Capitulo 37: Interno dolor


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Suspire con mi vista perdida nuevamente en el copo de cereal de chocolate que tenia entre mis dedos. Luego de unos segundos, lo lleve a mi boca y volví a tomar otro copo. Mi cabeza reposaba sobre mi mano, estaba sentada en la barra que dividía la cocina de la sala de estar. Adelante mío, Gabriel y Raphael estaban sumidos en lo que casi podía considerarse una discusión por lo bajo. Miguel sonrió tomando el cartón de leche y sentándose a mi lado.

_ ¿Por qué estas triste? –pregunto él

_ No estoy triste –dije

_ Pero ya no sonríes como antes –dijo Miguel- ¿Acaso es a causa nuestra? ¿Acaso te herimos más de lo que demuestras? Por que en ese caso, realmente lo lamento. No me importa si fue a causa del don de Christ o no que creí en todo lo que escuche ese día, fui un tonto al juzgarte sin pensarlo. Y, por más que no lo demuestren, los demás también están arrepentidos. Pero ya sabes como somos los ángeles, demasiado orgullo para admitir algunas cosas. Pero por favor, no estés triste, no me gusta verte así.

_ Miguel, no estoy triste –repetí

_ Sabes una cosa, Gabriel me dijo que tu le dijiste que nosotros te habíamos congelado el corazón –dijo Miguel y suspiro- Ojala aquello no fuera cierto pero no me dejas creer otra cosa que las propias palabras de Gabriel. Es curioso, aun me duelen los golpes que recibí por defenderte, supongo que será por que me golpeo alguien que es en parte brujo.

_ ¿Qué? –pregunte

_ Gabriel nunca dejo de creer en ti y yo empecé a dudar luego de que salvaste a mi hermana –dijo Miguel con la vista perdida en sus manos- Ya ni recuerdo por que empecé a discutir con Christ, tan solo recuerdo el terrible golpe que él me dio apenas mencione tu nombre. Me dejo un ojo morado, creo que lo viste. Empezó a decir cosas de ti y yo te defendí, creo que aquello fue lo peor.

_ ¿Y los demás? ¿Acaso no hicieron nada? –dije con preocupación y él se hundió de hombros

_ ¿Qué iban a hacer? ¿Oponerse a su propio líder para ayudarme? –dijo Miguel- Sabes que aquello esta contra las reglas Katherin. Si un superior tuyo castiga a alguno de tus compañeros, sabes que no debes intervenir por más que desees todo lo contrario. Esta en los instintos básicos de cualquier ángel respetar siempre al superior y el don de Christ no hacia mas que ayudar. Alex hubiera intervenido, estoy seguro de que lo hubiera hecho pero él ya no estaba.

_ Los quiere mucho, son lo que mas le importa –dije

_ No creo que sea así, no creo que seamos lo que él más quiere y por lo que más se preocupa –dijo Miguel

_ Yo creo que si –dije y apoye mi cabeza sobre mis dos manos

_ ¿Él esta bien? –pregunto Miguel

_ A mi no me preguntes, apenas si me hablo –dije y suspire tristemente- No sé como hizo para sobrevivir un mes en el Bella Vista pero su estado no era nada bueno cuando lo encontré. Aun así, ahora podrá recuperarse mucho mejor y mucho mas rápido.

_ Me importa su exterior pero me preocupa mucho mas su interior –dijo Miguel

_ Entonces no lo sé –dije

_ Kat, eres la que mejor lo conoce, deberías saber si esta bien o no –dijo él y negué con la cabeza

_ No Miguel, te equivocas. La persona que yo creía conocer no existe y yo no lo conozco a él –dije- Ve y háblale tu si deseas saber si esta bien o no.

_ No me hablara –dijo Miguel- Gabriel fue hace unos minutos y ni siquiera le abrió la puerta, por eso ahora esta discutiendo con Raphael.

_ Miguel, no es mi problema y no me importa –dije intentando levantarme de la mesa para partir pero él me detuvo tomándome por la mano

_ Katherin, debería importarte. Este tiempo oscuro que estamos viviendo nos cambio a todos pero no creí que te afectaría tanto –dijo él mirándome directamente a los ojos

_ Créeme que la ultima persona que él desearía ver seria yo –dije y me deshice de su agarre- Ahora déjame partir, no hay nada que yo pueda hacer estando aquí.

Me puse en pie, tratando de ignorar su mirada totalmente dolida. Clave mi vista en el suelo para no ver la tristeza en el rostro de Miguel y cerré los ojos por un momento al sentir cuanto sufría mi corazón. No podía quedarme allí, debía alejarme tanto como fuera posible si deseaba no sufrir más. Aun así, no llegue mas allá, mis pies no me permitían partir y no se movían. Miguel se puso en pie y se paro frente a mí. Sostuvo una mano bajo mi barbilla para forzarme a mirarlo directamente a sus ojos color caramelo.

_ Katherin, no te vayas –dijo él- No sin antes hablar con él, quizás te responda. Inténtalo Kat, por favor.

_ No funcionara de nada –dije

_ Katherin, si en algún momento realmente me quisiste como amigo, si en algún momento realmente te importe, por favor te pido que lo intentes. Hazlo por los mil sabores y por cada momento que pasamos juntos –dijo él y sonreí apenas

_ No es justo que uses mis argumentaciones contra mí -dije

_ Si en algún momento realmente fui tu amigo, entonces ve e intenta hablarle –dijo Miguel- Si no lo haces por mí, hazlo por él. Si en algún momento realmente lo amaste, entonces intenta hablarle a ver si te escucha.

_ Esta bien –dije bajando la vista y suspire- Pero nada mas.

Él sonrió ligeramente antes de dejarme finalmente libre. Camine con la cabeza gacha y la vista clavada en el suelo, tratando de ocultar mi dolor. Gabriel y Raphael enseguida se quedaron en silencio cuando me vieron pasar a un lado suyo y me miraron más que incrédulos. Supe al instante que no estaba bien apenas salí de la sala de estar y cruce el pasillo que llevaba a los dormitorios. Roce mis dedos contra la pared mientras caminaba, sintiendo desde ya como mi corazón sufría con cada paso que daba. Suspire y me detuve en la puerta de su habitación. Levante mi mano, vacilante, y esta tembló antes de golpear no sin cierto temor. Nada. Sentí mi garganta cerrase y volví a intentarlo sin obtener resultado alguno.

_ Gabriel, vete de aquí –dijo él desde el otro lado

_ No soy Gabriel –dije al instante

_ Vete igual –dijo él y suspire

_ Sabes, tienes preocupados a los demás –dije

_ Y tú seguramente debes tener preocupado a Nicholas. Ahora hazme un favor y vete, dijiste que no te volvería a ver nunca mas luego de que me dejaras con ellos –dijo Alex

_ El Alexander que yo conocí no era así –dije

_ Y la Katherin que yo conocí tampoco –dijo él- ¡Al menos yo si tengo palabra y no juego con los demás!

_ ¡Al menos yo no finjo por lastima! –Dije molesta, sintiendo desde ya las lagrimas en mis ojos- A veces me pregunto como fui tan tonta como para no darme cuenta que tu solo fingías por lastima, ni siquiera sé que demonios te vi.

_ Alguien guapo y de un puesto importante –dijo él- Al menos la Katherin de la celda era honesta, no como tu.

_ Sabes una cosa, no fue así –dije- Por que te recuerdo que lo primero que yo vi fue a un humano demasiado supersticioso que correría peligro por acercarse tanto a mi.

_ Y yo una bruja aterrada de la oscuridad, algo bastante irónico –dijo Alex- Al menos pudiste haberme dicho la verdad respecto a que eras.

_ ¡Yo no lo sabia! –exclame

_ Ahora dices aquello y pretendes que te crea luego de tantas mentiras y engaños –dijo él- Será mejor que te vayas de aquí y no gastes palabras Katherin, no importa lo que me digas no te creeré.

_ Vete al demonio Alexander –dije

_ Luego de ti Katherin –dijo él

Apreté los dientes para contener tanto el dolor como el odio que sentía por él. Casi me decido a entrar y gritarle mil maldiciones pero cambie de parecer a ultimo momento y di media vuelta para poder partir. No pude siquiera llegar a la sala de estar, fue a mitad de pasillo que Raphael apareció frente a mí y me detuvo por el brazo para que no continuara. Lo mire furiosa, deseando que me dejara partir libremente pero él ni se inmuto. Sus oscuros ojos me miraron seriamente y me advirtieron en que él no tendría escrúpulo alguno en detenerme si intentaba escapar.

_ Déjame en paz –dije

_ No te iras de aquí –dijo él

_ ¿Y quien va a detenerme? –Dije y reí- ¿Tu? Puedo escaparme sin problema alguno.

_ Y yo puedo cazarte sin problema alguno –dijo Raphael

_ No puedes retenerme –dije y él sonrió ligeramente

_ ¿Quieres apostar? –dijo él

_ Déjame partir –dije empujándolo a un lado pero no pude dar ni un paso sin que ya lo tuviera delante de mi

_ No te iras de aquí hasta que mi amigo no este bien –dijo Raphael

_ Pues no es mi asunto ni me importa –dije al instante- Los problemas que pueda tener Alex no son de mi incumbencia y me tienen totalmente sin cuidado. No tengo nada que hacer aquí.

_ Tu sabes lo que es tener una hermana que le sirve a la oscuridad –dijo Raphael mirándome seriamente- Eres la única que puede entenderlo y ayudarlo.

_ No me importa –dije pasando a un lado suyo- Me voy de aquí.

_ ¡Pues debería importarte! –Exclamo Raphael dándose vuelta y mirándome- ¡Se lo debes por engañarlo con otro hombre!

_ ¡Y él me debe mi libertad por fingir! –Exclame dándome vuelta y mirándolo- ¡Me voy de aquí lo quieras o no Raphael!

_ No te iras –dijo él tranquilamente

_ Me iré de aquí si así quiero –dije y él negó con la cabeza

_ No te iras de aquí hasta que yo no vea que mi amigo vuelve a estar bien –dijo Raphael y me acerque unos pasos hasta estar frente a él

_ ¿Y que te hace pensar que aceptare eso? –pregunte y él sonrió

_ Tienes una deuda conmigo –dijo él dejándome al instante totalmente helada, sonrió mas- No puedes haberte olvidado de aquello Katherin. ¿Recuerdas, hace unos meses? ¿Cuándo te atacaron en el pasillo de aquel hotel y yo intervine? Estas en deuda conmigo Katherin y no creo que quieras manchar el apellido Chevalier por no saldar aquella deuda.

_ No tienes derecho a hacerme esto –dije

_ Eres tu la que me esta obligando a hacerlo –dijo Raphael- Te propongo algo: Cumple con lo que te pido y tu deuda conmigo estará saldada. Sino, de otro modo, el apellido de tu familia quedara manchado por negarte a saldar una deuda. ¿Aceptas o no?

Lo mire con odio cuando me tendió la mano antes de finalmente tomarla y sellar el trato. Él sonrió más que complacido antes de partir y lo maldije mil veces internamente. ¡Maldito fuera que el apellido fuera lo más importante para un ángel! No podía manchar el apellido de mi mamá, no por más que realmente no quería quedarme aquí solo para saldar mi deuda con Raphael. Suspire tratando de calmarme, tratando de que todo aquello no me sobrepasase. ¿Acaso no había modo alguno de irme de aquí sin manchar el apellido de Caroline? Los Chevalier eran la mejor familia de ángeles que había existido y yo no podía arruinar años de honor solo por ser egoísta.

Salí de la casa sin mas, confiando en que el aire fresco bastaría para calmarme. Nicholas enseguida levanto la vista al verme y me miro curioso. Él estaba apoyado contra su auto, aun negándose a permanecer dentro de una casa llena de ángeles. La duda fue más que obvia en su rostro cuando vio que al parecer yo no estaba dispuesta a partir y enseguida esta fue reemplazada por molestia.

_ No puedo irme –dije y él frunció el ceño

_ Para ser ángeles juegan bastante sucio –dijo él

_ Ya lo sé pero no puedo irme Nicholas, no sin antes saldar mi deuda con Raphael –dije y él suspiro

_ Esta bien, supongo que yo me quedare también –dijo él y sonreí ligeramente

_ No tienes por que hacerlo –dije y él se acerco hasta estar frente a mi

_ Dije que estaría contigo donde fuera y te seguiría no importaba cual fuera el destino –dijo Nicholas y sonrió- Me quedare a tu lado gatita, no me importa si aquello implica tener que convivir con cinco ángeles.

_ Muchas gracias Nicholas –dije sonriéndole- Realmente eres un buen amigo.

_ Lastima que solo sea un amigo –dijo él devolviéndome la sonrisa- ¡Pero realmente soy un imbécil importante! ¡Me quedare a convivir con cinco ángeles por tiempo indefinido y todo para ser solamente tu amigo! ¿Y se supone que yo era la mano derecha de Lucifer, el brujo más poderoso y codiciado a su servicio? Mira que debo ser un tonto, soportare a cinco plumíferos y todo por ser solamente tu amigo.

_ Pues confórmate con eso y no pidas más –dije

Me puse de puntillas y lo bese rápidamente en la mejilla. Él sonrió e intento atraparme pero fácilmente evadí sus ágiles manos y volví a entrar a la casa. Los demás sabían que si yo me quedaba, aquello también implicaba que Nicholas también. Hubo gran vacilación entre ellos, sobre todo de parte de Daniel quien trataba de ocultar su miedo y de Raphael que estaba disgustado con aquello pero al final terminaron por aceptar. La casa era lo suficientemente grande como para que cada cual tuviera su habitación. Había suficientes cuartos como para siete habitaciones, cuatro en el piso inferior y tres en el piso superior. El único que estaba instalado en el piso superior era Daniel pero él rápidamente se mudo negándose a dormir en el mismo piso que un brujo y un ex-servidor de Lucifer. En vez de aquello, prefirió compartir habitación con Miguel en el piso inferior.

_ Jamás creí causar tanto miedo –dijo Nicholas mientras veía como Daniel trasladaba sus cosas

_ Miedo no, pánico –dijo Miguel tranquilamente y sonrió- Eres Nicholas Devang y él es Daniel Mitshee, es normal que exagere la situación y prefiera compartir habitación conmigo.

Quizás Miguel fuera el mas amigable con Nicholas y el que mas se le acercara, pero aun así en ningún momento bajaba la guardia por completo. Raphael se molestaba en presencia del brujo quizás más que conmigo y Daniel simplemente temía y trataba de no quedarse a solas con él. Gabriel simplemente se limitaba a mirarlo con desconfianza pero su relación con Nicholas no era muy diferente a la de Miguel. En cuanto a Alex... Suspire al pensar en aquello, no había nada que pudiera decir. En los tres días que llevaba aquí no lo había visto o al menos no había salido de su habitación mientras yo estuviera en la casa.

_ No entiendo como no se muere de hambre –dijo Gabriel al cuarto día

_ En algún momento no resistirá más y saldrá para comer algo –dijo Raphael

Ellos dos estaban sentados frente a mí en la barra, comiendo. Clave mi vista en el trozo de pan entre mis manos, tratando de no prestar atención a su conversación por más que sabía que se habían sentado a discutirlo enfrente mío apropósito. Nicholas dejo su tazón de sopa sobre la mesa y tomo lugar junto a mí.

_ Pueden esperar y nunca saldrá por que no tiene hambre –dijo Nicholas- Continua marcado.

_ ¿Qué? –dijo Gabriel

_ En la prisión del Bella Vista se marca a los prisioneros para que estos no sientan hambre ni nada. Menos tortura para ellos, menos trabajo para los brujos –dijo Nicholas y tomo una cucharada- ¡Puaj! ¿Quién cocino esto?

_ Lección numero uno, no conviene comer el día que le toca a Daniel cocinar –dijo Gabriel- Por otra parte. ¿Qué es aquello de que continua marcado?

_ ¿Katherin, tú te has ocupado de quitarle la marca? –pregunto Nicholas y negué con la cabeza

_ Apenas si me dejo curarle las heridas –dije y suspire- Además, no tengo la menor idea de cómo quitar aquella marca.

_ Entonces continua marcado –dijo Nicholas tranquilamente y volvió a tomar de la sopa, nuevamente hizo una mueca de disgusto- ¡Demonios! Creo que agua de alcantarilla sabría mejor que esto.

_ ¿Y como nos deshacemos de esa marca? –pregunto Raphael

_ Dicen que es imposible por que esa marca fue hecha para solo poder ser borrada con el elemento mas puro que existe –dijo Nicholas mientras continuaba tomando de la sopa- Estoy pensando que el perro cocinaría mejor.

_ La lagrima de un ángel –dijo Gabriel al instante y Nicholas lo miro sonriendo con cierta malicia

_ Aun más puro que eso –dijo él

_ No hay nada mas puro que la lagrima de un ángel –dijo Raphael

_ Claro que si, la lagrima de un brujo –dijo Nicholas

_ Eso es ridículo, los brujos no pueden llorar –dijo Raphael al instante

_ Por alguna razón es el elemento mas puro que existe –dijo Nicholas y volvió a tomar de la sopa

_ ¿Y de donde demonios pretendes que consigamos la lagrima de un brujo? –Dijo Raphael- ¡Aquello es imposible y no existe! ¡No hay modo alguno de encontrarlo!

_ Basta con que mires a mi derecha –dijo Nicholas

Raphael se callo antes de responderle y entonces los dos ángeles me miraron rápidamente de soslayo a mí. Trate de ignorarlos por más que ya sabía lo que los tres tenían en mente. Maldije internamente mil veces y Nicholas rió apenas al escuchar mis maldiciones. ¿Pero si Alex no permitía que se acercase ni su mejor amigo como permitiría que me acercase yo? Ni Gabriel lo había visto en todo este tiempo y era obvio que yo no lograría más que él puesto que Alex no deseaba volverme a ver.

_ ¿Y estás seguro de que aquello funcionara? –pregunto Gabriel y Nicholas se hundió de hombros

_ Es un hechizo de efecto propio lo que quiere decir que nadie lo controla una vez que es aplicado –dijo Nicholas- Aquellos hechizos siempre se pueden romper, no es como cualquier otro hechizo que hay alguien detrás para mantenerlo vigente cuanto pueda. Eso si, cuando quieren que el hechizo sea irrompible como en este caso lo hacen para que solo pueda ser roto con algo imposible de obtener, la lagrima de un brujo o en este caso de una bruja.

_ No quiero opacarles el plan pero les recuerdo que las ultimas palabras que me dijo fueron para mandarme al demonio –dije tranquilamente- ¿Y pretenden que me acerque lo suficientemente a él como para eliminarle aquella marca?

_ Eres a la que más le ha hablado –dijo Gabriel- No veo por que no podría funcionar.

_ Dijo que no quería volver a verme nunca mas –dije- Ya volví a intentarlo ayer y lo único que conseguí fueron mil maldiciones.

_ Al menos te responde –dijo Gabriel- A mi ya ni eso.

_ Piénsalo así gatita, cuanto antes hagas salir al caprichoso ángel de su habitación antes nos iremos y antes podré volver a disfrutar de comida comestible y no como esto –dijo Nicholas y tomo otra cucharada de su sopa- ¿Están seguros que esto no esta envenenado ni nada así?

_ Acordamos en no hacerte daño si tu no nos hacías daño –dijo Gabriel

_ Aun así, lo cocino Daniel –dijo Raphael- Con algo de suerte sobrevivirás.

_ Espero que así sea por que esta noche cocinara él –dijo Gabriel

_ ¿Qué? –dijo Nicholas al instante

_ Si esperas convivir aquí con nosotros tendrás que adaptarte a las reglas y ayudaras al igual que los demás –dijo Gabriel

_ Entonces corrijo lo que dije hace segundos. ¡Gatita has salir al maldito ángel para que yo no tenga que trabajar! –exclamo Nicholas demasiado melodramático y reí apenas

_ Tan solo tendrás que cocinar –dije- Exageras mas de lo que en realidad es.

_ O quizás exagero menos de lo que en realidad es –dijo nicholas- ¡No trabajare para ángeles! Aun tengo algo de dignidad como brujo.

_ ¿Los brujos tienen dignidad? –dijo Raphael y al instante rió- Eso es algo nuevo. ¿Ahora me dirás que también tienen palabra?

_ ¿Acaso lo dudas ángel? –Pregunto Nicholas- No solo tenemos palabra sino que además cumplimos con ella. ¿No es así gatita?

_ Si y esa maldita palabra me mantiene aquí –murmure y mordí mi pan, suspire- Morirá de hambre si no sale a comer en algún momento, la marca no es mas que una ilusión.

_ ¡Que! –Exclamo Gabriel- Tienes que hacer algo ya.

_ Yo ya le dije que la marca no era más que una ilusión –dije y me hundí de hombros- No es mi problema si él no me escucho.

_ ¿Cuándo fue la última vez que comió? –pregunto Raphael

_ No lo sé –dije

_ En la casa de tus padres se negó a comer –dijo Nicholas

_ Entonces la última vez que comió fue hace una semana, le cedí mi comida mientras estaba encerrada –dije

_ Entonces tenemos para tiempo antes de que salga –dijo Nicholas- La marca permite sobrevivir hasta seis meses después de la ultima comida.

Me estremecí al instante imperceptiblemente. Yo no tenia seis meses, de hecho, ya no tenía ni una semana. Christ había sido muy claro, diez días antes de que me matara. ¡Y ya habían pasado cuatro! ¡Me quedaban solamente seis días de vida! Tenia que partir cuanto antes de este lugar, tenia que alejarme cuanto mas pudiera de ellos. Pero lamentablemente, estaba atada aquí por mi deuda con Raphael y la única salida era consiguiendo que Alex se decidiera a salir y reclamara nuevamente su lugar a Gabriel. Me atragante comiendo rápidamente mi pan como si así pudiera evadir la terrible realidad.

_ Admito que el ángel es mucho mas terco que su hermano –dijo Nicholas

_ ¿Qué haremos con Christ? –pregunto Gabriel

_ Tan solo hay un modo de matar a los que son como él, a los que son mitad ángel y mitad brujo –dijo Nicholas y me echo una rápida mirada de soslayo- Deben ser asesinados por la mano de un ángel y la mano de un brujo a la vez. Pueden tomar el camino fácil y dejar que alguna de las guardianas lo mate aunque aquello es muy improbable. O pueden tomar el camino difícil e intentar matarlo entre un ángel y un brujo. Pero, en caso de que elijan lo segundo, la precisión y sincronización tiene que ser exacta o no servirá.

_ ¿Y por que lo primero es tan improbable? –pregunto Raphael y Nicholas me miro nuevamente de soslayo antes de responder

_ Por que ambas se niegan a hacerlo –dijo él

_ ¿Estas bromeando? –Exclamo Raphael furioso antes de mirarme lleno de ira- ¿Cómo demonios pretendes negarte a matarlo? ¿Acaso no te das cuenta de la gravedad del asunto? ¡Él tiene que morir o la guerra entre la oscuridad y la luz será inevitable y el mundo caerá en unas tinieblas eternas!

_ No lo haré, no pienso matarlo –susurre con la vista clavada en la mesa- No cargare con la pena de su muerte.

_ ¡Luego de todo lo que has hecho ahora te niegas a matarlo! Te recuerdo que has hecho cosas mil veces peores que matar. La traición es un pecado mayor al homicidio –dijo Raphael

_ No puedo hacerlo –susurre cerrando los ojos y una lagrima traicionera cayo por mi mejilla- Perdóname Raphael pero no puedo matarlo.

Me puse en pie sintiendo como las lagrimas se apoderaban de mi y partí rápidamente. Yo no podía matar a Christ, no podía herir nuevamente a Alex con la muerte de su hermano. Además, para mi mala suerte, Christ era consciente de que por el momento yo no podría matarlo. ¿Y que si sus padres me habían autorizado a hacerlo? Aquello no importaba si la única persona cuya opinión realmente me importaba aun no me había dicho si yo podía matar a Christ o no.

Cruce el pasillo de las habitaciones tratando de ignorar como Nicholas y Raphael se habían sumido en una discusión respecto a mi decisión. Llegue hasta el final y subí las escaleras hasta llegar al altillo. Aquel piso tan solo estaba dividido en dos partes. Tres habitaciones a la derecha, un gran espacio a la izquierda. No me sorprendió encontrar a Daniel y Miguel sentados en un viejo sillón, ambos sumidos en su videojuego. Pero tampoco estaba de ánimo como para quedarme con ellos. Entre a mi habitación y cerré la puerta detrás de mi. Me deje caer sobre mi cama, con la vista clavada en el techo de madera mientras trataba de descifrar que estaba mal en mí. No podía negarme a matar a Christ, aquello no tenia sentido y sin embargo era exactamente lo que estaba haciendo. Aquello no tenia sentido. ¿O si? No pasaron muchos minutos antes de que alguien tocara a la puerta y suspire.

_ ¿Puedo pasar? –pregunto Gabriel

_ Adelante –dije

Él abrió la puerta y entro, cerrándola detrás de él. Suspiro antes de caminar hasta sentarse en el suelo y apoyarse contra la pared del otro lado de la habitación. Había sido un hecho casi evidente que Gabriel no tardaría en venir y querer hablar conmigo. Y aun así, los minutos de silencio que siguieron parecieron ser eternos. O al menos así fueron para mí, aunque estaba segura de que para un ángel con la paciencia como virtud nada debía serle eterno.

_ Lo sigues queriendo. ¿No es así? –dijo él finalmente y la sangre se me helo- Por eso te niegas a matar a Christ y por eso deseas partir de aquí cuanto antes. Tu no me mentiste, realmente no lo engañaste con otro.

_ Gabriel, es mi problema –susurre- No tienes por que meterte.

_ Pero quiero –dijo él- No soy tonto Katherin, no puede ser que hayas cambiado tanto a como eras antes. ¿Qué fue lo que sucedió cuando los dejamos solos?

_ Nada –dije

_ Katherin –dijo Gabriel

_ Nada –repetí, ya sintiendo las lagrimas en mis ojos

_ No puedes estar así por nada –dijo él

_ Él me echo y me dijo que no me quería volver a ver. ¿Está bien? –Dije sentándome y mirándolo directamente- Me dijo que en todo ese tiempo no había estado conmigo mas que por lastima, que había fingido quererme solo por que yo le daba lastima. Me dijo que me fuera, maldijo el día en que me había conocido y me dijo que no tenia la menor idea de por que había gastado palabras en defenderme frente a los demás. Aquello fue lo que sucedió Gabriel, me rompió el corazón y ahora no puedo volver a verlo sin sentir un terrible dolor.

_ Katherin –dijo él poniéndose en pie y mire para otro lado mientras sentía las lágrimas caer por mis mejillas

_ Lo peor es que el dolor sigue siendo igual de terrible que cuando sucedió –dije

_ ¿Y acaso no has pensado en que quizás se vio influenciado por el don de Christ? –dijo Gabriel y negué con la cabeza mientras las lagrimas seguían cayendo

_ El don de Christ no le afecta, en ningún momento le afecto –dije- Es un don mental y ya sabes que mi hechizo lo protege de aquellos. Y yo sigo aquí como una tonta, sufriendo por cada segundo que estoy.

_ No eres una tonta –dijo él sentándose a mi lado y me abrazo- Eres una buena persona que eso es diferente. Y Alexander simplemente es el idiota más grande que conozco. Yo no sabía que aquello era lo que había sucedido, tampoco tenia idea de lo que te iba a hacer. Te hubiera dicho la verdad si la hubiera sabido, lo lamento.

_ No tienes nada por que lamentarte –dije- Es mi pena, no tuya.

_ Aun me sigue pareciendo imposible de creer lo que te dijo pero tú no estarías así si no fuera verdad –dijo Gabriel- Pero Katherin, no estés mal.

Alguien abrió la puerta y se detuvo unos segundos antes de finalmente aclararse la garganta. Gabriel levanto la vista para encontrarse con la seria mirada de Nicholas que estaba apoyado contra el marco de la puerta. Ambos se miraron casi de un modo desafiante antes de que finalmente Gabriel se pusiera en pie y partiera. En menos de un segundo Nicholas estuvo frente a mí y se ocupo de limpiarme las lágrimas. Me sonrió apenas mientras me limpiaba una última lagrima y luego me levanto el rostro para que lo viera.

_ ¿Acaso no habías dicho que no soltarías ninguna lágrima por él? –pregunto Nicholas

_ A veces me es imposible evitarlo –dije

_ Pues deja de llorar por que necesito que me prestes atención por unos minutos –dijo él- Es algo realmente importante.

_ ¿Qué? –pregunte y él sonrió ampliamente

_ Lo he logrado –dijo

_ ¿Qué cosa? –pregunte y su sonrisa solo se ensancho

_ Cuando fui a reclamar mi alma a Lucifer le robe algunas cosas, entre ellas algo de lo que te habían arrebatado –dijo él y entonces saco una pequeña caja del bolsillo de su chaqueta- Pero también le robe otras cosas, objetos realmente importantes y que hasta el momento no tenían utilidad alguna.

_ ¿Nicholas, que fue lo que robaste? –dije poniéndome en pie al comprenderlo y su sonrisa solo aumento

_ Los cinco objetos malditos –dijo él- El primer candado que mantiene encerrado a Lucifer. Los había robado y luego los había escondido en algún lugar, acto seguido me había hecho olvidar para que no pudieran encontrarlos. Cuando tuve que recordar en el Bella Vista algo que me hubiera hecho olvidar yo mismo, también me hice recordar aquello. Luego de huir del Bella Vista los fui a buscar y aquí los tengo.

_ ¿Y que es lo que has logrado? –dije

_ Las propiedades de esos objetos son infinitas al igual que sus poderes y son casi imposibles de dominar –dijo Nicholas- Solo muy pocos brujos en la historia han logrado dominar alguno de los cinco objetos malditos. ¿Sabes que sucede si no logras dominarlos? Muerte instantánea. Tu padre fue uno de los pocos que pudo dominar algún objeto maldito y yo...

_ No puede ser –le interrumpí al instante y él asintió mas que sonriente

_ Lo he logrado –dijo él- Sonara imposible pero lo he logrado. Hay un objeto que es compatible con mis poderes y sé que con el tiempo podré dominarlo a perfección. Por el momento tan solo lo puedo mover a mi antojo pero eso ya es mejor que nada.

_ Un momento –susurre pensándolo- ¿Me estas diciendo que tenemos en nuestro poder cinco de los diez objetos?

_ En realidad creo yo que tenemos más –dijo él y se acerco más a mí, mirando de un modo desconfiado a nuestro alrededor- En el Bella Vista había cuatro objetos malditos y uno bendito que se le había arrebatado una vez a un ángel que murió allí. Yo robe esos objetos y tu padre me dio el quinto objeto maldito que él guardaba. Tenemos seis objetos y creo que uno más.

_ ¿Cómo es eso? –pregunte casi en un susurro

_ Veras, estando en tu casa me permití revisar a fondo la cabeza de Michael Engel para tratar de entender mas a sus dos hijos, sobre todo a Christ –dijo él- Y mientras hacia aquello supe que Michael tenía uno de los cinco objetos benditos, el segundo candado que mantiene encerrado a Lucifer. Pero perdió aquel objeto.

_ ¡Que! –Exclame- Por favor dime que estas bromeando, Michael Engel no puede ser tan descuidado.

_ Espera y escucha el resto –dijo Nicholas- Michael llevaba siempre aquel objeto consigo y lo cuidaba enormemente excepto cuando salía en misiones y entonces dejaba aquel objeto en su estudio y uno de sus hijos lo tomaba. Luego de analizarlo durante varias semanas, Michael decidió que era tiempo de ceder aquel objeto y entonces se lo entrego a su hijo definitivamente.

_ No me digas que Christ tiene aquel objeto –dije al instante y él sonrió

_ Christ era el que respetaba las reglas, no el que tomaba las cosas que no le pertenecían y encima se salía con la suya –dijo Nicholas y me quede helada al comprenderlo- Con un poco de suerte, quizás tengamos siete objetos bajo nuestro poder. Para liberar a Lucifer se necesitan catorce cosas: cinco objetos malditos, cinco objetos benditos, la sangre de las dos guardianas y la sangre del mejor ángel y del mejor brujo. Posiblemente tengamos siete de los diez objetos, tu sangre y la del mejor brujo si mi ego no cegó mis suposiciones.

_ Aun faltan encontrar tres objetos –dije- Y el mejor ángel no será tan fácil de encontrar. Y... hay que saber si aquel objeto sigue en posesión de Alex o no. Tenemos ventaja contra Christ, no podemos desaprovecharla. Si juntamos todos los objetos y la sangre necesaria podremos destruirlos para que sea imposible liberar a Lucifer.

_ Pero cuanto más juntemos aquellas cosas, mas será el riesgo –dijo Nicholas y suspire, tratando de pensar con claridad

_ Es un riesgo que se debe correr –dije y camine

_ ¿A dónde vas? –pregunto él y me detuve en la puerta

_ A tratar de averiguar si tenemos aquel objeto o no –dije

Él no dijo nada al respecto ni se movió, permaneció quieto allí sin hacer nada más. Camine con la vista clavada en el suelo, tratando de no fijarme en nadie mas y decidida con lo que tenia que hacer. Baje los escalones tratando de no levantar la vista y finalmente me detuve frente a la puerta de su habitación. Me obligue a tragar todo mi dolor sabiendo que debía hacerlo por mi deber y que esto ya no era personal. Respire hondamente antes de atreverme a levantar la mano y tocar a su puerta. Nadie respondió. Fruncí el ceño y volví a tocar, esta vez molesta por que me ignorase. Nada.

_ Al menos podrías responder –dije molesta

_ Y tu dejar de insistir –dijo él

_ Si pero necesito hablar contigo por mas que no lo quiera –dije

_ Y yo no te escuchare así que puedes quedarte hablando tranquilamente sola allí fuera –dijo Alex- Al parecer, no siempre obtienes lo que quieres.

_ Créeme que la ultima persona con la que quiero hablar es contigo –dije

_ Perfecto por que yo tampoco quiero hablar contigo –dijo él- Ahora, vete de aquí. No sé ni por que diablos te has quedado estos días.

_ Raphael no me permite marchar hasta que no te vea bien pero tú te niegas a salir de tu habitación –dije y me cruce de brazos- ¡Es gracias a ti que estoy atrapada aquí!

_ ¿Y acaso crees que aquello me importa? –Pregunto él- Ya te lo dije, me tiene totalmente sin cuidado lo que hagas o dejes de hacer, ya no me importas. Estas en la ciudad principal de los brujos, deberías aprovecharlo en vez de estar aquí encerrada.

_ Yo no soy la única que esta encerrada –dije y sonreí por mi victoria al escucharlo gruñir- ¿O acaso que? ¿Ahora eres lo suficientemente cobarde como para encerrarte y no encarar la realidad? Vaya, eso si que es nuevo.

_ Yo no soy cobarde –dijo él

_ Claro que lo eres –dije

_ ¿Y tú, que lo primero que hiciste cuando quedaron tus mentiras y engaños al descubierto fue huir? ¿Acaso no eres una cobarde? –Pregunto él- Huiste como una rata, como maldita bruja que eres.

_ ¡Yo no soy cobarde y no huí! –Exclame- ¡Si fuera una cobarde no me habría atrevido a volver al Bella Vista solo para sacarte de ahí!

_ Entonces eres mentirosa, cobarde y además estúpida –dijo él- Vaya, no puedo creer que me haya saltado aquello todo este tiempo. ¡Debería darte vergüenza portar el apellido Chevalier! ¡Tú eres todo lo contrario a una caballera!

_ Te recuerdo que yo no elegí que quería ser –dije

_ Que terrible saber que una parte de ti es un ángel al igual que yo –dijo él

_ Nunca peor que el hecho que el maldito de tu hermano le juro lealtad a Lucifer, le vendió su alma y ahora es su mano izquierda –dije- Antes de juzgar a los demás, será mejor que te fijes en tus cosas.

Él no respondió al instante y enseguida me retracte de mis palabras al saber que lo había herido. Me lleve una mano al pecho y tome mi collar entre mis dedos, sintiéndome completamente culpable. Acaricie con el pulgar el sol buscando algún consuelo pero sin encontrar nada. Los segundos de tortuoso silencio pasaron y mi culpa solo pareció aumentar. ¿Cómo había sido capaz de decirle aquello? Los segundos se convirtieron en minutos y comencé a desesperarme por lo que podría haber hecho. Casi me decidí a entrar para pedirle disculpas pero entonces él abrió la puerta y me miro directamente a los ojos de un modo que solo me aterro por el odio que implicaba.

_ Sabes una cosa, quizás tengas razón pero es gracias a los malditos que son como tu que estas cosas suceden –dijo él- Son las personas como tu las que se agarran de los demás y los arrastran hasta hundirlos y ahogarlos en la oscuridad. Tal vez debí haber sido un buen servidor del Consejo, estoy seguro de que si hubiera ayudado a mi hermano en vez de cuestionar al Consejo como hice el presente no seria así. Yo estaría bien al igual que mi familia y tú estarías sufriendo el maldito castigo que en realidad te corresponde. Así que antes de juzgar a los demás, será mejor que te fijes en tus cosas. Por que te recuerdo que el maldito brujo que ahora esta a tu lado es el mismo que casi me mata hace años, que me torturo, me hizo sufrir y luego se llevo a mi hermano para prácticamente destruir su alma y hundirla en la oscuridad. Eres un ser despreciable al igual que los demás brujos.

Al instante sentí las lagrimas formarse en mis ojos y como estas comenzaban a caer por mis mejillas ante el terrible dolor. Cada palabra había sido aun peor que cualquier puñalada en el medio del corazón. Pero ya ni corazón tenía, este había quedado definitivamente hecho añicos tras escuchar aquello. Él me miro con odio una última vez y luego volvió a cerrar la puerta. Me apoye contra la pared y trate de mantenerme entera aunque ya sabia que aquello era imposible. Las lágrimas seguían corriendo con descontrol por mis mejillas hasta llegar al suelo. En vano intente ocultar aquel dolor y en vano intente mantenerme bien.

Me obligue a partir de ahí y uno a uno subí los escalones cargando mi dolor mientras mis lagrimas seguían cayendo por todo el camino. Me encontré con Nicholas al final de las escaleras y él me miro con total desesperación y preocupación al ver mi estado. Enseguida lo abrace y hundí mi rostro totalmente empapado en su pecho, tratando de contenerme pero sin lograr nada. No quería que nadie más que él me viera llorar, ni siquiera deseaba llorar pero no podía contener aquel dolor. ¿Qué demonios había hecho para merecer aquello? Jamás el corazón me había dolido tanto, jamás había sufrido tanto. Ni siquiera en mis meses encerrada en el Bella Vista ni en el tiempo de oscuridad que le siguió había sufrido tanto dolor. Nicholas respiro hondamente y paso sus brazos a mí alrededor, tratando de consolarme aunque sabia que aquello seria imposible.

Katherin, no puedes permanecer más aquí –dijo él- Tan solo sufres más y tu dolor aumenta por cada día que pasa. Tenemos que irnos.

No puedo –dije

Katherin, estás destrozada –dijo él

Tengo que ser fuerte y continuar –dije- No importa cuantas veces me deje caer al suelo de rodillas para llorar, me volveré a poner en pie e intentarlo nuevamente. Dije que me quedaría hasta saldar mi deuda con Raphael y yo cumplo con mi palabra.

Gatita, no puedes continuar así –dijo él

Tengo que –dije- Ya me repondré al igual que las demás veces.

Esta no parece igual a las demás –dijo él

Estaré bien –dije

Aun así, negué con la cabeza mientras las lágrimas seguían cayendo desesperadamente por mi rostro. Puse mi rostro de costado mientras trataba de calmarme y mi respiración iba recobrando su ritmo normal. Yo no merecía tanto dolor o al menos quería creer que así era. Una vez que parecí tranquilizarme Nicholas me levanto el rostro y me obligo a mirarlo fijamente a los ojos. Al instante frunció el ceño al ver por que estaba así y ser consciente de lo que había sucedido. Enseguida temí al ver la decisión en sus ojos y cuando él me soltó para partir.

_ ¿Qué le harás? –pregunte casi con desesperación

_ Ya me ha cansado. Es hora de que deje de pensar solamente en él –dijo Nicholas seriamente- No me ignorara a mí y escuchara todo lo que tengo para decirle.

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