Capitulo 11: Dulce debilidad


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Me desperté luego del mediodía, quizás fuera más de la una de la tarde. Me levante con gran esfuerzo de la cama, aun sintiéndome débil y me dirigí al cuarto de baños. Me detuve frente al espejo, mirándome y tocándome el rostro. Realmente tenía aspecto de estar enferma. Las mejillas las tenía totalmente rojas y sabía que eso debía ser mala señal comparado con mi habitual color pálido. También sentía la fiebre y las altas temperaturas, eso no era lo normal para mí. Trate de arreglar lo mejor que pude mi aspecto pero sin lograr deshacerme de la típica cara de “niñita enferma”. Aun así me peine y me puse un sweater color vainilla sobre el pijama. Baje lentamente las escaleras de madera, ayudándome del barandal y también tocando con la otra mano la pared blanca que había a un lado.

Me senté en la silla y prácticamente me deje caer sobre la mesa de la cocina. Cato me miro desde donde estaba cocinando lo que él había llamado “panqueques” que consistía en una fina masa que se cocinaba sobre una sartén. El aire olía deliciosamente y Cato puso sobre la mesa un plato de estos “panqueques” junto con un pequeño tarro lleno de un dulce marrón.

_ ¿Qué es esto? –pregunte

_ Panqueques con dulce de leche, es una receta que me paso un chef argentino –respondió él- Es un plato común en ese país, sobre todo por el dulce. Te gustara.

El tomo uno y luego lo unto con ese dulce. Cato enrollo la fina y circular masa hasta convertirla en algo fácilmente comestible y luego me paso el plato. Tome los cubiertos y corte pequeñas rebanadas de aquel desayuno. Realmente era exquisito, jamás había probado algo igual aunque el gusto del dulce de leche me resultaba algo empalagoso.

_ Esta muy rico –dije y él sonrió

_ Por cierto, han llamado de la escuela preguntando por que estabas ausente. Les dije que estabas enferma. ¿Te sientes mejor? –pregunto él

_ Me sigo sintiendo demasiado débil y no se por que –admití

Cato se levanto, volviendo a poner una mano sobre mi frente para medirme la temperatura y negando con preocupación. No necesitaba que me lo dijera, yo misma lo sabía, estaba ardiendo en fiebre y eso no era normal. ¿Cuándo una bruja se enfermaba? Eso casi nunca pasaba y las enfermedades de los brujos no eran tan fáciles de tratar como la de los humanos.

_ Si sigues así será mejor que mañana faltes también –dijo él- Debes recostarte y descansar el resto del día. Sube, yo te llevare el resto del desayuno a la cama y buscare algún remedio que darte.

Asentí sin oponer la menor resistencia y me levante de la mesa. En minutos estaba metida nuevamente dentro de mi cama, tapada totalmente para no tomar frío y con un paño húmedo sobre la frente para intentar de bajar la fiebre. Cato subió con mi desayuno en una bandeja, tal como había dicho, y lo dejo a un lado mientras se sentaba a un lado de la cama y me daba una pastilla acompañada de un vaso de agua. Trague con dificultad la pastilla y luego me volví a hundir entre las almohadas. No tenía noción de nada, estaba totalmente desorientada y la fiebre me tenía en un constante estado atontado. Debía haber algo que pudiera hacer para recuperarme aunque sea un poco.

Cato se fue, dejándome nuevamente sola en mi habitación y diciéndome que ante cualquier cosa lo llamara. Pensé en que hacer para poder calmar una enfermedad de bruja. Las pocas veces que me había enfermado siendo chiquita, mi mama siempre me había dado remedios caseros que jamás podría conseguir estando en este lugar. Entonces lo recordé, siempre que estaba enferma mi mama me daba un milsabores diciendo que este me calmaría un poco. Y claro, un milsabores sabía a lo que mas te gustaría en ese momento y lo que mas quería en este momento era algo que calmara mi enfermedad. Me levante con dificultad de la cama, alcanzando la pequeña bolsa llena de milsabores que me había dejado Derek y abriéndola para tomar uno. Deslice la pequeña pastilla blanca dentro de mi boca y me volví a recostar. Esto pareció calmarme un poco y bajar la fiebre.

El tiempo paso y a las tres de la tarde ya estaba harta de estar en cama. Había desayunado, si. Había almorzado, si. Pero me enloquecería seguir un solo segundo mas quieta. Me cambie, poniéndome una corta falda, una remera y un abrigo. Tome otro milsabores y esta vez mi fiebre disminuyo casi hasta extinguirse. Me arregle lo mejor que pude, poniéndome una vincha en la cabeza de modo que solo los mechones de mi flequillo quedaron sobre mi rostro. Realmente estaba esplendida a pesar de mi aspecto de enferma. Me pase el brillo de frutilla en los labios, me puse unos zapatos y tome un libro antes de bajar. Tome unos guantes de hilo y descendí. Encontré a Cato trabajando en la mesa de la cocina y él me miro con curiosidad.

_ Ya me siento un poco mejor. ¿Puedo salir a leer al porche? –Pregunte- Necesito aire libre. Me esta sofocando estar aquí encerrada y en cama.

_ Mientras no te vayas y no hagas ninguna locura estando enferme, si –respondió él- Tus mejillas aun siguen lo suficientemente rojas como para saber que sigues enferma pero al menos parece que la fiebre esta cediendo.

_ Muchas gracias –respondí sonriéndole

Salí de la casa, sentándome en los escalones del hermoso porche y abriendo el libro que apoye sobre mis rodillas. Sol me hizo compañía durante el largo de una hora mientras yo leía. En un momento también apareció Luna pero ella partió rápidamente tras un roedor. El tiempo paso rápidamente mientras yo estaba totalmente absorta leyendo. Me alegraba saber que nuevamente había vuelto a ser yo y que volvía a disfrutar de la lectura casi tanto como volvía a importarme mi apariencia. Ya estaba por terminar el segundo acto cuando escuche un sonido que me resultaba más que familiar. El ronroneo del motor cedió cuando la motocicleta se detuvo y Alex se quito el casco luego de haberse bajado. Le sonreí, feliz de verlo, y él se detuvo mirándome totalmente atónito. No era experta en este tipo de cosas pero sabia que el hecho de haber visto mi cambio lo había dejado sin palabras. Rápidamente cerré el libro, dejándolo a un lado y él se sentó junto a mí.

_ ¿Y a donde fue el miedo? –pregunto sonriendo

_ Lejos de aquí –respondí- Necesitaba que alguien viniera y me hiciera reaccionar y recordar quien era yo realmente.

_ Entonces esta es la verdadera Katherin Strega y no la chica con miedo que conocí estos dos meses –dijo Alex y asentí- Entonces me presento, soy Alexander Engel, mucho gusto en conocerla.

_ Igualmente –dije sin evitar sonreír

_ Al menos estas bien, eso me alegra –dijo él y lo mire incrédula

_ ¿Qué quieres decir? –pregunte

_ Desapareciste todo el fin de semana y el día de hoy faltaste a la escuela. La última vez que te vi desapareciste junto con un extraño. ¿Cómo quieres que eso no me preocupe? –Pregunto sonriendo- Me hiciste creer que algo te había sucedido. Vine el sábado y el domingo por que necesitaba hablar con Joan y no te encontré. Por más que él me dijo que habías vuelto a salvo y no estabas ya que habías salido muy temprano, aun así me preocupaste.

Lo mire mas que sorprendida sin poder llegar a creer el hecho de que le hubiera preocupado mi ausencia. Casi esperaba que ahora él me dijera que había sido una broma por que no podía ni imaginarlo. Pero no fue así, Alex lo decía enserio y lo veía en sus ojos que no me estaba mintiendo.

_ La próxima vez que vayas a desaparecer todo un fin de semana será mejor que me avises –dijo y luego tomo el libro que estaba leyendo- El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Pensé que el señor Folleman no nos daría a leer este libro hasta fin de año.

_ Lo leo por mi cuenta, me gusta leer –dije- Las obras de William Shakespeare están entre mis favoritas.

_ ¿Y la firma? –pregunto él abriendo el libro y viendo el autógrafo de William

_ Es una imitación –mentí

Sonreí al recordar la vez que había viajado en el tiempo junto con mis padres y había asistido a una pieza de teatro actuada por el mismo William Shakespeare. Había conseguido su firma en ese libro y también una dedicatoria en el ejemplar que tenia de Romeo y Julieta. Ser bruja y que tu padre fuera tan poderoso tenía sus beneficios. Había visto a quien yo consideraba un genio de la escritura personalmente por más que hubiera vivido hacia siglos.

_ Creo que William Shakespeare interpreta muy bien lo que es el amor para los humanos en esta obra –dijo Alex devolviéndome el libro- La gente dice “te amo” muy fácilmente y sin ponerse a pensar en lo que esta diciendo. Lo dicen a la ligera como quien saluda a otro y juran amor cuando luego, meses mas tarde, se enamoran de otra persona y todo lo dicho anteriormente queda olvidado.

_ Quizás. Pero el periodo en el que uno esta enamorado y el amor es correspondido es único sin importar lo que luego pase –respondí y lo mire- Se nota que te va bien en literatura para hacer esa interpretación de la obra.

_ Gabriel tiene demasiados libros y estas son las consecuencias de vivir con él –dijo él con una mueca- Llega a ser torturante escucharle dar su interpretación sobre el libro que leyó durante horas. ¿Por qué faltaste hoy?

_ Estoy enferma desde ayer a la noche –conteste

_ ¿Te sientes bien? –pregunto

_ Ahora si pero aun me sigo sintiendo débil –dije apoyando mi cabeza sobre su hombro- Si no mejoro, creo que mañana tendré que faltar también.

_ Te sentirás mejor para mañana, ya lo veras –dijo Alex tomando mi mano

Sonreí aun si el fino guante de hilo separaba mi mano de la suya. Realmente me sentía bien estando con él y lo quería por mas que fuera un simple humano. No sabía exactamente por que pero siempre me sentía a salvo estando con él. Ojala mis sentimientos no le trajeran problemas y lo involucraran en mis asuntos. Pero estaba segura de que no tendría tanta suerte y era lo suficientemente egoísta como para no alejarme de Alex y querer estar a su lado.

_ ¿Por qué viniste? –pregunte

_ Quise pasar a ver si podía ayudar a Joan con su investigación y asegurarme de que estabas bien –dijo él- Luego de lo que me contaste, partiste con un desconocido y me dejaste con la duda. Me contaste que escapabas de un ex-novio malvado y tenias miedo de que te encontrara y luego partes con un chico que yo nunca había visto.

_ Te dije que era un amigo –conteste- Derek es mi mejor amigo y yo lo considero más un hermano que otra cosa. Si enserio hubiera sido mi ex te hubieras dado cuenta, él no pasa desapercibido fácilmente.

_ Adivinare. Típico chico lindo y adinerado por el que cualquiera estaría detrás –bromeo él y no pude evitar reír- La misma imagen que yo soy. ¿Verdad?

_ Probablemente. Además de que su presencia no es fácil de ignorar –dije

Claro, había cierta diferencia entre lo que un humano entendía por presencia y un brujo entendía. La presencia para un humano era el hecho de que alguien estuviera ahí presente. La presencia, para un brujo, era como la esencia de aquella persona. La presencia de Nicholas siempre me había resultado imposible de ignorar, era demasiado fuerte como para pasarla desapercibida.

Alex volvió a tomar el libro y en eso cayo una fotografía que había quedado guardada entre sus paginas. Tome la imagen y la vi. Noviembre del año pasado, para esa época ya debía llevar cerca de un año en el Instituto Bella Vista. No pude evitar sonreír al ver mi vieja apariencia y pensar en lo feliz que era. Estaba sonriendo a la cámara portando el uniforme del instituto, en ese caso una pollera corta y negro, una camisa blanca y un saco, también negro. No muy diferente a como estaba vestida ahora. También llevaba puesta una vincha que consistía en un lazo y un moño que recogía mi cabello y dejaba mi rostro libre a excepción del flequillo. Casi parecía como un antes y un después. No había mucha diferencia entre ambas imágenes, lo único que cambiaba era la situación. En la foto estaba en uno de los pasillos del Bella Vista y ahora estaba sentada en el porche de la casa de Cato.

_ ¿Por qué el cambio de imagen? –Pregunto Alex mirando la fotografía- ¿Acaso eres del programa de protección al testigo o algo así?

_ Para nada –dije

_ Pero esa eres tú. ¿Cierto? –Pregunto él y asentí- ¿Entonces por que tienes un aspecto diferente?

_ Esto –dije tomando un mechón de mi cabello y mostrándoselo- Fue una travesura de mi hermana. Me corto el cabello y me robo mi color.

Al menos no era de todo mentira. Diana había sido quien se había deleitado cortando cada mechón de mi cabello uno por uno hasta dejármelo tan corto comparado con como era antes. Y aun no se me había ocurrido ninguna excusa para el color de piel pero mientras Alex no preguntara no había de que preocuparse.

_ No le tengo simpatía –dije

_ Me cuesta creer que tu hermana sea tan malvada –dijo él

_ Todo tiene su contra –conteste- Ella es todo lo contrario a mi, por eso.

_ Aun así, es imposible imaginar a alguien que porta tu misma sangre tan malvada cuando para mi tu pareces demasiado encantadora –dijo él

No pude hacer más que ruborizarme ante sus palabras. Él me creería si algún día se encontrara con Diana, pero evitaría ese momento a muerte. Yo sabia de lo que ella seria capaz de hacerle a Alex. Lo torturaría, se deleitaría con el dolor que esto me causaría a mi, y luego, solo cuando estuviera segura que me partiría el corazón, ella lo mataría. Y todo por que yo sentía algo por él. Por que lo quería, por que estaba enamorada de él, por que en este momento parecía ser mi todo.

_ ¿Quieres entrar? –pregunte para dejar cualquier pensamiento tonto de lado

_ Con mucho gusto –respondió el simple humano

¿Por qué yo tenia que ser una bruja perseguida y él un simple humano del cual me había enamorado? Lo estaba condenando con mis sentimientos y aun así haría cualquier cosa por estar siempre a su lado. Ambos nos levantamos y recogí mi libro antes de abrir la puerta de la casa. Cato se había mudado de su zona de trabajo y la había trasladado hasta la mesa de la sala de estar. Él levanto la cabeza, inquiriendo al escuchar que estaba entrando con otro y no pude hacer más que sonreír como excusa.

_ Mira a quien he encontrado en la puerta –dije y él sonrió al ver a Alex

_ Buenas tardes Joan –dijo él

_ Buenas tardes –respondió Cato- Veo que al fin encontraste lo que andabas buscando.

_ La tercera vez es la vencida –respondió Alex

Los mire sin comprender a los dos, preguntándome que ocultarían ellos dos y entonces volví a sentir como la enfermedad recobraba sus fuerzas y me ganaba. La debilidad vino a mi casi tan rápido como sentí que la fiebre aumentaba. Me lleve una mano a la frente y sentí como esta ardía. Escuche sonar el celular de Cato y él lo atendió. Se levanto casi de un salto y vi como su expresión se iba desmoronando, pasando de la sonrisa y la felicidad a lo que parecía una mezcla de incredulidad y espanto.

_ ¡Que! –Exclamo él totalmente alarmado y Alex y yo lo miramos- No puedo ir ahora mismo. N-o p-u-e-d-o –insistió él viendo que el otro no cedía y hasta yo llegaba a oír los gritos en el teléfono- Esta bien, iré.

Cato dejo caer la mano que sostenía su celular y su expresión fue totalmente consternada. Desesperadamente él cerró la tapa de su ordenador portátil y empezó a recoger sus cosas por todo el lugar para partir. Tomo un bolso en donde guardaba todos sus artefactos de periodista, un abrigo, un gorro y en ningún momento se detuvo mientras preparaba todo desesperadamente.

_ ¿Qué sucede? –pregunte

Me maldije por haber hablado ya que se noto claramente que había vuelto a mi estado de enfermedad. Mi voz sonó totalmente débil y Cato se detuvo, mirándome preocupado por unos segundos, y luego continuo preparando todo. Cámara, anotador, grabadora, todo tipo de artefactos que necesitara un periodista en algo que parecía demasiado importante. Finalmente él termino y dejo el bolso a un lado de la puerta mientras se detuvo frente a mí y me miro totalmente preocupado. Puso una mano sobre mi frente, tratando de calmarse un poco por lo agitado que estaba.

_ Volvió a subir la fiebre. ¿Cómo te sientes? –dijo él

_ ¿Qué ha sucedido? –volví a preguntar totalmente débil

_ Ha habido un homicidio, debo partir cuanto antes para cubrir el caso –respondió Cato- ¿Cómo te sientes Katherin? ¿Crees que puedas quedarte sola? Volveré cuanto antes.

_ Me siento bien, enserio, no te preocupes por mí –dije pero mi estado delato que estaba mintiendo

Cato vacilo, dudando entre dejarme sola o no. Hice un esfuerzo por no caerme inconsciente ahí por más que la enfermedad ya me estaba ganando. Las rodillas comenzaron a fallarme y Alex pasó una mano por mi cintura para ayudarme a mantenerme en pie. No pude hacer más que sonreírle por la ayuda y tratar de preocupar en lo más mínimo a Cato aunque sabia que estaba haciendo exactamente todo lo contrario.

_ Yo me quedare a cuidarla –dijo Alex y lo mire totalmente perpleja- Ve y haz tu trabajo Joan.

Cato dudo en una milésima de segundo, mostrando tanto sorpresa como preocupación, pero terminó por asentir y tomar rápidamente sus cosas. Me beso en la frente antes de partir y le agradeció a Alex por su ayuda antes de partir corriendo por la puerta. Solo entonces permití que la enfermedad me ganara y deje de hacer tanto esfuerzo contra una batalla ya perdida. Mis piernas me fallaron y caí justo a tiempo para que Alex me sujetara.

_ Buenos reflejos –dije con la poca fuerza que me quedaba

_ Buen engaño a Joan pero tu realmente no estas para nada bien –dijo él

En algún momento de eso, mientras Alex me sostenía entre sus brazos para que no cayera al suelo, no pude más y quede inconsciente. Lo que me hubiera gustado disfrutar mas ese momento, pero en cambio la maldita enfermedad tuvo que intervenir. Casi podía imaginar a mi padre hacia unos años, cuando lanzaba hechizos para interrumpir justamente ese momento cuando andaba con algún chico. Pero aquí no estaba él, era yo y mi estado quien había intervenido para interrumpir justamente ese momento. Aunque de no haber sido por lo débil que me tenía la enfermedad, no hubiera caído y Alex no me hubiera sostenido entre sus brazos. Debía admitirlo, era mitad y mitad, odiaba a esta enfermedad por dejarme inconsciente pero la amaba por hacerme caer en el momento indicado.

Me desperté mucho tiempo después, tendida en mi cama y casi sin sentir mi cuerpo. Rodee hasta estar de costado y poder ver el reloj sobre la mesa de noche. Las siete menos cuarto. Había dormido más de dos horas y por lo que parecía Cato no había vuelto. Escuchaba venir desde el pasillo la voz de Alex, él debía continuar aquí y por lo que parecía estaba hablando por teléfono. Con dificultad logre sentarme sobre la cama y Luna apareció a mi lado. Reí por las cosquillas que me causo al lamerme el rostro y la acaricie felizmente. Alcance la bolsa de milsabores y tome uno deseando que volviera a funcionar. Pero no fue así. El milsabores sabía a lo que mas te gustaría en este momento, y lamentablemente mis gustos en estos momentos no iban hacia ninguna medicina sino que para otra cosa. Sentí el suave sabor de un dulce beso, apenas si el rozar de unos labios con los míos pero la sensación causada era exquisita. Luna maulló mientras terminaba de degustar el milsabores, con los ojos cerrados y una mano sobre mi pecho sosteniendo mi collar. Abrí los ojos repentinamente ante eso y la mire. Ella me miro con deseo y curiosidad y así continuamos durante unos minutos mirándonos fijamente.

_ Solo uno –dije y entonces le entregue un milsabores

Ella lo tomo rápidamente y huyo por la ventana del cuarto. Cerré la bolsa y la deje a un lado sabiendo que mientras Alex continuara en la casa mis gustos no irían hacia ninguna medicina. Tendría que sobrellevar la enfermedad sin ninguna ayuda más que cualquier medicamento humano que pudiera encontrar en la casa de Cato. Y eso mucho no ayudaría considerando que era una bruja y que ningún médicamente humano podría curarme. Escuche los pasos fuera de la habitación y entonces Alex abrió la puerta. Suspiro, guardando su celular en su bolsillo y luego me miro.

_ Al menos despertaste, es un problema menos –dijo él

_ ¿Qué es lo que anda pasando? –pregunte

_ Eso no importa ahora. ¿Cómo te sientes? –pregunto él sentándose a un lado mío

_ Aun me siento demasiado débil. No puedo creer que haya dormido tanto tiempo –dije y él sonrió

_ Créeme cuando te digo que te mejoraras para mañana, estoy seguro –dijo Alex

_ Lo dudo mucho, ya veo que estaré una semana en cama –dije y entonces lo mire con más curiosidad- ¿Qué fue lo que paso?

_ Hubo un homicidio –dijo, evitando mi mirada y tomando esa seriedad que yo tanto odiaba- No se como, no se quien ni por que. La policía ha mantenido todo en secreto y no dejan pasar a nadie a la escena del crimen. Conociendo a Joan, él es un profesional y seguro que pudo haberse infiltrado, pero no sé nada de lo que anda pasando. Miguel y Raphael fueron al lugar pero no los han dejado pasar.

_ ¿Por qué están tan interesados por saber lo que pasó? –pregunte

_ Alguien ha muerto asesinado en este pueblo, eso no es normal –dijo él- Nunca ha pasado algo así y sospecho que aquí hay gato encerrado. He tratado de investigar pero no he conseguido nada de información. Nadie sabe nada.

_ Yo se quien podría saber algo –dije de pronto

Mis pensamientos parecían estar surgiendo mas rápido de lo que mi estado se lo permitía. Si había una persona que debía saber lo que realmente estaba pasando, esa era Nikky. Su padre era compañero de Cato y ella estaba presente siempre que podía para ayudarlos en su investigación. Conociéndola tan perfectamente como lo hacia, no era difícil imaginar que ella debía andar por la escena del crimen buscando el modo de filtrarse si es que no lo había hecho ya. De hecho, estaba segura de que ya debía de saber todo lo que había sucedido.

Rápidamente tome mi celular y marque su número. Hubo tono al instante y le hice señas a Alex para que no hablara mientras él me miraba confundido. Al tercer tono Nikky atendió su celular y escuche el disturbio que había detrás. Claramente no me equivocaba, ella se encontraba en el lugar de los hechos.

_ ¡Hola Kathy! Hoy estuviste ausente. ¿Puedo saber por que? ¿Te encuentras bien? –dijo ella, siempre con su actitud de “aquí no esta pasando nada”

_ Estoy enferma, por eso falte –dije

_ ¡Enserio! ¿Y Cato te ha dejado sola en casa sintiéndote tan mal? –Me interrumpió ella- ¿te sientes muy mal? ¿Quieres que vaya para allá? Por mi no hay problema, me encargo de ti si quieres.

_ Nikky no te hagas problema, estoy bien. No estoy sola en casa, alguien me cuida –dije sonriéndole a Alex y él me devolvió la sonrisa- ¿Tienes idea de lo que anda pasando?

_ Un momento. ¿Estas con alguien? ¿Con quien? No se me ocurre nadie. Están todos alterados y reunidos aquí, además de que no puedo pensar en una persona con quien Cato te dejaría –continuo ella

_ Nikky, no importa con quien estoy. ¿Me puedes decir que es lo que anda pasando? –le interrumpí viendo que ella jamás se detendría

_ Hubo un asesinato –respondió finalmente- Mataron a un explorador. Un extranjero que andaba por el bosque. Lo atacaron, lo hirieron y luego lo mataron exactamente a las afueras del pueblo pero su cuerpo fue encontrado en el centro en un basurero. Creo que murió desangrado por lo que vi, tiene una terrible herida en el cuello y por lo que parece fue un ataque muy salvaje. Tiene varios huesos rotos y... A ver... Un minuto que me fijo... –dijo ella y escuche el ruido de un forcejeo- Al parecer le aplastaron la cabeza fuertemente contra algo, tiene el lado derecho del rostro totalmente destrozado.

_ ¿En donde diablos estas? –pregunte

_ Pues frente al cuerpo y entre la policía. ¿Dónde mas? –Dijo ella- Ahora mismo se están llevando el cuerpo los forenses y los peritos ya están en la zona para determinar que paso. Dicen que lo ataco un animal salvaje pero yo se cuando la policía quiere ocultar algo. Aquí hubo un asesinato, alguien mato a este hombre. Me pregunto quien seria tan anticuado como para matar a alguien haciéndole un corte en la garganta y dejando que se muera desangrado. Seria más lógico utilizar alguna pistola y listo. Más moderno.

_ Gracias por decirme, le preguntare mejor a Cato cuando vuelva –respondí y ella me detuvo antes de que pudiera cortar

_ Espera. Solo una cosa. ¿Con quien estas? –pregunto Nikky

_ Eso no importa ahora, llámame si consigues alguna información nueva –dije rápidamente- Adiós.

_ Adiós, ojala te mejores rápidamente –dijo ella y luego la llamada se corto

Deje el celular de lado y entonces trate de asimilar todos los hechos. Habían matado a alguien y esto no tenia las características de un homicidio normal. El explorador había tenido una terrible herida en el cuello y había muerto desangrado. Además de que tenía varios huesos rotos. Eso solo podía significar una cosa: Vampiro. Constantine... Finalmente él había atacado a un humano y se había alimentado de tal. Recordé a los tres exploradores que había visto pasar por el bosque gracias a mi don y a la sombra que los había seguido. Ahora todo cerraba perfectamente.

_ ¿Y? –Inquirió Alex- ¿Averiguaste algo?

_ Todo –dije y continué ante su mirada expectante- Fue un explorador el que murió. Lo asesinaron de un corte en el cuello y murió desangrado. Además de que sufrió un ataque brutal y tiene varios huesos rotos y el lado derecho del rostro totalmente destrozado.

El hecho dejo totalmente sin palabras a Alex pero mis pensamientos no permitían que pudiera fijarme en él. Constantine finalmente había mordido a un humano y eso no era correcto. Pero no era eso lo que me preocupaba. Era solo cuestión de tiempo para que ese Consejo se enterara de lo que él había hecho y mandara a los ángeles a este pueblo para buscarlo. ¡Maldito vampiro! Yo estaba bien hasta que él tuvo que aparecer. Y aun seguía rondando en mi cabeza la amenaza implícita de que él quería morderme.

Nuevamente la enfermedad volvió a tener su efecto y me lleve una mano a la cabeza mientras intentada continuar consciente. Odiaba estar enferma. Odiaba sentirme tan débil cuando cosas tan importantes andaban pasando afuera. No podía imaginarme el resto de la semana en cama. Necesitaba salir y encontrar a Constantine, hacerle devolver cada gota de sangre que había robado ya que no era correcto atacar a los humanos y mucho menos matarlos.

_ No estas bien –dijo Alex poniendo una mano sobre mi frente y mirándome con preocupación

_ Terminare por tener razón yo, estaré enferma el resto de la semana –dije sonriendo débilmente

_ Ya veras que yo estoy en lo correcto. Hagamos una apuesta: si tu ganas, te diré por que estoy realmente tan interesado en lo que pasa en este pueblo –propuso él y luego sonrió- Y si yo gano, ya se me ocurrirá el modo de hacerte pagar. Mañana estarás en la escuela en un estado perfecto.

_ Que mala apuesta que estas haciendo –dije

Aun así la sonrisa no se borro de su rostro y él rebusco entre las cosas sobre mi mesa de noche hasta alcanzarme una pastilla color miel. Tome la pequeña cosa ovalada y la mire con curiosidad, estaba segura de no haberla visto nunca antes. La hice girar entre mis manos, examinándola por todas partes y finalmente mire inquisitivamente a Alex.

_ Tómatela –dijo dándome un vaso de agua- Es un medicamento muy fuerte. Te dejara inconsciente por un rato pero te aseguro que cuando te levantes te sentirás mucho mejor y cualquier enfermedad se habrá ido.

_ ¿Qué me estas dando? –pregunte y él me miro fijamente

_ ¿Confías en mi?

Le hubiera dicho que si a cualquier cosa que él me hubiera dicho en ese momento. Era imposible resistirme cuando sus ojos verdes me miraban de tal forma que yo me sentía sin ninguna voluntad frente a él. Tome la pastilla, luego un sorbo de agua y la trague fácilmente. Casi al instante esta tuvo efecto y volví a sentir como caía en el ensueño. Me deje caer hacia atrás, recostándome entre los almohadones y mis ojos empezaron a cerrarse lentamente. Alex se levanto de su lugar, acercándose un poco a mí y besándome suavemente en la frente. Eso fue lo último que sentí, sus labios rozar delicadamente la piel ardiente de mi frente y luego quede totalmente inconsciente.

Al parecer Alex no me había mentido en el hecho de que quedaría inconsciente por un rato. Cuando volví a despertarme ya eran más de las ocho y estaba sola en mi habitación. Me levante, esperando que nuevamente la enfermedad tuviera efecto y la debilidad viniera a mi pero nada sucedió. Lleve una mano a mi frente. Estaba calida, pero esto ya no era fiebre. Me levante de la cama, me sentí totalmente desorientada y atontada pero al menos ya no estaba débil. Me mire al espejo, viendo que mis mejillas aun conservaban algo de color rojo y sonriendo apenas. Al menos esa enfermedad había tenido una consecuencia buena. Habían sido veinticuatro horas de debilidad pero ahora tenia algo de temperatura y mi piel ya no era tan pálida sino que de un color crema. Aun así, no se acercaba a mi calida temperatura y a mi color de piel que era apenas bronceado.

Me arregle el cabello lo mejor que pude con los dedos y luego salí de la habitación. Sentí como poco a poco iba recobrando mis fuerzas y me parecía imposible imaginar que hacia unas horas me sentía fatal. ¿Qué me había hecho aquella pastilla? Estaba segura de nunca antes haberla visto. En todo el tiempo que había estado en esta casa, jamás había visto pastillas de color miel en el botiquín de medicinas de Cato. De hecho, jamás había visto pastillas de color miel y que causaran tal efecto entre las medicinas de los humanos. Me detuve al pie de las escaleras y pensé en donde podría estar Alex. Casi como si el pensamiento lo llamara, él estuvo en un instante frente a mí y me miro sonriendo.

_ ¿Mejor? –Pregunto él y asentí- Después de todo, parece que yo tenía razón y me debes algo. Ya se me ocurrirá el modo de que me pagues.

_ Que ahora me sienta mejor no quiere decir que la enfermedad no volverá –dije

_ Pero ya no tienes fiebre y luces mucho mejor –dijo Alex

_ ¿Qué fue lo que me diste? –pregunte y él hizo una mueca

_ Nada que debas saber –respondió- Lo que cuenta es que ahora ya estas mejor pero te advierto que los efectos de la pastilla deben seguir. Es muy fuerte, te sentirás algo atontada por unos minutos más pero cuando se te pase estarás como nueva.

_ Entonces gracias por su asistencia doctor Engel –dije bromeando

_ De hecho, la que tiene el trabajo oficial de doctora en la familia es mi madre y te aseguro que no seguiré su oficio –dijo él- Joan no volverá hasta dentro de una hora o mas, o eso creo. Las cosas ya andan tranquilizando y la gente se ha empezado a dispersar. ¿Deseas cenar algo?

_ Creo que no hay nada de comer, aun no hemos hecho las compras –respondí

_ Puedo improvisar, algo se me ocurrirá para cocinar –dijo él sonriendo

_ ¿Qué? ¿Ahora cocinas? –dije intentando no reír mientras lo seguía

_ ¿Enserio me tienes tan poca confianza? No te voy a envenenar, lo juro –dijo Alex levantando las manos- No ataco buenas personas.

_ ¿Se supone que debo preocuparme por ese comentario? –dije, vacilando y él sonrió

_ A ti no podría atacarte ni aunque quisiera –contesto

Trate de no responder a eso. A mi no me preocupaba la idea de que Alex pudiera atacarme, eso me resultaba inimaginable de su parte. Lo que realmente me preocupaba era que a él lo atacasen. Constantine ya había demostrado que no le importaba cobrar vidas humanas, lo seguiría haciendo. Y además, aun seguía en mi cabeza la idea de que si me encontraban también lo atacarían a Alex solo para torturarme. Me estremecí de un modo imperceptible.

Me apoye sobre la mesada mientras lo veía a Alex revisar estantes y alacenas en busca de algo de comer. Hice una mueca, era principio de mes y realmente no había casi nada de comida. De hecho, se suponía que las compras las haríamos esta semana pero hasta entonces la cocina parecía vacía.

_ No encontraras nada –dije

_ Siempre se puede encontrar algo –dijo Alex revisando la heladera- Pero lo único que parece haber es queso.

_ Cato es un adicto al queso –dije

_ ¿Por qué lo llamas Cato?

_ No lo sé exactamente. Mi padre y él son amigos desde hace mucho y siempre lo llamaba Cato. Supongo que me acostumbre a ese sobrenombre –respondí

_ Ya veo –dijo Alex sacando la única comida que había en los estantes de la heladera- Queso será.

_ Creo que también debe haber huevos ahí dentro –dije recordando mi desayuno y él enseguida los encontró

_ Creo que podría hacer un buen omelet a partir de esto –dijo Alex- no será nada que pueda servirse en un buen restaurante pero bastara para comer algo ahora. Además, debe haber otras cosas por aquí que pueda usar.

_ Quisiera verte hacer comida a partir de nada –dije apoyando mi cabeza sobre mis manos- No vivimos muy ordenadamente aquí.

_ Vivo con cuatro adolescentes y sin ningún control. Esto es el paraíso comparado con lo que estoy acostumbrado a pasar –dijo él

No le respondí y ayude a Alex a buscar lo que necesitaba. Una sartén, alguna espátula. Cato había necesitado manteca para el desayuno de hoy, seguramente algo debía quedar que pudiéramos utilizar para que los huevos no se pegaran a la sartén. Rebusque por toda la cocina, tratando de encontrar algo de comida y al cabo de un rato lo único que teníamos eran: tres tipos diferentes de quesos, consecuencias de la adicción de Cato, sal y algunas especias para dar sabor.

Me apoye sobre la mesada y mire como Alex iba preparando todo sobre esta. Si había algo en lo que realmente yo no era buena era en cocinar, eso se debía a que sinceramente no me interesaba. Es decir, sabia cocinar algunos platos, podía sobrevivir y alimentarme yo sola pero no era algo que me gustara hacer. Además, tendía a ayudarme de la magia y en este caso estaba más que claro que no podía. En cambio, me fije en como Alex batía los huevos y los colocaba sobre la sartén. Él estaba sonriendo, parecía que cocinar era algo que le gustara. Todo lo contrario a mí.

Por un segundo algo me distrajo, como si hubiera escuchado a alguien llamarme, y mire por la ventana. Ahí estaba la luna, en el cielo, rodeada de estrellas. Ella me atrapo casi al instante, haciendo que cayera bajo su influencia y la mirara fijamente. ¡Maldición! Cerré fuertemente los ojos, dejando de mirar por la ventana y tratando de volver a mi apariencia normal. No podía mostrar estos ojos, con las pupilas totalmente dilatadas, mientras Alex estuviera aquí. De hecho, tenía que contener todo lo que pudiera mi presencia para solamente parecer una humana normal. Me frote los ojos, fingiendo un bostezo y fui a sentarme a la mesa para que Alex no pudiera verme. Realmente no estaba cansada. Ahora que la enfermedad parecía haberse curado milagrosamente, la luna volvía a influir sobre mí y sentía mis energías totalmente recargadas.

_ Huele rico –dije luego de varios minutos

_ Dame unos segundos mas y estará listo –dijo Alex dando vuelta el omelet con la espátula- No es mucho pero supongo que basta para nosotros dos.

_ Ya el hecho de que hayas podido hacer algo de comer a partir de nada es mucho –dije- Gracias por haberte quedado. Digo, a cuidarme, sé lo mucho que te interesa lo que pasa en este pueblo y lo que te hubiera gustado ir con Cato al lugar.

_ No te hagas problema –dijo él

Me levante del lugar viendo que la cena ya estaría lista y comencé a poner la mesa. Me ocupe de poner los vasos, los cubiertos, una botella de agua que parecía ser la única bebida que quedaba en la heladera, la sal, la pimienta y por ultimo los platos. No era agotador hacer todo normal, lo hacia siempre y en todo este tiempo casi nunca había recurrido a la magia. Pero sin embargo, ahora, sentía una necesidad de quedarme sentada y hacer que las cosas se hiciesen por si mismas. La enfermedad se había pasado, pero aquí estaban las secuelas. Además, estaba reteniendo las influencias de la luna, era eso lo que me empujaba a hacer aunque sea un mínimo de magia.

Alex finalmente termino de cocinar y dividió el omelet en dos partes iguales, una en cada plato. Nos sentamos el uno enfrente del otro y empezamos a comer. He de admitir, en cuanto a la comida era difícil superar a Cato ya que él gracias a su trabajo conocía varios secretos de los profesionales, pero Alex lo había hecho. En toda mi vida no había comido omelet más exquisito y pensar que estaba hecho a partir de lo poco que había en la cocina.

_ Mi padre me mataría si viera lo que te he servido –dijo él tratando de no reír

_ ¿Por qué? –pregunte

_ Él es un chef profesional. Es dueño de uno de los restaurantes más populares de New York y trabaja ahí. Creo que me mataría con sus cuchillos de cocina si ve que improvise a partir de nada e hice algo tan sencillo –respondió

_ Aun así, esta exquisito –dije, dando otro probado y él sonrió- ¿Y? ¿Cómo tendré que pagarte viendo que mi enfermedad se curo milagrosamente?

_ Te dije que ya te diré como me pagaras –dijo Alex- Se te esta haciendo una deuda conmigo, primero lo del viernes y ahora esto.

_ Creo que lo del viernes ya lo he pagado. Después de todo, hoy me has visto como querías, sin miedo y como soy yo realmente –dije

_ Hoy solamente me has causado mas preguntas respecto a ti y mas intriga –contesto él- Cuéntame del Bella Vista, debió ser genial ir a tan prestigioso Instituto.

_ Si –hasta que te dabas cuenta de la realidad agregue mentalmente- Pero era demasiado exigente y estricto.

_ Pero debías de tener ciertos privilegios, después de todo salías con un estudiante de alto rango y en el cuadro de honor –dijo él mirándome de soslayo

¿Cómo era que hacia? ¿Cómo lograba recordar cada palabra que le había dicho al pie de la letra? No supe exactamente que responderle a eso, él tenía razón. Además de que no podría hablar del Bella Vista con Alex, no deseaba mentirle y era precisamente eso lo que tendría que hacer si continuábamos hablando respecto al Instituto.

_ Los últimos tres meses ahí fueron torturantes –concluí- Tuve que escapar del Bella Vista ya que no me dejaban partir por mi cuenta y me mude aquí.

_ ¿Y tus padres? –pregunto él

_ Ellos son muy buenos. Mi padre es profesor de cívica e historia ya que son cosas que le apasionan y mi madre trabaja en esas organizaciones que hacen colectas y fiestas de caridad, todo destinado para ayudar a los demás –respondí- Vivía en Boston con ellos. Supongo que no quise meterlos en mis problemas y por eso no los volví a ver. ¿Y tú?

_ Vivía en New York junto con ellos y mi hermano. Teníamos una casa a las afueras de la ciudad, vivíamos muy felices y así fue hasta que empezaron los problemas –dijo él y vi un deje de tristeza atravesar sus ojos- Cuando yo tenía diez años mi hermano partió. Estaba a días de cumplir los trece, aun tenia doce, cuando dieron la noticia de que había muerto. Luego... tuve que mudarme aquí.

_ No entiendo por que te viniste aquí –dije

_ No es algo que haya elegido sino algo que tuve que hacer –respondió Alex- Realmente yo no quería pero si tengo que explicártelo tendría que decirte que mi hermano se había comprometido en una organización que incluía un intercambio estudiantil y yo tuve que tomar su lugar cuando él murió.

_ Sabes una cosa, realmente los verdaderos desaparecidos no están muertos. La policía inventa eso para no decir que no pueden encontrarlos –dije

¡Diablos! ¡Se suponía que yo no debía decirle eso y él no debía saberlo! Pero no podía, sinceramente no podía no hacerlo. Veía la tristeza perfectamente en los ojos de Alex y trataba de contenerme lo mejor que podía para no hablar y decirle todo. Si enserio su hermano era un desaparecido, no había muerto, solamente ahora era un servidor de Lucifer. Aunque me costaba encontrar la diferencia entre estar muerto y estar sin alma...

_ Mi hermano esta muerto. A él lo mataron –dijo y eso me callo definitivamente

_ Lo lamento –murmure y él suspiro

Terminamos de comer en silencio mientras yo trataba de controlar mis pensamientos. ¿Alguien de apellido Engel en el Instituto? Jamás había habido mientras yo había estado. Conocía a todos y cada uno de los estudiantes y podía asegurar que jamás había encontrado a alguno que se pareciera en lo mas mínimo a Alex. No tendría forma de saber si enserio su hermano había muerto o era un servidor de Lucifer mas encubierto bajo esa excusa de “desaparecido”.

Recogí la mesa una vez que terminamos y lleve todo al fregadero mientras Alex guardaba las cosas como la bebida y todo eso. Aun así mis pensamientos seguían en cualquier cosa y rápidamente cerré las cortinas de la cocina para que no pudiera ver la luna. La pregunta que principalmente seguía rondando mi cabeza era que diablos había pasado con mi enfermedad.

_ ¿Te molesta si voy a hacer una llamada? –pregunto Alex

_ No tienes por que preguntarme, has lo que quieras –conteste- Ya has hecho demasiado por mi.

Él me sonrió y luego partió de la cocina. Solo cuando estuve segura de que él se había ido me permití sacarme los guantes para poder lavar. Disfrute durante unos pocos segundos de la libertad de mis manos y la hipersensibilidad de estas, tocando desde la pulida mesada hasta la aun calida sartén. Comencé a lavar, disfrutando de la sensación de la caída del agua y apresurándome lo más que podía para volver a ponerme mis guantes. Mientras no los tuviera puesto mi secreto estaba vulnerable, era solo cuestión de un roce y se armaría un gran problema. Lave todo lo más rápido que pude y lo deje para que pudiera secarse, luego lo guardaría. Me puse nuevamente los guantes de hilo, disfrutando de una última vez de la libertad de mis manos y rindiéndome finalmente. Ya tendría tiempo para andar sin guantes cuando estuviera sola o al menos segura. Mientras tanto, corría peligro si no los usaba. Cruce la cocina, fijándome una ultima vez que todo estuviera bien, y me encontré en el umbral de la puerta con Alex.

_ Todo en orden –dije, apoyándome contra el marco de la puerta

_ Yo tengo la mayoría de las cosas en orden. Pero en lo que me concierne a ti, creo que ya esta casi todo –dijo él poniéndose frente a mi- Solamente falta que cumplas con tu parte ya que tu perdiste la apuesta. Estas perfectamente sana ahora.

_ Aun no me has dicho como debo pagarte –dije y él me callo poniendo un dedo sobre mis labios

Me quede totalmente congelada ante su tacto y no podía dejar de mirarlo fijamente a sus ojos al igual que él a mi. Alex se acerco más a mí y sentí su suave caricia en el lado izquierdo del rostro. Mi corazón latía desaforadamente y yo sabia lo que quería. ¿Por qué él podía tocarme libremente? ¿Por qué yo estaba condenada a estos malditos guantes? ¿Por qué no podía tocarlo con mis propias manos? Mis pensamientos quedaron totalmente de lado cuando él se acerco más y sus labios rozaron ligeramente los míos. Aun portando guantes, no me importo, tome su rostro entre mis manos y lo volví a acercar para disfrutar del roce. Demasiado sutil, demasiado delicado y aun así maravilloso. Sentí sus manos ceñirse en mi cintura mientras él me miraba sonriendo, su frente apoyada contra la mía, y volvía a rozar sus labios con los míos. En toda mi vida había besado a varios humanos y sin embargo jamás había sentido algo similar. Se sentía demasiado maravilloso, demasiado bien para ser real. Y para mi sorpresa, se parecía un poco al sabor del milsabores, no el que había probado esta tarde sino que el que había probado estando con Derek.

Casi como si yo estuviera maldita, escuchamos el sonido del auto de Cato al aparcar en el garaje. Alex me miro fijamente y por un momento creí que seria capaz de hacer algún hechizo para alejarlo a Cato lo más que pudiera de aquí y estar nuevamente los dos solos.

_ Creo que no tengo suerte –murmure aun hipnotizada por sus ojos

_ Somos dos –dijo él, besándome delicadamente una ultima vez y luego soltándome

_ Muchas gracias por haberte quedado –dije y Alex me acaricio el rostro con una mano

_ Si mañana no estás completamente sana en la escuela realmente seria para matarte –dijo sonriendo y conteniendo la risa como si se tratara de una broma personal

Le sonreí una última vez, poniéndome de puntillas para poder abrazarlo por el cuello y separándonos al escuchar a Cato abrir la puerta. Realmente no tenía suerte. Lo quería mucho a Cato, lo consideraba parte de mi familia, pero en este momento en lo único que estaba pensando era en un modo de deshacerme de él. Me aleje de Alex y fui a ayudar a Cato con sus cosas. Enseguida tome su bolso al encontrarlo en la entrada y me pregunte que tan agotado debía de estar. Su cara no reflejaba nada que pudiera darme información, solamente mostraba lo cansado que estaba luego de largas horas de duro trabajo en una investigación.

_ ¿Cómo te sientes? –pregunto enseguida al verme

_ Ando curada milagrosamente pero la pregunta es como te sientes tu –dije

_ Agotado –respondió Cato- Solamente vine para dormir unas horas y tendré que volver a partir lo antes posible.

_ Hasta el mejor de los periodistas tiene que descansar bien –dijo Alex uniéndonos- Joan, no puedes pretender estar las veinticuatro horas pendiente de cualquier movimiento de la policía respecto al homicidio.

_ Gracias por haberte quedado Alex, pero ya puedes irte si eso quieres –dijo Cato

Lo mire extrañada, realmente él debía de estar muy agotado como para echar educadamente a Alex. Si deseaba hacerle preguntas respecto al caso, lo mejor seria que esperara a que él descansara. Lo único que faltaba era que yo lo atormentara con miles de preguntas ahora que me sentía bien cuando ya sabía quien había sido el culpable. Constantine me las pagaría tarde o temprano. ¡No podía atacar a los humanos!

_ Entonces aquí nos despedimos. Buenas noches, espero que puedas descansar bien Joan –dijo Alex

_ Te acompaño afuera –dije rápidamente

Él me respondió con una sonrisa y Cato fingió ignorarnos totalmente, en vez de eso, dejo todo de lado y subió las escaleras seguramente para ir y desplomarse sobre su cama. Conociéndolo, lo único que debía querer en este momento era dormir viendo que yo ya estaba mejor. Sentí el fresco aire nocturno que afuera soplaba apenas salimos. Me detuve sobre el césped viendo que aquí nos despedíamos y lo abrace una última vez antes de que partiera.

_ Me has robado todo el día pero valió la pena –dijo Alex apoyándose de costado contra su moto

_ Fuiste tu quien se ofreció a quedarse en primer lugar –dije

_ No puedes ocultarme lo que te sucede, soy muy bueno en saber lo que les pasa a las personas que están a mí alrededor y tú en ese momento no estabas en condiciones de quedarte sola. Ni siquiera estabas bien –dijo Alex

_ Pero me curaste –dije

_ Yo no te cure –aseguro él ya montándose en su moto- No hice nada.

_ No se que hiciste pero se que fuiste tu. Mejore milagrosamente. Mi estado solo mostraba que estaría en cama por una semana y tú aseguraste que estaría perfecta para mañana. ¿Que hacia esa pastilla? –pregunte

_ Te diré que hace esa pastilla si me dices como es que te enfermaste –dijo él

_ Todo entre nosotros será por intercambio. ¿Verdad? –Dije y él asintió sonriendo- Creo que me enferme por estar todo el fin de semana fuera. No descanse correctamente y me esforcé mas de lo que debía en un momento.

Hice una mueca al recordar el estado en el que había quedado luego de usar un hechizo de tan alto nivel para invocar el silencio. En realidad, no estaba segura de todo si era por eso que me había enfermado. Ni siquiera sabia de que me había enfermado. De lo único que estaba segura era de que Alex había hecho algo para curarme, no sabia que pero estaba segura de que había sido él.

Él me sonrió, poniendo su motocicleta en marcha y tomándome de la manga del abrigo para acercarme. Mi corazón se detuvo por una milésima de segundo al sentir su cabello rozar mi mejilla y sus labios pegados a mi oído.

_ Esa pastilla no hace nada realmente –susurro en mi oído y pude imaginar como sonreía ante su secreto por más que yo tuviera los ojos cerrados- Lo único que hace es inducirte el sueño.

Me quede sin aire ante sus palabras y al instante él me soltó. Me separe de él, solo para verle la cara y Alex sonrió como quien hace algo que no debe y esta consciente de ello. Me lleve una mano al pecho, tomando mi collar y acariciando el sol con mis dedos. Esto ya se estaba convirtiendo en un tic. Alex me miro con curiosidad mientras yo trataba de asimilar sus palabras.

_ Lindo collar –dijo antes de partir rápidamente

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