Quizás ellos no se atrevieran a preguntar pero yo si. Alex bajo la cabeza, logrando que su cabello color oro ocultara parte de su rostro totalmente dolorido pero aun así respondió.

_ La mandaran a Seattle –dijo él- Para que te des una idea, eso y que la manden al Instituto Bella Vista es lo mismo ya que la inseguridad que hay en Seattle es terrible y muere un ángel por día en esa ciudad.

_ No pueden ser tan desalmados –siguió negando Gabriel

_ Pero lo son –dijo Alex- Ojala la hubieran mandado a un pueblo aburrido, donde no ocurriera nada y no tuviera trabajo que hacer como nos sucedió a nosotros. Pero no fue así. Casi parece que lo hicieron apropósito.

_ ¿Bajo que excusa? –dijo Daniel

_ Bajo la excusa de que Lucy Beitarg fue seleccionada honrosamente para comenzar a servirle al Consejo a tan temprana edad demostrando así lo fieles que son sus servidores y ella tiene el honor de comenzar su entrenamiento con tan solo nueve años y en unos días ya será trasladada a su nueva ubicación para comenzar con su deber. El Consejo se complace en anunciar a sus familiar que ella es una de las pocas afortunadas con empezar su servicio antes de lo debido por su destacamento y excelentes habilidades –dijo Alex sin ocultar su desprecio y entonces levanto la vista- Esto matara a Miguel. Él la quiere mucho, no podrá ver a su hermana de tan solo nueve años comenzar a servirle al Consejo y pronto enfrentarse a algún ser. Y mucho menos si la mandan a Seattle.

_ Me sigue pareciendo desalmado –dijo Gabriel- Ya el hecho de ver a un niño de trece años iniciarse me perturba. ¡Pero a los nueve!

_ No puedo creer la organización a la que sirven –dije

_ Ojala para nosotros fuera tan fácil escapar del Consejo como tu escapaste de la Secta –dijo Alex

_ Pero la diferencia es que tu nunca juraste lealtad ni te iniciaron, simplemente dijiste que no cuando te lo propusieron –dijo Daniel- Para nosotros no es tan fácil. Si dices que si, aceptas servirle al Consejo. Si dices que no, eres un traidor y...

_ Te arrancan las alas –concluyo Alex y me miro de soslayo- Ojala hubiera un modo de ayudar a la hermana de Miguel.

_ ¿No hay nada que podamos hacer? –pregunto Daniel

_ Nada –dijo Raphael- No hay nada que podamos darles a cambio para que no hagan esto y seguramente esto fue una decisión de la cámara alta. Por más que lo intentemos, sabemos que es casi imposible hacer que cambien de decisión.

_ Ya pudimos una vez –dijo Gabriel

_ No. No pudimos ya que la acusación no se quito, simplemente cambiaron el castigo –dijo Alex y se puso en pie, partiendo

_ Lamentablemente tiene razón –dijo Daniel- No importa que digamos, nosotros no podemos cambiar la decisión de la cámara alta. Y además, ya no tenemos tanta credibilidad como teníamos antes luego de lo ocurrido el mes pasado.

_ Sin contar que el hecho de la relación que Alex guarda con el Consejo nos desfavorece bastante –dijo Raphael

_ Aun así yo creo que hay algo que podamos hacer –dijo Gabriel y me miro de soslayo- Una vez Nicholas dijo que era demasiado fácil para él infiltrarse en el edificio principal del Consejo. Quizás pueda meterse y arreglar esta situación.

_ Quizás. Pero el único problema es que no tengo contacto con él desde que partió –dije y baje la vista- No he vuelto a saber de él desde que lo vi por ultima vez. No se donde esta, ni que hace, ni como comunicarme con él. Se ha borrado del mapa y no se por que.

_ ¿No puedes encontrarlo? –pregunto Daniel

_ No puedo encontrarlo si él no quiere ser encontrado –dije y suspire- Mi magia no es mas poderosa que la suya.

_ Lastima –dijo Gabriel- Es muy difícil hacer que la cámara alta cambie de decisiones.

_ ¿No puedes volver a hacer que cambien de decisión? –pregunto Daniel y él negó con la cabeza

_ ¿Ya lo has hecho? –pregunte

_ Fue la cámara alta quien decidió que Alex era un traidor y causante de la muerte de su hermano –dijo Gabriel- Cambiaron de decisión respecto a él.

_ Más bien respecto a cual seria su castigo –dijo Raphael- Pero esta no es la misma situación. La cámara alta no cambiara de decisión respecto a la hermana de Miguel y no hay nada que podamos hacer.

_ Siempre hay algo que se puede hacer –dijo Daniel y se puso en pie, sonriendo- De hecho, tengo una idea. Creo que entre nosotros podemos encontrar un método para salvar a Lucy de tan prematuro servicio, claro, si están dispuestos a colaborar.

Su mirada se paseo entre nosotros, especialmente, entre Raphael y yo. Daniel sabia que la relación entre él y yo no era muy buena, y de hecho, nunca lo había sido ni parecía que seria en un futuro. Suspire, a mi no me importaba tener que trabajar con Raphael por mas que él me odiara.

_ Por mi no hay problema –dije

_ Por mi tampoco –dijo Gabriel

_ ¿Raphael? –pregunto Daniel y tuvieron que pasar varios minutos antes de que él contestara

_ Supongo que tampoco –dijo finalmente y me miro con odio- Pero no esperes que haga equipo con esa bruja. De hecho, no se ni que tiene que ver ella en esto.

_ Quiere ayudar y además no nos viene mal un poco de ayuda extra –dijo Daniel- Gabriel, llama a tu padre y trata de averiguar que es lo que anda pasando en la cámara alta. Raphael, tu familia tiene gran influencia en el Consejo, trata de convencerlos para que hagan algo al respecto. Katherin, trata de encontrar a Nicholas a ver si él puede hacer algo y sino, no se como, pero trata de encontrar un método para ayudar a la hermana de Miguel. Yo armare una declaración respecto a por que no es correcta la decisión que tomaron.

_ No servirá de nada –dijo Alex reapareciendo nuevamente en la sala

Él camino por el lugar hasta apoyarse contra la pared y mirarnos a todos seriamente. Los cuatro lo miramos, prestando atención. Si había alguien que ya se había enfrentado a la cámara alta y conocía como eran sus funcionarios, era él. Y aun así, sentía pena por que justo a él le hubiera tocado dar esta noticia y no dejaba de preguntarme a donde podría haber ido Miguel.

_ Ni aunque lleven el caso a juicio servirá de algo –dijo Alex- La cámara alta esta formada por un circulo muy cerrado de personas y su decisión no cambiara por lo que digan o hagan un par de personas. No los escucharan no importa lo que digan, para el Consejo ustedes están en el escalón mas abajo. Además, si quieren hacer que la cámara alta cambie su decisión deben convencer a todos y cada uno de los miembros. El voto debe ser total y no solamente la mayoría. No importa lo que hagan, no hay modo de que convenzan a los doce miembros.

_ Oye Kat. ¿Sabes hacer algún hechizo para manipular a las personas? –Pregunto Daniel- Quizás si nos acercamos lo suficiente a ellos...

_ Las reuniones de la cámara alta se realizan en un salón cerrado y con máxima seguridad –dijo Alex- Cada miembro de la cámara alta pasa por un control especifico para asegurarse de que ninguno esta hechizado. El control tiene un 99,9% de efectividad.

_ ¿Y cual es la falla? –pregunto Gabriel

_ Los dones –respondí al comprenderlo- El Consejo no sabe que cada brujo posee un don y además, no es magia lo que se utiliza con ello. El control no puede detectar si alguno de los miembros esta siendo influenciado por el don de un brujo por que no esta hechizado.

_ Así es –dijo Alex- Pero aun así es ya muy difícil llegar hasta los funcionarios. Ellos se reúnen en un cuarto antes de cada reunión, ahí discuten y luego salen para someterse al control. Luego pasan a tomar su lugar en el estrado. En el mismo salón donde realizan sus reuniones también se realizan sus juicios y las declaraciones de nuevas leyes. No se puede entrar ahí a menos que tengas un permiso especial. Además, necesitaríamos la autorización de un superior para poder estar presente en alguna reunión de la cámara alta. Mas bien ustedes, yo tengo prohibida de por vida la entrada a ese lugar. Otro de los muchos términos del Consejo por cambiar mi castigo.

_ Aun así podríamos buscar a Devang. Su don es mental, apuesto a que sabe como controlar a las personas gracias a su don –dijo Daniel

_ Y ya dejo en claro una vez que no le era problema infiltrarse en el Consejo. Piénsalo, fue la mano derecha de Lucifer, es uno de los brujos mas poderosos que existe –dijo Gabriel- Yo creo que podría con esto.

_ El problema es que Nicholas decidió desaparecer del mapa –dijo Alex- No sabemos que fue de él. Ni siquiera sabemos si sigue vivo. Es muy probable que el encapuchado también este tras él ya que lo debe considerar un traidor.

_ El encapuchado no esta tras Nicholas, él ya cumplió la función en su juego –dije- Aunque no me parece raro que él se haya borrado del mapa.

Suspire tristemente, recordando la última vez que lo había visto. Nicholas había decidido vivir sin alma, había preferido eso antes que servirle a Lucifer. Pero hasta yo sabia que eso no estaba bien. No se podía vivir sin alma y sin nada que te sostuviera. Y por más veces que había intentado comunicarme con él, jamás había tenido respuesta y ahora ya no sabía nada de él.

Algo interrumpió mis pensamientos, una presencia. Levante la cabeza, mas que sorprendida al sentirla y sabiendo de donde venia. Hacia tiempo que no sentía aquella presencia pero sabia que podría reconocerla en cualquier parte. Y aun así, no podía terminar de asimilarlo. Aun estaba sorprendida.

_ La puerta –dije

Ellos me miraron sin comprender. Casi al instante el timbre sonó y no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro. Gabriel se puso en pie y fue hacia la entrada para abrir la puerta. Pero cuando lo hizo, no había nadie en la puerta y miro aun más confundido el exterior. En ese momento escuche un cascabel y un gato se coló entre sus piernas. No pude hacer mas que ponerme en pie y sonreí al ver al magnifico gato siamés que acababa de entrar. Me pare frente a él, hice una reverencia y él se detuvo. Se sentó en el suelo, tomando una pose majestuosa y moviendo elegantemente la cola.

_ ¿Qué es eso? –pregunto Daniel

_ Un amigo –dije y sonreí al ver al gato- Oh mon petit prince. Mais qu´est ce que tu fais là ? C´est mon père qui t´as envoyé me chercher ?

_ ¿Francés? –pregunto Alex mirándome incrédulo

_ El gato es francés, no entiende otro idioma –dije con indiferencia

_ ¿Me puedes explicar que hace aquí ese gato luciferino? –pregunto Raphael, molesto

_ Tienes suerte de que solo entienda francés sino ya te estaría desgarrando el rostro –dije- No es un gato luciferino, además, si no me equivoco lo envió mi papá. C´est vrai ça ? C´est mon père qui t´as envoyé ?

El gato asintió majestuosamente y luego continuó con su elegante caminar. De un salto se paro sobre la mesa de la sala de estar y volvió a sentarse como si estuviera en su trono. Miro a los ángeles, esperando, y luego su expresión cambio a disgusto. No pude evitar reír y me acerque a él. Los ángeles miraron al gato totalmente incrédulos, sin saber que era lo que le sucedía.

_ Ils ne savaient pas qui tu es, c´est ça –dije

El gato cerró los ojos y miro para otro lado, guardando su orgullo y su dignidad. Contuve la risa para no ofenderlo pero aun así no pude evitarlo. Pero él no estaba molesto conmigo, estaba molesto con ellos por no mostrarle el respeto que él esperaba.

_ Creo que lo ofendieron –dije

_ ¿Qué? –Pregunto Gabriel- Si no hicimos nada, no puede ofenderse un gato así no más.

_ Ese es el problema, no hicieron nada –dije y sonreí- No hicieron nada y se ofendió.

_ ¿Quién demonios se cree que es ese gato? –Dijo Raphael- No puede ofenderse de ese modo sin razón alguna.

_ ¿Quién es ese gato? –pregunto Daniel

_ ¿Recuerdas al príncipe Luis Carlos de Francia? –pregunte y todos se quedaron atónitos

_ Estas bromeando –dijo Raphael- Ese gato no puede ser Luis XVII, heredero del trono de Francia.

_ Lo es –dije- Se ofendió por que no hicieron ninguna reverencia ni nada. Será un gato pero sigue teniendo bastante orgullo y dignidad.

_ ¿Enserio es el príncipe Luis Carlos de Francia? –pregunto Daniel y asentí

_ Déjame adivinar –dijo Alex- Uno de los gatos que debe tener tu padre.

_ Así es –dije- No me parece extraño que hubiera enviado al príncipe a buscarme. Aunque hubiera preferido que enviara a Voltaire, él es más sociable.

_ ¡Que! –Exclamo Gabriel- ¿Me estas diciendo que también conoces a Voltaire?

_ También a Shakespeare, Cristóbal Colon, George Washington, Isaac Newton, Albert Einstein, Eugenio Delacroix –dije, contando con los dedos mientras pensaba- Son demasiados, no los recuerdo todos ahora.

_ Cielo santo, y yo creía que esto no podía ser mas loco –dijo Daniel- ¿Pero enserio son ellos?

_ Si. Son sus espíritus y almas. La mayoría del tiempo se muestran como gatos pero a veces se dejan mostrar con su verdadera apariencia, aunque solamente frente a los ojos de mi familia –dije- Le sirven a mi papá.

_ ¿También conoces a Moliere? –Pregunto Gabriel y asentí- ¿Algún día podrías presentármelo?

_ Claro, él es genial, me divierte mucho verlo actuar sus obras –dije sonriendo

_ Esto es una locura –dijo Raphael, tirando la cabeza hacia atrás

Entonces el gato maulló una sola vez. Fue un maullido simple, pero con gran autoridad, como si se tratara del mismo rey en su época y estando en su trono frente a sus súbditos. Incline la cabeza de lado y lo mire con curiosidad. Él levanto majestuosamente una pata y la golpeo contra la mesa como si estuviese indicando algo. Enseguida supe a que se refería y chasquee los dedos. En un segundo aparecieron una hoja y un tintero sobre la mesa. El gato me miro de lado, dedicándome una especia de sonrisa y luego saco una uña. Elegantemente la metió en la tinta y luego comenzó a escribir, siempre guardando su perfecta postura.

_ Estoy empezando a creer que Miguel tiene razón, las cosas de los brujos son geniales –dijo Daniel

_ Lastima que él no este aquí para verlo –dijo Alex y suspiro- Le hubiera gustado pero no estoy seguro ni de cuando volverá.

_ ¿También conoces a Alexandre Dumas? –continuo Gabriel con su interrogatorio respecto a escritores

_ Si, también –dije

_ ¿Victor Hugo?

_ Si

_ ¿Edgar Allan Poe?

_ Conozco a cualquiera que se te ocurra –dije- La cantidad de gatos que tiene mi padre es casi tan infinita como su biblioteca.

_ Supongo que no se puede esperar otra cosa del brujo mas poderoso del mundo y de los tiempos hasta ahora –dijo Alex- ¿Y por que envió al gato a buscarte?

_ Por que mi papá le dio un poder a cada gato suyo –dije y sonreí- Es algo así como cada brujo tiene su don. En el caso de este gato, tiene el poder de transportarse y transportar a los demás.

_ A veces creo que las cosas no podrían ser mas extrañas pero se superan a si mismas –dijo Daniel y se levanto, haciendo una reverencia frente al gato- Pardonnez-nous, prince, par notre manque de respect.

El gato levanto la cabeza, feliz de que al fin fuera reconocido y dejo de escribir. Con una pata me paso la hoja y rápidamente la tome. Leí con facilidad la escritura del joven príncipe en cursiva. No me sorprendía, era exactamente lo que yo había creído. Él tenía órdenes de mi papá de llevarme de inmediato ya que mi mamá quería verme cuanto antes. Suspire, doblando el papel y guardándomelo en mi bolsillo.

_ Debo irme –dije

_ Una pregunta mas –dijo Gabriel- ¿Tu padre tiene algún gato que sea ángel?

Me quede helada, jamás había pensado eso. Jamás había creído posible que uno de los gatos de mi papá fuera un ángel. Y aun así, ahora tenia la certeza de que al menos uno debía haber. Sacudí la cabeza, quitándome esos pensamientos de la mente para no confundirme aun más. En todo caso se lo preguntaría cuando lo viera en cuestión de minutos, tenia mucho que preguntarle.

_ No conozco a todos los gatos que tiene mi papá –termine por responder

_ Perfecto, la bruja se larga –dijo Raphael echándose hacia atrás en el sillón- Tranquilidad nuevamente por unos días.

_ Ya quisieras Raphael –dijo Alex sonriendo- Aun no termina el año y la casa esta bastante sucia. Creo yo que deberías limpiarla toda, después de todo, eres encargado de todas las tareas que apostamos hasta fin de año.

Raphael maldijo por lo bajo, llevándose ambas manos a la cabeza y reprimiendo un grito. Alex rió, poniéndose en pie. Al instante el gato comprendió que ya era hora de irnos y bajo de la mesa con un perfecto salto. Camino con la cabeza en alto, elegantemente como el rey que se consideraba y paso a un lado de Gabriel. Él lo miro con incredulidad pero luego le abrió la puerta para que pudiera salir.

_ Te veremos cuando vuelvas –dijo Daniel dedicándome una sonrisa

Le devolví la sonrisa. Mire a Raphael un segundo, sintiendo que debía despedirme de él también pero él ni siquiera se molesto en mirarme. Miro con orgullo hacia otro lado, deseando que ya me fuera y haciendo todo lo posible por no mostrar la felicidad que sentía por mi partida. No me parecía extraño. Yo también estaba ansiosa por ya no tenerlo cerca. Me di vuelta y Gabriel me sonrió, pasándome un brazo por la espalda y estrechándome contra él.

_ No te olvides de que debes presentarme a Moliere un día –dijo él sonriendo y entonces susurro en mi oído- Suerte con lo que vayas a hacer.

_ Gracias Gabriel –susurre

Él me soltó y nos miramos durante unos segundos. Se sentía bien poder compartir con alguien mi secreto y saber que él me apoyaba. Nos sonreímos una última vez. Alex me acompaño hasta la puerta. El gato ya estaba sentado elegantemente afuera sobre la tierra, esperando majestuosamente a que yo fuera con él. Suspire y me di vuelta para despedirme de Alex. No quería irme tan temprano, me hubiera gustado quedarme unos días más aquí pero no tenia otra opción. Él sonrió, mirándome con diversión.

_ ¿Ya has pensado que les dirás a tus padres respecto al corte que tienes en el rostro? –pregunto él

Atónita me lleve una mano al rostro, aun sintiendo el corte. No, no había pensado en que les diría a mis padres como excusa de por que tenia ese corte. La sonrisa de Alex solo se ensancho al ver en mi rostro que tenia razón y me tomo con dulzura. Lentamente fue besando mi rostro, todo a lo largo del corte y sentí como este se desvanecía sin dejar rastro. Finalmente sus labios se encontraron con los míos y por un momento cualquier voluntad de irme se quebró totalmente. Sentí sus manos deslizarse alrededor de mi cintura y tomarme con fuerza para no dejarme ir. Y por un segundo me olvide totalmente de que tenía que irme. Hasta llegue a olvidarme de la presencia de los demás, solo quería seguir besándolo eternamente. Y aun así, estaba sorprendida, él jamás me había besado en presencia de los demás ángeles. No pude hacer más que sonreír cuando me separe de él, aun teniendo mis brazos alrededor de su cuello y sin querer soltarlo.

_ Admito que te echare mucho de menos –dije

_ No tanto como yo a ti –dijo Alex- Aun así, quizás tenga suerte y te vea antes de año nuevo.

_ Eso espero, no soportaría durante mucho tiempo convivir nuevamente con mi hermana –dije- Quizás algún día haga una escapada a New York.

Él sonrió, besándome nuevamente y entonces me soltó. Me agache para tomar mi mochila. Lo mire una ultima vez, realmente no quería pensar que no lo volvería a ver hasta año nuevo. Me di vuelta y una parte de mi me detuvo, diciendo que me faltaba despedirme de alguien. Casi espere encontrarme con Miguel, viéndolo sonreír ampliamente como todos los días y abrazándome fuertemente. Pero no, él no estaba, ni siquiera estaba segura de si volvería. El gato maulló, aun guardando su elegancia pero mostrando que ya estaba empezando a impacientarse y debíamos partir.

_ Dile a Miguel que lamento no poder despedirme de él –dije y tome mi collar- Y veré si puedo encontrar un modo de ayudar a su hermana.

Alex asintió, sabiendo a que me refería. Quizás Solcius pudiera hacer algo al respecto, quizás, con un poco de suerte, lograría impedir el destino de la hermana de Miguel. Suspire, parándome frente al gato. Sus ojos resplandecieron como si fueran blancos y entonces ya no estábamos en el mismo lugar.

Caí de cuclillas en la acera, apoyando una mano contra el suelo para no caerme. Un frío viento me recorrió luego del viaje y entonces abrí los ojos, viendo que ya no estaba en el pueblo. Me levante, mirando con incredulidad que ya era la noche en Boston y entonces parpadee varias veces antes de reconocer el lugar en donde estaba. Reconocí más que feliz la bella ciudad de Boston y una sonrisa se grabo en mi rostro. Estaba frente a mi casa. Un antiguo edificio de ladrillos entre otros. A mi mamá siempre le había gustado mantenerlo así, con aires de otros tiempos. Veía la luz a través de las ventanas y cerré los ojos, concentrándome y escuchando como mi papá estaba tocando el piano dentro. Sonreí, estaba en casa.

Subí los escalones hasta la puerta y el gato me siguió. Me detuve un segundo y vacile, me habían pasado muchas cosas desde que había abandonado esta casa. Respire hondo y me atreví a tocar la puerta. El silencio absoluto se produjo en la casa y lo único que escuche fue el repiquetear de los tacones en el pasillo hacia la entrada. Una mujer me abrió la puerta. Ella tenía el mismo cabello que Diana, oscuro y ondulado, cayéndole más allá de los hombros. Y los mismos ojos que yo, de un extraño color que se confundía entre el azul y el gris. Me sonrió ampliamente al dejarme entrar y me quede mirándola. Su rostro siempre me había parecido en cierto modo angelical, pero era mi mamá, no podía esperar otra cosa.

Simplemente no pude resistirlo más y deje tiradas todas mis cosas, echándome a sus brazos y abrazándola fuertemente. Habían pasado muchas cosas desde la última vez que la había visto. Había vivido demasiadas situaciones difíciles y más de una vez había deseado sentir su calido abrazo. Sentí mis ojos llenarse de lagrimas pero hice un gran esfuerzo por contenerla y termine por borrarlas. Tenia que explicarle demasiadas cosas antes de empezar a hablarle sobre mi rara capacidad de poder llorar.

_ ¡Mamá! –exclame totalmente emocionada

_ Te extrañe mucho hija –susurro ella en mi oído

Escuche los pasos detrás de nosotras y casi al instante solté a mi mamá. Mire al hombre que se paro detrás de nosotras. Él tenía el cabello del mismo color caramelo que yo pero tenía esos ojos oscuros que a veces parecían rojos con la luz, idénticos a los de Diana. Salte a sus brazos sin dudarlo y él me levanto con gran facilidad. También había extrañado mucho a mi papá. Me había torturado terriblemente a mi misma cuando había estado encerrada por ser su hija y no saber que hacer en ese momento. Pero ahora que lo tenía cerca y lo estaba abrazando, sentía que nunca más volvería a dudar respecto a que debía hacer en situaciones difíciles.

_ Estas a salvo pequeña –dijo él y me bajo

_ No tienen idea de cuanto los extrañe –dije- Tengo muchas cosas que contarles. Anduve metida en demasiados problemas pero también, gracias a ello, conocí gente increíble. Creo que si tuviera la oportunidad, no cambiaria nada de mi pasado.

_ ¿Por qué estas tan pálida y tan fría? –pregunto mi mamá e hice una mueca

_ Caroline, creo que ella tiene muchas cosas que decirnos antes de llegar a ese punto –dijo mi papá y me miro sonriendo- ¿Quieres chocolate caliente? Recientemente hecho por tu madre, esta exquisito.

_ Me encantaría –dije

Mi mamá partió, yendo a buscar el chocolate caliente. La entrada de mi casa no daba a nada más que un largo pasillo con varias puertas a habitaciones. A la derecha estaban las escaleras que llevaban al segundo piso. Y a la izquierda, la entrada a la sala de estar. Seguí a mi papá hasta ahí y ambos tomamos asiento en un sillón, el uno al lado del otro. Fue cuestión de segundos que mi mamá regreso con una bandeja y dos humeantes tazas de chocolate caliente. Ella tomo asiento frente a nosotros mientras comía una de las galletas que había traído.

_ ¿Y bien? –Pregunto ella- Hace más de un año que no te vemos. De hecho, ya perdí la cuenta de cuando fue la última vez que te vi.

_ Fue hace mucho mas de un año –dije sonriendo, no podía evitar estar feliz por volverlos a ver- Hasta fueron mas de dos años. Desde que partí al Instituto Bella Vista que no los veo.

_ Nos tendrás que contar todo –dijo mi mamá- Sabemos que algo sucedió en ese lugar, no somos tontos.

_ Solamente me metí en demasiados problemas –dije y suspire, sabiendo lo que vendría- Nicholas era la mano derecha de Lucifer.

En ese momento mi papá escupió todo el chocolate caliente que estaba tomando y mi mamá se molesto con él antes de hacer un hechizo y limpiar el liquido volcado, dejando el suelo mas que resplandeciente. Mi papá se puso en pie casi de un salto y pude ver la furia en sus ojos. Respire hondo, cansada. No era que temiera contarles, simplemente sabia que mi papá no me escucharía mientras hablara y hasta llegue a pensar que no valdría la pena intentarlo.

_ Me interrumpes y te cayo –dije mirándolo seriamente- Ya he pasado por demasiado como para no atreverme a hacerte algún hechizo.

_ Pues entonces comienza a contar antes de que la furia me sobrepase –dijo él

_ El Instituto Bella Vista es un lugar controlado por Lucifer. Todos los que asisten a ese lugar son sus servidores. Entre siendo bruja por lo que pude estar un tiempo de prueba en ese lugar. Cuando se reunieron para iniciarme y hacerme jurar a Lucifer, dije que no –dije tranquilamente- Luego huí. No hay nada más que necesiten saber. Pedí de mudarme con Cato por que sabia que ahí podría recomenzar sin problemas y así fue. Si volvía aquí, era obvio que ellos vendrían a buscarme. Por alguna extraña razón Lucifer esta obsesionado con tenerme. Lo que me lleva a que tengo demasiadas preguntas que hacerles.

_ Ya me lo imaginaba –dijo mi mamá

_ ¿Y el brujo que te llevo? –pregunto mi papá, molesto

_ Nicholas es bueno, me ayudo e hizo mucho por mí. No me ha hecho nada malo –dije, decidí omitir el hecho de que en algún momento su alma había estado corrompida por Lucifer- Pero ya no salgo con él.

_ Perfecto –dijo mi papá

Reí dulcemente, ese último comentario lo había tranquilizado totalmente. En ese instante tocaron la puerta y mi mamá fue a recibir al nuevo visitante aunque yo ya sospechaba quien era. Me puse en pie, lista para enfrentarme con la llegada de mi hermana. ¿Qué tan malo podía ser? Después de todo, ella tenía peores cosas que contarles a nuestros padres. Mi mamá fue la primera en volver al salón, seguida de Diana. Ella vestía un largo abrigo y portaba una bufanda alrededor del cuello.

_ Buenas noches hija –dijo nuestro papá

_ Buenas noches padre –respondió ella tranquilamente

Ella siempre había sido muy distante con ellos, se limitaba a tratarlos educadamente y nada más. Tranquilamente Diana se deshizo de su abrigo, dejándolo sobre un sofá y comenzó a desenrollar su bufanda alrededor de su cuello. Sentí que aquí se acababa toda paz cuando ella termino de quitársela y dejo su piel al descubierto. Nuestra mamá sofoco un grito de espanto y nuestro papá dejo caer su taza de chocolate aunque la detuvo justo antes de que se hiciera añicos contra el suelo. Diana aun tenía todo el cuello destrozado por el alambre de púas. Palidecí y temblé al recordarlo todo por más que la parte malvada en mi interior sonreía con gusto.

_ ¿Me puedes explicar que demonios te ha sucedido? –exclamo nuestra mamá totalmente horrorizada

_ ¿Esto? Fue tu otra hija, madre, quien me lo hizo –dijo Diana y me miro con odio- ¡Maldita! ¡Me has dejado el cuello totalmente destrozado al igual que tus manos!

_ Mis manos están perfectamente bien –dije, sonriendo al mostrarlas sin ninguna herida

_ ¡Por que sales con un ángel! Sino estarías igual que yo –dijo Diana

_ ¡Que! –Exclamo nuestro papá y luego me miro- ¿Sales con un ángel?

_ No estarías herida de no ser por que me atacaste –dije ignorando totalmente a nuestro papá- ¡Fuiste tu quien vino y me ataco!

_ ¡Me atravesaste con tu daga! ¡Casi más me matas! –Dijo ella totalmente enfurecida y camino unos pasos hasta estar frente a mi- Tu y tu maldito novio solamente me han dejado miles de heridas.

_ Y el tuyo me ha ataco esta tarde a mi y a mis amigos –dije molesta- ¡Maldita bruja!

_ ¡Estúpida bruja! –exclamo ella

_ ¡Basta! –grito nuestra mamá

De pronto ya no pudimos movernos por más que lo intentamos y tampoco pudimos hablar. Nuestra mamá se interpuso entre nosotras y extendió sus brazos a ambos lados, separándonos. Aun así, eso no impidió que mirara con odio a Diana al igual que ella a mí. Seria muy difícil que me olvidara de lo que ella había hecho. Aun seguía grabado en mi mente el instante en que ella lo había atravesado en el corazón con su daga y jamás podría olvidarme de mi dolor al temer que moriría.

_ ¡No van a discutir de ese modo en mi casa! –Exclamo nuestra mamá y luego suspiro para tranquilizarse- ¿Quién ataco a quien y con que?

Sentí como el hechizo se desvanecía y por más que tuve ganas de tirarme sobre Diana y ahorcarla con mis propias manos me contuve. Ella también me miro del mismo modo, deseando abalanzarse sobre mí y matarme pero también se contuvo. Nos quedamos en silencio, mirándonos con odio y fue ella quien hablo.

_ Fue ella quien salto a mi espalda y me ahorco con un alambre maldito –dijo Diana, bajándose el cuello del jersey para mostrar totalmente su herida- Ella tendría las manos del mismo modo. ¡De no ser por que sale con un maldito ángel y este le curo las heridas!

_ No es mi culpa –dije con indiferencia- Pero no mientas maldita, fuiste tu la primera en atacarme y sin razón alguna. ¡Intentaste matarme primera!

_ Si Alexander no se hubiera interpuesto... –mascullo mi hermana

_ Basta, las dos están castigadas por intentar matarse la una a la otra –dijo nuestro papá- Sin magia por una semana.

_ ¡Que! –Exclame- No es justo, yo tan solo me defendí. Fue ella quien me ataco primera. ¿Por qué no dices la verdad maldita? ¿Por qué no dices que alguien fue quien te mando a buscarme y tú simplemente obedeciste? No solamente me quisiste matar e intentaste de llevarme ante ese encapuchado sino que también casi matas a Alex.

_ Lastima que siga con vida –dijo Diana- Aunque admito que tiene una gran resistencia. No creí que alguien pudiera mantenerse tanto tiempo en pie teniendo una marca maldita.

_ Un momento –dijo nuestra mamá- ¿Le hiciste a un ángel una marca maldita?

_ Casi dos –dije y mire seriamente a Diana- ¡Y encima te atreviste a jugar con él y con los demás!

_ ¿Demás? –pregunto nuestro papá

_ Creo que tienes mucho que contarles Katherin –dijo Diana

_ ¿Quieres empezar tu? Por que también tienes bastante que contarles –dije

_ Es amiga de cinco ángeles –dijo Diana, mirándome- Servidores de una organización llamada el Consejo. Y, sale con el líder de ellos.

_ Es la novia de la mano izquierda de Lucifer –dije, mirándola también- Le juro lealtad y es su servidora. Ese maldito me quiere y por eso la mando tras de mi.

_ Al diablo con esto. Diana, vienes conmigo –dijo nuestro papá- Katherin, ve con tu madre. No puedo creer en lo que se han metido y no tienen idea de con que andan jugando.

_ Yo si la tengo –dije y sonreí maliciosamente, aun teniendo la vista clavada en Diana- El Consejo es una organización fundada a la cual pertenecen todas las especies excepto los brujos. Tienen leyes que dictan y los ángeles son sus servidores, encargado de hacer respetar esa ley. Los directivos son los miembros de la cámara alta según tengo entendido. El servicio de un ángel es obligatorio a partir de los trece años. Aunque también están las reglas internas del consejo, dividas en grupos. Las reglas del primer grupo no se pueden romper, se castigan bajo la pena de traición y se le arrancan las alas al ángel. Las tres primeras reglas del primer grupo son: no interferir en la salud de otro ser, no ocultar información que el Consejo considere vital y un brujo debe ser eliminado apenas sea detectado. No creas que no se con que ando metida.

_ Esta bien, quizás si sepas –dijo nuestro papá- Pero aun así estas jugando con fuego. Un servidor del Consejo te matara apenas te identifique.

_ Sin embargo no lo hizo –dije y le sonreí dulcemente- Supo que era una bruja desde el primer instante y aun así no me hizo nada. Ninguno de ellos me quiere matar o entregar al Consejo realmente. Se han dado cuenta que sus leyes se equivocan luego de conocerme. Ellos cinco son mis amigos y hasta me han protegido de todo mal que me ha asechado.

_ Hicieron alianza con una bruja –dijo nuestra mamá, pensativa- Ellos son rebeldes.

_ Supongo que si –dije y ella sonrió

_ Aun así eso no cambia el hecho de que ellas se han metido con gente que no deberían –dijo nuestro papá

_ Adrian, yo también de joven sabia que el Consejo no tenia la razón pero no puedes decir que no a menos que quieras que te arranquen las alas –dijo nuestra mamá y me miro con compasión- Supongo que luego de haber convivido un tiempo con ángeles te habrás dado cuenta de algo Katherin.

_ Mi sangre no es totalmente la de un brujo, no es oscura sino que roja –dije- Disfruto de la velocidad y el aire chocando contra mi rostro al igual que ellos. El sol causa en mí lo mismo que en los ángeles. Soy tan rápida como ellos y hasta puedo sentir sus presencias. Y sonara extraño, pero mi mano derecha es como la de un ángel. Puede resultar herida de una marca maldita por tocar un instrumento maldito, pero también puede atacar a un brujo y dejarle la herida como si lo hubiera atacado un ángel.

_ Eso es por que eres mitad ángel –dijo nuestra mamá- Ambas lo son, lo heredaron de mi.

_ La sangre del caballero y la sangre del brujo –dije totalmente atónita al comprenderlo- Tu eres un ángel.

Capitulo 4: Heridas pasadas


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Suspire y me apoye contra la pared una vez que termine de armar mi mochila. El señor Folleman había dicho solo lo necesario, eso seria fácil considerando que iba a mi verdadera casa y la mayoría de mis cosas estaban ahí. Además, había sido demasiado sencillo ya que no era mucho lo que debía llevar. Mi daga, mi libro, su pluma, mi celular y guantes. No necesitaba nada mas, podía sobrevivir con eso solo y además tenia toda la ropa en mi casa. Estaba feliz de volver a ver a mis padres, aunque fueran unos días. Pero a la vez temía por todo lo que había aprendido todo este día, por saber que la muerte me acechaba a cada segundo y necesitaba demandarles muchas explicaciones a mis padres. Sol y Luna habían desaparecido apenas les había dicho que volvíamos a Boston. Habían saltado por la ventana y no las había vuelto a ver. Pero sabía que las vería pronto, quizás mas pronto de lo que imaginaba.

Tome la mochila de arriba de mi cama y mire la habitación. No me olvidaba de nada importante, nada que pudiera llegar a necesitar. Y además, en todo caso, podría hacerlo aparecer frente a mi cuando lo necesitase si era que me estaba olvidando algo. Baje las escaleras y deje la mochila a un lado de la puerta. Realmente había hecho rápido, hacia menos de una hora que había dejado la escuela y aun así no podía irme ahora.

Logre hacer algo de tiempo mientras lavaba y guardaba los platos sucios que había en la cocina. Le escribí una carta a Cato, triste de no poder despedirme en persona ya que él hoy trabajaba hasta tarde. Pero según me habían dicho, mi papá ya se había ocupado de cubrir el asunto con Cato. Casi me sentía mal por abandonarlo de este modo luego de haber pasado todo este tiempo viviendo en su casa por lo que me había sucedido. Me puse en pie y deje la carta en un lugar del cual estaba segura que la vería. Al lado de la cúpula que contenía su queso favorito. Sonreí una última vez antes de darme vuelta y salir de la cocina.

De pronto la sala de estar me pareció increíblemente sombría cuando estuve en ella. El ambiente estaba helado y un frío me recorrió todo el cuerpo a pesar de lo abrigada que estaba. Las cortinas estaban cerradas por lo que la sala estaba totalmente a oscuras y vacile al dar cada paso. Había un extraño aroma en el aire y algo crujió bajo mi pie. Me agache, recogiendo el machacado pétalo de rosa del piso y quedándome sin aire. Estaba totalmente oscuro y seco, como si hubiera sido quemado o algo así. Lo tome fuertemente con ambas manos y seguí caminando, temiendo. Sentí algo pasar por detrás de mi y me estremecí. Corrí hasta la entrada para tomar mi mochila y sacar mi daga pero esta ya no estaba ahí. Me detuve en seco, viendo que no habría nada que pudiera utilizar. Y aun así, por más que mire, no había nadie en la habitación.

Me sentí palidecer al ver mas pétalos en el suelo y los seguí, teniendo mis manos listas a ambos lados y ya concentrada para hacer algún hechizo en caso de necesitarlo. Los pétalos seguían y conforme avanzaba parecían que estaban menos muertos y recuperaban su vitalidad. Finalmente los pétalos se acabaron y me detuve frente a una pared. Mire el estante sobre esta, conteniendo pétalos en perfecto estado y vi el gran espejo que había frente a mi. Tire los guantes a un lado y me permití tocar los pétalos que había sobre el estante. Casi al instante sentí una fría presencia detrás de mí y un detestable aroma a rosas invadió todo el ambiente. Levante la vista y sofoque un grito al ver el reflejo del encapuchado detrás de mí. Él sonrió, como de costumbre.

_ Tic, toc, tic, toc, tic, toc, se esta agotando el tiempo –dijo

No pude responder. Un terrible dolor me invadió y grite. Levante la vista horrorizada y vi mi reflejo en el espejo. Había un corte que surcaba la mitad de mi rostro. Por unos segundos me sentí confundida y luego reconocí el corte que Nick me había hecho y que ya se había curado. Otro dolor me invadió y grite. Mire mi brazo mas que aterrorizada viendo el corte que volvía a estar a lo largo de él. Nuevamente otro dolor más pero mucho más intenso. Mis piernas me fallaron e hice lo que pude para mantenerme en pie. Baje la vista, viendo como reaparecían las terribles heridas que alguna vez me había hecho en el abdomen. Sentía las lagrimas rodar por mis mejillas ante el terrible dolor y como apenas podía mantenerme en pie sin gritar. Era como si todas las heridas que había sufrido volvieran a aparecer y volvían a causarme el mismo dolor. Y sabía que aun faltaba la peor.

Me gire, haciendo todo mi esfuerzo por continuar en pie y no seguir gritando de dolor. Apreté los dientes para poder soportarlo y le eche una mirada de odio al encapuchado. Él rió, más que a gusto y nuevamente volvió a sonreírme. El dolor me resultaba demasiado intenso. Las lágrimas salían de mis ojos sin control y mis manos presionaban contra mi abdomen tratando de detener la sangre de las heridas. ¡Y pensar que una de esas heridas casi me había sido mortal! Habían sido hechas con tijeras. Todos los cortes que ahora tenía nuevamente habían sido hechos con tijeras o metales.

_ ¿Por qué me haces esto? –pregunte apenas pudiendo hablar

_ Supuse que no te vendría mal mostrarte lo que tu haces al tocar a los demás con malas intensiones –dijo él tranquilamente y mi dolor se intensifico- Esto es lo que tu les haces a los demás. Les hace revivir algo y les intensificas las sensaciones.

Él levanto una mano en el aire y la cerro como si estrujara algo. Grite al sentir como el dolor aumentaba aun más y mis fuerzas ya comenzaban a fallarme. Finalmente el encapuchado sonrió y dio su golpe final. Grite tan fuerte que llegue a preguntarme si todo el pueblo lo habría escuchado. Caí al suelo, mirando mis manos totalmente destrozadas por las heridas que me había hecho al jalar de un alambre maldito. La sangre, roja y brillante, no dejaba de brotar y no podía dejar de gemir ante el dolor. Sentí lo débil que estaba y como comenzaba a caer en la inconsciencia. Lo último que vi fueron los pies del encapuchado, caminando y moviéndose hacia mí.

Abrí los ojos débilmente al sentir como alguien me sacudía para que reaccionara. Intente moverme, pero apenas lo hice un dolor terrible atravesó todo mi cuerpo y no pude evitar gritar de nuevo. Mire mi mano, ahí de donde provenía el mayor dolor y vi una rosa con sus espinas incrustadas en mi piel totalmente. Cerré los ojos y apreté los dientes al sacarla por el dolor que sentí, pero eso pareció calmarme un poco. Levante la vista, apenas pudiendo ver al ángel que me sostenía entre sus brazos y trataba de hacer que reaccionara.

_ ¿Gabriel? –pregunte sin comprender

_ ¿Kat, que demonios te paso? –pregunto él

Mis ojos comenzaban a cerrarse y sentí la inconsciencia caer de nuevo sobre mi. Mire para todos lados, sin encontrar un mínimo rastro de lo que había pasado. Pero mi sangre y mis heridas aun estaban ahí, al igual que la flor que estaba a un lado de mí. Mire nuevamente a Gabriel y palidecí al ver que él también tenia las leves heridas que se había hecho cuando habíamos combatido con Diana en el bosque.

_ Tus heridas... –dije

_ Se curan solas en unos minutos –dijo él- ¿Kat, estas bien?

_ Mis manos –dije

Gabriel me miro sin comprender y luego vio mis manos totalmente destrozadas por la herida. Su dedo apenas si rozo una de mis manos y grite ante el terrible dolor. Me retorcí, tratando de soportarlo pero no. El dolor era demasiado fuerte, demasiado intenso. ¡Estas eran las consecuencias de haber tirado de un alambre maldito! Mire mis manos, las palmas totalmente destrozadas ahí donde las negras púas se habían clavado aquella vez y como una gruesa línea cruzaba toda mi mano. Casi no podía ver piel entre la herida y la sangre.

_ Maldición –dijo Gabriel- A ti también te sucedió.

_ ¿Cómo que también? –pregunte débilmente

_ Luego te lo explico, tengo que sacarte de aquí por si él regresa –dijo Gabriel

Me sentí nuevamente caer en la inconsciencia y todo fue negro. De pronto estaba en medio de una gran oscuridad con un suelo de espejo. La Katherin malvada me sonreía desde el otro lado del suelo mientras yo la miraba casi con terror. Nuevamente yo estaba de blanco en una gran oscuridad y ella de negro en una gran luminosidad. Nada de esto tenia sentido, siempre seriamos contrarias. Sentía como la capa que nos dividía era más gruesa que en ocasiones anteriores y no pude evitar sonreír. Ella se agacho y comenzó a golpear el suelo como si de ese modo pudiera romperlo y pasar de este lado pero no logro nada.

_ ¡Déjame salir! –exclamo ella

_ Nunca –dije- Mientras yo pueda mantenerme en vida, te quedaras del otro lado.

_ Ya veras, algún día quedare libre –dijo ella

_ Y ese día nos llegara la muerte –dije- ¿Te parece que pienso dejar que me controles?

_ ¿Enserio crees que él seria capaz de matarnos? –Dijo ella y sonrió- Yo no lo creo.

_ Cumplirá con su promesa de matarme si la oscuridad me llega a dominar –dije

_ Tu no tienes idea del poder que tienes y no utilizas –dijo ella- Déjame ser libre y te mostrare todo lo que somos capaz de hacer.

_ ¡No quedaras libre por nada del mundo! –dije furiosa

_ Tan solo espera el día en que algo rompa este cristal que nos separa y entonces veremos quien es la mas fuerte y quien merece controlar este cuerpo –dijo ella

La Katherin malvada se puso en pie y le eche una mirada de odio. Se quedaría de ese lado. No me importaba como pero haría cualquier cosa para mantenerla de ese lado todo el tiempo que me fuera posible. Por que si ella se liberaba, la oscuridad me dominaría y controlaría y eso no seria nada bueno.

Abrí los ojos. Ya no estaba en el mismo lugar que antes, de hecho, ya no estaba en la casa de Cato. Me retorcí, aun sintiendo el terrible dolor por las antiguas heridas recuperadas pero al menos ya no me hacia gritar. Estaba sentada en una mesada, en la cocina y Daniel estaba frente a mí, terminando de limpiar la herida de mi brazo. Sonreí ante la sensación de ya haber vivido esto. Daniel continuó pasando un pedazo de algodón con agua oxigenada en la zona y entonces levanto la vista viendo que estaba consciente.

_ Al menos esta vez no hay pedazos de metal que quitar –dijo él y me sonrió

_ Por suerte –dije

_ Sabes una cosa, tienes mas heridas de las que te había tratado aquella vez –dijo Daniel- Tienes una terrible herida en el abdomen que nunca te había visto y no se que diablos te hiciste en las manos pero están destrozadas.

_ Otros combates –dije y lo mire con curiosidad- ¿Qué hora es?

_ Tuvimos que irnos de la escuela si es eso lo que quieres saber –dijo él y volvió a su trabajo de limpiarme la herida- No se que sucedió pero nos paso a todos lo mismo. Sentimos una fría presencia y de pronto el dolor vino y nuevamente teníamos heridas de batallas anteriores. Aunque estuve pensando y sacando mis conclusiones y me di cuenta que todos seguimos el mismo patrón. Tenemos nuevamente las heridas de nuestras últimas tres batallas. ¿Qué te sucedió a ti? Gabriel no hablo mucho.

_ Seguí un rastro que terminaba frente a un espejo. Levante la vista y lo vi reflejado detrás de mi –dije- Luego vino el dolor y nuevamente tuve las heridas. Lamento todo esto, fue mi culpa.

_ ¿Por qué? –pregunto Daniel sin comprender

_ Me dijo que lo hacia para mostrarme lo que mi don causaba. Hacerte revivir algo e intensificarte la sensación –dije y baje la vista- Uso algo parecido a mi don contra nosotros. Es mi culpa.

_ No lo es –dijo Daniel- Simplemente te lo dijo sabiendo que eso te dañaría y te haría sentir mal de modo que así te debilitarías.

_ ¿Tú lo viste cuando te ataco? –pregunte y él negó con la cabeza- Entonces no tienes modo de probar que esto no sucedió por que el encapuchado esta tras de mi y buscara cualquier modo de hacerme daño, aun si este los involucra por que sabe que me dolerá mas.

_ No creí que te importáramos tanto –dijo Daniel

_ Me importan más de lo que creen –dije y suspire- Yo sola no podría con todo esto y por eso los ataca a ustedes también, por que sabe que me importan.

_ Pues no te preocupes, ese maldito necesita más que unas simples heridas para separarnos –dijo Daniel y sonrió- Ya esta, no más sangre.

Sonreí al ver mi brazo limpio de toda la sangre sin nada más que el grueso corte que lo surcaba. Baje la manga de mi jersey para ocultarlo. Luego me ocuparía de hacerlo desaparecer, pero no ahora frente a Daniel quien seguía creyendo que yo era totalmente bruja y el metal me dañaba terriblemente. Gire la cabeza y mire su reloj con curiosidad. ¡Ni siquiera eran las tres de la tarde!

_ ¿Daniel, puedes ir a ayudar a Raphael? –pregunto Gabriel entrando a la cocina

_ Si señor –respondió Daniel automáticamente y lo mire confundida

_ Y por favor deja de tratarme así –dijo Gabriel, exasperado como si viniera repitiendo eso de hacia horas

_ Perdone, instintos básicos –dijo Daniel

_ Sigo siendo el mismo –dijo Gabriel

Daniel partió de la cocina obedientemente y no se atrevió a mirar a Gabriel. Mire mas que confundida la escena. ¿Desde cuando Daniel trataba de usted o señor a Gabriel? No, nada de esto tenia sentido o al menos no lograba encontrarlo. Gabriel suspiro, llevándose una mano a la cabeza y negándolo. Entonces levanto la vista y se cruzo con mi curiosa mirada. Él camino unos pasos hasta estar frente a mí y por un segundo vi el pesar en sus ojos.

_ ¿Qué fue todo eso? –pregunte

_ Es difícil reprimir los instintos básicos –dijo Gabriel y suspiro viendo que yo no entendía a que se refería- Soy yo el que esta a cargo en estos momentos, nunca antes lo había estado y por eso Daniel me trata así con tanto respeto. Instintos básicos de un ángel de obedecer a su superior.

_ ¿Qué? –pregunte y Gabriel evito mi mirada

_ Si el líder esta incapacitado el segundo al mando debe tomar su lugar –dijo Gabriel

Casi al instante sentí como mi sangre se congelaba ante aquellas palabras y mi cabeza hizo un clic al encajar todas las piezas del rompecabezas y ver lo que estaba sucediendo. Automáticamente me lleve una mano al pecho, tomando mi collar. Esto definitivamente se estaba convirtiendo en un tic por preocupación. Mire a Gabriel más que alarmada.

_ ¿Qué sucedió? –pregunte

_ Todos tenemos nuevamente las heridas de nuestras ultimas tres batallas –dijo Gabriel- Tu sabes cual fue la ultima batalla de Alex.

_ Maldición –dije

Trate de bajarme de la mesada y ponerme en pie pero Gabriel me lo impidió. Me echo una mirada de advertencia y entonces me fije en la plateada flauta que llevaba en su mano. Hice una mueca, sabia que no me quedaba otra opción viendo que él no dudaría en tocarla. Y una simple nota bastaba para que causara en mí el efecto que él deseara. Y aun así una parte de mi no dudaba en salir corriendo y las imágenes de la ultima batalla que había tenido Alex acechaban en mi mente. Recordé sus heridas y sentí mis ojos llenarse de lagrimas. Nuevamente vi a Diana apuñalándolo en el abdomen y luego en el corazón.

_ Él esta bien –dijo Gabriel rápidamente al ver mi reacción- Simplemente debe descansar. Aunque creo que es más fácil que tú decidas volver al Instituto Bella Vista por voluntad propia antes de que Alex haga lo que es debido.

_ Es un imbécil –dije y Gabriel asintió

_ Lo encontramos inconsciente en medio del pasillo minutos después de que hubiera sido atacado –dijo Gabriel

_ ¿Cómo lo supieron? –pregunte

_ Sonara extraño pero sabemos cuando algo le sucede a nuestro líder –dijo Gabriel- A todos nos sucedió lo mismo y partimos de la escuela. El único problema es que él, al igual que tú, también se cruzo con el encapuchado. Dice que lo vio y que le hablo y también encontré una rosa clavada en su mano al igual que en ti.

_ ¿Por qué viniste a buscarme? –pregunte

_ Fue Raphael quien concluyo que si el encapuchado había sido quien nos había atacado, tú también habías sido un blanco –dijo Gabriel

_ Es raro considerando que Raphael me odia –dije por lo bajo

_ Lo se. Pero cuando la vida de su líder esta en riesgo, Raphael deja cualquier asunto de lado y hace lo que es correcto –dijo él- Por eso fui a buscarte y lo encontré a él.

_ ¿Al encapuchado? –Dije y él asintió- ¿Estas bien? ¿Te hizo algo?

_ Desapareció en cuanto levanto la cabeza y lo vi a los ojos –dijo Gabriel y sacudió la cabeza- Pero por mas que lo intento no puedo recordar nada. Se que lo vi, que vi sus ojos y su rostro. Pero no lo recuerdo. Es como si esa información se hubiera borrado de mi cabeza. Lo único que recuerdo es que él levanto la cabeza, lo vi y luego ya no estaba. ¿Estás bien?

_ Eso creo –dije- ¿Por qué?

_ Por que llegue y él estaba agachado a un lado tuyo, no se que te estaba haciendo –dijo él

_ ¿Sabes guardar un secreto? –Pregunte aunque ya sabia la respuesta- No puede saberlo nadie.

_ Raphael, Daniel y Miguel están en el piso superior y Alex esta dormido en el sillón –dijo Gabriel y suspire

_ No debes decírselo a nadie, ni siquiera se lo he dicho a Alex –dije y baje la vista- Tengo constantes sueños en donde me veo reflejada, pero mi reflejo es malvado y dominado por la oscuridad. Yo se que no es un sueño y que es real, la Katherin que ahora controla este cuerpo es la buena pero la mala quiere liberarse de su encierro y tomar el control. El cristal que me divide de ella a veces es muy frágil y temo romperlo al tocarlo, aunque esta vez era mas grueso. El punto es que el encapuchado quiere romperlo para que la oscuridad me controle.

_ ¿Eso es lo que él quiere de ti? –pregunto Gabriel y asentí

_ La Katherin malvada quiere ser libre pero mientras pueda la mantendré encerrada. Pero si el cristal que nos divide se rompe no se que pasara –dije y levante la vista para mirarlo- No quiero que la oscuridad me domine. Ella esta encerrada y quiere salir pero yo no se lo permito. Y lo que el encapuchado quiere es liberarla para que yo caiga en la oscuridad y ella tome el control.

_ ¿Por qué me dices esto a mí? –dijo él

_ No lo se –admití- Necesitaba decírselo a alguien que no dijera nada y que no corriera peligro al saberlo. Al principio pensaba en decírselo a Alex pero él correría peligro por saber esta información. Si lo vuelvo a meter en mis asuntos se lo que pasara y no deseo de nuevo que resulte herido y creer que morirá. Tu eres la persona ideal y se que no dirás nada si te lo pido. Por favor, no se lo digas a nadie.

_ Entonces, dentro de ese cuerpo estas tú y una Katherin mala –dijo él y asentí- ¿Sabes algo más?

_ Es lo que tratare de averiguar ahora que vuelvo a casa –dije

_ Créeme que podría escribir cientos de libros con todos los secretos que me cuentan, no se de que me ven cara –dijo él y suspiro- No le diré a nadie.

_ Gracias –dije y clave mi vista en el suelo- Aun así Alex sabe que la mano izquierda de Lucifer quiere lograr que la oscuridad me controle y él sabe que hacer si eso algún día llega a pasar.

_ Eso no tiene por que pasar –dijo Gabriel y suspire

_ Yo puedo mantener a la otra Katherin encerrada, pero si el encapuchado encuentra el modo de romper el cristal que nos separa no habrá vuelta atrás –dije- No se que pasara.

_ Nos tienes aquí para ayudarte –dijo Gabriel y sonrió

_ ¿Para que tienes tu flauta? –dije para cambiar de tema

_ ¿Esto? –Pregunto y la miro con curiosidad, como si se hubiera olvidado de ella- No tuve otra opción, me vi obligado a usarla. Un par de notas adecuadas y hasta el más resistente de los ángeles cae dormido.

_ No se por que esto no me parece raro –dije bajándome de la mesada y poniéndome en pie

_ Él se preocupo mucho cuando me vio cargarte y que estabas totalmente herida e inconsciente. No quería descansar así que no tuve otra opción –dijo Gabriel y me miro- No se ni como es posible que la otra vez haya sobrevivido a una herida de ese tipo pero no pienso arriesgarme esta vez.

_ Si se salvo la otra vez, esta no tendrá problema –dije

_ Era una marca maldita –dijo Gabriel- Ningún ángel en la historia ha sobrevivido a una marca maldita, era imposible que se salvara y sobretodo después de todo el tiempo que la llevaba hecha.

_ Pero lo salvamos. ¿No es así? –Dije y sonreí- Nicholas y yo logramos salvarle la vida.

_ Ya nada volverá a ser como antes –dijo Gabriel

_ Lo dudo mucho –dije- Solo espero poder con lo que viene.

_ Espero no te importe pero tome ropa de la casa de Joan para que pudieras cambiarte –dijo- No creo que sea buena idea que andes por ahí con la ropa toda manchada de sangre.

_ Gracias –dije y le sonreí

Él partió dejándome sola y mire sobre la mesa principal una pila de ropa perfectamente doblada. Eso también tendría que preguntárselo a mis padres, pensé mientras me cambiaba, por que mi familia lo llamaba Cato si su verdadero nombre era Joan Carlos Stuart. Aunque quizás ese no era un punto muy importante, tenía otras prioridades para preguntar antes. Estuve feliz de poder cambiarme y quitarme las ropas manchadas de sangre. Toda la sangre de mi cuerpo había sido limpiada y ahora solo me quedaban las horribles heridas. Nada más que las gruesas y profundas líneas rojas que surcaban mi cuerpo en algunos lugares.

Salí de la cocina. La casa estaba totalmente en silencio. Pude ver mi mochila colgada en un gancho en la entrada y lo primero que hice fue abrirla y revisarla toda asegurándome que no faltara nada. Suspire de alivio al comprobar que todo seguía en su lugar y me di vuelta. La sala de estar siempre me había resultado un lugar acogedor, quizás por que al principio era el único lugar en donde se me permitía estar en esta casa. Gabriel estaba sentado en un sillón a un lado de donde ardían las leñas que había en la chimenea. Lo vi sosteniendo su flauta y con la vista clavada en el suelo, pensando. Miguel estaba sentado en el suelo, con las piernas cruzadas y su perro dormido delante de él. El Golden Retriever dormía profundamente sobre el suelo, disfrutando plenamente de su juventud de casi dos años. Camine unos pasos hasta estar a su lado y me senté también en el suelo.

_ ¿Estas bien? –pregunte

_ Perfectamente. Casi no había resultado herido en mis ultimas batallas por lo que estoy bien y las pocas heridas ya se curaron –dijo Miguel y sonrió- Adoro sanar tan rápido al ser un ángel.

_ ¿Y los demás? –pregunte

_ Están bien –dijo Miguel y suspiro- Aunque sigo preguntándome como fue posible que algo así nos pasara y sin que nos diéramos cuenta antes.

_ La mano izquierda de Lucifer es muy poderosa, yo no sentí su presencia hasta que estuvo detrás de mi –dije

Apoye mi cabeza sobre mis rodillas, sintiéndome mal por no haber sentido esa presencia inconfundible y helada. Aunque quizás él portara un hechizo para ocultar su presencia y por eso no lo había sentido. Aun así, me sentía culpable de todo esto. Levante apenas la vista, viendo al ángel que dormía a lo largo del sillón. Sonreí al verlo descansar por más que fuera a la fuerza. No llevaba camisa, al menos ellos cinco siempre dormían con el torso desnudo. Al dormir, se relajaban totalmente y no ocultaban sus alas, no era muy conveniente que destrozaran cada noche alguna prenda en la parte de la espalda. Y aun así, adoraba verlo dormir. Tenía los músculos perfectamente marcados y tonificados. Su cabeza reposaba en el brazo del sillón y este parecía tener el largo justo ya que sus pies desnudos reposaban en el otro brazo. Reprimí una sonrisa al ver como su brazo derecho caía a un lado de modo que sus dedos apenas tocaban el suelo al igual que su ala derecha. Mi vista se quedo clavada ahí. En sus perfectas alas, en sus blancas plumas, tan blancas que parecían resplandecer por ellas mismas. Y como la punta de las plumas de su ala rozaba apenas el suelo. Y aun así, en lo único que podía pensar ahora era en que estaba herido y por mi culpa. Podía ver perfectamente sus cortes. Uno en el pecho, justo sobre el corazón y el otro en el abdomen. Y sabía que esas heridas no sanarían tan fácilmente como otras.

_ ¿Te contó Gabriel que tuvo que obligarlo a dormir por que él se negaba? –Pregunto Miguel sonriendo y asentí- Realmente no conozco a nadie más testarudo.

_ Yo tampoco –dije

_ Lo vio –dijo Miguel con la vista perdida y lo mire sin comprender- Me dijo que vio al encapuchado en el pasillo. Este le dijo que él no debía seguir vivo, que tendría que haber muerto hace años por traidor.

_ Alex no es un traidor –dije

_ Para el Consejo si lo es –dijo Miguel tristemente- Aunque no entiendo por que eso le interesa al encapuchado.

_ Por que le estorbamos –dijo Gabriel- Él quiere a Katherin, y si no hay nadie para defenderla entonces le resultaría mas sencillo. Nosotros estamos en su camino así que seguramente querrá deshacerse de nosotros.

_ No quiero que les haga daño por protegerme –dije tristemente- No quiero que resulten heridos ni que algo peor llegue a suceder por mi causa.

_ ¿Y entonces que? ¿Volver a la rutina? –Pregunto Miguel y sonrió ampliamente- Ni loco. Esto es mucho más emocionante. ¿Tienes idea de cómo era antes? ¡No había nada que hacer! Era todo totalmente aburrido.

Reí, él siempre lograba esa reacción en mí cuando quería. Miguel era una persona totalmente alegre y positiva, era imposible que su sonrisa no resultase contagiosa. Y siempre encontraba que decir para animar una situación por mas mala que esta fuera. Lo mire, devolviéndole la sonrisa y volví a apoyar mi cabeza sobre mis rodillas. Mi vista se volvió a perder en el suelo y suspire. Aun así, no me gustaba saber que ellos estaban en peligro por protegerme.

_ Pero esto no es un juego –dije- Nos estamos metiendo con alguien muy poderoso y ni siquiera sabemos su identidad.

_ Tarde o temprano la sabremos –dijo Miguel- Debe ser sofocante estar siempre con una capucha y en algún momento se la quitara.

_ Tú hermana –dijo Gabriel de pronto y lo mire con curiosidad

_ ¿Diana? –dije y él me miro

_ ¿Te veras con ella en tu casa? –pregunto él

_ Seguramente ella ira también –dije- O al menos estaré condenada a verla para Navidad a menos que decida ausentarse nuevamente.

_ Tócala –dijo Gabriel- Cuando la veas, tócala y revisa sus recuerdos. Ella debe saber la verdadera identidad del encapuchado.

_ Tengo una idea mejor –dije y me puse en pie- Me dijiste que viste el rostro del encapuchado.

_ Si, pero no lo recuerdo –dijo Gabriel

_ Pero el don de ella es el de hacerte revivir algún recuerdo. ¿No es así? –dijo Miguel y asentí

_ Puedo intentar ver la identidad del encapuchado en tu recuerdo. Claro, si tú me dejas –dije

_ Nunca me has tocado, al menos no de ese modo –dijo Gabriel

De pronto lo vi totalmente pálido y por más que trataba de ocultarlo vi el temor en sus ojos. La parte que era totalmente bruja de mi se regocijo ante el hecho y baje la cabeza para ocultar mi sonrisa maliciosa. ¿Gabriel temiendo que lo tocase? Me costaba imaginar eso sabiendo que hacia varias semanas Gabriel había sido el mismo que me había pedido que lo tocara para ver como era mi don. Claro, en esa ocasión le había dicho que no por que temía tocarlo. Pero ahora parecía totalmente diferente la situación.

_ ¿Tienes miedo? –pregunte

_ Aun no controlas totalmente tu tacto –dijo Gabriel y suspire

_ Mira –dije mostrándole mis manos- Están destrozadas y te puedo asegurar que mi don no puede hacer mucho si el medio tiene algún problema. Solamente veré tu recuerdo, dudo poder hacer algo mas teniendo las manos en este estado.

_ Esta bien –dijo luego de pensarlo durante varios segundos

Me acerque a él y permití que mi mano tocara la suya. Reprimí una mueca al sentir instantáneamente el dolor de tener mi mano herida pero aun así continué. Cerré los ojos y me concentre, tratando de ignorar el terrible dolor que sentía en mis palmas totalmente destrozadas. Sentí a Gabriel totalmente tenso y sentí su miedo. No podía engañarme, no a mi don y sabia perfectamente que él tenia miedo de que lo tocase. Pero yo no había mentido cuando le había dicho que teniendo mis manos en este estado apenas podría ver su recuerdo.

El encapuchado lo había pensado bien al destrozarme nuevamente las manos si lo que quería evitar era esto. No supe exactamente por que fue. Si por el hecho de que mis manos estuvieran heridas y mi don no funcionara bien o por el hecho de que el encapuchado le había hecho algo a Gabriel. Pero fuera lo que fuera, me bloqueaba. No podía verle su rostro. Y por más que intentaba con todas mis fuerzas y me concentraba aun más, siempre era lo mismo. Me veía a mi tirada en un lado totalmente herida e inconsciente. Al encapuchado arrodillado frente a mí. A Gabriel entrando a la casa y quedándose helado al verlo. El encapuchado automáticamente había levantado el rostro ya que Gabriel lo había tomado desprevenido. Pero ahí era donde no podía ver nada más. Sabia que el encapuchado le había mostrado el rostro, sabia que Gabriel lo había visto y aun así algo parecía bloquear ese recuerdo. En el mismo instante en que Gabriel había visto su rostro, se quedo totalmente paralizado y en shock, como si hubiera visto al mismo Lucifer y le costara creerlo. El encapuchado lo miro fijamente a los ojos por más que ni siquiera podía ver el color de sus ojos. Nada, simplemente estaba bloqueado aquel recuerdo.

_ Olvídate completamente de lo que acabas de ver –dijo el encapuchado

Gabriel pareció totalmente en blanco durante unos segundos y luego sacudió la cabeza, volviendo a la realidad. El encapuchado bajo la cabeza y quedo nuevamente oculto bajo su capucha. Sonrió y rió una última vez. Y tal como había dicho Gabriel, ya no estaba. El encapuchado se esfumo en menos de un segundo, volviéndose una sombra y partiendo rápidamente de la habitación.

Abrí los ojos y al instante solté a Gabriel sabiendo que no vería nada más. Mire mi mano, respirando agitadamente como casi siempre me pasaba al usar mi don para ver este tipo de recuerdos. Aun seguía guardando los mismos sentimientos que Gabriel en ese momento. La incertidumbre, el hecho de no saber exactamente lo que acababa de pasar y había otro sentimiento totalmente desconocido y extraño que no lograba identificar. Levante la vista y me obligue a mirar a Gabriel, sabiendo que él estaba igual que yo luego de haber revivido aquel recuerdo.

_ Vaya, realmente es extraño lo que produce tu tacto –dijo él

_ Por que te he hecho revivir aquel recuerdo –dije

_ Que luego te haga revivir un buen recuerdo y veras que su don es genial –dijo Miguel y me miro con curiosidad- Aunque primero le daría unos minutos para que se recupere. No parece estar en su mejor estado.

_ ¿Estas bien? –pregunto Gabriel

_ Me esforcé mas de lo debido –dije e hice una mueca- Y el hecho de cómo están mis manos no ayuda mucho.

_ Tu rostro –dijo Gabriel

Automáticamente me lleve una mano al rostro, sintiendo el corte que nuevamente tenia ahí. Ese corte que Nick me había hecho en nuestro primer combate con tijeras, que cruzaba mi rostro desde la frente hasta mis mejillas. Deslice lentamente los dedos sobre él, sintiendo como se había vuelto a abrir y tocando la única gota de sangre que salía. Mire mis dedos, apenas teniendo aquella gota de sangre en mi dedo índice. Luego me desharía de estos cortes, podía deshacerme de todos ellos menos los de las manos. Pero aun así, no podía hacerlo frente a ellos que seguían creyendo que era una bruja totalmente.

_ Ya me recuperare –dije

En ese momento alguien toco el timbre. Casi instantáneamente Gabriel y Miguel se pusieron en pie. Los acompañe hasta la puerta y Daniel y Raphael también se asomaron para ver, bajando algunos escalones y deteniéndose a mitad de la escalera. Gabriel se ocupo de mirar primero quien era y suspiro al darse vuelta. Lo mire con curiosidad, sin dejar de preguntarme quien podía estar tocando el timbre. Normalmente, en todo el tiempo que había pasado en aquella casa, ellos no recibían visitas.

_ Es una humana –dijo Gabriel- Una chica de la escuela.

_ Maldito sea el día en que descubrieron nuestra dirección –dijo Raphael

_ Aunque me sorprende que haya tenido las agallas para venir y tocar la puerta, eso nunca antes había pasado –dijo Daniel

_ Aun así no hay por que ser descortés y no abrirle la puerta –dijo Miguel

Los cuatro comenzaron a discutir, cada vez subiendo más el volumen. Negué con la cabeza y suspire, haciendo un hechizo para que fuera quien fuese que estuviera llamando a la puerta, no los escuchara discutir tan indiscretamente. ¿Tan difícil les resultaba a ellos tratar con humanos? Quizás pudieran deshacerse de un vampiro en cuestión de segundos. Pero a la hora de hablar con humanos, realmente no conocía a seres más exagerados. Podría esperar siglos a que terminaran de discutir y aun así no habrían llegado a una decisión en concreto.

Me moví entre ellos, siendo totalmente ignorada y abrí la puerta. La muchacha que estaba parada en la entrada se congelo durante unos segundos al verme y luego al verlos a ellos que se habían callado cuando había abierto la puerta. Suspire. Al instante reconocí a Victoria, alumna que estaba en un año superior al mío. No me pareció raro encontrarla aquí, no sabiendo como era ella. Típica chica popular, con una melena extremadamente larga y rubia y unos encantadores ojos celestes. En otras palabras, la típica chica que cualquier humana desearía ser. Aunque ella ahora me resultaba extraña sin su sequito detrás de ella como siempre.

_ Buenas tardes Ka... –dijo y la voz le tembló- Katherin.

Sonreí. Por mas que sabia que no era correcto, la parte malvada de mi se regocijaba ante estas reacciones de parte de Victoria. Adoraba ver como ella siempre se quedaba helada al verme y notar, como cualquier humano, mi belleza sobrehumana que ahora si era notoria ya que había recuperado parte de lo que me habían robado.

_ Buenas tardes Victoria –dije

Aun así, ella no reacciono, seguía congelada en ese estado de shock claramente sin saber que hacer. Suspire nuevamente, esto no llegaría a ninguna parte. Me hice a un lado, negando con la cabeza y Gabriel tomo mi lugar en la puerta pero la muchacha ni se inmuto. Levante la vista al oír un ruido y me di cuenta de que Alex se había despertado y estaba sentando en el sillón mirándonos confundido. Rápidamente hice un gesto con la mano y articule los labios para trasmitirle el mensaje. Al instante él oculto sus alas y volvió a parecer totalmente humano.

_ ¿Esta bien? –pregunto Miguel, abalanzándose también había la puerta para mirar

_ Creo que se quedo sin palabras –dijo Daniel inspeccionándola con curiosidad

_ Simplemente denle lo que vino a buscar y déjenla –dijo Raphael sin interés

Lo mire durante un segundo. Su perfecta figura estaba apoyada contra la pared y con los brazos cruzados sobre su pecho, como de costumbre. Tenía un aire indiferente aunque su mirada siempre parecía tener odio cuando iba dirigida hacia mí. Su cabello rojizo resaltaba totalmente contra la blanca pared y sus oscuros ojos me advirtieron tan solo una vez que dejara de mirarlo. Casi me estremecí y al instante volví a mirar a Victoria que seguía congelada frente a mí en la puerta.

_ ¿Qué deseas? –pregunto Gabriel que estaba a un lado mío

Ella movió los labios como si fuera a hablar pero ninguna palabra salio de su boca. ¿Acaso todos los humanos eran así cuando se encontraban con seres extremadamente hermosos? La bruja dentro de mí sonrió al ser consciente de que también era sobrehumanamente hermosa y me esforcé por que esa sonrisa no llegara a mis labios. Sacudí la cabeza, no me gustaba sentir que ella tenía cierto control sobre mí a veces.

_ Esto es absurdo –dijo Raphael y se fue subiendo las escaleras

_ Aunque debes admitir que tuvo valor para venir hasta aquí y tocar la puerta –dijo Daniel siguiéndolo

_ Y ahí se acabo su valor –dijo Miguel antes de que sus amigos desaparecieran

_ ¿Estas bien? –pregunte mirándola

Nuevamente la mirada de la chica vino a reparar en mí. Ella se estremeció y palideció notablemente al mirarme. Solo entonces fui consciente de que yo aun tenia ese corte que cruzaba la mitad de mi rostro y la tristeza me invadió. Clave mi vista en el suelo, sintiéndome herida. Y aun así sentía la mirada de Victoria clavada en mí como si ella de algún modo pudiera ver todas las heridas que tenia. Todas muestras de mi debilidad, de que había perdido frente al encapuchado y esta vez ni siquiera él se había molestado en acercarse a mí para hacerme daño.

_ Tus manos –logro articular la chica finalmente

Mi vista se volvió borrosa por un segundo y sentí mis ojos llenarse de lagrimas. Mis manos, lo que en cierto modo eran la parte mas importante de mi cuerpo ya que contenían mi don, estaban totalmente destruidas. Y me dolía terriblemente verlas así. La mano de un ángel, la mano de una bruja, ambas terriblemente destrozadas y lo peor era que esta herida me la había hecho yo misma. Cerré los ojos fuertemente y sentí una lagrima rodar por mi mejilla. Odiaba cuando alguien reparaba en que estaba herida y me lo hacia notar de ese modo. No de preocupación, sino más bien de que tenía un feo corte o una horrible herida.

En ese instante una mano me acaricio dulcemente la mejilla, limpiándome la lágrima antes de que esta cayera al suelo. Levante la vista, sorprendida y me encontré con la intensa mirada de Alex. Ahora era yo la que estaba en blanco por que sus luminosos ojos verdes simplemente me dejaban sin palabras, siempre. Y aun más si él me sonreía de ese modo que simplemente causaba que me olvidara de cualquier cosa que me atormentase.

_ Quizás tenga las manos así, por eso siempre usa guantes –dijo Alex aun mirándome pero claramente las palabras iban para Victoria- Pero yo la sigo queriendo así, tal como es.

Sonreí mientras él pasaba una mano por debajo de mis ojos, deshaciéndose del cúmulo de lágrimas y también sonriéndome. Aun podía sentir a Victoria a pesar de que no la estuviera mirando. Ella estaba aun en su lugar, aun más atónita y en más estado de shock que antes. La excusa para los humanos de por que yo siempre portaba guantes era de que antes de mudarme a este pueblo, había sufrido un accidente y me había herido gravemente las manos. Al menos esta escena correspondía totalmente esa mentira y sabia que Victoria no tardaría tiempo en hacer que toda la escuela supiera que tan destrozadas tenia las manos.

La mire de soslayo por un segundo, disfrutando de su expresión. Una persona como Victoria D´Alessandra Martinez seguramente debía considerar imposible que una persona como Alexander Engel quisiera a una chica con las manos totalmente destrozadas. Claro, para Victoria no importaba nada más que la apariencia. Y aun así, disfrutaba de su expresión tanto por que Alexander Engel quería a una chica con horribles heridas en las manos que debía ocultar, por que eso era lo que debía pensar ella, y por que él aun seguía sin camisa.

_ Pero sus manos... –dijo Victoria y volvió a ser ella misma, egocéntrica y presumida, dispuesta a arruinar a los demás- ¡Mírala! Ahora entiendo por que siempre lleva guantes, no debería ni salir a la calle estando marcada de ese modo.

_ Aun así yo la quiero –dijo Alex, tomando mis manos y besando cada una en la herida- Gabriel, ocúpate de este asunto.

Gabriel asintió casi de un modo imperceptible y paso a ocupar toda la puerta, dejándome claramente fuera de esto. Alex sonrió, pasándome una mano por la espalda y ambos partimos. Mire mis manos, sintiendo un suave cosquilleo y un frescor recorrerlas. Sonreí dulcemente al sentir como la piel comenzaba a cerrarse y saber que pronto la herida se borraría. Moví los dedos, comprobando que ya el dolor había pasado y finalmente cerré mis manos para no ver más la herida. No pude evitar que mi sonrisa se ensanchara al sentir el calido tacto de Alex y apoye mi cabeza sobre su hombro. El beso de un ángel podía curar cualquier cosa, tanto fuera una herida como una enfermedad y hasta podía salvar a alguien de la muerte. Así me había deshecho de esta herida la otra vez y así volvía a ser.

_ Gracias –dije y él se sentó sobre el sillón, aun débil

_ No es nada –dijo Alex y suspiro- Solamente lamento que ese maldito te haya hecho eso. Me ataco a mi primero sabiendo que sino me habría interpuesto en su camino y te habría defendido. Me siento un tonto al haber caído tan fácilmente.

_ No es muy diferente a lo que yo siento –dije sentándome a su lado y apoyando mi cabeza sobre su hombro- Él puede conmigo, siempre puede conmigo. No se como, pero siempre que lo encuentro no tengo ni la oportunidad de defenderme. Por mas que lo intento no puedo hacer nada, es simplemente como si me dejara inmovilizada. ¿Sabes que es lo peor? Que siempre hay algo o alguien que interfiere antes de que él me mate. Pero algún día ya no habrá nada que me salve y él terminara por matarme.

_ Sabes que mientras yo este vivo no permitiré que eso pase –dijo y clave mi vista a un lado

_ Ahora dices eso pero algún día ya no lo dirás –dije, sintiendo como la tristeza cerraba mi garganta- Algún día simplemente ya no te importare y tampoco te importara lo que me suceda.

_ ¿Sigues creyendo lo que te dijo tu hermana? –Dijo él, tomando mi rostro pero evite su mirada- No escuches lo que ella te diga, no es cierto. Yo no te abandonaría y te dejaría a tu suerte y mucho menos en esta situación, con el encapuchado tras de ti.

_ Corres peligro a cada segundo que estas conmigo –dije y puse una mano sobre la herida que él tenia en el corazón- Esta herida la tienes gracias a mi.

_ Gracias a ti estoy vivo y esa herida no me mato –dijo Alex y negué con la cabeza

_ No. Gracias a mi te la hiciste y gracias a mi ahora vuelves a tenerla –dije tristemente- Casi mueres ya una vez gracias a mi. Desde que te conozco que te he puesto en peligro. Frente al Consejo, frente a la Secta, frente a mis perseguidores... Entiéndelo Alex, tu eres un ángel y yo... –trague saliva, casi sin poder pronunciarlo- una bruja. Esto no tiene sentido. Deberías ser mi enemigo y no la persona que yo...

_ No sigas –dijo él, poniendo dos dedos sobre mis labios y mire a un lado al deshacerme de ellos

_ Somos totalmente lo opuesto –dije finalmente

Él suspiro, también evitando mi mirada y mirando para otro lado. ¿Por qué de pronto yo pensaba todo esto? Era culpa de Diana. Desde que ella me había dicho aquellas palabras no se había borrado de mi mente la idea de que Alex algún día ya no estaría conmigo. Y por más que lo negara internamente, algo en mi interior me decía que Diana tenia razón y él ya ni se interesaría por mí una vez que me hubiera dejado. Me estremecí, sintiéndome de pronto totalmente fría y tratando de olvidarme aquellos pensamientos.

_ Cierra tus ojos –dijo Alex repentinamente y lo mire sin comprender- Por favor, ciérralos.

Obedecí sin decir nada y respire hondamente al cerrar los ojos. Él tomo mi mano y la sostuvo suavemente contra su rostro. Su tacto me embriago, como siempre, y su presencia corrió por todo mí ser, fresca y ligera como era la presencia de un ángel. Deslizo lentamente mi mano por su rostro y sentí como su respiración se relajaba totalmente ante mi tacto.

_ ¿Qué sientes? –pregunto él

_ Tu piel... tus ojos... tus labios... –dije

Deje que él controlara totalmente mi mano y disfrute del rozar de mis dedos contra su piel. Sabía lo que él estaba haciendo, sabia que luego de eso con suerte quedaría algo de mi voluntad en pie. Sabia, que él podía hacer que mi cabeza dejara de funcionar correctamente y me olvidara de todo. Y gracias a él, gracias a Alexander Engel, siempre terminaba por ceder ante la tentación y dejaba de lado lo que era correcto.

_ ¿Ahora? –pregunto él, sosteniendo mi mano contra su pecho

_ Tu respiración –dije y él volvió a mover su mano

_ ¿Y ahora? –dijo

Sabia lo que debía decir, lo que estaba sintiendo. Bajo mis dedos sentía perfectamente esa herida que él tenia justo sobre el corazón, ahí donde Diana tan despiadadamente lo había atravesado con su daga y aun así esas no fueron las palabras que salieron de mis labios.

_ Tu corazón, tus latidos –dije y abrí los ojos, mirándolo- Te siento a ti.

_ La única diferencia que hay entre tu y yo es que donde tu estas marcada yo tengo alas –dijo él sonriendo- No somos tan diferentes y lo sabes. Y no me importa lo que diga Diana, no me importa lo que diga el encapuchado ni lo que tengan para decirme muchos mas por lo que es mi vida. Yo te quiero y en este momento no te dejaría por nada del mundo. No se como hacer para que me creas pero por favor no escuches a tu hermana.

Clave mi vista en el suelo, tratando de evitarlo. Alex suspiro y se levanto de su lugar. Volvió minutos después, ya teniendo una camisa y volvió a dejarse caer a mi lado. Lo abrace casi al instante como una niña pequeña, hundiendo mi rostro en su camisa y sintiendo las lágrimas en mis ojos. Ni Diana, ni el encapuchado ni nadie seria el causante de que a él algún día simplemente ya no le importara. Seria yo la causante, fuera cual fuera la razón, pero seguramente por que le habría ocultado algo. Como había hecho, como hacia ahora y como seguramente haría cuando volviera a verlo. Él respiro hondamente y paso una mano por mi espalda, como si supiera lo que estaba pensando en este instante.

_ No importa –dijo

_ Sabes que te oculto cosas –dije

_ Pero yo confío en ti –dijo, tomando mi rostro entre sus manos y entonces sonrió- Ademas, tus secretos de bruja no tienen por que ser develados ante mi.

Quise decirle que yo no ocultaba secretos de bruja, que no era lo que él pensaba, que se estaba equivocando y no debería confiar tanto en mí. Pero no pude. No le haría cargar mi pena, no lo pondría más en peligro y no le diría nada ya que ni siquiera yo sabía muy bien que era lo que ocultaba. Simplemente me limite a sonreírle, dejándome creer por ese momento que él siempre estaría ahí. Dispuesto a protegerme, a mantenerme en la luz y no dejarme caer en la oscuridad, a quererme a pesar de que sabía que no debía.