Capitulo 21: Inevitable


.

Mire al conejo, no sin cierta tristeza al saber lo que le había tocado vivir el día anterior, mientras terminaba de coserle la oreja. Suspire y tome el botón de la mesada para volver a colocarle su ojo y que el pobre peluche dejara de ser tuerto. Cosí el botón en su lugar perfectamente y levante el conejo delante de mí para mirarlo. Ahora estaba limpio, ya no tenía ninguna mancha. Su cabeza era grande, su cuerpo delgado y flacucho. Era un peluche bastante larguirucho, hasta parecía que le faltaba relleno.

_ Ese animal da lastima –dijo Zach- Además, ya me estoy aburriendo.

_ ¿Y entonces que haces aquí? Nadie te obligo a que me hicieras compañía –dije

_ Si yo no te hago compañía nadie lo hará –dijo él- Eres la única que luego de tan grande fiesta como hubo anoche pasa el día siguiente en la enfermería y cosiendo un conejo.

Mire al brujo por unos segundos. Aun era de madrugada y la luz no era la suficiente para que iluminase. Era hermoso, como cualquier otro brujo. Sus facciones eran delicadas pero serias, su mirada siempre parecía glacial. Hacia cuatro meses que Zachary se había unido a Solcius, hacia cuatro meses que formaba parte de nuestro equipo y nos tocaba convivir con su singular persona. Él era siempre frío e insensible, todo lo tenía sin cuidado y nadie le importaba. A veces hasta parecía que ni su vida propia le importaba. Poco se sabía respecto a él y su pasado.

_ ¿Cuál es tu don Zachary? –pregunte

_ Puedes preguntar todo lo que quieras pero sabes que nunca responderé –dijo él- Por cierto, debería pedirte disculpas si lo que dije ayer a la mañana te hirió pero ya sabes que no lo haré.

_ No me hirió –dije

_ Entonces perfecto –dijo él- Ya sabes que hay gente que prefiere creer en los cuentos de hadas y en el “vivieron felices por siempre” antes que creer en la cruda realidad de que las relaciones solo provocan sufrimiento.

_ Di lo que quieras, a mi no me importan tus teorías respecto a las relaciones –dije y lo mire seriamente- Lo único, no vuelvas a hacer suposiciones sobre mi vida.

_ No fueron suposiciones, fueron verdades por mas que tu las niegues –dijo él tranquilamente- Aun así, no lo entiendo. Eres mitad ángel, se supone que tienes la habilidad para olvidarte de los sentimientos si quieres. ¿Entonces por que no la usas y listo, dejas de sufrir por una relación que termino hace meses?

_ Deja de hablar de algo que no sabes –dije mirándolo

_ ¿Por qué? ¿Aun te sigue doliendo que él te haya dejado? –Dijo él sin cuidado- O tu lo hayas dejado, no tengo idea de cómo fue.

_ Zachary, deja de hablar –dije- Deja de ser tan insensible por una vez y piensa en lo que dices.

_ Ya veo, te causa dolor recordarlo –dijo él- Pero salías con un ángel. ¿No es así? Si él seguramente ya te olvido no veo por que tu tienes que seguir recordándolo. ¿Por qué terminaron?

_ No es de tu incumbencia mi vida personal –dije

_ Es lo mismo decir que él no era bueno en el sexo y listo –dijo él poniéndole en pie

_ ¡Que! –exclame

_ Ah, entonces no fue por eso –dijo Zachary con total naturalidad- Bueno, tarde o temprano lo sabré. Ahora te dejo, es la hora en la que Will sale al mercado negro y descuida sus armas. No me vendría mal un nuevo cuchillo a mi colección.

Él brujo partió sin más preámbulos. Así era mejor. Zachary realmente podía llegar a ser odioso algunas veces. Escuche un leve gemido y entonces me di vuelta sobre la silla, observando como la niña que descansaba aun sobre la camilla a un lado mío se retorcía. Ella estaba mucho mejor, se había recuperado asombrosamente rápido y sus alas ya no estaban a la vista. Algo que la doctora había calificado como un buen signo. Sus parpados se movieron repetidas veces antes de abrirse y que ella me mirara con extrema curiosidad.

_ Hola –dijo ella

_ Hola –dije y la mire con curiosidad- ¿Cómo te sientes?

_ Mucho mejor –dijo- ¿Quién eres tú?

_ Katherin –dije y le entregue al conejo- Esto es tuyo.

_ ¡Mr. Whiskers! –Exclamo ella tomando el conejo y abrazándolo- ¡Estas bien! Muchas gracias por haberlo recogido, y también por haberme salvado. De verdad te lo agradezco Kathy. ¿Puedo llamarte así?

_ Por supuesto –dije y ella sonrió

_ ¿Dónde estoy? –pregunto ella

_ Estas a salvo –dije- Estas en la enfermería ahora. Estas son las instalaciones de Solcius. Yo vivo aquí junto con mis amigos y muchas personas más. Tu puedes quedarte si así lo deseas. Sino, te llevare con los tuyos y te prometo que no recordaras nada.

_ No –dijo ella al instante, el miedo cruzo su rostro- No quiero volver. Por favor no. Si lo hago el Consejo me obligara a que continúe cumpliendo con las misiones y no quiero, me dan miedo.

_ No tienes por que temer –dije sonriendo, ella estaba temblando- Te quedaras aquí si así lo deseas. He hablado con el director y me dijo que podías quedarte. Por cierto, te compre esto.

Tome la bolsa que descansaba en el piso a un lado mío y se la tendí. La niñita la tomo y la abrió, saco el vestido que había dentro con gran fascinación y lo admiro durante unos minutos. Me miro inquisitivamente, preguntándome con los ojos si aquello era para ella y asentí.

_ Adelante, póntelo –dije- No puedes continuar con ese vestido totalmente destrozado.

Ella asintió obedientemente, aun anonadada por el vestido. Se sentó y con mucho cuidado la ayude a deshacerse de sus ropas. Deje el vestido totalmente destrozado a un lado. Ella levanto los brazos para que le pusiera el otro y sonreí al ver como su cabeza salía por el cuello de vestido color rosa que le había comprado. Tome la bolsa y saque de ahí las medias y el par de zapatitos que también le había comprado. Ella se sentó con los pies colgando de la camilla y me arrodille para poder ponerle los zapatitos negros.

_ Listo –dije poniéndome en pie y ella me sonrió- Toda una princesa.

_ ¿Esto lo has comprado tú? –pregunto y asentí- Muchas gracias pero no puedo aceptarlo.

_ Es un regalo –dije

_ Aun así, no seria correcto aceptarlo –dijo ella

_ Te seré sincera, aun no se como, pero tengo demasiado dinero ahorrado –dije- Tengo que gastarlo en algo. ¿No? Además te queda precioso.

_ ¿Entonces me puedo quedar aquí? –pregunto ella

_ Si así lo deseas, si –dije

_ ¡Pero el Consejo no me lo permitirá! –exclamo ella con preocupación y sonreí

_ Ya hemos arreglado aquel problema con el Consejo –dije

_ ¿Enserio? ¿Cómo? –pregunto ella

_ ¿Recuerdas algo de lo sucedido? –pregunte

_ No mucho –dijo llevándose una mano a la cabeza- Apenas recuerdo algo. Me dijeron que teníamos que ir a reunirnos con alguien. Pero en cuanto llegamos al lugar acordado, creo que nos atacaron. No lo se, no recuerdo muy bien aquella parte. Un hombre me tomo y me llevo, tampoco recuerdo muy bien aquello...

_ Kat –dijo Lupe entrando

_ ¿Me disculpas un momento? –pregunte mirando a la niña y ella asintió

Me puse en pie, mirando de soslayo con cierta preocupación a la niña que no recordaba muy bien lo que había vivido. Yo podría hacerle recordar pero no seria bueno para ella. No, era mejor que no recordara todo tan claramente. Quizás le explicaría todo mas tarde, cuando ella estuviera mejor. Me reuní con Lupe lejos de la nenita pero aun así no le quite el ojo de encima.

_ Kat, es importante –dijo ella captando mi atención y me mostró una pila de papeles- Ya sabemos las consecuencias de lo acontecido ayer.

_ ¿Y? –pregunte

_ El grupo de Seattle eran en total 18, liderados por un ángel llamado Ezequiel –dijo ella

_ Ayer no había dieciocho –dije

_ Precisamente –dijo ella, se notaba en su rostro la importancia de la información que sabia- Ayer hubo dos emboscadas, nosotros solo estábamos informados de la primera y pudimos salvar solo al primer grupo. Ellos se dividieron en dos, el segundo grupo esta totalmente muerto. De los nueve ángeles que estuvieron ayer en la emboscada en la que participamos, solo siete quedan con vida.

_ El líder murió –dije recordando al niño que había salvado- Y a ella se la dio por muerta. Es una lastima lo acontecido con los demás, ojala lo hubiéramos sabido.

_ Aquel no es el problema –dijo Lupe y me miro alterada- ¿Tu mataste a un hombre ayer?

_ Se lo tenia merecido –dije frunciendo el ceño

_ ¡A quien mataste era un funcionario de la cámara alta! –exclamo ella

_ No veo la diferencia –dije

_ ¡Mataste a uno de los principales directivos del Consejo! –Dijo Lupe- ¿Tienes idea de lo que has hecho? ¿Tienes idea de las consecuencias que esto puede tener?

_ Lupe, no pasara nada –dije, ella estaba totalmente pálida

_ Has matado a uno de los mandamases –dijo ella casi en un susurro

_ ¿Me dirás que aquel hombre no merecía la muerte ya desde hace años por sus actos? –pregunte incrédula

_ No... Pero... ¿Al menos eres consciente de lo que has hecho? –dijo ella

_ Perfectamente –dije

_ Los servidores del Consejo se pondrán furiosos cuando sepan lo ocurrido, querrán tu cabeza si llegan a saber en algún momento que tú fuiste la culpable –dijo Lupe- Son ángeles y has matado a su superior, querrán venganza.

_ Y si aquello llega a pasar me enfrentare a todos y cada uno de ellos –dije

_ Katherin, no tienes idea de lo que has hecho –dijo Lupe negando con la cabeza y retrocediendo- Que el Sol y la Luna te cuiden pequeña caballera.

_ Estaré bien Lupe –dije

_ Aun así, prácticamente les has declarado la guerra por mas que ellos no lo sepan –dijo ella

_ De un modo u otro ya tenia pedido de captura en el Consejo desde Diciembre –dije

_ Estaré de tu lado –dijo Lupe

_ ¿Qué? –pregunte y ella asintió obedientemente

_ No me importa lo que suceda, estaré de tu lado. Sabes que siempre puedes contar conmigo –dijo ella- Te seré fiel sin importar tus acciones o las consecuencias de estas. Confío en ti.

_ Muchas gracias Lupe –dije sonriendo

Ella también me sonrió antes de partir. Suspire y volví a tomar asiento junto a la camilla donde estaba sentada la niña. Apoye mi cabeza sobre mis manos, clavando mi vista en el suelo y trate de pensar con claridad. De todos los ángeles que seguramente debían existir y servían al Consejo, justo tenía que haber matado a uno de los funcionarios de la cámara alta. Esto no estaba bien, no estaba nada bien.

_ ¿Qué sucede? –susurro la niña

_ Me he metido en un gran lío –dije

_ Ya lo creo, ya puedo recordar todo perfectamente. Has matado a un funcionario de la cámara alta, se pondrán furiosos los demás directivos –dijo ella y puso su mano sobre la mía, levante la vista mirándola atónita y ella sonrió- Pero lo has hecho por mi, para salvarme. Ese hombre era malo, tú has hecho justicia sobre él y la sentencia ha sido la justa.

_ ¿Y como sabes que aquello es cierto y no me he equivocado con mis acciones? –pregunte

_ ¿Acaso te arrepientes? –Pregunto ella y negué con la cabeza- Entonces tu sentencia ha sido justa. Mi papá siempre me decía que la sentencia era justa cuando uno no se arrepentía, si lo hacia era por que no se había impartido bien la justicia y entonces uno estaba consciente.

_ ¿Cuántos años tienes? –pregunte

_ Cumpliré diez años en Septiembre –dijo ella con una sonrisa

_ ¿Y como es posible que ya estés sirviéndole al Consejo? –Pregunte- El servicio obligatorio es a partir de los trece años.

_ No lo sé –dijo ella hundiéndose de hombros- Simplemente un día citaron a mis padres y a mi y dijeron que yo debía empezar a servir a tan temprana edad. No tienes idea de lo mal que lo tomaron mis padres aquello, además yo no tenia entrenamiento alguno. ¡Encima me enviaron a Seattle! ¿Tienes idea de las estadísticas de ahí? Aproximadamente mueren 20 ángeles por mes. En todo este tiempo que estuve ahí, he visto ir y venir cientos de ángeles, he visto demasiadas veces la muerte y he tenido que vivir con ella constantemente. Pero Ezequiel era bueno conmigo por más que nadie parecía darme importancia, ni siquiera él. Lo único que hacia, era no permitirme ir a las misiones por que decía que era muy joven. Él esta muerto. ¿No es así?

_ Lamentablemente –dije aunque la noticia no pareció afectar mucho a la niña

_ Bueno, él siempre dijo que iba a morir asesinado –dijo ella sin escrúpulos e hizo una mueca- Aunque debo admitir que jamás me imagine que pudiera ser cierto. ¿Entonces puedo quedarme aquí? Realmente prefiero aquello a volver con los míos. No le darán importancia a mi desaparición, hasta seguramente me darán de muerta.

Mire a la niña más que sorprendida por la naturalidad con la que hablaba. Pero ella continuaba hablando, sonriendo, sus ojos color miel me miraban con gran dulzura. No se parecía en nada a la niña totalmente aterrada que había encontrado yo el día anterior. Aquello me hizo sentir mejor, ella realmente parecía feliz de estar aquí.

_ ¿Y cuando podré irme de la enfermería? –pregunto

_ Debes quedarte un tiempo mas, no llegaste en muy buen estado –dije- Pero supongo que para esta tarde ya te dejaran salir. Pero antes de salir debes saber primero algo, aquí encontraras a todo tipo de seres.

_ ¿Brujos también? –pregunto ella con curiosidad

_ También, pero todos son buenos –dije- La mayoría son muy amigables...

_ Simplemente ignora a los que no son así –concluyo ella sonriendo y asentí

_ Exactamente –dije

_ Muchas gracias por lo que hiciste por mi –dijo ella sonriendo- Eres muy buena. ¿Acaso tú eres la líder del grupo que nos ayudo ayer? ¿Tú mandas sobre ellos?

_ Así es –dije e hice una mueca- Pero no me gusta mucho verlo de ese modo, ellos son mis amigos, no las personas sobre las que tengo poder y autoridad.

_ Ya veo –dijo ella y rió dulcemente- Sabes, te pareces al líder de uno de mis hermanos, él dice lo mismo.

Aquello me pego duro, sentí como mi sangre se congelaba y trague con gran dificultad. Casi podía imaginar la sonrisa de regocijo de Zachary diciendo que él tenía razón y yo aun seguía sufriendo por una relación pasado. ¡Pero no era mi culpa! Luego de haber pasado tanto tiempo con él, no era mi culpa que hubiera adoptado su mismo punto de vista respecto al liderazgo.

_ ¿Estas bien? –pregunto ella quitándome de mis tristes recuerdos

_ ¿Qué? Si, perfectamente –dije

_ ¿Estas triste? –pregunto

_ No, solamente estaba recordando que aun no he desayunado –dije y me puse en pie- ¿Quieres que te traiga algo de comer también? Tenemos lo que te imagines.

_ Quiero un poco de café con leche, y un toque de miel –dijo ella sonriendo- También quisiera unos panecillos pero no quiero parecer muy pedigüeña.

_ No comes nada desde ayer, es normal que tengas hambre –dije y le sonreí- Volveré pronto con todo. ¿Si?

Ella asintió, sonriendo y con los ojos cerrados, antes de que partiera. Me di vuelta, suspirando y dejando de lado aquella felicidad falsa. Salí de la enfermería y me apoye contra la pared. Cerré los ojos y respire hondo, levantando la cabeza. Me lleve una mano al pecho, sintiendo el pequeño pedazo que le faltaba aun a mi corazón. Jude había cumplido con su palabra, había hecho todo lo posible para juntar todos los pedazos en que había estado partido mi corazón y volverlos a unir. Pero aquello era imposible, por que por más que el pedazo que aun faltaba era pequeño, era el más importante y su falta se notaba terriblemente.

_ Entonces era líder.

Abrí los ojos repentinamente, encontrándome con Zachary. Él estaba cómodamente apoyado sobre la pared al otro lado de la puerta, jugando con un cuchillo entre sus manos. El cuchillo lo cortó y una gota de su oscura sangre, casi negra, cayó al suelo. Pero a él no pareció importarle. Lo mire molesta, aun sintiendo la terrible tristeza dentro de mí y el terrible destrozo que aun quedaba presente.

_ No deberías escuchar conversaciones ajenas –dije y él sonrió fugazmente

_ Él era líder de un grupo de ángeles y tenia el mismo punto de vista que tu respecto al puesto –dijo Zachary, su vista continuaba perdida en su juego- Sabes una cosa, es extraño, creí que todos los ángeles eran obsesionados por el poder. No pensé que un ángel seria capaz de omitir la superioridad que le da el puesto de líder, hasta casi podría decir que lo rechaza.

_ ¡No vuelvas a espiarme! –exclame furiosa

_ ¿O que? ¿Me mataras? –pregunto él riendo sin emociona alguna y luego se movió de su lugar, ya partiendo- Quisiera ver que lo intentaras...

Él paso a mi lado, llevándose mi hombro por delante y lo mire furiosa. Me di media vuelta y fui para el otro lado, tratando de apaciguar la furia que tenia contra Zachary en estos momentos. ¡Ah, maldito brujo frívolo e insensible! ¿Quién demonios se creía para ir escuchando por ahí y hacer suposiciones de mi vida? Sacudí la cabeza mientras caminaba por los pasillos para sacarme aquellos pensamientos, no necesitaba por que desperdiciar mi tiempo en mi furia contra Zachary.

Llegue a la cafetería y tome rápidamente una bandeja. Me ocupe de preparar todo lo que la niña había dicho que quería. Sonreí, era bueno que ella tuviera hambre y aun más que estuviera feliz. Aquello solo demostraba que ella estaba notablemente mejor comparada con la niñita aterrada que yo había recogido. Quizás, para esta tarde la doctora a cargo ya le daría el alta y ella podría salir de la enfermería.

_ He oído por los pasillos que tu padre fue a visitar a tu hermana hace unas semanas –dijo Sam apareciendo junto a mi y tomando una de las copas de sangre disponibles

_ Yo no tengo hermana –dije- Tan solo una maldita con la que lamentablemente tengo que compartir mi sangre. Podrías decirme que la encontraron muerta hace unas semanas y no le encontraría importancia alguna.

_ Yo solo te aviso –dijo Sam hundiéndose de hombros

_ Me tiene sin cuidado todo lo que tenga que ver con ella –dije- Que se pudra en el propio infierno que ella creo.

_ ¿La niña esta mejor? –pregunto Sam y asentí

_ Vine a buscarle el desayuno –dije

_ Mataste a un funcionario de la cámara alta –dijo Sam y se detuvo un segundo mirándome seriamente, luego sonrió de un modo apenas perceptible- Bien hecho.

Sam se retiro con su copa de sangre y un plato de cereales que seguramente era para alguien más. Tome la bandeja con todo preparado y volví hacia la enfermería. Entre, ella seguía sentada inocentemente en la camilla y me miraba con los ojos bien abiertos. Hice lugar en la mesilla que había a su lado y deje la bandeja ahí. Volví a tomar asiento junto a ella y le tendí su taza de café.

_ Muchas gracias –dijo al tomarlo

_ No es nada –dije y tome el yogurt de fresa que había tomado para mí

_ Hace unos segundos vino la doctora, me dijo que estaba mucho mejor –dijo la niña con gran entusiasmo

_ Eso es bueno –dije y ella tomo de su taza

_ También me hablo sobre ti, me dijo que eras muy buena y que tenia suerte de que te hubieras encariñado de este modo conmigo –dijo ella y me miro con curiosidad- ¿Puedo saber que ser eres?

_ Aquello es mas complicado –dije e hice una mueca- Luego te lo explicare pero debes prometer que nunca se lo dirás a nadie, es un secreto y solo los miembros de Solcius pueden saberlo.

_ Ah, ya veo –dijo ella

_ Esta tarde, apenas te dejen salir, iremos a conseguirte un emblema –dije y le señale mi collar- ¿Lo ves? Este es el mismo. Por el momento he pedido que solo te atiendan personas que hablen nuestro mismo idioma pero no todos los que están aquí hablan igual. Este emblema, entre todas las funciones que tiene, también sirve de traductor.

_ ¿Entonces ahora pasare a servirle a Solcius? –pregunto ella, sus ojos brillaban de felicidad

_ No eres un servidor, eres un miembro al igual que los demás –dije- Aquí no nos obligan a nada. No te preocupes, para dentro de una semana te habré explicado todo perfectamente.

Ella sonrió y asintió más que complacida antes de darse vuelta y tomar uno de los panecillos que había traído. La observe mientras comía, sonriendo por ver que ella estaba feliz. Su sonrisa era dulce y contagiosa, sus ojos color miel solo mostraban luz y amabilidad. Desde que se había despertado, no había dejado de sonreír y estar plenamente feliz. Me pregunte si a ella también le resultarían divertidos mis ojos...

Un toque de puerta me hizo volver a la realidad y levante la cabeza. Me di vuelta, mirando a Jude quien acababa de entrar. Su mirada era totalmente seria, su rostro inescrutable. Suspire ya imaginando que tipo de asunto me esperaba y me puse en pie. Me reuní con él en tan solo dos pasos y lo mire tratando de descifrar sobre que deber me hablaría ahora. Siempre que Jude estaba así, era por algo que seguramente no me gustaría.

_ ¿Qué? –pregunte

Él saco un celular de su bolsillo y lo puso sobre mi mano. Mis dedos se crisparon y mire casi aterrorizada mi viejo celular. Se suponía que nunca más lo iba a volver a ver, que nunca mas me serian necesarios los números que aun contenía, que nunca más tendría que utilizarlo. Trague con dificultad al verlo sobre mi mano y levante apenas la vista para encontrarme con la seria expresión de Jude.

_ Tienes que llamarlo –dijo él

_ No se a que te refieres –dije nerviosa

_ Sabes perfectamente a que me refiero –dijo él- Lo sucedido ayer se ha dado a conocer entre los servidores del Consejo oficialmente hace una hora y la noticia de que la niña ha muerto también. Llámalo, ahora.

Aquello fue mas una orden y Jude enserio parecía dispuesto a obligarme. Mire completamente en duda y alterada al viejo celular sobre mi mano. No, no me atrevía a realizar aquella llamada por más mínima que fuera. No me atrevía a contactarme nuevamente con alguno de ellos. Mire a Jude de un modo casi desesperado, casi suplicándole con la mirada que no me obligara a hacerlo pero la orden estaba mas que clara en su expresión.

_ No me atenderá –dije

_ Aquella niña es Lucy Beitarg –dijo Jude y la niña levanto apenas la cabeza al escuchar su nombre- Ahora: ¡Llama al hermano y dile ya mismo que ella esta bien!

Volví a tragar con dificultad antes de mirar nuevamente el teléfono. Mi mano casi estaba temblando. Era realmente increíble, podía enfrentarme con demonios el día anterior luego de haber interrumpido mi desayuno sin ningún problema y sin embargo no me atrevía a realizar una simple llamada. Pero lamentablemente Jude tenía razón, aquello era lo que debía hacer por más que no quisiera. Aun así, la cobardía me invadió.

_ No me atenderá –repetí- Cuando vea mi número y sepa que soy yo ni se molestara en atender.

_ Entonces usa mi celular –dijo él entregándome el suyo- No me importa como pero te contactaras con él y le dirás que la niña esta bien, no me iré de aquí hasta que no lo hayas hecho.

_ Jude...

_ ¡Hazlo, ahora! –Ordeno él- Katherin, no me importa los problemas que tú tengas con ellos pero debes hacerlo. Me dijiste que el muchacho ya estaba demasiado mal de solo saber que habían enviado a su hermana a Seattle, ahora imagínate si en realidad piensa que ella murió. Llámalo.

_ Esta bien –dije, rindiéndome finalmente

Suspire y finalmente tome el celular de Jude. Si iba a realizar aquella llamada, al menos me ocuparía de que ellos no pudieran devolvérmela. Me fije en mi viejo celular el número al que debía llamar y luego lo tipie en el de Jude. Le devolví el mío, deseando no tener que volver a ver a ese aparato, y me lleve el suyo al oído. Respire hondamente al escuchar el tono, convenciéndome de que podía soportar eso por mas que ya empezaba a sentir el dolor en mi pecho. Finalmente alguien contesto y sofoque un pequeño grito.

_ Ahora no –dijo una voz sin emoción alguna, el destrozo se notaba perfectamente

_ ¡Miguel no cortes! –dije rápidamente, sentí mi corazón detenerse por un segundo

_ ¿Katherin? –Pregunto él incrédulo- No, para lo último que estoy de humor es para ti. Déjame en paz. ¿De acuerdo? Ya bastantes problemas tengo.

_ Es mentira –dije apresuradamente, no sabia cuanto tiempo tenia antes de que él me cortara

_ ¿Qué? –Pregunto- ¿Qué no eres una maldita servidora de Solcius? ¿Qué no tuviste nada mejor que hacer que engañarnos a todos y utilizarnos? No se ni por que estoy perdiendo el tiempo hablando contigo, hazme un favor y no me vuelvas a llamar.

¿Aquel era el mismo Miguel que yo había conocido? ¿Él mismo que siempre estaba feliz y sonriendo? Aquello me era completamente imposible de creer. Su voz parecía sin vida alguna, su tono totalmente vacío. Me dolía el modo en que me estaba tratando, me dolía escuchar su voz nuevamente, me dolía simplemente tener que estar llamándolo pero debía hacerlo.

_ Miguel, por favor escúchame. Si en algún momento realmente me quisiste como amiga, si en algún momento realmente te importe, por favor te pido que me escuches. Hazlo por los milsabores, por mis ojos divertidos, por cada momento que pasamos juntos –susurre y él suspiro

_ Tienes quince segundos de mi tiempo, luego, no me importa lo que tengas para decir, terminare esta llamada –dijo él

_ Lucy esta viva –dije cuan rápido pude

_ ¿Qué? –exclamo Miguel

_ Lo que has oído, Lucy esta viva –dije y me apresure con lo siguiente con miedo a que él no me creyera y cortara- Yo estuve ayer en Seattle, estuve durante la emboscada, te puedo decir lo que quieras respecto a eso. La encontré y la salve, ella está bien conmigo.

Me di vuelta, mirando como la pequeña niña comía enérgicamente su panecillo y sonriendo al verla. Si, ella estaba definitivamente a salvo y bien. Estaba completamente recuperara, portando su nuevo vestido, sin el mas mínimo rastro de lo que había vivido ayer. Pero lo mas importante, ella estaba feliz.

_ Ella esta sonriendo –dije

_ ¿Son...riendo? –pregunto Miguel lentamente e hice un sonido de afirmación

_ Esta desayunando ahora, se ha despertado hace poco –dije- Tiene los mismos ojos que tu.

_ Kat, por favor, si esto es una broma te pido que te detengas ahora –pidió casi de un modo desesperado- Haré lo que quieras pero por favor no me sigas torturando con esto.

_ No te estoy mintiendo –dije y me acerque a la niña, mirándola con cariño- ¿Quieres hablar con tu hermano?

_ ¿Puedo? –pregunto ella con extrema inocencia

_ Claro que si pero no le digas a nadie –dije y me lleve un dedo a los labios- Será nuestro secreto, se supone que no debería permitírtelo.

Ella asintió obedientemente y extendió sus manos casi de un modo suplicante, pidiéndome el celular. Sonreí antes de alejarlo de mí y posarlo en sus pequeñas manitos. Ella lo tomo al instante y se lo llevo con ambas manos al oído, sonriendo totalmente. Sus ojos brillaban de alegría, sus rosados labios formaban una sonrisa hermosa y se podían ver sus blancos dientes.

_ ¿Hola? –Pregunto ella con ansiedad y espero unos segundos- ¡Miguel! ¡Hace cuanto tiempo que no hablo contigo! ¿Estás bien? No tienes idea de lo que me ha ocurrido ayer. Es todo bastante complicado de explicar pero estoy bien, Kathy me encontró y me salvo a mí y a Mr. Whiskers también.

Me di vuelta mientras la niña continuaba hablando entusiasmadamente con su hermano y mire a Jude. Él me sonrió tiernamente y lo abrace, sentía que si no lo hacia caería. Luche por contener las lagrimas que ya amenazaban con formarse en mis ojos. Él me abrazo y me sostuvo por un largo rato. Suspire hondamente, tratando de calmarme y convenciéndome de que no tenía por que seguir sufriendo por aquel pasado que había perdido totalmente. Pero aun así, Miguel, el único ángel que desde el principio me había tratado completamente bien y amigablemente, ahora me trataba de ese modo. Aquello dolía, era duro que una persona como Miguel te tratara de ese modo.

_ No fue tan terrible –dijo Jude- ¿O si?

_ No lo se, trato de no pensar mucho en aquello por que sé que sufriré si lo hago –dije- Desearía no haber tenido que llamarlo, por mas que sea tan solo Miguel.

_ Pero hiciste lo correcto –dijo Jude- Él tenia que saber que su hermana estaba bien.

_ Sabes que aquello esta fuera de las reglas –susurre

_ Katherin, sabes que era lo que debías hacer –dijo él

_ La próxima vez, que ojala no la haya, llamaras tú –dije y él rió

_ No creo que entiendan finlandés –dijo Jude- Y tampoco creo que quieras que hable con el único que si lo entiende y sabe hablarlo.

Me estremecí aun entre sus brazos y él me abrazo más fuertemente. No, aquello seria mucho peor. Trague con dificultad de solo imaginarlo y me deshice del agarre de Jude. Yo estaba bien, aquello no tenia por que dolerme, o al menos era eso de lo que trataba de convencerme sin mucho éxito. Me di vuelta, mirando a la niña. Ella continuaba hablando enérgicamente por celular con su hermano, me pregunte si alguna vez se le pasaría aquella hiperactividad.

_ La doctora dijo que estaría perfectamente para dentro de unas horas y no tienes idea del excelente café que preparan aquí –dijo ella y me miro por un segundo, alejando el celular de su oído- Quiere hablar contigo.

_ Esta bien –dije y tome el celular- ¿Acaso he mentido?

_ Muchas gracias –susurro Miguel, su voz nuevamente era aquella que yo siempre había recordado, feliz- De verdad. No se como agradecerte lo que has hecho.

_ Tan solo no le digas a nadie –dije seriamente- Estoy rompiendo las reglas por esto, ni siquiera debería haberte dicho que ella estaba bien. Podrás seguir en contacto con ella, no te lo prohibiré. Pero Miguel, debes guardar el secreto al igual que en algún momento guardaste mi secreto del Consejo. Si no es así, tendré que cortar cualquier comunicación que tengas con ella, el Consejo no puede saber lo que en realidad sucedió.

_ ¿Cuidaras bien de Lucy? –pregunto él

_ Por supuesto –dije

_ Entonces no diré nada –dijo él- Es lo único que te pido, cuida de ella, por favor.

_ Ella estará bien, me ocupare de que nada le pase y sea feliz –dije

_ ¿Por qué haces esto? ¿Por qué luego de todo lo ocurrido haces esto por mí? –Pregunto él- No te entiendo Kat.

_ Créeme que yo tampoco me entiendo a veces –dije y suspire- Tu hermana estará bien conmigo, no tienes de que preocuparte mas.

Cerré los ojos y respire hondo antes de cortar. Le devolví el celular a Jude, deseando nunca mas tener que volver a realizar una llamada a alguno de ellos. Él me miro con cierta tristeza en sus ojos pero no dijo palabra alguna. Tomo su teléfono y simplemente se dio vuelta y partió, yo había cumplido con su petición. Suspire y volví a tomar asiento a un lado de donde estaba la niña. Tome uno de los panecillos que aun quedaban, tratando de que su calor quitara el frío interno que ahora sentía. Una lágrima traicionera rodó por mi mejilla y me la limpie rápidamente. La niña me miro confundida y luego apoyo una de sus manos sobre las mías.

_ No tienes por que llorar –dijo ella

_ No me des importancia, ya se me pasare –dije y me forcé a sonreírle- ¿Lo ves?

_ ¿Eras amiga de mi hermano? –pregunto ella

_ Era –dije

_ ¿Y por que ya no son mas amigos? –pregunto ella no sin cierta tristeza en su voz

_ Nos peleamos –dije

_ Que mal –dijo ella y clavo su vista tristemente a un lado- Tú eres buena, no entiendo por que te habrás peleado con Miguel. Ojala siguieran siendo amigos.

_ Ojala –repetí casi en un susurro

Mordí mi panecillo como si mis penas se fueran a ir de aquel modo. Ya podía sentir las lágrimas acumulándose en mis ojos pero me forcé a contenerlas. No soltaría ninguna lágrima por ellos, no lo haría. Trague con dificultad, mi garganta parecía cerrada por mi dolor. Sentí como mi pobre corazón se estremecía, amenazando con nuevamente caer hecho pedazos al suelo. Cerré los ojos para contener las lagrimas, diciéndome que no tenia por que sufrir y podía seguir adelante.

Tal como lo había supuesto, la doctora a cargo le dio el alta a la niña a la tarde por lo que ella pudo salir de la enfermería. Ella estaba sonriendo mientras caminaba a mi lado, tomada de mi mano, observando con gran fascinación todo lo que la rodeaba. Ella me siguió hasta mi dormitorio y me soltó la mano al entrar, quedándose congelada en medio de la habitación. Cerré la puerta detrás de mí y la mire con curiosidad.

_ ¿Aquí duermes? –pregunto ella con cierta fascinación en su voz

_ Si –dije

_ Es genial –dijo ella y tomo asiento en la silla del escritorio- ¿Y yo donde dormiré?

_ Es bueno que te guste, dormirás aquí conmigo –dije y sus ojos se abrieron como platos

_ ¿Enserio? –pregunto y asentí

_ Eres mi responsabilidad ya que he sido yo quien te ha traído, estarás totalmente bajo mi cuidado –dije

_ ¿Aquello no te será una molestia? –pregunto ella con curiosidad y negué con la cabeza

_ La mitad de esta habitación es tuya –dije- Hoy tendrás que compartir cama conmigo pero seguramente para mañana alguien ya se habrá ocupado de cubrir ese asunto.

_ Muchas gracias –dijo Lucy- De verdad, estas haciendo mucho por mi y no se como haré para agradecerte y devolverte todo lo que te estoy debiendo.

_ ¿Acaso estas loca? –dije riendo y acercándome a ella- Tu no me debes nada.

_ Salvaste mi vida –dijo ella casi en un susurro y me agache para estar a su altura

_ Era lo correcto –dije- No hubiera estado bien dejarte a tu suerte en esa emboscada.

_ ¿Katherin, que eres? –pregunto ella

_ Soy la muestra de que el bien y el mal pueden convivir –dije y ella me miro sin comprender- ¿Lucy, odias a los brujos?

_ Ellos son malos –dijo ella y se estremeció- Le sirven a Lucifer, esta en mi naturaleza odiarlos.

_ Sin embargo no me odias a mi –dije- Soy una bruja.

Ella se quedo totalmente en blanco por un momento, su rostro paso a estar totalmente pálido y su mirada fija en mi. Tome su mano con mucho cuidado, temiendo hacerle algún tipo de daño. Ella aun era una niñita, ella aun no había sido totalmente convencida por el Consejo sobre que hacer o a quien odiar. Estaba segura de aquello, sino ella no hubiera tomado de ese modo la noticia de que había matado a un funcionario de la cámara alta.

_ Lucy, escúchame muy bien –dije- Lo que te diré no puedes decírselo a nadie, ni siquiera a tu hermano. Yo soy una bruja, pero también soy un ángel.

_ ¿Qué? –pregunto ella y asentí

_ Mi padre es Adrian Strega, el mejor brujo de todos los tiempos. Mi madre, es Caroline Chevalier, el mejor ángel que existió –dije y la mire- Aunque no lo creas, es cierto, yo soy una bruja y a la vez un ángel.

_ Es algo bastante extraño y difícil de creer –dijo ella- ¿Cómo es aquello posible?

_ ¿Acaso crees imposible que un ángel se haya enamorado de un brujo? –Pregunte con indiferencia- Yo también lo hubiera creído imposible hasta el año pasado.

_ ¿Qué? ¿Acaso tu no sabias? –pregunto ella

_ Creía ser solamente una bruja –dije- De hecho, para mi sigo siendo solamente una bruja por mas que soy también un ángel. Me es difícil acostumbrarme a aquella idea. ¿Y a ti?

_ Es bastante... extraño –dijo ella e hizo una mueca- Disculpa la expresión, pero creo que no tengo problema alguno en que seas mitad bruja.

_ Eres muy buena Lucy –dije y sonreí- Pero no todo lo que el Consejo dice es cierto, existen brujos buenos aunque no lo creas, brujos que no sirven a Lucifer.

_ ¿Aquello es cierto? –pregunto y asentí

_ También te he traído algo. Te gusta dibujar. ¿No es así? –pregunte y ella asintió sorprendida

_ ¿Cómo la sabes? –dijo ella

_ Puedo saber muchas cosas con solo tocarte, es mi don –dije y mi sonrisa se ensancho al nuevamente verme en la situación de tener que explicarle todo a un servidor del Consejo- Cada brujo tiene un don, único e irrepetible. Es algo así como cada ángel tiene su virtud. Mi don consiste en el tacto, al tocarte, puedo saber varias cosas de ti mediante tus recuerdos.

_ ¿Enserio? –pregunto ella

Me saque el guante de mi mano derecha y lo puse sobre su mejilla. La niña sonrió enseguida ante el dulce recuerdo que le hice revivir y cerro los ojos. Ella se quedo quieta, disfrutando de su recuerdo. Segundos después retire mi mano, volviéndole a poner el guante y fijándome en la niña. Ella abrió los ojos, sus labios estaban curvados en una gran sonrisa que permitía ver todos sus dientecitos blancos.

_ Es genial –dijo- Haces revivir recuerdos a quien toques.

_ Precisamente –dije- Y también puedo intensificarte las sensaciones de esos recuerdos. Pero al igual que como a ti te he hecho revivir un lindo recuerdo, puedo hacer revivir a otro un mal recuerdo y hasta matarlo con simplemente intensificar mucho una sensación dolorosa.

_ ¿Es por eso que llevas guantes? –pregunto

_ Me he acostumbrado a siempre llevar guantes –dije e hice una mueca- Sonara patético pero en todo este tiempo aun no he conseguido dominar totalmente mi don. Además de que debo cuidar mi mano izquierda.

_ ¿Por que? –pregunto ella

Suspire antes de deshacerme de mi guante y dejar al descubierto mi mano izquierda, totalmente vendada. Poco a poco fui quitándome el vendaje e hice una mueca al ver el estado en que aun continuaba mi mano. ¿Acaso nunca se curaría? La palma estaba totalmente destrozada, un grueso y profundo corte la atravesaba totalmente y aun continuaba abierto. Todo a su alrededor, la piel parecía prácticamente quedaba con acido. La niña la miro horrorizada por un segundo y luego rápidamente me ocupe de volver a vendarme la herida y ponerme el guante.

_ ¿Qué te sucedió? –pregunto

_ Mi mano izquierda es totalmente la de una bruja, mi mano derecha es totalmente la de un ángel –dije- No puedo usar instrumentos malditos con mi mano derecha a menos que quiera que me hieran y me dejen una marca maldita. Pero tampoco puedo usar instrumentos benditos con mi mano izquierda por que esto es lo que sucede. Hace meses que esta así. No importa cuanto han hecho los demás, esa herida parece imposible de curar.

_ Aquello no suena nada bien –dijo Lucy y me miro con curiosidad- ¿No has pensado en que quizás sea otro el motivo por el que la herida no sane?

_ No lo se –dije mirando mi mano enguantada

Your Reply