Capítulo 38: Pelea final


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_ No con tanta salsa –dije

Nicholas me miro perplejo mientras yo seguía sosteniendo el plato en donde estaba sirviendo las pastas que había cocinado. Trate de disimular lo mejor que pude mientras él seguía sirviéndome los fideos. Él no me había dicho que demonios había hecho en la tarde, tan solo recordaba que lo había visto totalmente furioso luego de haber “hablado” con Alex. Al parecer, yo no era la única que discutía con él y a la cual él sacaba de sus casillas.

_ ¿Qué? –dijo Nicholas e hice una mueca

_ No con tanta salsa de tomate –dije

_ ¿Y desde cuando no te gusta con tanta salsa de tomate? –pregunto él y me encogí de hombros

_ La angustia quita el hambre, ya sabes –dije tranquilamente- Cuanto menos mejor.

_ Es extraño, creí que te gustaba la salsa de tomate, jamás pediste que solamente fuera poca –dijo él y lo mire

_ Nicholas, no estoy de humor para discutir al respecto –dije

_ Esta bien, solo decía –dijo él terminando de servirme los fideos- ¿Comerás con los demás afuera o...?

_ Comeré en mi habitación, realmente no me siento muy bien –dije

_ Lastima, es una linda noche para comer afuera –dijo Nicholas

_ ¿Y tu que harás? –pregunte tratando de ocultar el real interés que tenia en su respuesta

_ Comeré con ellos, Miguel quiere que le continúe hablando sobre asuntos de brujos –dijo él tranquilamente- Jamás conocí un ángel tan entusiasmado por nosotros.

_ Es Miguel, es normal –dije y me forcé a sonreírle- ¿Así que te llevas bien con él?

_ Se podría decir –dijo Nicholas y sonrió maliciosamente- Lo suficientemente bien que puede llevarse un brujo con un ángel. Lastima que no cenes con nosotros.

_ Si, lastima... –susurre fingiendo que realmente me lamentaba

Tome mi plato y sonreí ligeramente al ver que casi no tenia salsa de tomate. Él continuó sirviendo los platos y luego simplemente partió con ellos. Espere unos cinco minutos para confirmar que no regresaría antes de darme vuelta y hacer lo que tenia que hacer. Tome un tenedor y una botella de agua antes de partir. Suspire al caminar por el pasillo, definitivamente estaba loca o era masoquista. Muy posiblemente ambos. Me detuve frente a su puerta y toque con una mano, nada. Volví a tocar y me apoye contra la pared, esperando.

_ Ya te he dicho que la marca no es nada más que una ilusión –dije

_ Vete –dijo él y me deje caer hasta sentarme en el suelo

_ Sabes una cosa, tienes razón –susurre tratando de que mi voz no demostrara mi dolor- Las personas como yo no hacen mas que agarrarse de los demás y arrastrarlos a la oscuridad que nos persigue. Realmente... me arrepiento de lo que dije, hable de más y eso no esta bien de mi parte. Pero, dejando de lado cualquier problema que tengas conmigo o con los brujos, tienes que comer algo. Ya te lo he dicho, la marca no es más que una ilusión para debilitarte y matarte y tus amigos te necesitan con vida.

_ Ellos pueden arreglárselas sin mi –dijo Alex

_ Quizás si puedan pero te quieren demasiado como para perderte –dije y suspire- Te he traído algo de comer pero cuanto mas tiempo dejes pasar, mas se enfriara.

Los segundos pasaron y llegue a pensar en que había hecho todo aquello en vano. Suspire vencida, mirando los fideos con algo de hambre pero lo cierto era que no le había mentido a Nicholas, la angustia me había quitado el apetito. Y además, yo realmente los prefería con más salsa. Pero él termino por abrir la puerta y extendió su mano. No era difícil deducir que estaba también sentado en el suelo, exactamente del otro lado del muro de donde estaba yo. Le entregue el plato y él lo tomo.

_ ¿Poca salsa? –pregunto él

_ Si –dije y luego lo solté

_ ¿Y puedo preguntar por que has hecho esto? –dijo él y suspire

_ ¿Quieres que te sea sincera? Tengo una deuda con Raphael y no me puedo ir hasta saldarla, y el único modo es consiguiendo que tu vuelvas a estar bien –dije con la vista clavada en el suelo, mientras escuchaba el ruido del tenedor golpear contra el plato- Pero... supongo que ellos no logran comprender la realidad. Yo aprendí a odiar a Diana con el tiempo, tanto que ahora no me causaría nada su muerte. Quizás lastima, pero creo que lo mas probable sea que no le de importancia alguna. En cambio, tú no has decidido nada de esto. Lo lamento mucho, yo sé que es gracias a personas como yo que esto sucede, personas que se agarran de los demás y los arrastras hacia la oscuridad que los persigue como yo he hecho. Y lo cierto es que no puedo evitar sentirme culpable.

Suspire, tratando de que el dolor en mi pecho no llegara hasta mi voz. Lo quisiera aceptar o no él había tenido razón en lo que me había dicho. Si yo no lo hubiera encontrado, si no me hubiera colgado de él y arrastrado con mis problemas, probablemente ahora él no estaría así. Si Christ lo encontró fue gracias a mí, a que yo arrastre a Alex con mis problemas y la oscuridad que me perseguía. Pasaron varios segundos en los que solo escuche el ruido del cubierto golpear contra la cerámica del plato antes de que me atreviera a hablar nuevamente.

_ La oscuridad dentro de mi es mas grande y mas poderosa –dije tristemente- Trato de controlarla y mantenerla bajo mi poder pero cada vez es mas difícil. Christ me dijo que me parezco a él y lo cierto es que temo. Tengo miedo de que la oscuridad se apodere de mí, tengo miedo de perder el control y tengo miedo de terminar como él. No sé cuanto tiempo mas me quede pero lo cierto es que tengo miedo de mi misma. ¿Tienes idea de lo que es aquello? Además, el deber maldito y bendito que cargo me esta sobrepasando gracias al enemigo que tengo. Y... lo cierto es que el tiempo se me esta acabando rápidamente. Realmente, lamento lo que te dije antes. Hable sin pensar y sé que te herí.

Suspire nuevamente y entonces me estremecí al escuchar los pasos y las voces. Me puse en pie totalmente aterrada al saber que seria descubierta mientras trataba de pensar alguna escapatoria. ¿Qué tan rápido podría correr? No, no funcionaria, me verían igual. El pánico me apodero, pero antes de que pudiera desesperarme totalmente ante el temor de ser descubierta algo me agarro de la muñeca y tiro de mí. Tarde segundos en reaccionar respecto a lo que había sucedido, de hecho, apenas si fui capaz cuando escuche los pasos y las voces de Raphael y Miguel desde el otro lado de la puerta. Enseguida levante la vista y mire más que perpleja a Alex. Él se alejo un paso y evito mirarme por más que yo no pude hacer lo mismo. El gran dolor y tristeza que veía reflejado en su rostro me dolía mas que nada. ¡Y yo era en parte causante de aquello! Su rostro estaba totalmente pálido, devastado por el dolor. Por un segundo sus labios temblaron como si fuera a decir algo pero finalmente decidió callar.

_ ¿Estas bien? –pregunte y tuvieron que pasar varios segundos antes que escuchara su respuesta

_ No –susurro casi inaudiblemente

_ Si esto te sirve de algo... Yo no sé lo que se siente lo que te esta sucediendo por que yo siempre odie a Diana, pero si sé lo que se siente al saber que una persona muy cercana y querida esta al servicio de la oscuridad y dominado por ella –dije y baje la vista sin poder continuar mirándolo por el dolor que me causaba- Realmente... lo lamento. Yo sé que no es lo mismo pero es lo más cercano que se me ocurre.

_ Perdí a la persona que yo mas quería y admiraba –dijo él aun con la vista baja- Una vez me dijiste que era mejor ver a una persona muerta antes que verla corrompida por Lucifer. Llegue a vacilar sobre aquello en un momento pero ahora sé que tenias razón. Mi hermano me odia, me quiere matar y lo peor es que creo que yo también.

Su voz temblaba ligeramente al hablar y luego simplemente no pudo continuar. Antes de que pudiera darme cuenta él me estaba abrazando, buscando algún consuelo al cual agarrarse o alguna fuerza a la cual aferrarse. Me quede quieta y totalmente atónita por unos segundos pero luego yo también lo abrace. Hubiera deseado mas que nada que aquel abrazo fuera real, no que yo solamente fuera la cosa mas cerca a la cual aferrarse para que el dolor no lo venciera. Y aun así, me dolía terriblemente verlo así a pesar de que a mi también me dolía estar cerca suyo. Yo era consciente de cuanto había sufrido por la supuesta muerte de su hermano, de cuanto lo quería y admiraba, de cuanto le dolía que él ya no estuviera a su lado. Pero nada de aquello debió de dolerle tanto como ver a su propio hermano al servicio de Lucifer.

Continuamos así en completo silencio, él temblando ligeramente ante su angustia y dolor. Me quede totalmente helada cuando sentí una lágrima rodar por su mejilla hasta caer sobre la piel de mi cuello. No, yo no debía estar allí si él realmente acababa de soltar una lágrima. Había códigos y reglas que respetar entre los ángeles por más que todo aquello fuera totalmente nuevo para mí. Pero en cuanto intente retroceder, él me siguió y en ningún momento me soltó mientras continuaba sufriendo en silencio.

Suspire y volví a pasar mis brazos a su alrededor, queriendo mas que nada encontrar algún modo de hacerlo olvidar aquel dolor. ¿Pero como hacerle olvidar a alguien su dolor si yo misma no podía olvidar el mío? Tan solo pensar en aquel terrible dolor que tenía en el corazón basto para llenar mis ojos de lágrimas. Sonreí tristemente antes de limpiarlas con una mano. Sin perder segundo alguno, pase la mano humedecida con mis lágrimas por su nuca y mi triste sonrisa se ensancho un poco al sentir que la marca realmente se borraba. Él dejaría de estar encerrado y saldría, tanto fuera por voluntad propia o por que el hambre le había ganado.

Los minutos en silencio se escurrieron hasta que finalmente él me soltó y se alejo un paso, evitando a toda costa mirarme. Suspire bajando la vista y asentí tan solo una vez al saber lo que aquello significaba. En el rotundo silencio tan solo se escucharon mis pasos antes de que partiera. Cerré la puerta detrás de mí, sonreí ligeramente no sin cierta malicia. Tendría que salir tarde o temprano, el hambre le ganaría. Por más que no era correcto jugar con él de aquel modo, el tiempo realmente se me estaba agotando y necesitaba saldar mi deuda con Raphael si deseaba partir. Uno a uno subí los escalones y arrastre los pies hasta mi habitación. Me senté en el marco de la ventana, mirando el cielo nocturno totalmente estrellado fuera. Y pensar que en un principio todo había empezado así. Una nueva ciudad, una nueva casa y una terrible oscuridad persiguiéndome... Ojala tuviera el mismo fin que la otra vez.

Doble mis piernas y apoye mi cabeza sobre mis rodillas. Los minutos de silencio pasaron mientras mi vista continuaba perdida en el oscuro exterior. Seria mucho pedir que las cosas fueran así, que estuviera a salvo tras un vidrio que me separara y protegiera de la inmensa oscuridad que me rodeaba. Pero... ese vidrio era cada vez mas frágil con cada día que pasaba y la oscuridad dentro de mí ganaba mas poder. Por un segundo, se vio reflejada en el vidrio de la ventana la imagen de Kate sonriéndome maliciosamente y no pude evitar estremecerme. Apoye mi frente sobre mis rodillas, cerré fuertemente los ojos y negué con la cabeza hasta que finalmente me quede dormida.

Me desperté súbitamente luego de una pesadilla. Pesadilla tras pesadilla, aquella había sido la rutina de mis últimos días. Y siempre era igual, siempre me despertaba al percatarme de que tan grande era la probabilidad de Kate para tomar el control y hacerme caer en la oscuridad. Me estremecí nuevamente, presa del miedo y la desesperación. En el exterior, el cielo seguía siendo totalmente oscuro y estaba nublado de modo que no podía determinar si seguíamos en plena noche o ya cerca del amanecer. Me puse en pie sintiendo las consecuencias de mi incomodo lugar para dormir y me estire. Me quede quieta al escuchar un ruido y automáticamente toque mi cintura para asegurarme de tener mi daga enfundada en su lugar. La tomé y sigilosamente salí de mi habitación, sin hacer el mínimo ruido. Di exactamente tres pasos antes de reaccionar instintivamente y poner la daga bajo el cuello de la figura que me cruce. Al instante sofoque un grito cuando también sentí el frío metal de un cuchillo sobre mi garganta y me cruce con un par de ojos verdes.

_ ¿Acaso quieres matarme de un paro cardiaco? –susurre

_ Mas bien diría que eres tú la que quiere matarme –dijo Alex y ambos bajamos las armas

_ ¿Qué haces aquí? –pregunte

_ Tenia que agradecerte por lo de las pastas –dijo él- A pesar de que no son mi platillo favorito, estaban bien.

_ Poca salsa de tomate –dije bajando la vista y no pude evitar sonrojarme- Odias el tomate, casi tanto como...

Me calle antes de que pudiera concluir la frase. Me hubiera dolido decir aquello, que lo odiaba casi tanto como a mí. Negué rápidamente con la cabeza aquella idea, no me gustaba pensarla por más que fuera cierta. Pase a su lado y me senté de lado en el sillón, apoyándome contra el brazo y doblando mis piernas. No podía ser posible que siempre que lo viera a él o estuviera cerca, terminara recayendo en el dolor. Y ahora era aun más ilógico, era yo misma quien me hería con mis pensamientos. ¿Acaso tan difícil era mantener mi mente en blanco, alejada de aquellos pensamientos? Pero por más que me hubiera gustado, no podía negar los hechos de mi vida.

_ No tienes nada que agradecer –dije finalmente- Yo estuve mal anteriormente al decirte aquellas cosas sobre Christ.

_ Lamentablemente no mentías con eso –dijo él mirándome y sonreí tristemente

_ Yo nunca mentí –dije- O al menos aquella nunca fue mi intención. Se me acuso de tres cosas el día que todo termino. De servir a Solcius pero tú ya estabas al tanto por más que no debías. También se me acuso de ser hija del asesino de Caroline Chevalier. Ahora sabes que no es así, que mi papá no la mató sino que se enamoro de ella y hasta se termino casando con ella. Pero yo no podía decírtelo, mi mamá me pidió que guardara el secreto de todos. Y la tercera cosa por la cual se me acuso fue de ser la guardiana del Sol. ¿Me crees si te digo que yo no sabía nada de todo aquello? Cuando te conocí, yo solo sabía que no era una bruja normal. Luego supe todo aquello, durante las fiestas de fin de año. Me prohibieron decírselos a ustedes por que eran servidores del Consejo pero yo en ningún momento quise mentirles o engañarlos. No soy una mala persona, o al menos trato de creer que aun no lo soy.

Palidecí al oír mis propias palabras y recordar mi anterior pesadilla. Los minutos de silencio pasaron, estos llegaban a ser realmente torturantes en presencia de Alex. Bostece, aun conservando algo del anterior sueño. Los demás seguramente debían de seguir durmiendo, no me sorprendía ni me importaba. ¿A quien le importaría aquello? Tenia cosas mucho mas importantes por las cuales preocuparme como que haría Christ y yo estaba aquí sentada, casi disfrutando del dolor que yo misma me causaba por estar en su compañía. Alex suspiro y entonces levante la vista para mirarlo pero ahora era él quien estaba parado, la vista fija en el suelo.

_ Estaba embarazada –dijo Alex sentándose del otro lado del sillón y entonces me miro- Mi madre estaba embarazada. Por eso luego ella y mi padre traicionaron a Solcius. El Consejo atrapo a mi madre días antes de mandar a los creadores de Solcius en aquella misión y la amenazo de hacerle perder el embarazo si ella no colaboraba con ellos. Mi madre temió, según ella fue la primera vez que realmente tuvo pavor y no tuvo más remedio que aceptar. Ellos dos en ningún momento quisieron traicionar realmente a Solcius, se vieron obligados por el Consejo para asegurar la existencia de Christ. Ahora que lo pienso, es ridículo. De poco les sirvió traicionar a sus amigos si después de todo él ahora es lo que es. Siempre te preguntaste por que ellos traicionaron a Solcius por más que nunca te atreviste a preguntármelo, ahora lo sabes. Era Solcius o Christ, y mis padres tuvieron que elegir por más dolor que esto les causo. Siempre se arrepintieron de aquello pero su lealtad fue y siempre será para Solcius por más que ellos ahora pretendan ser fieles servidores del Consejo y me hayan educado para que yo también lo pretenda.

_ Gracias por decirme –susurre

_ Una cosa mas, ¿Cuándo rezaste en la prisión lo hiciste enserio? –pregunto él y suspire

_ No recordaba nada de lo ultimo vivido, no cuenta cualquier cosa que haya hecho o dicho –dije

_ ¿Lo hiciste enserio o no? –pregunto él y suspire nuevamente

_ Supongo que si pero realmente dudo que tenga importancia. ¿Quién desearía cuidar de mí? Es ridículo. Además, no son más que tonterías inventadas para que los niños no tengan miedo –dije y él frunció el ceño

_ No blasfemes –dijo seriamente- Los ángeles de la guarda existen y, en tierra o no, siempre hay uno para cuidar de quien lo necesite.

_ Lo dices como si fueras un experto en el tema –dije y él clavo la vista a un lado, evitando mirarme

_ Yo soy uno –dijo él dejándome sin palabras y suspiro- En ningún momento decidí serlo pero no me arrepiento, solo sé que lo soy y tengo que cuidar de mi protegida. No blasfemes, los ángeles de guarda si existen, aquí tienes la prueba.

_ ¿Cuándo paso? –pregunte

_ Semanas luego de que te fuiste me di cuenta –dijo él- Nunca le di mucha importancia al tema pero comencé a investigar desde que me di cuenta que ya no era un ángel normal. Supongo que lo mas cómico de todo esto es que me enamore de la persona que tengo que proteger y cuidar.

Aquello dolió más que cualquier palabra de odio o desprecio. Aquella puñalada en el corazón dolió aun más que cualquier golpe que hubiera podido recibir de parte de Christ. Hasta estaba segura de que cualquier cosa seria menos doloroso que aquellas palabras. ¿Qué demonios había hecho para merecer tanto dolor? Era consciente de que había hecho muchas cosas mal en mi vida, quizás más de las que creía. Pero aun así, una persona ni siquiera debería ser capaz de sentir tan inmenso dolor y todo por unas simples palabras. ¿Acaso no debería haberlo previsto? ¿Acaso no era aquel el ritmo normal que siguen las vidas? No tenía por que sorprenderme o dolerme tanto que él se hubiera enamorado de otra persona y sin embargo así era. Deseaba más que nada gritar y llorar de dolor pero me mantuve impasible. Quizás después de todo Zachary tenia razón, quizás lo mejor fuera que yo me olvidara de mis sentimientos por él.

_ Seguro se alegrara de saber que estas bien –dije, tratando de ocultar la dificultad que sentía para hablar

_ No lo creo, no le importo. La vida llega a ser muy caprichosa a veces –dijo él- Todo se vuelve confuso, complicado y doloroso.

_ Créeme que tu vida no debe ser mas complicada y dolorosa que la mía –dije poniéndome en pie, sintiendo que no seria capaz de permanecer un segundo mas allí

_ Evadirla y no enfrentarla no es una alternativa. Estamos metidos todos en serios problemas y no puedes permanecer a un lado y pretender no hacer nada para salir intacta –dijo él poniéndose en pie y mirándome molesto

_ Me lo dice una persona que se niega a aceptarla –dije sosteniéndole la mirada- ¿Acaso aquella es mejor alternativa? Al menos yo soy realista y capaz de aceptar lo que sucede por más dolor que me cause.

_ ¿Para que? ¿Para luego huir e ir por allí mostrando tu dolor y dándole lastima a los demás? –dijo Alex

_ ¡Yo no doy lastima! –exclame ya sintiendo las lagrimas en mis ojos

_ ¡Andas llorando por los rincones y luego te quejas de que los demás se acercan a ti por lastima! –Exclamo él- Quien demonios te entiende Katherin.

Lo vi pasar a mi lado e hice lo que pude para mantener las lágrimas solamente en mis ojos. Siempre todo concluía igual. Una pelea más, otro dolor y mis lágrimas. ¿Realmente, que demonios había hecho para merecer tanto sufrimiento? Aun así, se suponía que tenía un trato con Christ y este concluía con mi muerte. Algo realmente estúpido, había intercambiado mi vida por la de alguien que no hacia mas que herirme. Aun peor era el hecho de que saber que mi muerte estaba próxima no me preocupaba en este momento, sino que casi me parecía un alivio. No más dolor...

_ ¡Si te daba lastima me lo hubieras dicho desde un principio! –exclame siguiéndolo escaleras abajo

_ No, yo tendría que haberte matado desde un principio pero como soy un imbécil no lo hice –exclamo él

_ ¿Entonces que? ¿Ahora te arrepientes de no matarme? –Pregunte- Tranquilo, tus problemas conmigo se solucionaran en cuestión de días. No me volverás a ver nunca más tal como deseas.

_ ¡Ojala creerte pero no eres mas que una maldita mentirosa! –exclamo él encerrándose nuevamente y poniendo una puerta entre nosotros

_ ¡Y tú no más que un cobarde! –exclame

_ ¡Al menos no evado mis problemas! –dijo él

_ ¡Al menos yo acepto lo que sucede! –dije

Las lagrimas tanto de dolor como de furia comenzaron a rodar por mis mejillas y cerré las manos en puños para tratar de contener mis emociones lo mejor que podía. ¡Maldito ángel que no hacia nada más que herirme! Quería desplomarme en el suelo y llorar pero me prometí a mi misma que no mas. Yo no andaría llorando por los rincones para causar lastima tal como él había dicho. No permitiría que nunca más nadie me vieran llorar por aquel dolor que solamente él me causaba. Escuche el sonido de una puerta y acto seguido vi a un Miguel medio dormido, aun frotándose los ojos con una mano, acercarse. Maldición, lo habíamos despertado y sabia que no seria el único.

_ ¿Qué sucede? –pregunto él, su voz seguía cargada de sueño

_ Nada –dije y él bostezo

_ Que bueno –dijo y sonrió- Ya me parecía que era demasiado temprano para una pelea.

Él volvió a entrar a su cuarto para continuar durmiendo y me sorprendió lo fácil que había sido convencerlo. Volví a mi habitación casi corriendo y tome un impermeable antes de volver a bajar. Aproveche el hecho de que la casa aun parecía estar sin vida para huir de allí. Tan solo deseaba un poco de tiempo sola, sin nada ni nadie, sin dolor ni sentimientos. Suspire al salir, una fina lluvia caía en el exterior y no fue problema crear un pequeño e invisible escudo sobre mi para que esta no me mojara. Camine con la cabeza gacha, tomando la calle que llevaba directo a Salem. No era difícil distinguir la ciudad allí a lo lejos y como se acercaba conforme pasaban los minutos y los pasos. Suspire. Yo no evadía la realidad, tan solo quería tiempo para poner la cabeza en frío, tranquilizarme y poder pensar.

El húmedo y helado clima ayudo bastante para calmarme y la lluvia cayendo a mí alrededor era una imagen demasiado pasible. Las personas pasaban a mi lado también sin paraguas y sin mojarse, saludándome al mostrarme sus felinos ojos. Sonreí ligeramente mientras continuaba caminando en una ciudad totalmente dominada por los brujos. Me senté en el banco fuera de la tienda de dulces luego de haber comprado algunos. Metí la mano en el bolsillo de mi impermeable color beige y saque al instante una paleta color naranja. La abrí y al instante me la lleve a la boca. Sonreí al sentir su dulce sabor y los efectos que este provocaba.

_ Un subridēre si no me equivoco –dijo un hombre parándose frente a mi y mirándome curiosamente- Excelente para cuando uno esta deprimido. Katherin Strega, ¿no es así?

_ La misma –dije y el brujo sonrió

_ Que sorpresa encontrarla por aquí –dijo él- Su padre es un gran brujo. Mándele saludos de Rasputin cuando lo vuelva a ver, seguro se acordara de mi.

_ Así lo haré –dije y el brujo partió

La mañana se esfumo rápidamente a pesar del día lluvioso y me detuve en un café para almorzar. Me senté junto a la ventana mientras esperaba que trajeran mi pedido. Realmente, se sentía bien estar totalmente rodeada de brujos, me ayudaba a distraerme lo suficiente como para olvidar el dolor. Las miradas furtivas que los demás me echaban eran fáciles de ignorar, después de todo yo era la hija de Adrian Strega y por mas que no me gustase llamar la atención, esta vez me era totalmente indiferente. Por una vez, eso realmente no me importaba, lo único que deseaba era olvidarme totalmente de los ángeles por un día. Solamente eso quería.

Termine de pagar la cuenta antes de irme y saber que haría luego. Camine por las lluviosas calles aun bajo mi paraguas invisible mientras masticaba un chicle. Ya me había habituado totalmente a solo ver felinos ojos y pronto hasta yo misma deje de ocultar los míos. Camine durante horas sin tener un rumbo fijo hasta que finalmente llegue a la zona residencial y me detuve frente a una casa. Sonreí antes de tocar a la puerta y ver la cara de sorpresa de quien me atendió.

_ Por favor dime que no estás metida en problemas de nuevo –dijo él y al instante reí

_ Sabes que yo siempre ando metida en problemas pero tranquilo, esta vez puedo arreglármelas sin ti –dije sonriendo y él me devolvió la sonrisa

_ Sabes que solo bromeaba primita –dijo él y me abrazo- Que gusto verte Katherin, es bueno saber que aun estas bien.

_ Gracias a tu trabajo de carnada Lucas –dije y ambos nos separamos- ¿Y? ¿Puedo entrar o me obligaras a permanecer bajo la lluvia como ya has hecho varias veces?

_ Adelante, tengo tiempo antes de que llegue una bruja –dijo él dejándome entrar

_ ¿La atractiva y sensual Scarlet que tiende a vestirse de un modo bastante insinuante y provocador, que dicen que te hace sentir un placer de mil demonios y solamente vive aquí a dos calles? –pregunte y reí nuevamente ante su cara de estupefacción

_ ¿Cómo sabias? –pregunto al instante

_ Intuición –dije y Lucas sonrió al cerrar la puerta y seguirme hasta su sala de estar

_ Tan solo quiero pasar una buena noche, nada mas –dijo, la lujuria en su sonrisa era mas que presente- Como todo buen brujo de esta ciudad. ¿Qué haces por aquí?

_ Un par de asuntos me dejaron cerca de la ciudad y pasaba a saludar, nada mas –dije

Me deje caer y recostarme a lo largo de su sillón. Moví mis pies casi sin poder permanecer quieta, la vista perdida en ningún punto en especial mientras sonreía como cualquier otra bruja. Que bien se sentía ser por un día una verdadera bruja, dejar de preocuparme por todo y simplemente buscar algo que hacer para quemar el tiempo. Lucas permaneció parado, sus marrones y felinos ojos brillaban casi tanto como su oscuro cabello. Era atractivo, quizás demasiado y la típica sonrisa de un brujo estaba grabada en su rostro.

_ Tranquilo, me iré antes de que tu divertimento para esta noche llegue –dije- Tendrás tu lujuriosa noche con ella tal como deseas, tan solo trata de no romper nada.

_ Es naturaleza de todo brujo Katherin. Esta en mis venas la lujuria junto con cualquier otro pecado. La única que conozco que los rehúsa o simplemente no lo demuestra eres tú –dijo y reí

_ Veamos... No, últimamente no he hecho ningún pecado remarcable. No soy lujuriosa, soy masoquista ahora. No tengo gula, ya casi no como. Quizás un poco de ira, pero creo que nada mas –dije tranquilamente- Ya sabes que yo no me comporto como una bruja normal.

_ ¿Y tu ex-novio? ¿Aquel que quería matarte? –pregunto él

_ Las cosas ya no son así. Ya no quiero nada con él y al parecer ya no tengo la suficiente lujuria como para solo quererlo por placer –dije- En otras palabras, es mi amigo.

_ Vaya, extraño final –dijo él y sonreí

_ Eso por que no sabes el resto –dije- Pero tampoco es algo que vaya a contarte ni que te deba interesar o importar. ¿Y Derek?

_ Le gusto Miami y prefirió quedarse allí –dijo Lucas- A veces viene a visitarme pero últimamente tiene una agenda bastante ocupada. Supe que tuvo algunos problemas con los ángeles de esa zona. Me pregunto como habrá hecho el maldito para salir ileso y zafar sin problemas.

_ Tranquilo, habrá escapado con facilidad de Ariel –dije y él me miro incrédulo

_ ¿Qué? –pregunto él

_ Aquel es el nombre del líder de aquella zona –dije tranquilamente

_ ¿Y tu como lo sabes? –dijo Lucas

_ Murmullos por aquí, palabras por allá y terminas enterándote de un par de cosas sobre los ángeles –dije impasible- Las calles están cada vez mas vacías allí fuera.

_ Se acerca la hora oscura. ¿Qué esperabas? –Dijo él y sonrió maliciosamente- Es tan solo la previa.

_ Ya lo sé, cuéntame algo para pasar el tiempo –dije- Realmente no tengo nada mas que hacer y no tengo ni ganas de hablar. Supongo que ahí tiene mi pecado actual, extrema pereza. Ademas, seguramente el gran brujo Lucas Strega tiene muchas cosas para contar.

Él sonrió más que complacido. Era fácil manipular a un brujo cuando se sabía como, aun mas fácil era alimentar a alguien soberbio. Realmente no lo escuche mientras hablaba, continuaba con mi vista perdida y mi mente totalmente en blanco. Se sentía bien no darle importancia a nada, se sentía más que bien. Luego de quemar toda la tarde en la casa de mi primo partí de ahí. ¿Acaso él seria consciente de que posiblemente aquella seria la última vez que me vería? Poco me importo. Ya era entrada la noche pero al menos ya no llovía. La oscuridad que me rodeaba llegaba a ser en cierto modo acogedora mientras caminaba. Metí la mano en mi bolsillo y agarre al azar alguna de las golosinas que había comprado. Mire con un poco de temor la pequeña bola envuelta en papel azul que saque pero luego simplemente me hundí de hombros con indiferencia.

_ Un insensible será –dije

Me lleve el caramelo a la boca luego de abrirlo y lo mastique tranquilamente mientras caminaba. ¿Y que si permanecería sin sentimiento alguno mientras su efecto durase? ¿Acaso aquello no era mejor? Llegue a la casa ya en plena noche. Entre tranquilamente y deje el impermeable a un lado. Ni siquiera le di importancia a los gritos de Raphael cuando me vio entrar ni a sus múltiples acusaciones. Sabia que me hablaban pero no estaba prestando atención alguna, todo me era totalmente indiferente. O al menos así fue hasta que Nicholas me golpeo en la nuca y acto seguido trague al caramelo. Fue cuestión de segundos para que el efecto desapareciera y entonces volviera a la realidad. Él me miro más que molesto.

_ La próxima vez que decidas desaparecer al menos avisa –dijo él totalmente enfadado- Hay un loco allí afuera que quiere tu vida y tu desapareces de la nada. ¿Crees que no me voy a preocupar?

_ Estoy bien y sé cuidar de mi misma –dije

_ Aun así –dijo él y suspiro, calmándose- Al menos la próxima vez deja una nota o algo. Katherin, no estamos a salvo ni aquí ni en ningún otro lugar, ni ahora ni en ningún otro momento. No volveremos a estar a salvo a causa de quien quiere nuestras vidas y nuestras sangres. Me preocupaste mucho, la próxima vez trata de no irte sin avisar.

_ Lo siento –dije bajando la vista- Actué sin pensar pero estoy bien. ¿Vale? Tan solo me fui, necesitaba estar totalmente sola. Pensar con tranquilidad y olvidarme de todo. Era eso o quedarme llorando.

_ Si lo se, escuche los gritos esta mañana –dijo Nicholas y suspire

_ ¿Acaso te despertamos? –dije

_ Despertaron a todos –dijo él e hice una mueca- ¿Cómo pretendes no despertarnos con aquella pelea?

_ Lo lamento –dije- ¿Todo sigue igual?

_ ¿Crees que cambiaria por una pelea mas? –Pregunto Nicholas- Con o sin ti es exactamente igual, no ha salido de su habitación.

_ Pero saldrá –dije sonriendo y continué ante su cara de incrédulo- Logre borrarle la marca, saldrá tarde o temprano vencido por el hambre. Y cuando salga se arreglara con los demás, yo saldare mi deuda con Raphael y listo, problema solucionado. Partiremos de aquí como fue el plan en un principio.

_ Espero que así sea. Si me vuelven a hacer trabajar en este lugar creo que no resistiré más –dijo él y no pude evitar reír

_ Dame un día y todo estará solucionado –dije- Iré a hablar con Gabriel, luego tan solo faltara la prueba para Raphael y acto seguido mi deuda esta saldada y nos vamos.

_ Perfecto –dijo él y sonrió

Le devolví la sonrisa antes de partir. De hecho, el plan no estaba nada mal, hasta me gustaba a pesar de que contenía la idea de alejarme de ellos. Pero para bien o para mal, aquello era lo mejor. Continué ignorando las acusaciones de Raphael hasta que finalmente partí de esa sala. No era difícil suponer sus pensamientos, seguramente había creído que yo había intentado huir y no cumplir con nuestro acuerdo. Puse los ojos en blanco, yo no podía hacer aquello si no quería manchar el apellido de mi mamá. No me sorprendió para nada encontrar a Gabriel en el pasillo, hablando y golpeando una puerta, reclamando una respuesta que nunca tendría.

_ Déjalo, no te responderá –dije parándome a un lado suyo- Es un cobarde que no acepta la realidad.

_ Y tú una cobarde que intenta huir de ella –dijo Alex desde el otro lado- Ya me parecía un milagro no haberte escuchado en todo el día.

_ ¿Qué? –Exclamo Gabriel con una completa expresión de incredulidad- ¿A ella le respondes y a mi no? Gran amigo resultaste ser.

_ Créeme que prefiero el silencio a una maldición –dije y también golpee la puerta- Saldrás tarde o temprano, tienes hambre y lo sabes.

_ Vete de aquí Katherin –dijo él

_ Vete al demonio Alexander –dije

_ ¡Luego de ti maldita mentirosa que evade sus problemas! –exclamo él

_ No, luego de ti maldito cobarde que prefiere no aceptar la realidad –dije

_ ¡Basta! –Exclamo Gabriel- Esto es ridículo, no los reconozco. Ustedes no solían tratarse así. Bueno, quizás en la parte donde Katherin te mandaba al demonio Alex pero aun así. ¿Acaso no se dan cuenta de que los dos no hacen más que atacarse y herirse mutuamente?

_ Díselo al cobarde que solo fingió por lastima –dije

Pase a un lado de Gabriel deseando alejarme de aquella discusión pero no llegue muy lejos. Él al instante me alcanzo y me tomo por el brazo, deteniéndome. Su intensa mirada me hizo permanecer en el lugar y no intentar escaparme. Jamás lo había visto a Gabriel así y el pasible ángel que yo conocía nunca me había mirado de aquel modo. Parecía que por primera vez en su vida realmente se le había acabado la paciencia y algo me decía que aquello no era bueno. Trague con dificultad y no puse objeción alguna cuando él tiro de mi hasta llevarme a su habitación para discutir.

Cerré los ojos apenas escuche la puerta cerrarse y quedamos los dos totalmente solos, ya esperando una reprimenda de su parte pero nada paso. No me atreví a abrirlos, no hasta que el tomo mis manos y deposito una pequeña caja sobre ellas. Fue entonces que me atreví a abrir los ojos y mirarlo totalmente confundida. Al menos él ya parecía haberse calmado un poco pero aun así seguía aquella expresión que jamás le había visto en su rostro. Le sostuve la mirada casi con temor, esperando hasta que se calmara. Finalmente, él desvió la vista a un lado y pareció calmarse.

_ Ustedes dos son insoportables –dijo él- Realmente logran sacarme de mis casillas. No hacen más que pasar el tiempo hiriéndose el uno al otro con discusiones sin sentido y sin fundamentos. ¿Acaso no te das cuenta Katherin de que no es más que un círculo vicioso? Tú lo hieres, entonces él te responde hiriéndote también y así continúan hasta que alguno de los dos simplemente no puede más. ¿Cuánto dolor más piensan seguir causándose?

_ Es su culpa –dije y él negó con la cabeza

_ No Katherin por que tú también lo hieres hasta con tu simple presencia –dijo Gabriel- Lo peor es que los dos se hieren del mismo modo y ya no sé cual es mas ciego. O ponen fin a sus discusiones, o esto seguirá hasta que terminen ambos totalmente destrozados.

_ Él no fingió mas que por lastima –dije y Gabriel suspiro- ¿Acaso no te das cuenta de que nunca me quiso realmente? ¿De que no hizo más que herirme?

_ Si realmente quieres la respuesta a aquello abre esa caja –dijo Gabriel pasando a mi lado y se detuvo un segundo en la puerta antes de partir- La tome de entre las pertenencias de Alex antes de partir. Si realmente quieres una respuesta ábrela a ver si con eso basta para eliminar tu ceguera.

Gabriel partió, dejándome sola y con la pequeña caja en mis manos. Suspire y la mire con cierto miedo. ¿Y si lo que encontraba dentro no me gustaba? Me senté en la cama, aun con mi vista clavada en la pequeña caja, tratando de armarme del suficiente valor como para abrirla y no caer en la cobardía de dejarla a un lado y huir. Los minutos pasaron, yo seguía exactamente igual sin hacer nada, vacilando a cada instante. ¿Y si realmente no me gustaba lo que había dentro? ¿Y si no me provocaba mas que dolor y sufrimiento? Gabriel había dicho que allí había una respuesta... Pero aun así, tenia miedo de que no me gustase lo que encontraría por respuesta.

Resople frustrada. ¿Acaso tan cobarde era como para no atreverme a abrirla? ¿Qué era lo peor que podía encontrar? Alex ya me había dicho que estaba enamorado de otra persona, peor que eso no podía ser nada más. Finalmente, me arme de valor y me decidí a abrir la caja por mas que había pasado demasiado tiempo desde que Gabriel la había dejado en mi poder. Puse una mano sobre la superficie, sintiendo el placer que provocaba el tacto de la madera pulida. Apoye la caja sobre mi regazo y la abrí sin mas. Sofoque un pequeño grito de sorpresa al ver lo que había dentro y reconocer algunas cosas. Me fije en que él guardaba la misma fotografía que yo, que también conservaba el lazo blanco que había atado mi cabello la noche de año nuevo y el guante que yo había perdido antes de abandonarlo. Aun mayor fue mi perplejidad al encontrar unos pétalos de rosa blancos y reconocerlos. Me sentí palidecer y toque con una mano los pétalos. Si, definitivamente eran los mismos que los de la flor que yo aun conservaba entre las páginas de un libro junto con su pluma y la misma fotografía.

El pánico me invadió al reaccionar y deje la caja de lado, queriendo partir de allí más que nada. Cerré la puerta al salir y camine por el largo pasillo hasta una sala de estar totalmente vacía. La desesperación me invadió al saber que él realmente me había querido y lo había perdido. ¿Pero acaso aquello no era peor? Aquello tan solo incrementaba mi dolor por que ahora sabía que él me había querido y ahora se había enamorado de otra. Trate de contener las lágrimas de mi dolor por más que no hubiera nadie. Ya era bien entrada la noche y todos se habían retirado.

Llegue a la cocina y tome lo primero que encontré para servirme algo de tomar. Me senté en la barra con una copa de agua en mano, aun tratando de asimilar todo. Tome el agua y la trague con dificultad ya que la angustia y la tristeza me cerraban totalmente la garganta. Mis manos totalmente blancas temblaban mientras sostenían la copa de cristal hasta que esta finalmente termino por patinarse entre mis dedos y caer al suelo. Sofoque un grito cuando se estrello contra el piso y se rompió en mil pedazos.

Caí de rodillas al suelo, las lagrimas por el dolor ya deslizándose por mis mejillas. Junte todos los pedazos como pude mientras trataba de no llorar más. Me limpie las lágrimas y gracias a la magia me ocupe de que todos los pedazos de cristal se volvieran a unir. Aun así, no pude evitar gemir de dolor al ver que faltaba uno y por más que mire a mí alrededor no lo encontré. Mire a la copa con pena, sintiéndome dolorosamente identificada. Tan frágil me parecía ahora y tan fácilmente rompible. Al igual que la copa, yo me había roto en mil pedazos y por más que ahora estuvieran unidos nuevamente sabía que aun me faltaba uno. La copa ya no podría contener líquidos gracias al pedazo que le faltaba y yo no podría volver a estar bien gracias al pedazo que me faltaba. Definitivamente Zachary si sabia de lo que hablaba por mas insensible que hubiera llegado a ser.

Suspire tristemente y tome la copa. Me puse de nuevo en pie y la deje sobre la barra. Nuevamente me pase una mano por el rostro, asegurándome de que ya no quedara rastro alguno de las lágrimas que había derramado hacia segundos. Mire con tristeza a la copa, sabiendo que por mas que a simple vista parecía en perfecto estado aun le faltaba un pedazo vital. Apenas si escuche los pasos y apenas si levante la vista cuando Alex se detuvo frente a mí y me extendió su mano. Mire más que incrédula el pedazo de cristal sobre su mano y lo tome. Lo encaje en el lugar que le faltaba a la copa y sonreí tristemente al verla entera. Pase un dedo sobre su superficie, eliminando cualquier rastro de que alguna vez se hubiera roto.

_ Trata la próxima vez de no romper nada –dijo él- Y por cierto, lamento haberte gritado esta mañana, no debí tratarte de ese modo.

_ No es justo lo que haces –dije clavando mi vista en el suelo y cerrando las manos en puños para contenerme- No es justo lo que me haces o lo que me dices ahora por que tu me hieres terriblemente y luego me pides perdón. Y yo, como una estúpida, no hago mas que perdonarte y creer que realmente te sigo importando solamente para que luego me vuelvas a herir del mismo modo o peor.

Alex permaneció en silencio mientras yo trataba de contener las lágrimas en mis ojos. Tenia la cabeza gacha, el cabello me caía sobre el rostro de modo que ocultaba mi rostro totalmente devastado por la tristeza mientras permanecía con la vista clavada en el suelo. Finalmente, una lagrima escapo de mis ojos y cayo hasta estrellarse en el mismo lugar donde antes se había estrellado la copa. Alex suspiro y poso una mano bajo mi barbilla, levantándome el rostro y mirándome mientras yo le devolvía una mirada totalmente sorprendida. Con una mano me limpio las lágrimas de los ojos y luego me beso en la frente, dejándome aun más atónita.

_ En ningún momento fue lastima –susurro él- Pero supongo que aquello ya no importa.

Alex se dio vuelta y me quede helada mientras lo veía partir. El tiempo me pareció extremadamente lento mientras aun seguía escuchando sus palabras repetirse en mi cabeza. Ahora ya no me parecía doloroso el hecho de que realmente me hubiera querido, me parecía casi un alivio. Tarde tan solo una fracción de segundo en reaccionar. Quizás él ya no me quisiera, pero yo debía terminar con este dolor para siempre y el único modo de hacerlo era terminando bien con él. Mis pies se movieron automáticamente y corrí hasta alcanzarlo. Lo abrace por detrás y al instante él se detuvo, quedándose totalmente quieto. Lo abrace fuertemente, sin desear soltarlo y tratando de que las lágrimas no volvieran a vencerme nuevamente.

_ No fue por lujuria –dije, mi voz temblaba por mi tristeza- Tampoco por divertimento ni por que fueras alguien guapo y de puesto importante. No fue por lujuria, yo realmente te quise y nunca te engañe con otro. Mi corazón siempre fue tuyo y no tienes idea de cuanto llore luego de que otro me besara contra mi voluntad. Pero nunca fue mi intención engañarte y siempre te ame a ti. Fue el día que tú te presentaste en Solcius. Tuve que dejarte con el director y partir en una misión a Sydney. Tu hermano me acorralo, me sostuvo contra un muro mientras él trataba de convencerme de que te dejara y yo me negaba rotundamente. Finalmente, me beso contra mi voluntad y sin que yo pudiera hacer algo. Siempre preguntaste que había hecho el encapuchado para que yo reaccionara de aquel modo y lo atacara hasta intentar matarlo, ahí tienes la respuesta. Pero, yo en ningún momento te engañe ni jugué contigo.

Trague con dificultad mientras seguía luchando para que las lágrimas no volvieran a aparecer y finalmente lo solté. Él se dio vuelta pero ni siquiera me permití mirarlo sabiendo que sino no podría continuar. Me puse de puntillas y apenas si apoye mis labios sobre los suyos por unos segundos. Volví a pararme correctamente y pase a su lado, dispuesta a partir ahora que por fin había aclarado todo. Me limpie con una mano una lágrima antes de que esta se escapara de mis ojos. Listo, ya lo había hecho, ahora podría irme de aquel lugar sin sentirme culpable ni nada y mi dolor ya no seria tan grande.

Esta vez no llegue ni a dar tres pasos. Su mano me tomo por la muñeca antes de que me alejara de él y mi respiración se corto al sentir su calido agarre entorno a mi piel. Nuevamente trate de zafarme de su agarre como aquella vez pero su mano no me lo permitió. Gire apenas el rostro para mirarlo tristemente y entonces Alex tiro de mi hasta que estuve nuevamente frente a él. No tuve tiempo de reaccionar, ni siquiera me dejo hablar y antes de que pudiera hacer algo sus labios ya estaban sobre los míos. Instintivamente intente deshacerme de su agarre en mi muñeca ya que al parecer mi mano era la única parte de mi cuerpo que quedaba sobre la que aun tenia poder pero su agarre no cedió, no me dejo partir.

Por más que sabía que aquello no estaba bien, por más que me aferre a todas mis fuerzas de voluntad para dejarlo ahí y partir, él no me lo permitió y finalmente termine por ceder completamente. Fue en ese entonces que su agarre finalmente cedió y su mano tomo la mía mientras continuaba besándome. Mi mano libre acaricio su rostro, jugo con su cabello y se deslizo por su cuerpo hasta terminar sobre su pecho. Por un segundo deje de sentir realmente dolor, por un segundo sentí que nuevamente estaba completa y ya no quedaba ningún rastro del destrozado estado en el que había llegado a estar anteriormente. Aun así, poco duro mi felicidad al reaccionar sobre los hechos y saber que aquello definitivamente no estaba bien por que él amaba a otra persona.

Separe mis labios de los suyos por más que mis manos no estuvieron dispuestas a soltarlo. Aun así, él no se alejo, permaneció cerca mío, su frente apoyada sobre la mía y su nariz rozando ligeramente la mía. Me acaricio con la mano libre mi rostro demasiado suave y delicadamente. Por un momento todo lo ocurrido no pareció más que una pesadilla, por un instante todo pareció como si nunca hubiera sucedido y fuera igual que antes. Pero yo sabia que no era así, que todo realmente había sucedido y esto no era más que un error.

_ No te vayas –susurro él- Por favor, no podría soportarlo nuevamente. No quiero perderte otra vez.

_ Pero tu ayer dijiste... –murmure y al instante me callo poniendo dos dedos sobre mis labios

_ Sigues siendo demasiado inocente e incrédula –dijo él sonriendo ligeramente y sus labios rozaron los míos- Eres tú la persona que tengo que proteger, la que tengo que cuidar y de la que aun sigo enamorado. Entiéndelo Katherin, eres lo más importante para mí y lo que mas quiero, no soportaría perderte otra vez.

No pude responder, él nuevamente ya me estaba besando. Automáticamente pase mis brazos alrededor de su cuello y lo atraje mas a mi. Lo abrace fuertemente, sin desear soltarlo ni alejarme de él. Yo tampoco quería volver a perderlo otra vez y tampoco creía que lo soportaría.

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