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Capitulo 24: Deseo y efecto


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No dije palabra alguna, simplemente me limite a seguir a Zach, no lo perdería de vista nuevamente por mas que continuaba impactada por la noticia. Cualquier furia que hubiera tenido contra las hadas por lo sucedido anteriormente quedo totalmente de lado, seria mejor comportarme frente a la reina a menos que deseara molestarla. Y, lamentablemente, no era bueno molestar a la reina de las hadas.

Seguí a Zachary sin dificultad alguna, era difícil estando con él prestarle atención a algo que no fuera su frialdad siempre presente en aquella mirada. Trague con dificultad al ver que cruzábamos todo el salón e íbamos directo al palco privado de la reina. Me detuve un segundo y mire algo intimidada los pocos escalones que debía subir y ya daban a donde ella estaba. Zachary se detuvo a mitad de los escalones, me miro de un modo inquisitivo y luego me obligo con la mirada a seguirlo. Asentí obedientemente ante la seria mirada de aquel brujo y lo seguí. Trece escalones subí exactamente, trece escalones antes de caminar un metro y cruzar las grandes y pesadas cortinas que separaban totalmente aquella parte del resto del salón. Respire hondamente antes de hacer a un lado las gruesas y espesas cortinas y entrar a la habitación.

La habitación estaba totalmente a oscuras, apenas si lograba ver las figuras recortadas contra la oscuridad y fue cuestión de segundos para que mis ojos se habituaran. Vi la figura de todas las hadas aquí presentes, reconocí a los mismos dos caballeros que me habían dado la invitación y en un magnifico sillón reconocí la silueta de la reina. Las cortinas quedaron apenas abiertas de modo que un rayo de luz se filtro al interior e ilumino mínimamente. La reina de las hadas era quizás el ser mas hermoso que hubiera visto, su piel de porcelana era perfecta, sus ojos dos diamantes y su cabello parecía hecho a partir del rubí. Enseguida me incline ante ella cuando se puso en pie. No la mire, no tenia idea de que debía exactamente hacer. Mire apenas de soslayo a Zachary, él seguía en pie sin haberse movido en lo mas mínimo.

_ Joven brujo, has arruinado mi entretenimiento –dijo ella

Su voz era cautivante, dulce y espesa. Cualquier hombre hubiera caído perfectamente enamorado de tan solo oír aquella voz. Cualquier mujer la hubiera envidiado terriblemente. Pero a mi no me ocurrió nada de aquello, simplemente me quede helada y mi sangre se congelo al saber a que se refería con su entretenimiento. Trague con dificultad y me atreví a mirar apenas a la hermosa y cruel reina. Zachary no respondió, no dijo palabra alguna, simplemente se limito a mirar a la reina fríamente como acostumbraba hacer con cualquiera.

_ ¿Acaso la estas pasando bien guardiana del Sol? –pregunto ella y levante la vista al escuchar que me nombraba

_ Su fiesta es increíble –dije educadamente

_ ¿Y tienes idea de que hora es? –pregunto ella y no respondí

_ No debería jugar así con sus invitados –dijo Zachary y la reina sonrió forzadamente

_ Es casi medianoche –dijo dejándome totalmente helada

_ ¿Pero como es aquello posible? –pregunte, no podía asumir aquellas palabras- No ha pasado tanto tiempo, estoy segura de que...

_ No tienes idea de cuanto tiempo estuviste bailando con aquel servidor del Consejo –me interrumpió Zachary- El encantamiento de la melodía hace perder también el sentido del tiempo.

_ Imposible –susurre pero el brujo asintió

_ ¿Estarás presente en mis brindis de medianoche guardiana del Sol? –Pregunto la reina sonriendo- Me gustaría que así fuera, hace mucho que no tenemos el honor de tener la presencia de un caballero. Y no uno cualquiera, sino que el mismo que esta encargado de la paz entre el bien y el mal.

_ El honor es mío por que me hubiera invitado –dije

_ Pues que bueno que hubieras aceptado mi invitación –dijo ella- Tu presencia es un regalo.

_ Respondiendo a su pregunta anterior, estaré presente en sus brindis de medianoche, no me los perdería por nada –dije

_ Excelente –dijo la reina sonriendo- Estarás junto a mi cuando haga los brindis, espero lo disfrutes tanto como todos mis súbditos.

_ Si así lo desea Su Majestad –dije con extrema elegancia

_ Tu eres la guardiana del Sol –afirmo ella y comenzó a dar vueltas alrededor de mi- Realmente eres un ser muy fascinante, provocas demasiada curiosidad en mi. Me gustaría saber más respecto a tu naturaleza, a tus habilidades, a tus atributos.

Me quede helada por el modo en que ella hablaba. Aquello no sonaba a unas simples palabras para expresar curiosidad y las intenciones que había detrás me hacían estremecer. Trate de no imaginar los métodos que estaba pensando la reina para responder sus preguntas respecto a mí, trate de no imaginar que ella deseaba hacer experimentos conmigo por mas que aquella era la realidad.

_ ¿Puedo preguntarte una cosa guardiana del Sol? –dijo ella

_ Lo que usted desee su alteza –dije

_ ¿Eres feliz? –pregunto ella, dejándome helada por el modo en como lo dijo

_ Por supuesto que si Señora –dije

_ Aquello es lo que tú crees. ¿Pero acaso es cierto? –Dijo ella y continuó con su caminata a mí alrededor- Dices ser feliz guardiana del Sol pero yo sé que no es así. Yo lo sé y lo veo todo. Yo conozco el dolor que escondes y he visto las lágrimas que te niegas a derramar. He visto tu pasado, presente y futuro. Sé las culpas que cargas, los sufrimientos que guardas, los recuerdos que aun te hieren. Sé a quien extrañas, a quien no. Conozco el nombre de la persona que deseas ver muerta, de la que odias, de la que amas y de la que deseas ver mas que nada. Conozco todos tus miedos y deseos, tus equivocaciones y tus aciertos, tus engaños y tus realidades, tus mentiras y tus verdades.

Sentí como mi corazón caía hecho añicos al suelo, como aquel terrible dolor regresaba. La reina sonrió triunfal al haber dado en el blanco y se detuvo frente a mí. Tome con una mano mi collar, sintiendo el agudo dolor desgarrarme el corazón. Luche contra las lágrimas que amenazaban por salir y logre contenerlas. Quise implorarle a la reina que no continuara, que no me recordara aquel dolor siempre existente. Quise hablar pero no pude ni abrir la boca.

_ No eres una persona totalmente feliz guardiana del Sol. ¿Entonces por que andas por ahí pretendiendo serlo? –pregunto ella

Combatí contra el dolor y la tristeza que amenazaban con vencerme. Cerré los ojos y sacudí apenas la cabeza para obligarlos a volver a lo más profundo de mí ser y encerrarlos nuevamente. No, yo era la guardiana del Sol, era Katherin Strega Chevalier, no podía dejar que la reina de las hadas me venciera tan fácilmente y con solamente unas palabras. Respire hondo al calmarme antes de abrir los ojos y mirar seriamente a la reina. Ella no me ganaría, no me vencería. Sonreí de un modo casi despiadado antes de responderle.

_ Por que es mejor pretender ser feliz a andar sufriendo por unos desgraciados –dije y mi sonrisa solo se ensancho- No merecen mis lágrimas, no merecen que sufra por ellos, no merecen nada de mí.

_ Veo que tan fácil Kate te puede influenciar y casi tomar el control –dijo la reina- Ahora es la bruja quien domina. ¿No es así?

_ Prefiero que sea mi parte cruel y despiadada la que me domine en momentos como estos –dije aun sonriendo

_ ¿Y acaso eres capaz de controlarla? –pregunto ella

_ Perfectamente –dije y la sonrisa se borro, siendo reemplazada por una dulce sonrisa que le dedique a la reina- En estos seis meses he aprendido a controlarla mejor.

_ Juegas con tu propia oscuridad, es la primera vez que escucho algo así –dijo la reina- ¿Y que tan fácil Kathy te puede influenciar y casi tomar el control?

_ Realmente no sabría que responderle a aquello puesto que soy totalmente ignorante de cuando ella interviene o me influencia –dije- Mi parte buena predomina sobre mi parte mala pero no puedo decirle si me influencia o si me controla.

_ Comprendo. ¿Puedo preguntar por que has traído a las celebraciones una hierba de San Juan? ¿Acaso desconfías de nosotros? –pregunto ella

_ Claro que no Su Majestad –dije con extremo cuidado- Jamás desconfiaría de usted ni de sus súbditos. Pero no esta de más llevar siempre una hierba de San Juan en esta noche para prevenirse de los cabelluzcos del Diablo, lo ultimo que deseo es tener más problemas con Él.

_ No tienes de que prevenirte puesto que ellos no llegan hasta nuestras tierras, puedes dejar la flor a un lado si así lo deseas –dijo ella

_ Me encantaría –dije con elegancia- Pero cuando esta fiesta termine deberé de volver y seria muy descuidado de mi parte andar sin una hierba de San Juan cuando ya no esté en estas tierras.

Ella contuvo la respiración por un segundo, frustrada y molesta de no poder vencerme. Una ligera sonrisa ante mi victoria se dibujo en mi rostro y no pude evitar estar feliz. Le costaría mas a la reina lograr que me deshiciera de la única protección que tenía por más mínima que fuera. No abandonaría esta hierba de San Juan por nada, no caería en sus juegos de palabras para también caer en su trampa.

_ Su entrega de hace unos días ha sido excelente –dijo ella

_ Solcius siempre cumple a la perfección con sus encargos –dije- Aun mas con uno tan importante y de tan prestigioso destinatario como lo es usted.

_ Comprendo. Realmente debo agradecerte por tu cuidado y dedicación con tu trabajo y deber –dijo ella- Espero continúes así y cumplas con tu deber... Divino, podría decir.

_ No sé si divino Señora –dije con completa sinceridad- Pero si es un deber que involucra a lo divino.

_ ¿Ya has encontrado al mejor ángel o al mejor brujo? –pregunto ella

_ Lamentablemente, debo decirle que aun no tengo ni la más mínima pista respecto a quienes podrían ser –dije- Pero si estoy segura de que estaré para cumplir con mi deber cuando sea necesario. La sangre de ellos no será utilizada para desatar definitivamente la guerra entre la luz y la oscuridad mientras yo siga con vida.

_ Tu espíritu es fuerte y valeroso, tu alma pura –dijo la reina- Tal como lo he dicho anteriormente, eres un ser que provoca demasiada curiosidad en mi por saber mas al respecto guardiana del Sol. Ahora, si me disculpas, ya casi es medianoche y debo prepararme para ser recibida por mis súbditos y brindar junto con ellos.

_ Gracias por su tiempo señora –dije

_ Espero verte junto a mi en unos minutos para brindar –dijo ella

Me incline una última vez antes de darme vuelta y partir. Salí enseguida de esa habitación y me quede parada arriba de los escalones, observando todo el salón delante. Era casi un alivio ya no estar en presencia de la reina, ya no tener cuidado con cada palabra que dijese, ya no sentirme totalmente examinada. Zachary salio segundos después y se detuvo a mi lado.

_ Ya no hay ningún encantamiento –dije mirando el salón- O al menos, yo ya no lo siento.

_ En ningún momento lo sentiste –dijo él- Era la reina quien estaba jugando contigo, utilizándote como una marioneta.

_ Pensé aquello en un momento, jamás creí que tanto me acercaba de la realidad –dije y suspire- No mas que una marioneta, una muñequita controlada por hilos casi invisibles. Gracias por liberarme.

_ Tenía que hacerlo –dijo él

_ ¿Realmente estuve tanto tiempo en aquel encantamiento? –pregunte y él asintió

_ ¿Acaso no crees que fueron horas? –pregunto él y negué con la cabeza

_ No, no es eso. Es que no parece, no se sintieron como horas –dije- Me pregunto a donde estará ahora ese servidor del Consejo.

_ Si es inteligente esta afuera, tratando más que nada de aclararse la mente y concentrarse para la medianoche –dijo Zachary- No sería bueno para él que cayera victima de un encantamiento y mucho menos a medianoche, luego de eso no hay vuelta atrás. Te has comportado bien con la reina, tu madre te felicitara cuando lo sepa.

_ ¿Crees que podremos resistir el resto de la noche? –pregunte

_ No falta mucho tiempo, recuerda que es la noche mas corta del año –dijo él

_ Sabes una cosa, estaré cansada cuando esto termine –dije

_ ¿Por qué? –pregunto él

_ Hay demasiada magia en el aire, aquello me agota, me sofoca –dije- Y esto es tan solo la noche, la magia para las hadas se intensifica al amanecer de la noche de San Juan. Aquello me sobrepasara totalmente. ¿Tú no estarás cansado?

_ He dormido todo el día de hoy –dijo- Me levante minutos antes de ir por ti, por eso no me siento cansado en lo mas mínimo. Yo si pienso.

_ Yo también –dije y suspire- Pero aun así, hoy tenia demasiadas cosas que hacer como para dormir todo el día. Yo no soy como tu.

_ Claro que no, si lo serias, no te sentirías sofocada por tanta magia en el aire por que habrías descansado correcta y totalmente –dijo él

_ ¿Por qué eres así Zachary? –Dije y lo mire a los ojos- ¿Por qué siempre eres tan distante? ¿Por qué siempre eres tan frío? ¿Por qué pareces tan vacío siempre?

_ Por que es la realidad –dijo él y negué con la cabeza

_ No, yo sé que tú no eres así, que algo de sentimiento o de calor debe quedar dentro de ti por más mínimo que sea –dije

_ Cree lo que quieras pero estarás equivocada –dijo él cruzándose de brazos y mirando para otro lado- Al menos yo no me engaño a mi mismo y pretendo ser feliz.

_ Yo soy feliz –dije tristemente y suspire- O al menos en parte.

_ ¿Lo que dijo la reina de las hadas era verdad? –pregunto él

No le respondí, no deseaba hacerlo pero él vio la respuesta en mis ojos por más que yo trate de ocultarla. Nuevamente sentí la tristeza, el dolor, el sufrimiento de un pasado que debía olvidar pero no podía. Minutos mas tarde ya no estábamos solos ahí, los caballeros y los principales ministros de la reina había salido también. Los caballeros estaban perfectamente formados detrás, los ministros cada cual sentado elegantemente en una silla. Las parejas dejaron de bailar viendo que se acercaba la medianoche y todas las hadas se reunieron para presenciar los doce brindis de medianoche. Permanecí parada a un lado, tratando de ignorar las miradas de las hadas clavadas en mí.

_ Odio llamar la atención –susurre

_ Es tu castigo por ser quien eres –dijo Zachary tranquilamente

Él permanecía firme parado a mi lado, lo fulmine con la mirada. La reina salio minutos después y tomo elegantemente asiento en su trono frente a todos sus súbditos. El silencio rondaba totalmente en el salón, las hadas y todos los aquí presentes estaban totalmente atentos a cualquier movimiento de la reina. Los dos caballeros, ya conocidos por mi, se acercaron a la reina portando el paquete que habíamos entregado días antes. El portador se arrodillo y abrió el paquete. El otro tomo con cuidado la botella que adentro contenía y se la enseño a la reina.

_ Aeternus elixir –dijo Zachary por lo bajo

_ ¿Qué? –susurre

_ Es aquello lo que entregamos –dijo él- Aeternus elixir, un elixir que solamente lo da la flor del árbol de la vida un solo día al año y durante muy escasos minutos. Es con lo que la reina brinda.

Mire como la reina tomo una perfecta copa de cristal reluciente y su caballero le servia el dorado liquido. Ambos se hicieron a un lado y la reina se puso en pie, levantando su copa y parándose frente a la multitud. Mire el brillante y resplandeciente líquido que la copa contenía. Elixir del árbol de la vida, no todo el tiempo se veía algo así. ¿Realmente era aquello lo que había entregado a la reina? Era casi imposible de conseguir, era casi imposible determinar el momento exacto en que la flor del árbol de la vida daría su elixir.

_ ¡Hermanos y hermanas! ¡Estamos aquí reunidos para conmemorar la noche de San Juan, sagrado día para nosotros! –exclamo la reina

_ Por favor dime que no tiene preparado un discurso, no lo soportare –dijo Zachary y le pegue un codazo

_ Cállate –dije- No debemos estar en una mala postura.

_ Pero no aburriré a nadie con un complicado discurso de lo que esto significa para nosotros –dijo la reina y casi me estremecí ante la rápida mirada que nos echo- Además, tampoco nos queda mucho tiempo. Habrá momento para eso luego, pero por ahora, vayamos al grano. Queridas hadas de todo tipo –dijo ella dirigiéndose a la multitud- Queridos invitados –dijo ella mirándonos e inclinándose ante nosotros- Y servidores del Consejo –concluyo ella sin dirigirse a nadie en especifico- Ha llegado el momento de brindar.

En menos de un segundo se ocuparon de que cada individuo tuviera una copa en sus manos. Los dos caballeros se presentaron ante nosotros y nos entregaron a cada uno una copa conteniendo un líquido rojo oscuro.

_ Espero el vino sea de su agrado –dijo uno y sonrió- Nuestras mejores hadas se han ocupado de producirlo solo para ustedes.

_ Muchas gracias –dije al aceptar la copa y ellos dos se retiraron

_ No tomes más de media copa –dijo Zachary en mi oído- No lo hagas a menos que quieras que el vino te afecte. Es tomable, pero es una trampa para los ángeles.

_ Entendido –dije

Mire el oscuro liquido por un segundo, sabiendo que una parte de mi era mitad ángel. Tendría que tomarlo, no tenia otra opción, tan solo deseaba que este no me afectara totalmente. Volví mi vista al frente, viendo que la reina ya se disponía a brindar. La primera campanada de medianoche sonó.

_ Brindo por el fuego que nos calienta –dijo ella

La segunda campanada sonó.

_ Y también por la tierra que nos alimenta –dijo ella

La tercera campanada sonó.

_ Brindo por el agua que nos permite vivir –dijo ella

La cuarta campanada sonó.

_ Y por el viento que nos lleva con él –dijo la reina

Ella levanto su copa apenas más alto al igual que el resto de los presentes. Continué firme, mirando a la reina y entonces ella sonrió dulcemente mirando apenas hacia nosotros. La quinta campanada sonó.

_ Brindo por nuestros aliados de Solcius –dijo la reina

La sexta campanada sonó.

_ Y por su constante colaboración –dijo ella

La séptima campanada sonó.

_ Brindo por la caballera, guardiana del Sol, aquí presente –dijo la reina

La octava campanada sonó.

_ Y también por su divino y maldito deber –dijo

Ella asintió una vez y levanto aun más alto su copa antes de volver a fijarse en la multitud. Estaba totalmente helada, sin poder pensar coherentemente. ¿Acaso la reina acababa de decir que brindaba por mi? La novena campanada sonó.

_ Brindo por la muerte todos esos malditos que esta noche nos abandonan –dijo ella

La décima campanada sonó, una despiadada sonrisa se dibujo en su rostro.

_ Y también brindo y pido que su destino sea terrible como la muerte misma –dijo la reina

La onceaba campanada sonó.

_ Brindo por la destrucción de ese maldito Consejo –dijo la reina

La doceava campana sonó y su sonrisa solo se ensancho mientras levantaba aun más alto su copa.

_ ¡Y brindo por la muerte de todos sus malditos servidores! –grito la reina

Me quede en blanco y la copa casi se cae de mi mano al escuchar sus ultimas palabras. ¿Qué? Mire a las demás hadas alarmada pero sus gritos y sus festejos solamente confirmaban lo que yo creía. La reina rió de un modo casi sombrío antes de llevarse la copa a los labios y beber. Todos hicieron exactamente lo mismo. Me lleve la copa a los labios y apenas si me permití un sorbo antes de dejarla de lado, aun impactada por lo que acababa de oír.

_ ¿Qué es lo que les harán? –susurre

_ Antes mataban a los servidores del Consejo que venían y los sustituían por unos falsos –dijo Zachary en mi oído- Aquello fue hace mucho tiempo pero ahora ya no.

_ ¿Por qué no? –susurre

_ Un antepasado tuyo –dijo él- Fue en este mismo lugar, en esta misma noche. Luego de los doce brindis de medianoche se solía asesinar a los servidores del Consejo que estuvieran presentes. Claro, ya imaginaras que a los que portan tu sangre no. Un antepasado tuyo intervino al ver que sus compañeros iban a ser asesinados. Amenazo con quitarse su propia vida y como ya habrás visto, la reina les tiene mucho respeto a los caballeros y entonces cedió ante la petición de él. Desde ese día, no se asesinan más servidores del Consejo durante la noche de San Juan. Ellos despertaran mañana con dolor de cabeza y sin recordar nada, y alguien se ocupara de cubrir el asunto con el Consejo. La reina de las hadas acepto no matar más, pero no que dejaría de usarlos como entretenimiento.

_ Supongo que es lo justo –dije y él asintió

_ Fue gracias a tu antepasado aquello, él se paro frente a toda esta multitud y sostuvo la misma arma que tu llevas en la pierna contra su cabeza, amenazando matarse si la reina no cambiaba de parecer –dijo Zachary

_ Era valiente –dije

_ Era un loco –dijo Zachary

Lo mire molesta por que estuviera hablando de ese modo de mi antepasado pero él no hizo mas que responderme con una mirada de indiferencia. Deje la copa a un lado y me apoye sobre el barandal de la escalera, mirando como las demás hadas continuaban con sus festejos. Casi deseaba que la noche terminase, no quería permanecer mas en aquel mundo donde el bien y el mal se veían totalmente confundidos. Las hadas no diferenciaban el bien del mal, no eran totalmente conscientes de sus acciones y consecuencias, tan solo pensaban en divertirse.

_ ¿Cuánto tiempo falta? –susurre

_ Aun falta –dijo Zachary

Suspire muy a mi pesar, no estaba segura de cuanto tiempo mas podría soportar. El agotamiento ya hacia notar su presencia, la extrema magia en el aire me estaba sobrepasando y realmente no deseaba permanecer durante mucho mas tiempo aquí. La reina le entrego su copa vacía a un caballero y entonces le susurro algo al oído. El caballero asintió y volvió minutos después con un capullo del tamaño de una taza entre sus manos y una pequeña botella conteniendo un líquido tornasolado. La reina asintió y solo entonces volvió a tomar aquel aire autoritario que le correspondía.

_ No estamos solos esta noche –dijo ella- Como ya lo he mencionado anteriormente y como ya habrán notado todos ustedes, tenemos el honor de que nuestra invitada haya asistido. Hacia décadas que en nuestra humilde tierra no se hacia presente un caballero y hoy contamos especialmente con la presencia de una caballera, miembro de Solcius e hija de aquella caballera que nos prohibieron invitar una vez. Pero debo decir que nuestra invitada es una caballera muy especial, es también la guardiana del Sol, encargada de cumplir con aquel deber del cual nosotros ignoramos totalmente. Es por aquello que estoy feliz de contar con la presencia de ella, mi favorita invitada que hemos tenido hasta el momento. Es por eso que he decidido hacerle una ofrenda y desearía que se presentase frente a mí ahora mismo.

Trague con dificultad al escuchar aquello. Zachary prácticamente me empujo al ver que estaba totalmente paralizada y camine tratando de ignorar a la gran multitud hasta presentarme frente a la reina. Me incline ante ella, algunos escalones debajo de donde ella estaba parada. Volví a pararme perfectamente mientras ella me continuaba mirando fijamente.

_ Nos gustaría ver tu verdadera apariencia –dijo la reina

_ Como usted desee –dije antes de sacarme el antifaz

_ Tengo entendido que hace unos días ha sido tu aniversario numero diecisiete –dijo ella

_ Así es Su Majestad –dije

_ Pues entonces, de parte de mi y de mi pueblo, deseamos que aceptes nuestro regalo –dijo ella y el caballero volcó el liquido de la pequeña botella en el capullo antes de entregármelo- Un deseo.

_ De verdad se lo agradezco mucho Su Alteza pero no merezco un honor así –dije con mucho cuidado

_ Lo he visto y lo he sabido todo de ti, mereces aquel regalo que te estoy otorgando. Un simple deseo –dijo ella, su voz era encantadora no sin cierto tono de malicia- Piénsalo bien guardiana del Sol, puedes pedir lo que quieras y se te cumplirá. Conocer el rostro de tu enemigo, que quienes desconfiaron de ti sean castigados por el hecho, que la persona que te causo ese dolor que aun conservas sufra, que aquella muchacha con la que compartes sangre deje de existir...

Por mas que todos aquellos deseos sonaban tentadores para una parte de mi, me negué rotundamente a aceptarlos. No, yo no condenaría a nadie sin importar que me hubiera hecho este. La reina me sonreía maliciosamente, esperando que eligiera alguno de los deseos que ella me había propuesto. Mire el capullo conteniendo el líquido entre mis manos. Un deseo, no podía desperdiciarlo y mucho menos en algo como hacer sufrir a otro solo por que me había hecho sufrir a mi. Las lágrimas se formaron en mis ojos. No, yo no era así, no seria ni despechada ni vengativa. Mire el tornasolado líquido en el capullo. Mil deseos hubiera deseado pedir, mil errores hubiera deseado reparar, mil cosas habría pedido o habría tenido que pedir. ¡Un deseo! Hubiera podido pedir cualquier cosa y se me hubiera cumplido. Y sin embargo, al momento de decidir, me sorprendí a mi misma de saber lo que deseaba.

_ Discúlpeme pero ninguno de esos deseos pediría –dije con la mirada aun perdida en el liquido

_ ¿Entonces cual es el deseo que pedirías? –pregunto la reina y una lagrima cayo directo hasta el liquido

_ Nicholas... –susurre

Repetí el deseo mil veces en mi cabeza antes de llevarme el capullo a los labios y beber de ese liquido. La última vez que lo había visto había sido hacia mucho tiempo y aun podía recordar perfectamente sus últimas palabras. Podía recordar a la perfección como se había sentido ese ultimo abrazo suyo, como se había sentido ese ultimo beso suyo en mi mejilla. Deseaba volver a verlo más que nada. Tome y trague el amargo líquido totalmente antes de abrir los ojos y mirar a la reina.

_ Así que aquel es tu deseo, volver a ver a Nicholas Devang, ex-mano derecha de Lucifer –dijo ella y asentí- Tu deseo se cumplirá pequeña caballera, te lo aseguro. Ahora, la pregunta es que harás con eso.

_ Aquello no tiene importancia ahora –dije y le sonreí- Muchas gracias por su regalo.

Ella asintió y entonces me retire, volviéndome a poner el antifaz. Baje del estrado sin poder soportar mas seguir llamando la atención y Zachary me siguió. La reina de las hadas continuó dando un discurso al cual dejamos de prestarle totalmente atención. Se sentía un alivio que todos solo tuvieran la mirada en ella, volver a pasar totalmente desapercibida, volver a ser simplemente una persona aquí presente.

_ Extraño deseo, no lo hubiera imaginado –dijo Zachary- La ex-mano derecha de Lucifer desapareció de la faz de la tierra hace meses, no creo que te vaya a dar importancia por mas que seas la guardiana del Sol. Bueno... Excepto que uses tu supuesta lujuria...

_ No ignorara a su ultima novia –dije y sonreí- No me ignorara a mi.

_ Sin embargo, tenía entendido que tú ultima relación fue con un ángel –dijo Zachary

_ Aquello fue después de que terminara con Nicholas –dije

_ Solamente ahora me estoy dando cuenta de la persona que eres –dijo él- ¿Acaso es ese el pasado que tanto ocultas?

_ ¿Por qué he de contarte mi pasado si tú no me cuentas el tuyo? –Dije y sonreí- Es lo mismo Zachary, hasta que tu no me cuentes de tu pasado yo no te hablare del mío. Por otra parte, espero que la noche concluya rápidamente.

_ ¿Quieres que así lo haga? –Pregunto él mirándome con interés y sonrió fugazmente- Si quieres así puede ser.

_ ¿Cómo? –pregunte y él se acerco mas a mi

_ Cierra los ojos y deja que la melodía te invada totalmente, vuelve a caer en su encanto –susurro él demasiado cerca de mi- Veras como las horas pasan a ser minutos y los minutos segundos.

_ No podré volver a salir del encanto –dije

_ Para eso estoy yo –dijo él

_ ¿Y no caerás también en el encanto? –pregunte y él sonrió fugazmente

_ Claro que no –dijo y me enseño como sus oídos estaban tapados, volvió a sonreír- ¿Creíste que no era tan hábil? Sé perfectamente como tratar con las hadas, ya lo he hecho varias veces antes. Ahora hazme caso, cierra los ojos y no luches contre la melodía, los minutos pasaran a ser segundos y antes de que te des cuenta la noche ya habrá terminado.

_ Sabes que confío en ti Zach –susurre mirándolo- Por favor no me engañes.

_ Kat, no te haré nada, no me aprovechare –dijo él- No seré así contigo.

Lo mire una ultima vez para confirmarlo antes de cerrar los ojos y escuchar la melodía. Nuevamente mis pies comenzaron a moverse solos, mi mano tomo la que él me tendía y por mas imposible que parecía, antes de que me diera cuenta ya estaba bailando con Zachary, mi vista fija en sus ojos. Lo que para mi parecieron minutos en realidad fueron horas y mi cuerpo no hacia nada mas que seguir bailando mientras mi mente trataba de descifrar al brujo.

Las parejas volvieron totalmente a sus danzas, la fiesta volvió a ser la misma que antes había sido ahora supervisada por la reina desde su trono. Apenas si logre divisar por un segundo al servidor del Consejo que había sido victima del encanto junto conmigo, a un lado de todo, apoyado sobre un pilar mientras observaba todo. Por un segundo nuestras miradas se volvieron a encontrar antes de que lo perdiera de vista nuevamente y continuara bailando con Zachary.

_ ¿Continuaras observando a aquel servidor del Consejo toda la noche? –pregunto él en mi oído

_ El destino parece encaprichado con que así sea –dije

Para mi sorpresa, pude responder. Sentí que aun conservaba el control sobre mi cuerpo y que podría salir del encantamiento cuando quisiera. Mire a la reina, sentaba observando todo. Era ella la que me había hecho su marioneta y controlado la otra vez, ahora que ya no podía hacerlo yo realmente no estaba bajo un encantamiento. Pero aun así deje que fuera la melodía la que continuara controlando mi cuerpo, deseaba que esta noche pasara cuanto antes.

_ ¿Por qué esto te resulta tan torturante? –pregunto él

_ Por que siempre odie llamar la atención y aquí, no hago mas que eso, llamar la atención –dije

_ ¿Alguna vez te has puesto a pensar en que si llamas la atención es por algo? –Dijo él- Hay personas que pasan todas sus vidas tratando de llamar la atención aunque sea por dos segundos.

_ Pues yo no soy de esa gente –dije

_ No, eres todo lo contrario –dijo Zach

_ No es mi culpa –dije

_ No dije que lo fuera –respondió

Finalmente, él me soltó y pude salir totalmente del encantamiento. Él se retiro sin decir palabra alguna y lo seguí. Cruzamos todo el salón y salimos al exterior donde tan solo quedaban los fogones totalmente consumidos sobre el patio. El cielo ya empezaba a clarear, el amanecer seria pronto. Suspire y cerré los ojos apenas vi que el sol comenzaba a asomarse. El sueño comenzó a pesarme, la extrema magia en el aire me sofocaba y adormecía más y más conforme pasaban los segundos. Me apoye contra lo primero que encontré antes de quedarme dormida profundamente.

Parpadee varias veces antes de despertar y abrir los ojos. Mi cabeza estaba apoyada contra el cristal de la ventana, estaba dentro de un auto y podía ver como las calles pasaban rápidamente en el exterior. Me lleve una mano al pecho, aun estando media dormida y sintiéndome totalmente perdida. ¿Qué? ¿Cómo había terminado aquí? Zachary estaba totalmente del otro lado, la vista perdida por el cristal. Me estire y bostece antes de que él se percatara de que había despertado y entonces se fijara en mí.

_ ¿Qué ha pasado? –pregunte

_ Te quedaste dormida cuando la fiesta se dio por terminada –dijo él

_ ¿Y a donde vamos? –pregunte y él sonrió fugazmente

_ Te mereces ese helado –dijo Zachary

_ Creí que habías dicho que no me lo comprarías –dije

_ Si, pero realmente te lo mereces –dijo él- Y si hago algo por alguien, lo hago bien. Te llevo a la mejor heladería del mundo a que elijas lo que quieras, yo pagare.

_ No tienes por que –dije pero él pareció no oírme

Lo mire apenas de soslayo y no pude evitar sonreír, entonces él no estaba tan vacío como demostraba. El día siguiente a la noche de San Juan pareció escurrirse increíblemente rápido al igual que el resto de los días y la celebración de las hadas pareció quedar totalmente en el olvido. El mes termino sin más y el siguiente comenzó.

Mire con tentación el batido de fresas que Jude había dejado frente a mí. El sol ya se había ocultado totalmente fuera de la pequeña cafetería en donde estábamos. Luego de haber salido de Solcius al atardecer, habíamos optado por tomar la primera salida del mercado negro que encontráramos y fuéramos a tomar algo en esa ciudad. Habíamos terminado en New York, precisamente en este lugar. Estábamos los siete sentados alrededor de una redonda mesa, cada uno con su bebida.

_ Sigo insistiendo que hoy, 10 de Julio, es un día importante –dijo Sam

_ Claro Sam, lo que digas –repitió Will poniendo los ojos en blanco

_ Es el día de la independencia de las Bahamas –dije y tome un sorbo de mi batido- Se independizaron de Gran Bretaña el 10 de Julio de 1973. Sam esta en lo correcto, es un día importante si eres de las Bahamas.

_ Pero él no lo es –dijo Zachary- Simplemente es un idiota que recordó que hoy había sucedido algo.

_ No veo que tiene aquello de importancia –dijo Jeremiah

_ Simple, las ultimas vacaciones que Sam tuvo siendo humano fueron en las Bahamas –dijo Lupe

_ Quizás por estas fechas –dijo Jude- Por eso te debe de sonar familiar el día.

_ Es difícil recordar mi vida de humano –dijo Sam

_ Entonces dejémoslo en que simplemente es un día más y no se diga más palabra –dijo Will

_ Noche, el día termino hace una hora –dijo Zachary

_ Es exactamente lo mismo –dije y tome otro sorbo- Vinimos aquí para pasarla bien y relajarnos luego de la misión en Siberia.

_ Si que estaba helado allí –dijo Jeremiah abrazándose a si mismo y se estremeció- No había vida, todo estaba congelado.

_ Si pero cumplimos a la perfección y regresamos –dije- Y...

Me detuve enseguida al sentir aquella presencia. Las campanillas de la puerta sonaron cuando un nuevo cliente entro. El muchacho, totalmente vestido de negro, con lentes oscuros y sombrero se dirigió hacia el mostrador. Allí se quedo hablando con la camarera mientras yo lo observaba. Su presencia era fuerte, imposible de ignorar. Estaba despreocupadamente apoyado contra el mostrador mientras continuaba usando sus encantos para que la muchacha hablara y no dejara de sonreír. Lo observe durante varios segundos, vi como el cabello dorado oscuro y ondulado se le escapaba de debajo del sombrero, me fije en sus zapatos italianos, en sus visibles veinte años. Su voz apenas llegaba hasta mí pero la reconocí al instante.

La camarera negó sonriente la última pregunta que le había hecho el brujo antes de que este se retirara. Me puse en pie, ignorando totalmente a mis compañeros y me acerque hasta el mostrador. La muchacha dejo el trabajo que había recuperado y me sonrió amablemente. Me fije en el brujo, parado a un lado de la puerta, escribiendo en un libro. Él aun no se había fijado en mí. Mire a la camarera, esperando tener el suficiente tiempo. La mire fijamente a los ojos y ella enseguida quedo prendida de mi felina mirada.

_ ¿Puedo saber que es lo que él le ha preguntado? –dije

_ Me ha preguntado sobre un muchacho que solía venir aquí cada tarde, yo era la que lo atendía personalmente cada vez que venía. Él era muy amable y bueno, además de apuesto. Pero luego, un simple día, ya no vino mas –dijo la muchacha- Me han dicho que ha muerto, no lo sé muy bien.

Escuche apenas una maldición por lo bajo y mire rápidamente al brujo que había guardado su libro y había salido corriendo del establecimiento. No lo pensé dos veces, también corrí y salí detrás de él, siguiéndolo. Apenas estuve fuera sentí la segunda presencia y mire arriba. Vi las dos figuras recortadas en la azotea y no dude en subir también. De un salto estuve arriba y me sostuve contra un muro para que ninguno de los dos me viera. Maldije internamente al ver al encapuchado, perfectamente sano, arriba de la azotea frente al brujo.

_ Debes de tener tiempo de sobra para andar paseándote por los cafés de New York –dijo el encapuchado

_ No tanto tiempo como tú tienes –dijo el brujo- ¿Ya te has asegurado de sellar tu infierno? ¿Acaso ya te has condenado a la caina? No creas que no sé lo que tienes en mente.

_ Si, eso ya lo imaginaba, después de todo aquel es tu don. Por otra parte, es increíble lo fácil que las personas se dedican a espiar a otras –dijo el encapuchado- ¿No es así Katherin?

Me paralice totalmente al escuchar como él me nombraba y segundos después escuche su sombría risa. En menos de un parpadeo lo tuve delante y me hice a un lado antes de que me golpeara. Su puño se estrello contra el muro a un lado mío y de un rápido movimiento le arañe el rostro antes de que volviera a atacarme. Sonreí al dejarle tres largos rasguños y rápidamente me escabullí, corriendo a la azotea abierta. Salte cuando el encapuchado me tiro uno de sus cuchillos y fallo totalmente. Por un segundo estuve feliz de nuevamente vencerlo y entonces de un ágil movimiento saque el arma de mi chaqueta y me detuve. El brujo aun continuaba allí parado en la azotea, sorprendido por mi presencia. El encapuchado se detuvo metros frente a mí y lo apunte.

_ Al parecer ninguno de los dos tenia nada mejor que hacer últimamente que andar metiéndose en mi vida –dijo el encapuchado- ¿Cómo han estado tus últimos meses Katherin?

_ Cállate, no te permitiré que juegues con ella del mismo modo que lo haces con los demás –dijo el brujo

_ Lastima, es lo que he estado haciendo durante toda tu ausencia –dijo el encapuchado y sonrió fugazmente- Por otra parte, si en realidad quieres que juegue con ella del mismo modo en que lo hago con los demás...

El encapuchado sonrió maliciosamente antes de llevarse ambas manos a la cabeza y tomar la tela de su capucha. El brujo maldijo por lo bajo antes de aparecer en un segundo detrás de mi y tomarme. Me abrazo contra él de modo que no pude ver más al encapuchado. Mi rostro se hundió en su pecho, casi podía sentir el corazón que latía debajo. No entendía exactamente nada de lo que estaba pasando. Él me tapo los oídos y entonces escuche su voz en mi mente.

No lo escuches –dijo él- Por favor, pase lo que pase no lo mires ni lo escuches.

¿Por qué no? –pregunte

Por que no dejare que juegue contigo del mismo modo que lo hace con los demás –dijo él

Pero tu...

Estaré bien –me interrumpió- Ya estoy acostumbrado a esto y tarde o temprano termino por romper su efecto. Pase lo que pase no habrás los ojos ni lo escuches mientras él siga aquí.

Asentí aun vacilante, no deseaba que nada malo le pasase. Supe que el encapuchado hablo y que él le respondió, lo sentí por más que el sonido no llego hasta mis oídos. Los segundos pasaron, nada. No podía oír ni ver nada. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? ¿Por qué él me había dicho que no abriese los ojos ni lo escuchase? Él brujo se tenso y me abrazo aun mas fuertemente en un momento, manteniendo todavía sus manos sobre mis oídos para evitar que escuchara a toda costa.

¿Qué esta pasando? –pregunte

Nada bueno –dijo él- ¡Como odio a este maldito!

Reí tenuemente en mi mente, aquel era el brujo que yo recordaba. Casi pude sentirlo sonreír. Los segundos pasaban lentamente, nada parecía cambiar. Y por más que intentaba saber que era lo que estaba sucediendo, solamente obtenía mas preguntas como respuestas. Nuevamente volví a oír su voz dentro de mi cabeza.

Necesito que me hagas un favor –dijo él

¿Qué cosa? –pregunte

Cuando sea el momento, hazme el hechizo de memorĭa, ya sé lo que el maldito tiene en mente –dijo él

¿Y como sabré cuando sea el momento? –pregunte

No te preocupes, lo sabrás –dijo él- Confío en ti Katherin.

Asentí obedientemente antes de que él cayera sobre mí. Abrí los ojos en ese instante por más que no debía y lo sostuve, alarmada. Sus lentes cayeron al suelo. Apenas si llegue a oír la ultima risa del encapuchado antes de que este desapareciera totalmente dejando tras de si la esencia de un hechizo de transporte. Me apresure a sostener al brujo y mirarlo antes de pronunciar el hechizo.

_ Memorĭa –dije

Sostuve al brujo y lo mire preocupada. Él sonrió débilmente antes de abrir los ojos y devolverme la mirada. Sus profundos ojos celestes me miraron y no pude evitar sonreír, hacia mucho que no los veía y había extrañado aquella mirada. Aun así, la confusión estaba en su rostro y solo entonces fui consciente de por que me había pedido que le hiciese ese hechizo, pero él solo sonreía al mirarme.

_ Katherin... –susurro

_ ¿Estas bien? –pregunte

_ Me ha vuelto a pasar. ¿Verdad? El maldito me ha vuelto a borrar la memoria –dijo y asentí pero él sonrió optimistamente- Le gusta hacerme eso, no se que placer le encuentra. Igual no importa, es solo cuestión de días para que recuerde todo perfectamente.

_ Pero me recuerdas a mi –dije y él asintió

_ Haz hecho un hechizo para que lo hiciese –dijo él- Gracias.

_ No es nada –dije- Nicholas.

Capitulo 23: La noche de San Juan


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Me quede quieta mientras mi mamá continuaba arreglándome el cabello. Me mire al espejo nerviosa. Mi vestido color rojo caía casi hasta mis rodillas, mis pequeños guantes blancos estaban en mis manos y mis zapatos no eran más que pequeñas tiras de cuero entrelazadas y que llegaban hasta mis tobillos. No pude evitar sonreírme al verme mas alta gracias al taco aguja de estos pero aun así estaba nerviosa. Vi el reflejo de mi mamá. Ella continuaba con su minucioso trabajo de recoger mi cabello, atando cada pequeño mechón con diminutos ganchitos de plata.

_ Por favor cuídate –susurro ella- Las hadas son capaces de hacer cualquier cosa a sus invitados.

_ Estaré bien –dije- Pero aun así desearía no tener que ir.

_ Es un gran honor que la reina de las hadas te haya invitado, pero también es un castigo –dijo ella- Lamentablemente, no puedes negar la invitación, tendrás que ir y espero que nada te suceda.

_ Mamá, sé cuidar de mi misma –dije

_ Aun así –dijo ella terminando con su trabajo y suspiro, mirándome por el reflejo del espejo- Las hadas siempre escuchan, las hadas siempre conocen los deseos de uno, las hadas saben como hacer para que caigas victima de ellas. Ten mucho cuidado con lo que digas, podría ser utilizado en tu contra.

_ Estaré bien –repetí

_ Por suerte, las hadas nos respetan mas a nosotros –dijo ella- Habrá servidores del Consejo también, todos los años mandan a algunos para supervisar las celebraciones. Pero te advierto que las hadas los ven mas como un entretenimiento, juegan totalmente con ellos, son por una noche los bufones de la reina. Caen victimas de los hechizos de las hadas y quien sabe lo que terminan haciendo.

_ Eso no me pasara –dije convencida y ella sonrió

_ Claro que no –dijo- Eres una Chevalier, la reina de las hadas nos respeta mucho, siempre lo hizo. Eres también la guardiana del Sol, eres una persona muy importante, no un simple invitado mas con el cual jugar. Además, la hierba de San Juan te ayudara a que nada te ocurra.

_ Pero aquella planta solo evita la mayoría de los hechizos de las hadas –susurre y ella sonrió

_ Kat, no te pasara nada –dijo- Eres lo suficientemente fuerte como para poder con cualquier cosa y confío en ti.

_ ¿Y como sabes que no terminare metida en un gran lío? –Pregunte- Son hadas, juegan con todos los que asistan a sus celebraciones y no sean de los suyos.

_ Pero recuerda que tu fuiste invitada –dijo ella- A ti los caballeros de la reina te dieron la invitación, a los demás que asistirán los mando el Consejo contra cualquier voluntad de la reina. Por eso juegan con ellos.

_ ¿Y si también deciden jugar conmigo? –pregunte

_ Son hadas, juegan con todos Katherin –dijo ella y me sonrió dulcemente, poniendo una mano sobre mi hombro- Pero tu no eres cualquiera, la reina de las hadas no posaría su interés en cualquiera. A ti te invitaron Katherin, no cualquiera consigue que la reina de las hadas lo invite a las celebraciones de la noche de San Juan. Ni siquiera yo, que en su momento fui considerada el mejor ángel que existió, fui invitada por la reina a la noche de San Juan. Es todo un honor, es un regalo lo que se te fue dado Katherin.

_ Un regalo que desearía devolver. Tengo miedo de ir –susurre- Tengo miedo de lo que pueda ocurrir, no quiero que las hadas jueguen conmigo.

_ No te pasara nada –dijo ella tomándome de la mano- La hierba de San Juan te protegerá de cualquier encantamiento que pueda hacerte un hada normal. Te prometo que estarás bien Katherin pero te pido que por favor tengas mucho cuidado con lo que digas. Las hadas son capaces de hacer cualquier cosa a partir de lo que digas. Confío en que Zachary cuidara de ti, ya he hablado con él.

_ Zach no cuida de nadie más que él mismo –dije frunciendo el ceño

_ Cuidara de ti a menos que quiera conocer a tu papá furioso –dijo ella y ambas reímos- No te volveré a ver hasta mañana, las celebraciones de las hadas son únicas. La noche de San Juan empieza en el crepúsculo y termina al amanecer, no podrás volver hasta entonces.

_ Suerte que es la noche mas corta del año –dije sonriendo

_ Las doce campanadas de medianoche son el evento mas importante –continuo ella- La reina hace un brindis por cada campanada. Debes respetar todas y cada una de las tradiciones de esta noche, no importa sin son buenas o malas. Y Katherin, posiblemente serás el centro de atención.

_ ¡Que! –exclame disgustada y ella asintió- Con lo que odio llamar la atención.

_ Eres la guardiana del Sol, claro que llamaras la atención entre los demás seres –dijo ella- Pero eres una caballera, no debes dejar que aquello te intimide.

_ No me intimida, simplemente nunca me gusto llamar la atención –dije- ¡Nunca!

_ Mírate por un momento, eres hermosa –susurro ella- Es imposible que no llames la atención, no importa a donde vayas. Prométeme que te cuidaras esta noche.

_ Lo prometo –dije y ella me sonrió una última vez

_ Ya estás lista –dijo ella- Ahora ve, se te hace tarde y no puedes llegar luego del crepúsculo.

Asentí obedientemente antes de darme vuelta y abrazarla fuertemente. Ella sonrió y me abrazo mas fuertemente, influyéndome confianza. Le sonreí antes de despedirme y partir, aun tenia tiempo para salir pero debía apurarme de todos modos. Llegue a mi habitación sin haberme despeinado ni un milímetro y rápidamente me ocupe de agarrar las cosas. Tome el arma que descansaba sobre la baja estantería y me ocupe de atacarla a mi pierna y luego ocultarla bajo mi vestido. Me mire al espejo mientras terminaba de pintarme los labios. Lucy dejo lo que estaba haciendo en la computadora y se paro a mi lado.

_ Estás muy hermosa –dijo

_ Muchas gracias –dije y le sonreí

_ ¿Tienes por misión ir a un baile o algo así? –pregunto

_ La reina de las hadas me ha invitado a la celebración de la noche de San Juan y debo asistir –dije

Ella me miro mientras terminaba de perfumarme y tome la hierba de San Juan. Aprecie la flor amarilla por unos segundos en mi mano. Lucy la tomo de mis manos y partió. Se subió arriba de su cama y me acerque a ella. Con mucho cuidado, ella tomo la flor y se ocupo de colocarla en mi cabello perfectamente.

_ ¿Estabas chateando? –pregunte mientras ella arreglaba la flor entre mis cabellos

_ Es una video-llamada pero él me dijo que lo aguardara unos segundos y de paso te ayudo –dijo ella

_ ¿Y con quien hablas? –pregunte

_ Eso no importa –dijo ella y soltó mi cabello- Listo, perfecto. Quedo precioso.

_ Gracias por tu ayuda Lucy –dije

_ ¿Volverás temprano? –pregunto ella y negué con la cabeza

_ No lo creo, la celebración termina con el amanecer y no se que hora será aquí cuando vuelva –dije- Hazme una promesa y no te quedes toda la noche despierta esperándome, los ángeles deben dormir a pesar de que no lo necesiten.

_ ¿Me contaras todo al día siguiente? –pregunto ella y asentí

_ ¿Acaso lo dudas? Serás la primera en saber lo ocurrido –dije

_ Espero estés bien –dijo ella y sonrió- Que el Sol te acompañe y proteja.

_ Muchas gracias –dije

_ Y que la Luna ilumine tu noche y vele por tu seguridad –agrego Lucy sonriendo y le devolví la sonrisa

_ Es tan solo una fiesta y la hierba de San Juan me protegerá –dije

_ ¿Entonces para eso sirve la flor? Yo simplemente la veía como una flor bonita –dijo ella y negué con la cabeza

_ Esta flor evitara que las hadas hagan travesuras conmigo –dije e hice una mueca- O al menos espero que eso haga, no sé si me protegerá de todas las hadas.

_ No tienes por que preocuparte Kathy, estarás bien –dijo la niña sonriendo- Tu siempre encuentras el modo de zafar y estar bien.

Le sonreí a la niña y al instante alguien toco a la puerta. Me di vuelta, mirando apenas de soslayo la luz aun encendida de la cámara de la computadora que mostraba que seguía grabando pero no le di mucha importancia. Abrí la puerta, mirando a un Zachary vestido con traje de pies a cabeza y disgustado totalmente por lo que tenía que hacer. Me lleve una mano a la boca para no reír y él me miro aun mas molesto.

_ Para ser sincera, el negro no te sienta para nada mal –dije

_ ¿Acaso debo responder aquello con un cumplido? –pregunto él con indiferencia

_ No, creo que es mas fácil que un rayo caiga en pleno día soleado –dije y me di vuelta, mirando a la niña que ya se había bajado de la cama- Adiós Lucy.

_ Adiós chiquilla –dijo Zachary de un modo casi despectivo y ella frunció el ceño

_ ¡No soy una chiquilla! –exclamo

_ Como digas –respondió Zachary sin darle mucha importancia

Él se dio vuelta, ya partiendo. Hice una mueca, disculpándome con la niña de algún modo por la actitud de él y luego lo seguí. El brujo caminaba con cierta gracia y elegancia por el corredor, su andar parecía casi armonioso. Lo mire mas detenidamente, realmente no me había equivocado, el negro le sentaba excelente y hacia resaltar mas su belleza inhumana. Él estaba completamente de negro y con la hierba de San Juan adornando el bolsillo de su chaqueta.

_ No te quedes atrás por que no te esperare –dijo él tranquilamente, obligándome a alcanzarlo casi corriendo

Aun quedaban unos minutos de rayos de sol cuando llegamos. Hice una mueca al detenernos frente al gran palacio donde se haría la celebración antes de seguir a Zachary y subir los escalones hasta las puertas. La tierra de las hadas en cierto modo me resultaba aplastante, sofocante, había demasiada magia en el aire como para poder sobrellevarlo con naturalidad. Me repetí una y otra vez que solo seria por una noche, que luego no tendría por que volver y aquello pareció calmarme. Era increíble como los humanos pasaban totalmente desapercibida la tierra de las hadas pero en cierto modo ellos sabían que no debían acercarse si no querían volver nunca mas. Ellos llamaban a esta zona el triangulo de las bermudas, atribuyendo a causas desconocidas las desapariciones que aquí ocurrían de humanos. ¿Por supuesto, quien atribuiría sino esas desapariciones a causa de que los humanos se habían acercado demasiado a la tierra de las hadas y por lo tanto habían terminado siendo convertidos en hadas o cualquier cosa? Era mucho más fácil atribuirlo a las causas desconocidas.

_ Esto será una tortura –mascullo Zachary

_ Nos presentamos, nos quedamos, y al amanecer partimos –dije tranquilamente- Con algo de suerte, saldremos ilesos.

_ Será una tortura igual –dijo él

_ Para ti todo es una tortura –dije poniendo los ojos en blanco

Nos detuvimos al cruzar la entrada y encontrarnos en la recepción. La música y la luz ya se escapaban de las puertas que llevaban al salón principal donde las celebraciones estaban por comenzar. Tres hadas se acercaron al instante. Me quede atónita de ver a Jeremiah sonriendo como nunca antes lo había visto, él esbozo una gran sonrisa y abrió los brazos para recibirnos.

_ ¡Katherin, Zachary! ¡Que genial que hayan asistido esta noche! –dijo él totalmente alegre y se inclino- Bienvenidos a nuestra humilde tierra, espero puedan disfrutar de las celebraciones al igual que nosotros.

_ No debería sorprenderte tanto verlo aquí –susurro Zachary en mi oído- Es un dríade, hada del bosque, y es mayor de edad. Puede asistir a las celebraciones del día de San Juan si así lo desea, es casi una obligación.

_ Este año la reina ha introducido un nuevo juego en que todos porten mascaras, sobre todo los invitados –dijo Jeremiah- Ya lo verán, será muy divertido.

Él se dio vuelta y entro al salón. Las dos hadas que quedaron se acercaron a nosotros. Una muchacha se acerco y me enseño una bandeja sobre la cual había apoyado un antifaz. La mire inquisitiva y ella asintió seriamente antes de que tomara el antifaz. Lo mire por unos segundos, viendo que el antifaz era totalmente negro y tenia aun lado en plateado el símbolo de Solcius. Ella se aclaro la garganta, mirándome seriamente y me puse el antifaz rápidamente. Ella sonrió de un modo casi empalagoso antes de darse vuelta y partir también.

_ Tu aspecto ha cambiado –dijo Zachary

_ ¿Qué? –pregunte y él señalo el espejo que había a un lado nuestro sobre la pared

Me mire y me toque el rostro casi de un modo desesperado, viendo como mi aspecto en realidad había cambiado totalmente con solo ponerme aquel antifaz. Mi piel ya no era tan pálida, mis ojos eran verdes ahora, mi cabello, negro. ¿Qué demonios tenia en mente la reina de las hadas? ¡Yo no quería otra apariencia! ¡Deseaba la mía! Pero aun así, debía respetar y cumplir cualquier cosa si no deseaba ofender a las hadas. Mire a Zachary, su cabello ahora era negro y sus ojos azules, su piel, extremadamente pálida.

_ Esto es ridículo –dijo él

_ Supongo que la reina desea divertirse un poco –dije hundiéndome de hombros y suspire- Es tan solo una noche Zach, cierra los ojos y haz como si nada pasase. Al menos mira el lado positivo.

_ ¿Cuál es el lado positivo? –pregunto él con notable molestia en la voz

_ Podría haber sido mucho peor –dije- Podrían habernos cambiado directamente de sexo en vez de apariencia.

No pude hacer mas que reír viendo que el nerviosismo ya había causado que dejara de pensar correctamente. Zachary paso a mi lado, propinándome un buen golpe en el cuello que al instante me callo. Lo mire molesta por un segundo, no podía ser que ni siquiera tuviera sentido del humor aquel brujo. Resople ofendida y lo seguí sin mas preámbulos.

El salón donde se festejaba principalmente era casi interminable, tan inmenso que me costaba ver el final. La música era suave y armoniosa. Las parejas bailaban sin cesar por todas partes. Las mesas que había a los costados estaban repletas de comida que parecía más que deliciosa. En ese instante un hombre se detuvo frente a mi y me sonrió de ese modo que solo lo hacían las hadas aquella noche. Una sonrisa demasiado encantadora, tanto que quedabas hipnotizada por aquella.

_ ¿Ha escuchado usted bien la música? –Pregunto el hombre y sonrió aun mas- Es encantadora. Adelante, préstele atención

Lo mire con curiosidad antes de prestarle más atención a la melodía. Aquella se coló por todo mí ser y por un momento pareció como si me hubiera atrapado totalmente. Hipnotizada por la melodía, mis pies comenzaron a moverse inconscientemente y levante una mano para aceptar la que me tendía el hombre. En ese instante Zachary se paro detrás de mí y me tapo los oídos con ambas manos, echándole una mirada envenenada al hombre.

_ Vete a buscar otro juguete –dijo él

El hombre lo fulmino con la mirada y una furia que casi daba miedo cruzo por su rostro. Se dio vuelta y partió, volviéndose a perder en la multitud. Ya no escuchaba mas la melodía, ya no me movía inconscientemente. Parecía como si toda melodía hubiera sido totalmente apagada. Zachary me dio vuelta, aun tapándome los oídos y me miro seriamente. Me quede prendida de sus felinos ojos y justo en ese instante él me soltó.

_ No les hagas caso –dijo seriamente- No le prestes atención a la música o quedaras capturada por ella y quien sabe que pasara.

_ Gracias –susurre

_ No importa que tan deliciosa se vea la comida, no pruebes ni un bocado o no dejaras de comer –dijo él- No importa cuanto te digan que aprecies la música, no lo hagas o esta te atrapara. Y sobre todo, no te acerques a las hadas. No importa cuan encantadores, dulces y amables parezcan, lo único que buscan esta noche es un juguete con el cual divertirse.

_ ¿Y se supone que debo resistir toda la noche así? –pregunte

_ Tienes suerte de que yo sepa tratar con hadas –dijo Zachary- Ya habrías caído bajo el encanto al igual que cualquier otro ser que no sea un hada que este aquí presente de no ser por mi.

_ ¿Soberbia? –Dije- Realmente, a veces no sé cual es tu pecado capital.

_ Y a veces realmente no sé como es posible que tu pecado capital sea la lujuria, eres la bruja con mas castidad que he conocido –dijo él y me reí- No sé de que te ríes, lo digo enserio. El imbécil que te habrá dicho que tu pecado capital es la lujuria se equivoco terriblemente.

_ Me acosté con el novio de mi hermana una vez –dije y sonreí maliciosamente- Unas varias veces.

_ Esta bien, ahora puedo aceptarlo –dijo él- Pero aun así, sigue siendo bastante difícil de creer. ¿Y tu virtud?

_ No tengo la menor idea –admití tranquilamente

_ Entonces estamos perfectamente –dijo él sin que le entendiera nada y entonces avanzo- Sígueme, será mucho mas fácil sobrellevar esto afuera que adentro.

Lo seguí sin decir palabra alguna, tarareando alguna canción cualquiera en mi mente para no prestarle atención a la verdadera melodía que estaba sonando. No mire a ambos lados, no deseaba ver las mesas repletas de tentadora comida. Tan solo me concentre en mirar la espalda de Zachary mientras lo seguía, ignorando cualquier otra cosa con miedo a caer victima de algún encanto. Cruzamos el salón completamente hasta las puertas de cristal que daban al inmenso patio que había al aire libre. Cientos de fogatas estaban encendidas en el patio, formando conos de fuego que iluminaban totalmente a quienes estaban a su alrededor. Las salamandras no dejaban de bailar alrededor de las fogatas y lanzarles más fuego mientras cantaban y reían.

_ Este es el festejo de las salamandras –dijo Zachary en mi oído- Es el mas fácil de sobrellevar, los demás son mucho peores.

_ No puedo imaginar como –dije

_ Las ninfas están en los ríos, tratando de ahogar a cualquiera que se acerque. Los dríades hacen que los árboles apresen a cualquier visitante y mejor no decirte lo que hacen los sílfides con los invitados –dijo él y sentí mi piel de gallina- Las salamandras no hacen algo que siempre resulta mortal.

_ Será un milagro si termino esta noche ilesa –dije

Me quede helada al ver como un joven saltaba sobre el fogón que teníamos delante y aterrizaba perfectamente del otro lado. Él se dio vuelta y nuestras miradas se cruzaron por un momento. Vi como el fuego iluminaba totalmente su negro antifaz y como las dos alas abiertas, símbolo del Consejo, estaba en plateado a un lado del antifaz. Me quede prendida de su mirada, viendo sus ojos grises como si no hubiera otra cosa.

Una salamandra rompió aquello, tomándome de la mano y tirando de mí. Mire casi de un modo desesperado a Zachary mientras la muchacha me arrastraba, casi suplicándole auxilio o aunque fuera la más mínima ayuda. Él no hizo nada más que hundirse de hombros y sonreírme de un modo burlón, lo maldije internamente. La salamandra me empujo de modo que termine delante del fogón. Todos alrededor sonreían y reían, gritando cosas que no lograba entender.

_ Tienes que saltar –dijo Zachary apareciendo en un instante a mi lado- Es aquello lo que quiere.

_ ¡Que! –exclame y él se hundió de hombros

_ Es la tradición –dijo él- Si las salamandras quieren que saltes, tendrás que saltar. El fuego purifica, y además, es una muestra de valor.

_ Por favor dime que estas bromeando –dije

_ ¿Crees que bromeo? –pregunto él sonriendo maliciosamente- Salta o los disgustaras. ¿Eres una caballera o no?

Suspire al no tener otra opción. Retrocedí dos pasos antes de tomar carrera y saltar el fogón. Fue un segundo de puro infierno mientras estuve suspendida en el aire sobre el fuego. Aterrice del otro lado, aun conservando el calor de las llamas. Los que estaban alrededor gritaron y exclamaron en modo de festejo. Dos salamandras aparecieron a mi lado y me levantaron, comenzando a bailar todos nuevamente alrededor del fuego. Grite y mire a Zachary rogándole ayuda pero él no hizo mas que reír y seguir observando aquello. Apreté los dientes y maldije al brujo enormemente en mi interior, me vengaría por esto algún día.

Luego de varios minutos en los que las salamandras solamente festejaron, cantando y bailando alrededor del fogón, finalmente me bajaron y suspire de alivio. Una muchacha se presento frente a mí y se quito su antifaz. Me quede helada al reconocer a Mecha pero ella pareció no percatarse de quien era yo. Sonrió, cerrando los ojos de un modo en que nunca antes la había visto sonreír, parecía demasiado dulce.

_ Has superado la prueba del fuego –dijo ella

Me entrego una piedra roja antes de darse vuelta y hacer señas para que la siguiéramos. Zachary no lo dudo, la siguió mientras ella partía exclamando de alegría y saltando. Las demás salamandras permanecieron inmóviles hasta que también seguí a Mecha y entonces volvieron a sus celebraciones. Dejamos el patio y sus fogatas completamente atrás, cruzando un gran pastizal. Mire a Mecha mas que asombrada pero ella no parecía darle importancia alguna a lo que la rodeaba.

_ ¿Acaso la conoces? –pregunto Zachary

_ Precisamente –dije

_ Ella esta en un estado de éxtasis por la cantidad de fuego y las celebraciones, no creo ni que siga cuerda –dijo él

_ ¿A dónde nos lleva? –pregunte

_ No tengo idea –dijo Zachary- Pero mejor no disgustar a las hadas. Tan solo espero que no sea nada malo lo que nos espera.

_ Acabo de saltar por encima de un fogón. ¿Qué podría ser peor? -dije

_ ¿Algo así? –pregunto él

Ambos nos detuvimos al ver que Mecha se había detenido también y se había dado vuelta. Ella ahora nos miraba, aquella sonrisa juguetona seguía grabada en su rostro. Rió una última vez antes de pasar a un lado nuestro y partir corriendo de nuevo hacia los fogones. La vi partir y luego volví mi vista al frente, quedándome congelada al ver el caudaloso río que había delante. Un camino de pequeñas y mojadas piedras que había sobre la superficie lo cruzaba pero aun así el agua no dejaba de correr salvajemente. El muchacho, el mismo que había visto en el fogón, acababa de terminar de saltar de la última piedra a la orilla sin el más mínimo problema. Nuestras miradas se volvieron a cruzar por un instante pero esta vez fue él quien rompió aquello antes de acomodarse la chaqueta y partir.

Una ninfa salió del agua, rebelando una piel completamente mojada y portando cientos de algas pegadas al cuerpo de modo que parecían un vestido. Ella me tomo de la mano y nuevamente me arrastro hasta dejarme en la orilla. Mire el feroz caudal que corría en el río, sintiendo como este ya me salpicaba los tobillos. Mire casi con temor las piedras que cruzaban el río, preguntándome como demonios había hecho el otro muchacho para cruzarlo.

_ Por favor dime que no es eso lo que tengo que hacer –dije

_ Creo que es eso lo que ellos quieren que hagas –dijo Zachary a mi lado

_ No tengo suerte –dije y él asintió

Mire a la ninfa, casi deseando que ella me dijera que no. Pero ella sonrió de un modo que casi parecía forzado y asintió. Las demás ninfas se acercaron a la superficie y sacaron apenas sus cabezas para poder verme. Sus ojos seguía perfectamente cada uno de mis movimientos, obligándome de algún modo a hacer lo que deseaban. Me acerque vacilante a la orilla.

_ Definitivamente, merezco algo luego de esto –dije

_ Si tengo ganas te comprare un helado cuando volvamos –dijo Zachary

Lo fulmine con la mirada una última vez antes de volver mi vista al río. Respire hondo y salte a la primera piedra. Volví a saltar a la segunda antes de perder el equilibrio. Bajo el agua, podía ver como las ninfas portando algas por ropas se paseaban por el fondo del río. La corriente era muy fuerte, el agua saltaba y me golpeaba los tobillos. Respire una última vez antes de saltar a la tercera piedra. Mi pie resbalo y por un segundo casi me caí. Logre recuperar el equilibrio y me quede quieta, maldiciendo las mojadas piedras que eran tan pequeñas y maldiciendo mis zapatos de taco. Salte a la cuarta piedra, tratando de no pensar en que si caía al agua probablemente la corriente me arrastraría y sería mi fin. Mire la orilla ya cerca y sonreí esperanzada. Salte a la quinta piedra y casi de un modo desesperado salte a la orilla.

Respire agitadamente mientras pequeñas gotas de agua corrían por mi cuerpo. Levante la vista, mirando a un Zachary en perfecto estado que no se había visto obligado a cruzar el río de ese modo. Apreté los dientes y lo volví a maldecir internamente. Las ninfas salieron del agua y se inclinaron elegantemente ante mí. Suspire, al menos aquello había sido mejor que lo que habían hecho las salamandras. Una ninfa se acerco a mí y se quito su antifaz, revelando ser la misma ninfa que daba las clases en Solcius y era la maestra de Lucy.

_ Has superado la prueba del agua –dijo ella

Me entrego también una piedra celeste y luego se dio vuelta, partiendo con un caminar perfecto. Zachary la siguió y las demás ninfas no dejaron de inclinarse ni volvieron al agua hasta que yo no partí con ellos también. Seguimos a la ninfa, introduciéndonos en el oscuro bosque. Hice una mueca, deseando que no me tocaran mas pruebas pero al parecer no tendría tanta suerte.

_ ¿Por qué yo tengo que hacer estas cosas y tú no? –me queje

_ Por que tu eres la guardiana del Sol y yo simplemente tu chaperón –dijo él- Aun así, me sorprende que un servidor del Consejo también este haciendo lo mismo que tu. Creí que a estas alturas, ya todos los servidores del Consejo habrían caído victimas de los encantos de las hadas y estas se estarían divirtiendo con ellos.

_ Pues quizás te equivocaste –dije

_ Realmente, me pregunto como es posible que siga consciente de sus actos y las hadas ya no hayan hecho cualquier cosa de él –dijo Zachary- A nosotros nos protege la hierba de San Juan, es por eso que las salamandras no han intentado quemarte ni las ninfas han intentado ahogarte.

_ ¡Que! –exclame horrorizada pero él me ignoro

_ Me pregunto que lo protege a él –dijo

_ ¿Hierba de San Juan? –pregunte

_ ¿Eso crees? –Pregunto curioso al mirarme- Los servidores no son tan hábiles ni tan inteligentes para eso, ni siquiera saben de la hierba de San Juan y es por eso que siempre terminan así cuando vienen a supervisar las fiestas de las hadas.

_ ¿Así como? –pregunte y él se detuvo

En ese mismo instante la ninfa se dio vuelta y nos sonrió una última vez antes de hacerse agua y desaparecer totalmente. Los dríades se asomaron a todo nuestro alrededor, mirándonos desde las penumbras. Uno se acerco hasta estar frente a nosotros y señalo sonriendo el frente. Mire incrédula el camino totalmente bloqueado por ramas llenas de espinas que tenia delante. Mire nuevamente al dríade que asentía sonriendo y no dejaba de señalar el camino.

_ Apuesto a que tendré que cruzar eso –dije

_ Precisamente –dijo Zachary y sonrió maliciosamente- Te veo al otro lado del bosque Katherin.

Suspire frustrada, odiando al brujo más que nada en este momento. Camine unos pasos y me adentre en el túnel totalmente repleto de espinas. Con mucho cuidado me agache y evadí la primer rama. Continué así, evadiendo cada rama con mucho cuidado, tratando de no cortarme con ninguna espina. Respire hondamente y cerré los ojos para calmarme. El camino parecía eterno, nunca terminaba. El avance era lento si debía evitar que las espinas me cortasen y lamentablemente el camino estaba lleno de ramas con espinas dispuestas a herirme. Me agache, me hice a un lado, al otro, salte. Maldije mil veces este maldito bosque antes de finalmente ver algo de luz y continuar deseosa de llegar al final.

Salí del espinado túnel y me limpie la poca tierra que había quedado en mis brazos. Zachary estaba nuevamente ahí sin el más mínimo cambio. Los demás dríades salieron del bosque y estuvieron a mí alrededor. Me quede quieta mientras ellos me tocaban totalmente, sacándome cualquier rastro de bosque que hubiera quedado en mí. Zachary detuvo rápidamente por la muñeca a uno cuando este intento quitarme la flor de hierba del San Juan del cabello y lo fulmino con la mirada. Luego de aquello, los demás dríades se retiraron. Uno apareció delante nuestro y puse los ojos en blanco al ya imaginarme quien podía ser. Jeremiah sonrió del mismo modo juguetón y forzado que las demás hadas luego de sacarse el antifaz.

_ Has superado la prueba de la tierra –dijo él

Otra vez me fue entregada una piedra, ahora de color verde. Jeremiah se dio vuelta y también partió corriendo. Ni me detuve a ver cual seria la reacción de los demás, directamente lo seguí junto con Zachary. Esto definitivamente se estaba poniendo cada vez peor. Fuego, agua, tierra... Solamente faltaba el aire y Zachary había dicho que mejor ni hablar sobre lo que los sílfides eran capaces de hacer. Casi fue un milagro para mí salir del bosque y estar nuevamente en un gran pastizal.

_ Ahora me debe tocar la prueba del aire. ¿No es así? –pregunte

_ Así es –dijo él

_ Lo mínimo que podrás hacer luego de esto es comprarme ese helado –dije

_ Yo nunca prometí anda, dije que si tenia ganas lo haría –dijo Zachary

_ Me han hecho saltar sobre fuego, cruzar el río más caudaloso que vi en mi vida saltando sobre diminutas piedras y con zapatos de tacón y me han hecho cruzar todo un camino de espinas en vestido –dije molesta y él rió- Lo mínimo que puedes hacer es comprarme ese helado.

_ Si te sigues quejando comprare un helado pero para mí –dijo él

_ Ojala se te vuelque o se te derrita –refunfuñe

_ Aquí empieza la cuarta prueba –dijo Zachary

Ambos nos detuvimos. Jeremiah se había dado vuelta y nos mostraba una gran sonrisa, él paso como un rayo a nuestro lado antes de volver a sumergirse en el bosque. Mire nuevamente al frente, viendo que el servidor del Consejo al parecer ya había cumplido con la cuarta prueba. Su espalda estaba desnuda, dos grandes y pálidas rayas la cruzaban ahí donde sus alas habían desaparecido y se iban desvaneciendo con los segundos. Él volvió a ponerse su camisa y se la abotono. Tomo su chaqueta del suelo y también se la puso. Se dio vuelta para partir y me miro tan solo un segundo de soslayo. Luego, simplemente, siguió con su camino de vuelta al palacio donde la celebración principal continuaba.

Un sílfides cayó del cielo y aterrizo perfectamente frente a nosotros. Él me tendió una mano, sonriendo e incitándome a tomarla. Fue cuestión de un segundo para que comprendiera de qué se trataba la cuarta prueba y casi me estremecí. Mire a Zachary pero él no hizo mas que asentir. El pánico me invadió por un segundo pero logre calmarme nuevamente.

_ Definitivamente, merezco ese helado –dije

_ Es tan solo la prueba del aire –dijo Zachary- Podrás hacerlo.

_ A diferencia de aquel servidor del Consejo, yo no soy un ángel normal ni tengo alas –dije y él rió

_ Con alas o no, esto es lo mismo –dijo él y sonrió- Te veo en tierra Kate.

Refunfuñe por lo bajo antes de dar un paso y acercarme al sílfides. Él no espero mas, me tomo por la cintura y me cargo sobre su hombro sin escrúpulo alguno. Sentí el viento golpearme fuertemente y vi como la tierra se alejaba de mi hasta ser casi diminuta. En cierto modo la sensación era fantástica, la hubiera disfrutado más de no ser por que la ley de la física decía que todo lo que subía tenía que bajar. Mire con horror la altura a la que nos encontrábamos, ya ni siquiera podía distinguir a Zachary. No quise ni pensar en cuantos cientos de metros me separaban del suelo. El sílfides siguió subiendo hasta sobrepasar las nubes y me ofreció una maravillosa vista del cielo nocturno totalmente estrellado. Mire como, por encima de las nubes, los demás sílfides reían, jugaban y festejaban mientras se dedicaban a volar. Entonces, el sílfides me soltó.

Por un segundo estuve suspendida en el aire, apreciando el asombroso cielo que se veía a esta altura y a la majestuosa luna rodeada de las estrellas. Luego, la gravedad hizo lo suyo y comencé a caer. Mi corazón se detuvo totalmente, el viento me golpeaba fuertemente mientras seguía cayendo. Quise tragar pero ni eso pude. Ahora eran el cielo, las estrellas, la luna y las nubes los que se alejaban de mí. Tendría que temer, sabia que mi sentido común me decía que debía estar horrorizada pero aun así no podía dejar de sonreír y reír al sentir como el viento jugaba conmigo. Sentí como la tierra se acercaba mas y mas a mi y me di vuelta, quedando de cara a la tierra.

_ Ventus –dije

El hechizo funciono a la perfección. Una suave corriente de aire me atrapo a un metro de la tierra y me permitió aterrizar perfectamente en pie mientras seguía riendo. Zachary me miro asombrado mientras yo aun seguía riendo. Los demás sílfides bajaron de las nubes y uno me levanto. Él me tiro por el aire hasta que el otro me atrapo y así continuaron pasándome como si yo no fuera más que un simple paquete al cual tirar por los aires. Continué riendo hasta que finalmente me dejaron nuevamente en tierra y un sílfides se detuvo frente a mí. Lo mire dedicándole una encantadora sonrisa y él también me sonrió. Él se quito el antifaz, rebelando que era el mismo hombre que siempre me atendía en el banco.

_ Has pasado la prueba del aire –dijo él

Él se inclino ante mí y me entrego una cuarta piedra transparente. Sonreí y reí ligeramente al obtener la cuarta piedra antes de hacer una reverencia ante el sílfides y partir seguida de Zachary. Mire las cuatro piedras sobre mis manos, cada una representando su elemento. Fuego, agua, tierra y aire. Había pasado las cuatro pruebas de los cuatro elementos. Suspire y se las di a Zachary para que las guardara.

_ Nada mal para ser tu –dijo él

_ Lo dice alguien que se limito a observar –dije

_ No es mi culpa que las hadas no hayan querido que yo también hiciese las pruebas –dijo él tranquilamente- Ya sabes que no se les puede negar nada a las hadas. Y yo soy solamente un chaperón, no me darán importancia alguna. La real invitada aquí eres tú. Tienes que verlo de ese modo Kat, tu eres la única que esta aquí presente por que realmente la invitaron.

_ Si, y quien sabe que tienen las hadas en mente para mi –dije- ¡Te puedo asegurar que hasta ahora no ha sido nada bueno!

_ Si sigues con esa actitud no te comprare ningún helado –dijo él

_ ¿Quién demonios te crees que eres? –Pregunte furiosa- No soy una mascota a la cual llevar de un lado para el otro, enseñarle nuevos trucos y luego recompensarla con algo comestible.

_ No me hagas desear ponerte una correa por que te juro que me esta tentando la idea –dijo él

_ Puedes tomar esa correa y ahorcarte –dije

_ No servirá de nada, créeme que ya lo he intentado varias veces –dijo él tranquilamente- Por mas que lo intente, no puedo matarme.

Me detuve un segundo, totalmente en blanco, mirando al brujo sin saber si estaba bromeando o diciendo una verdad. Me lleve una mano al pecho y tome mi collar, preguntándome si enserio Zachary deseaba acabar con su vida y no podía o simplemente era lo suficientemente frío e insensible como para bromear respecto a su muerte sin darle importancia alguna. Él se detuvo un segundo varios pasos adelanto mío, me miro tan solo un instante de soslayo y luego continuo. Mis piernas parecían clavadas a la tierra, no podía ser que él enserio desease matarse. ¿O si? ¿Zachary había dicho una verdad o enserio era capaz de bromear con su propia muerte?

Sacudí la cabeza repetidas veces. No, una persona normal no podía decir que ya había intentado varias veces suicidarse. Por mas insensible y frío que Zachary pudiera parecer, él no podía decir que enserio había intentado suicidarse, no era lógico. Volví casi corriendo hasta el palacio y subí las escaleras. No se veía al brujo por ninguna parte, no había el más mínimo rastro de él. ¡Maldito brujo que no me había esperado por que me había quedado atrás! Debería prestar más atención a sus palabras la próxima. Entre nuevamente al salón principal de las celebraciones sin ver rastro alguno del brujo.

Camine entre las cientos de parejas danzantes tratando de encontrar a Zachary sin resultado alguno. Evite con mucho cuidado no cruzarme en el camino de alguna pareja en su eterna danza mientras trataba además de no prestar atención a nada para no caer bajo ningún encanto. Era una tarea imposible tratar de buscar a Zachary y a la vez no fijarme lo suficiente en algo como para no caer bajo su encanto. Por donde mirase había tentación y una trampa dispuesta a atraparme. Me detuve, tapándome los oídos y cerrando fuertemente los ojos. No deseaba caer presa de alguna trampa, no deseaba que la melodía me atrapase, no deseaba que las hadas jugaran conmigo. Permanecí así por varios minutos, tratando de ignorar la melodía, tratando de no abrir los ojos por mas maravillosa que seria la vista de lo que pasaba a mi alrededor, tratando de que ningún tipo de encanto me atrapara.

Pero por más que lo intente, no sirvió de nada. Unas calidas manos estuvieron sobre las mías y se ocuparon de que no continuara tapándome los oídos. La melodía me invadió y se extendió por todo mí ser. Abrí los ojos y mire de un modo diferente a todo lo que me rodeaba. La melodía era preciosa, encantadora, tanto que me obligaba a bailarla. Todo lo que me rodeaba era hermoso, en cierto modo mágico, deseaba más que nada pertenecer a aquel cuadro del baile de las hadas que se abría delante de mí. El joven lamías que se había ocupado de destaparme los oídos se puso frente a mi y me tendió una mano. La acepte sin vacilación alguna, mirándolo a los ojos en cierto modo hipnotizada. Él sonrió al tomar mi mano y sin más preámbulos comenzó a bailar, guiándome en cada paso mientras yo seguía perdida en la melodía. Tarde me di cuenta de que había caído victima de un encanto y por mas que lo intente no pude liberarme. Mi cuerpo se movía por su propia voluntad y no por la mía, mi vista estaba perdida en mi acompañante, mis pies no dejaban de bailar.

Los minutos pasaron, el encantamiento solamente parecía intensificarse. Finalmente, el lamías se detuvo y ambos nos inclinamos dado terminado el baile. Casi desee que con eso también hubiera terminado el encantamiento pero no fue así. Nuevamente me encontré bailando con otro muchacho y me quede helada de darme cuenta que era el mismo servidor del Consejo que había visto anteriormente. ¿Qué? ¿Él también había caído victima de aquella hipnotizante melodía? Lo mire a los ojos por un segundo y pude confirmar que también había sido atrapado por el encantamiento. Pero con o sin encantamiento, no pude evitar continuar mirándolo a los ojos del mismo modo en que él me miraba. ¿Qué era lo que él tenia de diferente? ¿Por qué también había hecho aquellas pruebas?

Lo mire fijamente, tratando de descifrarlo. Claramente era un servidor del Consejo, su antifaz negro lo demostraba perfectamente al tener las dos alas en plateado a un lado. Su cabello era fino y color chocolate, su piel era pálida pero la sentía calida bajo mi guante, sus ojos eran de un profundo color gris. Lo mire fijamente, preguntándome que era lo que lo protegía de los encantamientos de las hadas. Reí internamente, tan bien no lo había protegido si después de todo también había caído en el encantamiento de la música. Hubiera hecho una mueca también de haber podido ya que yo también había caído en el encantamiento de la melodía pero mi cuerpo no reaccionaba. Tan solo bailaba con el suyo, sin poder dejar de mirarlo fijamente, sin poder hacer nada más que seguir sus pasos.

Ni me di cuenta el segundo en que me acerque más a él y pase mis brazos totalmente entorno a su cuello. Mi cuerpo actuaba por propia voluntad sin que yo pudiera hacer algo al respecto. Sabía que estaba mal, sabia que debía buscar algún modo de salir de este encantamiento y sin embargo mi mente también parecía estar en blanco mientras seguía perdida en su mirada. ¿Por qué? ¿Por qué me tenia que pasar esto justo a mi? Ya ni siquiera recordaba que estaba haciendo aquí, parecía como si no existiera nada más que la persona con la cual estaba bailando. ¡Malditas hadas que jugaban conmigo! Entonces mi mente se detuvo en seco. ¿Acaso esto era totalmente encantamiento de las hadas? Las hadas posiblemente estaban jugando con mi cuerpo pero temía que no con mi corazón que latía desaforadamente.

¡No! Necesitaba romper este encantamiento cuanto antes o seria quizás demasiado tarde. Pero por más intentos que hiciera, mi cuerpo no se movía por mi propia voluntad y no hacia nada más que seguir bailando como si fuera una marioneta. Pero lo sabia, estaba segura de que él también estaba en la misma situación que yo y estaba intentando también romper el encanto de la melodía. Por un segundo, algo parecido a la desesperación cruzo por sus ojos, confirmándome lo que yo pensaba. ¡Malditas hadas que no tenían nada mejor que hacer que jugar con sus invitados! Esto no estaba bien, no podían estar utilizándome a mí como marioneta y a él tampoco.

Él se acerco más a mí, puso una mano bajo mi barbilla y me levanto el rostro. Mi cuerpo sofoco un pequeño grito por más que lo que yo en realidad deseaba hacer era recuperar el control. Mis manos se movieron por voluntad propia y tomaron su rostro para acercarlo más a mí. Podía sentir su respiración sobre mi rostro y lo cerca que estaban sus labios. Vi mas allá de sus ojos, vi que él también estaba totalmente bajo el encanto de la música, vi que tampoco deseaba hacerlo pero ya no tenia voluntad alguna y su cuerpo se movía por si solo al igual que el mío. Maldije internamente mil veces a las hadas, esto no podía ser posible.

Una rápida cuchilla paso sobre nuestras cabezas, cortando el aire. Tome cuanto aire pude al recuperar el control de mi cuerpo y mire como unos hilos trasparentes habían caído al suelo. Me estremecí de darme cuenta hasta que punto había sido una marioneta, una real marioneta, controlada por hilos casi invisibles. Enseguida solté al muchacho y retrocedí un paso, aun espantada por el modo en que había sido controlada. Zachary estaba serio a un lado, sosteniendo mi daga y mirándome.

_ No sé para que me molesto en decirte lo que no debes hacer –dijo él- Te dije que no escucharas la música.

_ Lo siento –dije avergonzada- Gracias.

De un hábil movimiento él volvió a guardar mi daga en su chaqueta. Volví a mirar frente a mí y me quede sorprendida de que ya no hubiera nadie. Mire entre la multitud, tratando de encontrar al servidor del Consejo y apenas si logre verlo mientras se alejaba rápidamente. Rápidamente, se perdió entre la multitud y no lo pude ver mas. Me sentí por un segundo mal por él, también había caído bajo el encanto de la melodía y sabia lo que era ser una marioneta.

_ No te vuelvas a separar de mí –dijo Zachary

_ Si tu no te hubieras ido y me hubieras dejado atrás, no habría tenido que pasar por esto –dije molesta, mirándolo

_ Tienes suerte de que haya aparecido –dijo él- Y de que ese escarbadientes tuyo haya servido para romper el encantamiento.

_ Al menos eso explica por que no encontraba mi daga desde hace días –dije- ¡Maldito brujo, la robaste!

_ Me gusta pensar que la tome cuando no la necesitabas –dijo él tranquilamente- Ahora sígueme, la reina de las hadas a solicitado tu presencia.